FÁTIMA 

⎯ ¿Desde cuándo te pones de acuerdo con mis amigos para esto? ⎯ me pregunta David, mientras ve cómo hago la maleta de David para irnos a América. 

⎯ ¿Te molestó? ⎯ inquiero. 

⎯ No, no, simplemente me sorprendió. Pensé que este viaje era para ver lo del bebé, y ahora tengo que ir a Las Vegas con Tristán y ese tal Iñaki. 

Me volteo, y acaricio el rostro de mi esposo. David tiene una manera de arrugar la frente cuando algo no le agrada o le confunde. A muchos les da miedo, a mí me da ternura. Le doy un beso sobre los labios, uno tan ligero que apenas nos sabe. 

⎯ Nuestra misión es ir a ver lo del bebé, pero, no pasa nada que tengamos un poco de diversión. 

⎯ ¿Tú también irás? ⎯ pregunta sorprendido. 

Yo niego con la cabeza, y alzo el pantalón de pana de David sobre mis ojos para ver si es el indicado. ⎯ No, claro que no. No obstante, tengo planes. 

⎯ ¿Planes? ⎯ insiste, y termino por doblar el pantalón de mi hijo y voltear a verlo. 

⎯ Sí, planes. Justo antes de que llegara Tristán, una de mis amigas me llamó y le comenté que iríamos a Nueva York, así que quedamos en pasar unos días juntas. Después, tu amigo vino con la propuesta, que por cierto me vendió de una manera increíble, y se me ocurrió que puedes irte con ellos al menos un día, y una noche y yo irme con mi amiga. 

David arquea las cejas, no sé que le sorprende más, que haya hecho planes sin él o planes por él. Tomo el último conjunto de ropa de mi hijo y cierro la maleta para luego suspirar. ⎯ Pero, ¿eso no alterará las cosas? 

⎯ ¿Qué cosas? ⎯ pregunto. 

⎯ Pues, todo el tratamiento, ¿no se supone que debes estar en reposo? ⎯ me dice tierno. 

Sonrío, tomo su mano y le invito a que se siente sobre la cama. David, aunque muchos no lo crean, es un hombre tierno y muy preocupado por todo, por sus amigos, sus familiares, sus seres queridos, ojalá las personas pudiesen verlo como yo lo hago. 

⎯ Amor, no pasará nada. No tengo que estar en reposo. Además, necesitas este tiempo de diversión como yo. Solo iré a cenar, cuidaré mi comida, mi bebida y descansaré antes del tratamiento. Tú, irás con tu amigo, te divertirás y recordarás que debajo de esa piel aún eres joven. 

⎯ ¿Me estás diciendo viejo? ⎯ me pregunta, para luego reír bajito. 

⎯ No, pero a veces actúas como un anciano. 

⎯ No, actúo como un hombre que tiene veinte mil cosas por hacer, una empresa, una familia… 

⎯ Y es por eso que necesitas esto más que ningún otro, ¿me entiendes? ⎯ le comento. 

David niega ⎯ Fátima, esto es sumamente importante para nosotros, no quiero estar separado de ti. Yo no soy para estar en Las Vegas haciendo lo que se supone que debo hacer. 

⎯ ¿Bailar, divertirte y apostar? ⎯ pregunto. 

⎯ Eso… ⎯ señala. 

Acaricio su rostro y le doy un beso sobre los labios.⎯ David, hace mucho que no eres tú. Y no hablo de hace dos años, sino desde mucho antes de que yo llegara a tu vida. Te casaste joven, te dedicaste a construir tu legado, pero te encerraste en este papel que a veces te pesa. No tiene nada de malo que solo por una noche te dejes llevar, disfrutes de lo que tienes. Venga, eres un hombre de veintiocho años, rico, guapo, y muy alegre. Aprovecha todo eso. 

⎯ ¿Me estás invitando a que enloquezca? 

⎯ Si eso deseas ⎯ respondo, para luego reír.⎯ No, lo que te digo es que entiendas que la vida no está llena de drama, decepciones, desconfianzas, sino también de amistades y gente que te quiere. Tristán, puede que no sea el mejor de los ejemplos, pero es tu amigo y te quiere, y solo desea que te diviertas y seas ese David Canarias de antes, el que traía a todas locas por él. 

⎯ Eso, eso jamás pasó ⎯ me responde tímido. 

David se acerca a mí, me da un abrazo fuerte, como si quisiera fundirse con mi cuerpo, y suspira ⎯ Solo quiero que estemos bien Fátima, que ya no haya más tragedias. 

⎯ No las habrá, y si las hay, las superaremos juntos, ¿qué no? ⎯ pregunto. 

Nos vemos a los ojos y la ternura con la que me ve me derrite por completo. Como no amar a un hombre que comunica tanto con la mirada, que me hace sentir tan amada y completa. Él me sonríe. 

⎯ ¿Y si me caso en Las Vegas sin querer? ⎯ bromea, y se muerde los labios. 

⎯ No te atrevas David Canarias… No te pienso compartir con nadie. Además, eres mío bajo todos los contratos habidos y por haber… Aunque, pensándolo bien, tú te la pierdes. 

⎯ ¿Yo? ⎯ pregunta. 

⎯ Sí, porque jamás encontrarás a una mujer como yo, en ningún lado. En cambio, yo, tengo millones de pretendientes, que mueren por mí. 

⎯ Ni te atrevas ⎯ me dice, pegándome a su cuerpo ⎯, tú eres mía, a ti no te dejo por nada del mundo, ¿entiendes? 

David me besa de una manera apasionada, de esas que nos llevan al siguiente nivel, pero que sabemos que no es momento para hacerlo. Así que lo alejo con cuidado y acaricio su mejilla. 

⎯ Tendremos tiempo para esto… ahora, has tu maleta que este fin de semana lo pasas en Las Vegas ⎯ le digo. 

⎯ Como usted ordene, señora Canarias ⎯ me responde, para luego volverme a besar.

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