FÁTIMA
David no esperó a que diéramos un paso en el piso, cuando su boca ya estaba sobre la mía, y sus manos recorrieran el resto de mi cuerpo. Hacía tiempo que David y yo no teníamos relaciones, ya que entre su operación, donde le prohibieron dos meses, y los estudios que me tuve que hacer, no hubo cómo hacerlo.
Ahora se abría una ligera ventana de posibilidad antes de que, una vez más, nos dijeran que no podíamos estar juntos; por eso la razón y la urgencia. Así, tan solo logramos entrar al elegante piso que había comprado meses atrás, nuestras manos comenzaron a quitar la ropa y a dejarla tirarla por el suelo.
⎯ ¡David! ⎯ expreso entre risas, cuando mi blusa vuela por los aires y cae sobre un sofá.
⎯ ¿Qué pasa? ⎯ pregunta entre respiraciones cortas ⎯, ¿qué no ves que no tenemos tanto tiempo? ⎯ me hace saber, ya que los minutos estaban contados antes de que David regresara.
Mi esposo le había pedido a Mandy que se llevara a David a dar la vuelta por la ciudad. Le dijo que le llevara a la juguetería más grande y le comprara todos los piratas posibles, eso nos daba, pues, tres horas a lo máximo, por lo que no había tiempo que perder.
Sin embargo, mi marido no se acordaba que, además de Mandy y David, había cuatro personas más que estaban a nuestro servicio en el lugar y que podría ver la ropa sobre el suelo y posiblemente escuchar algo.
⎯ Y, ¿qué pasa con los demás? ⎯ inquiero, mientras él me carga entre sus brazos ya en ropa interior.
⎯ Les pago lo suficiente como para que nos juzguen, no te preocupes, querida ⎯ responde, para luego subir las escaleras que nos llevarán a la segunda planta donde están las habitaciones.
Así, al abrir la puerta con el pie y cerrarla de la misma forma, David no me pone sobre la cama, sino sobre el elegante tocador donde suelo arreglarme todas las mañanas. Con una mano remueve todo lo que hay sobre él y escucho cómo caen al suelo sobre la alfombra que hay debajo.
⎯ Siempre he tenido esta fantasía ⎯ me confiesa agitado, para luego sentarme y seguir besándome como loco.
Al parecer, casi seis meses así le han pasado factura y no puede contenerse más. Rápidamente, mis manos se van hacia su bóxer y sin dudarlo saco su miembro para comenzar a acariciarlo. La Fátima de antes, tímida y reservada, ha quedado atrás, ahora hay una que disfruta el sexo con su marido con toda la libertad del mundo.
Empiezo a jugar con él, de la forma que ya sé que le gusta, mientras siento sus labios sobre mi cuello y sobre mis pechos. La ropa interior ya nos estorba, pero, al parecer, los dos queremos alargar este momento el mayor tiempo posible.
⎯ Pensé que la operación me iba a pasar factura de otra forma ⎯ me murmura al oído, para luego escuchar un gemido de placer.
Me río ⎯ ¿de qué tipo?, ¿pensaste que jamás podrías volver a estar conmigo? ⎯ le pregunto. David de un movimiento rompe mi braga y yo vuelvo a reír ⎯ ya es la segunda que me debes.
⎯ No te preocupes, mañana te compró mil más ⎯ responde, para luego tomarme de las piernas y acercarme a él.
Siento cómo entra en mí en un movimiento suave que a los dos nos hace gemir fuerte, para luego acallar nuestro deseo con un beso. Él comienza a moverse lentamente en mí, como si estuviéramos calentando motores para algo más. Yo enredo mis piernas alrededor de sus caderas y siento cómo mi espalda se recarga sobre el espejo que hay detrás de mí.
⎯ Eres hermosa mi amor ⎯ me halaga David, que en estos momentos está en un modo pasional que me encanta ⎯, me encanta tu piel, tus labios, tu cabello ⎯ menciona, mientras sus manos masajean mi cabellera y sus labios se pierden en los míos. Debo confesar, que pensé que después de la operación, David estaría un poco bajo de ánimos en esta cuestión, pero como siempre me demuestra lo contrario y de una forma espectacular.
El ruido del tocador comienza a ser cada vez más fuerte, mi cuerpo se mueve para atrás y para adelante ante las embestidas de mi marido, y mis manos solo se aferran a su espalda, arañándola ligeramente. Escucho los gemidos de David, comienzo a sentir en mi cuerpo esa sensación de placer que tanto me gusta y, cuando menos, lo espero todo el placer recorre mi cuerpo haciéndome gemir tan fuerte como puedo.
¡Dios, qué pena!, pienso, mientras mis piernas tiemblan por lo que acabo de sentir.
⎯ Mi sonido favorito ⎯ murmura, David, para luego bajarme del tocador y ponerme de frente al espejo.
Puedo ver mi reflejo en él y también el rostro excitado de David, que se ha pegado detrás de mí. Puedo sentir cómo mi sostén se libera dejando al descubierto mis pechos, después sus labios recorriendo mi cuello y mis hombros. Solo ver su rostro en el espejo es lo más sexi que he visto en mi vida.
⎯ Jamás pensé que tuvieras esta fantasía ⎯ murmuro, mientras mi piel se eriza al sentir sus labios por mi espalda.
⎯ Yo tengo muchas fantasías contigo, y hoy traía ganas de hacer contigo esta ⎯ habla.
Por un momento nos quedamos así, acariciándonos, besándonos, sintiéndonos cerca, haciendo este lazo que nos une más fuerte y el que pensamos se perdería con tan malas noticias. Así, momentos después, vuelvo a sentir a David entrar en mí y, esta vez, soy yo la que puedo ver mi propio rostro de placer que me hace sonrojar.
La mano de David sube y me obliga a subir la mía para recargarla sobre el vidrio. Después, empiezan de nuevo las embestidas lentas que hacen mis piernas temblar.⎯ Sí que estás aprovechando esto ⎯ le murmuro.
⎯ Y lo aprovecharé toda la noche ⎯ responde ⎯, ahora veme a través del espejo con esos ojos tan bonitos que tienes ⎯ me pide, y yo obediente lo hago.
Me pierdo en su mirada, esa que desde el primer momento me cautivo, y comienzo a comérmelo con los ojos. Puedo ver su cuerpo bien formado, el pecho marcado, sus brazos fuertes, y esa barba que últimamente me vuelve loca. Mi esposo no solo es un hombre increíblemente inteligente, trabajador y simpático, sino que, en la cama, no hay queja alguna; me pregunto si mi hermana es tan afortunada como yo.
⎯ Veme Fátima ⎯ me pide, mientras sus embestidas son cada vez más constantes ⎯, solo veme.
Mi cuerpo comienza a temblar al igual que el de él, y los gemidos se hacen cada vez más fuertes. Ya no me importa sin todos nos están escuchando en el Penthouse, esto disfrutando de este momento de pasión que hay entre los dos.
⎯ Me vengo, David ⎯ le comunico, y él aferra sus manos a mis caderas como si se estuviera preparando.
⎯ Y yo contigo ⎯ comenta.
De inmediato ambos sentimos como nuestros cuerpos se tensan y caigo doblegada sobre el tocador y completamente rendida. El cuerpo de David cae sobre mi espalda y puedo sentir su corazón palpitando fuertemente.
Por un momento nos quedamos sin palabras o tal vez, ya nos dijimos todo. Todo el desahogo que no habíamos tenido en meses quedó aquí, en el tocador y el espejo empañado. Cuando nos recuperamos, los labios de David comienzan a besar mi espalda para, luego, subir hasta mi cuello.
⎯ En mi mente siempre pensaré que esta es la forma en la que concebimos a nuestro hijo ⎯ murmura, y me hace sonreír.
Con cuidado, me volteo para estar frente a él, acaricio su mejilla mientras sus labios se unen a los míos.⎯ Yo también, toda la vida diré que estas es la versión oficial.
⎯ ¿Quieres hacerla más oficial? ⎯ me pregunta, y me carga entre sus brazos, tan fácil, que me sorprendo.⎯ Aún tenemos dos horas antes de que llegue David.
⎯¿Dos horas no es mucho para ti? ⎯ le bromeo.
⎯ Creo que hasta me faltará tiempo ⎯ presume, para después llevarme entre sus brazos hacia la cama.
qué calorones este par de tortolitos