DAVID 

*Tres semanas después *

Entonces empezamos una nueva etapa con Burgos bajo nuestra vigilancia. La verdad, yo no lo quería tener cerca, pero Fátima me convenció de que era mejor tenerlo cerca, contento y de nuestro lado, en lugar de ser nuestro enemigo. Además, estaba amarrado a un contrato de por vida donde bien lo dijo, él estaba jodido conmigo pero con lujos, a pobre y jodido. 

Para que Burgos pudiera tener su propia casa, iban a pasar unos meses, ya que necesitaba acondicionarle una donde pudiese, yo estar seguro de que no había nada que nos perjudique, podría parecer paranoico, pero mejor eso a lamentarme después. 

A veces odio mi trabajo, o más bien, odio el hecho de que Lafuente se haya ido. Me siento solo en este mundo tan grande, y ahora comprendo por qué mi padre prefirió mantener a su familia tóxica a su lado en lugar de alejarlos cuando pudo. La soledad es una consejera muy cabrona. 

Así, Fátima y yo decidimos continuar con nuestra vida normal. Nuestro hijo David ya empezó a ir a la escuela, a la mejor de Ibiza, y de nuevo la rutina llegó a nosotros. No lo digo tan seguido, pero estoy orgulloso de él, de la manera en qué se desarrolla y los intereses nuevos que ha adquirido. 

Ahora, le llama la atención todo lo que tiene que ver con los experimentos, por lo que hemos tenido que comprarle un juego de química antes de que comenzara a experimentar con los químicos de la casa. Su amor por los piratas sigue, aunque ahora también ha desarrollado uno por los caballos, solo espero que no me haga comprarle uno de mascota, con el perro tenemos suficiente. 

Por otro lado, Fátima y yo hemos escogido al donador. Después de tantas semanas leyendo perfil tras perfil, logramos ponernos de acuerdo y ahora simplemente tenemos que anunciarle al doctor. 

El chico, bastante joven, es parecido a mí. Mismo tono de piel, tipo de cabello e incluso puedo decir que compartimos ciertas facciones importantes. Su historial es óptimo, no hay enfermedades importantes, o de las que me tenga que preocupar. Tiene un coeficiente intelectual bueno y lo que más le gustó a Fátima, tiene interés por el arte, la música y sobre todo el ballet, ya que es bailarín, así que el chico es saludable. 

Ambos lo escogimos a tiempo, porque era momento de decirnos si el tratamiento que hemos hecho por semanas funcionó o no. Aunque Fátima ha hecho todo al pie de la letra para que en verdad pase. Desde la comida, hasta el descanso, pasando por el ejercicio que la mantiene en un estado óptimo.

 Si todo sale bien, y nos dicen que esto puede funcionar, para finales de este año ella podría quedar embarazada y el próximo año recibir a nuestro bebé. 

⎯ Jamás pensé que estaría tan nerviosa ⎯ me comenta, mientras los dos vamos al hospital en Madrid para escuchar el veredicto. 

Debo confesar que para poder hacer esta visita tuve que confiar en Burgos para que se quedara solo en Ibiza, pero lo hago por mi bebé; no quiero que de ninguna se entere de que seremos padres de esta manera. 

⎯ Tranquila, verás que nos dirán que todo está bien ⎯ hablo, para luego ver de nuevo el candidato que hemos escogido. 

Fátima se recarga sobre mi hombro y sonríe. ⎯ ¿Crees que el donador número 1,456 sepa que tendrá un bebé en España? ⎯ bromea. 

⎯ No lo sé, solo espero que el donador 1, 456 no se entere de la hermosa mujer que requerirá de sus servicios ⎯ contesto, para darle un beso sobre la frente. 

⎯ ¿Celoso? ⎯ me pregunta.

⎯ Si te conociera, estuviera muy celoso ⎯ contesto, para justificarme.

La camioneta se mete en el estacionamiento subterráneo, y ambos nos bajamos casi de incógnito. Afortunadamente, la inseminación se hará en América y no aquí, así que podemos fingir en este momento que venimos a otro tipo de consulta que no sea para tener hijos. 

⎯ Mi madre quiere que la vea para cenar ⎯ me comenta, mientras subimos el elevador. ⎯ Como tengo tanto tiempo de no verle, pues me ha pedido que lo hagamos ahora que estamos aquí. 

⎯ No sé si podamos verla para cenar, tenemos que regresar hoy mismo a Ibiza, no quiero dejar a Burgos con David tanto tiempo. Mejor invítala a comer y la vemos ⎯ le sugiero. 

Las puertas del elevador se abren y pronto comenzamos a caminar hacia el pasillo. Al fondo, vemos la puerta del doctor Cantón, el que es colega del doctor Estevez, aquí en Madrid. 

Así, abro la puerta, y damos paso al consultorio que, para nuestra fortuna, está vacío. La asistente se pone de pie y con una sonrisa nos dice. 

⎯ ¿Señores Canarias?, bienvenidos. 

⎯ Gracias ⎯ respondemos Fátima y yo al unísono. 

⎯ Pasen, ya los está esperando. 

Le doy el paso a mi esposa para que entre primero. La luz del consultorio nos ciega un poco, pero después distinguimos al doctor que está sentado, esperando por nosotros. 

⎯ Señores Canarias ⎯ nos da la bienvenida, para luego ponerse de pie y saludarnos con la mano. Después toma asiento y nos invita a hacer lo mismo. ⎯ ¿Cómo va todo? 

⎯ Con nervios ⎯ responde Fátima de inmediato ⎯, sé que no son buenos, pero, no lo puedo evitar. 

⎯ Pues, quitemos esos nervios ⎯ comenta. 

Momentos después la invita a que se cambie en el baño, y cuando sale la recuesta sobre la cama. Según lo que nos dijimos, necesitamos máximo cinco óvulos sanos para poder realizar el tratamiento. 

Se prende la máquina del ultrasonido y al insertarlo, comienza a revisar. El silencio se hace por unos minutos, hasta que después, sonríe. 

⎯ Pues, déjeme decirle, señora, que usted tiene suerte. 

⎯¿En verdad? ⎯ pregunta ilusionada. 

⎯ Así es, no solo tiene cinco, tiene ocho, así que el siguiente paso es poder comenzar el tratamiento, cuando lo desee. 

⎯ ¿Es en serio? ⎯ pregunto, con una sonrisa en mis labios. 

⎯ Sí, podrá empezar el tratamiento cuando lo desee. 

⎯ ¡El próximo mes! ⎯ me dice contenta. 

⎯ Pues, si gusta. El próximo mes podemos hacerlo. Además, así me dará tiempo de avisar al doctor y que prepare todo. Sobre todo el donador. 

⎯ ¡Sí!, ¡sí!, ¡claro que sí! ⎯ exclama Fátima, y puedo ver la felicidad en su rostro. 

⎯ Bien, entonces, dentro de dos semanas viajará a América para poder hacer el proceso. Le pido que no cambie nada de sus rutinas, ni alimentación y sobre todo, no sexo, puede alterar el resultado. 

⎯ Lo prometo ⎯ comento algo serio, ya que muero por tenerla entre mis brazos. 

El doctor anota la fecha, y después le pide a Fátima que se cambie de nuevo. Cuando nos deja solos, él cierra la agenda y luego me ve a los ojos. 

⎯ Si sabe que le costará un más guardar el secreto, ¿no es así? ⎯ me pregunta. 

⎯ ¿Cómo dice?  ⎯ inquiero de inmediato. 

⎯ Señor Canarias, no se haga tonto, sabe perfectamente a lo que me refiero. 

⎯  ¿Qué pasó con el secreto médico – paciente? 

⎯ Bueno, lo he cumplido hasta ahora, pero, ¿un poco de incentivo no caería mal? 

Enfurezco, me pongo de pie y cuando estoy a punto de reclamarle, él me pide que guarde silencio. 

⎯ No, no, no… señor Canarias, no quiere alterar a su esposa y arruinarle el sueño que tiene, ¿cierto? ⎯ se atreve a decirme. 

⎯ No puedo creer lo que me está diciendo, ¿desde cuándo lo planeó? 

⎯ Desde el momento que supe quién era usted. Pero, no se preocupe, si me da la cantidad que le pido, nadie sabrá esto… N-A-D-I-E ⎯ deletrea. 

⎯ ¿Cómo se atreve a jugar con las ilusiones de las parejas?, ¿cómo se atreve a chantajearme? 

⎯ ¿Qué hará?, ¿le dirá a su mujer lo que está pasando y se irá de aquí sin hacer el tratamiento?, yo la veo muy ilusionada, ¿se atreverá a romper su ilusión?, ¿qué pasará cuando ella entre por esa puerta y se entere de que no será madre porque su marido no quiere dar un poquito más para mantener su secreto? ⎯ me pregunta. ⎯ ¿Le va a romper el corazón? 

Cierro los ojos al igual que el puño tratando de contener toda la rabia que siento por dentro, ¿por qué las cosas tienen que ser así?, ¿por qué no puedo simplemente ir por lo fácil y ser feliz? 

Fátima entra de nuevo al consultorio, y antes de que ella lo note, me pasa una tarjeta de presentación con la cantidad extra que desea. 

⎯ A mi cuenta personal y le prometo que nuestro secreto estará a salvo, señor Canarias. 

Le arrebato la tarjeta y la guardo enseguida en mi saco para que Fátima no lo vea. Trato de tranquilizarme antes de que ella tome mi mano y note mi coraje. 

⎯ Entonces, ya está ⎯ me comenta, para sentarse a mi lado, con una sonrisa que juro no deseo borrar. 

⎯ Perfecto, dentro de unas semanas empezará esto. Felicidades, señores Canarias ⎯ nos dice, para luego verme a los ojos ⎯ muchas felicidades. 

Finalmente, Fátima y yo nos ponemos de pie, y al salir, ella se echa a mis brazos y me besa en los labios. 

⎯¡Seremos padres! ⎯ expresa emocionada ⎯ ¡seremos padres! 

Siento el peso de la tarjeta dentro de mi bolso. Sin embargo, veo los hermosos ojos de Fátima que reflejan una enorme felicidad que no quisiera que se fuera jamás. 

Puede que el doctor sea un verdadero cabrón, pero en una cosa tiene razón, no me atrevería por nada del mundo en quitarle una de sus ilusiones más grandes… ni por todo el dinero del mundo.

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