FÁTIMA 

Los nervios han pasado y ahora un golpe de felicidad ha llegado a mí. El corazón de mi bebé late, y yo me siento sumamente bendecida por esto; ahora solo queda cuidarlo hasta que esto llegue a término y los planes comenzaron en mi mente. 

El primero que supo, porque lo tenía que saber, fue mi hijo David, quién se alegró mucho al respecto e incluso comenzó a repartir los juguetes que pudiesen gustarle. De su colección de barcos le dio dos, y miles de peluches y muñecos que le quiso compartir. 

Luego se los dije a Esme y a Mandy, para que estuvieran al pendiente de cualquier situación y después, la noticia terminó ahí. No quise decirle a mí hermanas, hasta que todo estuviera seguro, supongo que solo le diré a mi madre tratando de que no le diga a nadie. 

Sé que tal vez estoy haciendo mal, pero lo menos que quiero evitar ahora es presión o situaciones que me alteren, solo quiero estar tranquila y aquí, asilada en Ibiza, lo he logrado. 

Además, tengo el apoyo de David, uno que se ha volcado a un 110% y que me causa mucha alegría. En verdad, pensé que le costaría un poco de trabajo adaptarse, pero, no ha sido así. David se ha convertido en el mejor de los esposos, y no solo por levantarse cada mañana para acompañarme en los achaques, si por todo lo que está leyendo e informándose sobre el bebé y sobre sus futuros cuidados. 

Desconozco si con Alegra fue igual, o mejor, solo sé, que está haciendo un esfuerzo enorme y que está más que listo para darle la bienvenida, ya sea niño o niña, ya sea Sebastián o Ainhoa, los nombres que hemos escogido y que son los favoritos en la lista. 

Por otro lado, los síntomas me mantienen al borde de todo. Las náuseas no solo son por la mañana, sino a lo largo del día. No soporto el desodorante de David, por lo que el pobre tiene que ponérselo en otra habitación. Lo que antes adoraba, ahora lo detesto, y la pobre Mandy se ha visto sobrecargada de trabajo con el niño, ya que cuando regresa de la escuela, lo único que deseo es dormir, aunque ya lo hice en el mediodía. 

No sé si descuido mi casa, no sé si me estoy viendo como mala ama de casa, pero, no me importa, tengo que ser primero yo y solo yo, así que dormiré lo que se me pegue la gana, aunque mis siestas sean de cuatro horas. 

Sin embargo, esta semana tendré que vencer mis síntomas y ser un poquito la Fátima que suelo ser, ya que mi madre vendrá a visitarnos y a revisar ciertas cosas de la empresa, por lo que tendré que acompañarla para mostrarle todo y hacerle saber que la herencia de mi padre está a salvo. Así que mis últimas siestas en el sofá de la sala, tendrá que quedarse al lado, por lo que ahora, aprovecho que la casa está en silencio para tomar una muy larga. 

Siento el frío de la ventana abierta de la sala, pero no me importa, el sonido de la naturaleza me arrulla y siento cómo mi cuerpo se relaja por completo. De pronto, escucho la voz de Esme. 

⎯ ¿Señora? 

⎯ Hmmm ⎯ respondo. 

⎯ Perdón que la despierte, pero, quisiera saber ¿qué sábanas le pongo a su madre en el cuarto de visitas? ⎯ me pregunta, con educación. 

⎯ Las sábanas de franela, es sumamente friolenta y esas le caerían bien. 

⎯ Perfecto, lo siento ⎯ me responde. 

Vuelvo a acomodarme y cierro los ojos, no es tan difícil quedarme dormida, así que lo hago de inmediato. Caigo en un sueño profundo, uno tan reparador como absorbente. Por lapsos puedo escuchar lo que pasa a mi alrededor, hasta que una frase me hace consciente, de todo. 

⎯ Pronto me darán una casa, y podremos vivir juntos. Sé que te hice esperar mucho tiempo, pero, al fin, la suerte me sonríe. 

¿Burgos?, pienso, tratando de abrir los ojos, pero están sumamente pesados.

⎯ Te prometo que estaremos viviendo como reyes, así que haz tus maletas, mi amor, compra un boleto de avión para Ibiza, y vente para acá. Por fin podré darte lo que te prometí. 

Se hace un silencio, y trato de que mi cuerpo reaccione, cuando lo hace no puedo creer lo que escucho. 

⎯ Le dije una pequeña mentira. Sé que hice mal, pero era la única manera de que me metiera a la empresa. Así es, le dije que había un infiltrado en la empresa, cuando no hay nadie, simplemente fue algo que se me ocurrió antes de que me metiera a la cárcel. 

⎯¿QUÉ? ⎯ expreso, poniéndome de pie del sofá.

Se nota que Burgos no tenía ni idea de que me encontraba en el sofá, porque a la hora de escuchar mi voz, la tez se le pone blanca y deja caer el teléfono al suelo. 

Burgos voltea a verme, se ve en verdad sorprendido, sabe que lo he descubierto, y que ya no puede retractarse de lo que dijo. 

⎯ ¿Mentiste? ⎯ pregunto seria. 

⎯ Fátima… 

⎯ ¡MENTISTE! ⎯ grito, en verdad enojada ⎯ ¡Dime!, ¡Dime la verdad!, ¡Mentiste! 

Burgos se queda en silencio y ya no me contesta más, sabe que lo he atrapado.

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