Cáncer, tengo cáncer, me repito sin poderlo creer. Me quedo viendo a la nada mientras asimilo lo que me acaban de decir.
⎯ No lo puedo creer ⎯ repite Fátima, mientras coloca la mano sobre su vientre.
⎯ Tranquila Cariño, no quiero que eso te haga daño ⎯ le comento, preocupado.
⎯ Es que… ⎯ pronuncia ⎯, eres muy joven, demasiado.
El doctor niega con la cabeza.⎯ Esta enfermedad no tiene edad. Pero por fortuna lo hemos encontrado a tiempo y podemos hacer algo.
No sé si esta noticia debe tranquilizarme o aterrarme, pero no me extraña. La genética en mi familia es fuerte y en realidad nunca tuve buenos genes, lo único que me impacta es que haya empezado tan joven.
Toda mi vida me he cuidado, he hecho ejercicio, comido bien, no fumo, y apenas bebo, y, aun así, logré que las enfermedades me alcanzaran; sobre todo la peor de todas.
⎯ Por hoy lo daremos de alta, señor Canarias. No obstante, tiene que regresar para diagnosticarle, operarle y darte tratamiento ⎯ me comunica.
⎯ Claro que regresará ⎯ habla Fátima, segura ⎯, es más, de una vez haremos la cita para empezar todo el proceso.
⎯ Amor… ⎯ murmuro, pero ella niega con la cabeza.
⎯ La harás ⎯ me amenaza, para después apretar mi mano.
⎯ Bien, entonces los espero dentro de dos días, ¿sí?
⎯ Aquí estaremos ⎯ responde Fátima por mí, para luego verme a los ojos ⎯ aquí estaremos y lo resolveremos.
El doctor sale del lugar, dejándonos solos. Yo que pensé que la peor parte había pasado, pero, no es así, estaba completamente equivocado.
Fátima suspira, me da miedo que todo esto la lastime, la estrese y pierda al bebé. Así que la abrazo y trato de consolarla.
⎯ Todo estará bien, mi corazón. Ya ves lo que nos dijo el doctor.
⎯ Lo sé ⎯ responde ⎯, lo único que no entiendo es, ¿por qué a nosotros?
⎯ Supongo que así es la vida, amor ⎯ le digo, y aunque mi respuesta suena vana y tonta, sé que todo tiene una razón.
⎯ Pues es injusta ⎯ comenta, un poco enojada, para luego abrazar mi brazo.
⎯ Ta vez sea una mala racha, verás que después las bendiciones nos colmarán a un grado que no sabremos qué hacer con ellas ⎯ le confieso, esperando que sea verdad.
Los ojos de Fátima brillan porque sé que me cree cada palabra que le digo. Lo último que deseo es verle mal, preocupada y triste, así que haré todo lo posible porque esta enfermedad no me quiebre y me afecte a un grado que no pueda ni siquiera ponerme de pie.
⎯ ¿Nos vamos? ⎯ me pregunta.
⎯ Vamos ⎯ respondo ⎯, yo también me quiero ir a casa.
***
Así, Fátima y yo regresamos con un muy al diagnóstico sobre mi salud. De pronto, todas las cosas que pensaba importantes pasaron a segundo plano, y ahora solo tenía que concentrarme en esto y en estar vivo para poder ver crecer a mis hijos.
Como llegamos tarde, ella cayó exhausta y se fue a dormir, yo, no pudo hacerlo, estaba demasiado impactado como para poder cerrar los ojos y conciliar el sueño.
No puedo dejar de pensar en mi futuro, en lo que se viene. Me quiero consolar con la idea de que el hallazgo de mi cáncer fue a tiempo y no terminal, pero, ¿cómo no me di cuenta?, ¿cómo no lo sentí?, ¿tan concentrado estaba en mi trabajo que descuidé mi salud?
Al sentirme como león enjaulado, decidí que lo mejor era salir de la habitación y dejar a mi mujer descansar. Por un momento caminé por el corredor de la casa y entré a la habitación de David para verle dormir. El niño no tiene ni idea de lo que está sucediendo y así me gustaría que continuara, sin embargo, una nostalgia enorme me entró al acordarme que si yo muero, y él se queda en este mundo, habría perdido el único padre que conoció. Tenía que vencer esto.
Antes de ponerme a llorar, salí del lugar y me asusté al ver a Burgos sentado en la sala de la casa. Su semblante era bastante raro, como si estuviese asustado o deprimido.
⎯ ¿Qué haces despierto tan noche? ⎯ pregunto, ya que él suele estar en su casa.
⎯ Solo, quería ver cómo estabas. No sé si Fátima te comentó que yo la llevé al hospital.
⎯ Lo hizo, gracias ⎯ respondo.
No suelo platicar mucho con Burgos, incluso trato de evitarlo si puedo, pero, al aparecer esta noche, no puedo hacerlo.
⎯ Y también sufro de presión alta, si eso te reconforta ⎯ me comenta ⎯ creo que es herencia de papá.
⎯ Debe ser… ⎯ le digo, porque no tengo muchas ganas de entablar una conversación.
⎯ Mi madre, siempre dijo que papá era una persona con muchas enfermedades por todo lo que no decía o guardaba, que cuando el cuerpo habla, es porque la conciencia ya no puede más.
⎯ ¿Estás diciendo que tengo presión alta porque no expreso lo que siento? ⎯ pregunto, ingenuo.
⎯ Tal vez… no sé ⎯ me dice.
Sé que Burgos solo quiere hacerme conversación, pero, lo que me dice, no me reconforta para nada. Sin embargo, él no sabe de mi diagnóstico de cáncer, así que prácticamente no le puedo echar la culpa.
⎯ Buenas noches, Burgos ⎯ le respondo.
⎯ David ⎯ me interrumpe, antes de que regrese y suba las escaleras ⎯ tengo que decirte algo, es importante.
⎯ Veo que lo es, ya que no puedes dormir.
⎯ Lo es… ⎯ admite, y se acerca a mí para verme de frente.
En su mirada veo miedo y mucho, siento que está a punto de confesarme algún tipo de asesinato o algo así.
⎯ Dime.
⎯ Tal vez no sea el mejor momento, pero, quiero que te enteres por mí que por otra persona.
⎯ ¿Por Fátima? ⎯ pregunto, y él admite.⎯ Dime.
⎯ David, te mentí, no hay ningún infiltrado en tu empresa, yo…
⎯ Lo sé ⎯ le interrumpo, y puedo ver cómo sus ojos se abren de la sorpresa.
⎯ ¿Cómo?
Suspiro. Camino hacia el sofá y me siento. El fresco de la noche entra por la ventana y por un momento me hace sentir bien.
⎯ Junto con Lafuente entrevisté e hice los perfiles de cada uno de mis trabajadores, ninguno se atrevería a traicionarme, confío en ellos ⎯ admito.
Burgos se acerca a mí ⎯ ¿Entonces?, ¿me meterás a la cárcel?
⎯ También sé que no fuiste tú quién secuestró a David.
⎯ ¿Cómo?
⎯ Tengo mis contactos, además, no eres tan poderoso e ingenioso como para hacer algo así ⎯ respondo, con un poco de orgullo.
⎯ ¿Por qué me sacaste de la cárcel?, ¿por qué me tienes en tu empresa?, ¿qué es lo que tratas de hacer?, ¿por qué me hiciste firmar todo?
⎯ ¡Por qué ambos nos necesitamos! ⎯ hablo fuerte, y él se queda en silencio.⎯ Porque necesito a alguien que me ayude, ¿entiendes?, y tú puedes ser un gilipollas o un hijo de puta, pero tienes lo que necesito para que me eches la mano. Eres inteligente, capaz, y si te mantengo ocupado dejarás de pensar en otras cosas.
Burgos se queda en silencio, al parecer le sorprende mi respuesta, en todo tipo de niveles.
⎯ ¿Me necesitas? ⎯ pregunta.
⎯ Ambos, nos necesitamos. Tú para no terminar en la calle pidiendo limosna y yo ⎯ y me cuesta mucho decirlo, pero, es verdad, tal vez la desesperación me ha llegado que he puesto a Burgos en un papel importante en mi vida ⎯, para poder manejar la empresa un poco mejor.
Burgos sonríe.⎯ ¿Eso quiere decir?
⎯ Quiere decir que si te mantienes de mi lado, habrá beneficios, si me traicionas, te tengo tan cubierto que lo sabré antes de que puedas hacerlo, ¿entiendes? Si tanto alegas que eres mi hermano, haz lo que los hermanos hacen y no me des la espalda ⎯ recito.
Entonces, me pongo de pie y camino hacia la escalera. Burgos se queda de pie mirándome como si tratara de averiguar si esto es una trampa. Pero no lo es, lo que digo es en serio, ¿quién soy yo para alegar los lazos de sangre cuando ninguno de mis hijos la tendrá?
⎯ No molestes a Fátima con problemas… ya tenemos suficiente ⎯ le advierto.
Solo espero no haberme equivocado.
A veces necesitas confiar para darle paso a oportunidades nuevas.