David
Sin embargo, la mala racha antes de irse dejó un último destrozo que nos partió el corazón a mi esposa y a mí. En la última visita al doctor, no encontraron el latido de corazón del bebé, y con eso, nuestro sueño se había esfumado.
Nunca se está preparado para perder un bebé, aunque ya haya perdido varios, pero jamás se está preparado para consolar a la madre de ese bebé, menos cuando la esperanza siempre está presente; según tengo entendido es la última que muere.
El doctor nos dijo que podemos intentarlo dentro de un mes, que es lo mejor, pero Fátima simplemente salió del consultorio sin decirme ni una palabra, y así se mantuvo durante un buen rato en la casa, para ser precisos, tres días. No hubo palabra, ni sonido, nada, solo una mujer que parecía un fantasma total.
Traté de hablar con ella, pero lo único que me dijo fue ⎯ dame tiempo, solo eso te pido ⎯ y volvió a callar. Sin embargo, yo ya no aguanto esta tortura, tengo que hacer algo, debo estar ahí para ella, aunque Fátima quiere que me mantenga a la raya.
Entonces, me pongo un abrigo, botas y bajo las escaleras para encontrarme justo a Mandy jugando con mi hijo en la sala.
⎯ ¿La señora Fátima? ⎯ hablo.
Ella se pone de pie y me sonríe ⎯ salió en el auto, dijo que iba a la playa.
⎯ Gracias ⎯ le agradezco, y luego le sonrío a David ⎯ te portas bien, ¿sí?, iré con mamá a hacer algo.
⎯ Bueno ⎯ responde, para volver a jugar. A veces quisiera ser David y pasar el día imaginando que es un pirata y que puede navegar a donde desee.
Así salgo de la casa y le pido al otro chofer que me lleve a la playa favorita de Fátima, donde sé que se encuentra. Sé que también me regañara por haber salido con tanto frío, ya que es momento de entrar al mes de diciembre y el clima ha refrescado bastante.
Mientras voy hacia allá pienso en lo que le diré, como la consolaré una vez más y como le explicaré que no es su culpa, que definitivamente no tiene por qué sentirse culpable.
⎯ Ahí está la señora ⎯ escucho la voz, y al ver la otra camioneta en frente le pido que se estacione detrás.
Tan solo el auto se detiene, me bajo para ir hacia donde ella se encuentra, envuelta en un abrigo de color gris de pie sobre la arena viendo hacia el mar.
⎯ ¡Fátima! ⎯ le llamo.
Ella voltea a verme y se limpia las lágrimas para luego ir hacia mí ⎯ ¡Qué haces aquí! ⎯ me grita enojada ⎯ ¡qué no ves que el aire te puede enfermar!, ¡está frío y tus defensas están bajas! ⎯ Me acerco a ella y la abrazo. Siento cómo sus manos me empujan y ella se aleja furiosa ⎯ ¡qué no me escuchaste!
⎯ Fátima.
⎯ ¡Te vas a enfermar! ⎯ me recuerda ⎯, ¡aún no salimos de esto!
Voy de nuevo hacia ella y la tomo del brazo para traerla hacia mí. ⎯ ¡Suéltame! ⎯ grita ⎯¡déjame tranquila!
⎯ Jamás ⎯ le digo, y la mantengo con las fuerzas que tengo cerca de mí.
⎯ ¡Déjame, David, quiero estar sola!, ¡deseo estar sola!
⎯ Ya fue mucho tiempo, tenemos que hablar ⎯ le pido.
⎯ ¡No hay nada que hablar!, ¿qué no ves?, ¡ya está todo dicho!, el destino, la vida, todo dice que no debo ser madre, que no puedo ser madre, ¡qué no captas!
⎯ ¡No!, eso no es cierto.
⎯ Solo quiero que me dejen sola, quiero llorar sin que nadie me vea ⎯ me pide.
⎯ Es que yo también quiero llorar ⎯ le confieso, y ella me ve a los ojos ⎯ quiero llorar porque no puedo dejar de sentirme culpable, yo fui quién te hizo perder al bebé, fue mi culpa, tú no hiciste nada… Fue esta enfermedad, el no poder ser el hombre que necesitabas para llevarlo, fue mi culpa.
⎯ No fue la mía ⎯ habla, para después romperse a llorar. Siento cómo se deshace entre mis brazos y yo la cargo para después, ambos caer sobre la arena y quedarnos sentados. ⎯ Tal vez estoy rota por dentro, tal vez mi hermana tiene razón, no sirvo para esto.
⎯ No la escuches, no ⎯ le consuelo, mientras acaricio su cabello ⎯ eso no es cierto.
⎯ Yo solo quería ser madre, y pensé que lo lograría, pero, al parecer, no es mi destino.
⎯ Solo no es el momento ⎯ le murmuro ⎯, tal vez, aún no es el momento y esta es la señal o tal vez podemos intentarlo una vez más…
Ella se separa de mí y acaricia mi rostro.⎯ No, ya no lo deseo. Ya no quiero ser madre, al menos no por este año, ¿comprendes?
⎯ Está bien, si esa es tu decisión.
⎯ La es. Quiero descansar de todo, quiero que mi cuerpo se repare, quiero, solo quiero terminar el año con la buena noticia de que te has recuperado ⎯ me pide ⎯, ¿no te molesta?
Niego con la cabeza. ⎯ No, claro que no. Es más, creo que ya sé lo que pasa.
⎯ ¿Qué?
Hago que Fátima se sienta más cómoda y la cubro con mis brazos, protegiéndola del frío.⎯ Lo nuestro es maravilloso, pero, podría ser aún más. Siento que lo nuestro ha sido apresurado, llevado por la corriente y que desde que nos juntamos hemos tenido que cumplir con las expectativas de los demás, hemos tenido que tomar nuestros papeles de prisa y nos olvidamos de nosotros, de esto, del amor que en realidad nos tenemos y que ha nacido a pesar de mi actitud, mi pasado, mis cargas, las enfermedades, las pérdidas… todo. Así que te propongo que empecemos de nuevo, que, a partir de este momento, nos olvidemos de todo lo doloroso que pasó y hagamos las cosas a nuestra manera. Nos conquistemos, nos amemos… Déjame enamorarte, déjame demostrarte que te amo, y si de ese amor nace un bebé, entonces sabremos que hicimos las cosas bien y a nuestra manera, ¿qué te parece?, ¿lo hacemos?
Fátima me sonríe y con lágrimas en los ojos, me dice ⎯ ¿crees que así se vaya la mala racha?
⎯ Sí, la dejaremos en este año. Empezaremos de nuevo, tú y yo amándonos, sin escuchar a los demás, sin seguir lo que quieren que sigamos. Nos repondremos de esta racha y saldremos triunfantes, y te prometo que te daré una historia de amor tan linda, que será digna de contar… una historia de amor a la Canarias.
Ella sonríe.⎯ Me agrada la idea.
⎯ Bien, porque la pondremos en marcha cuando tú lo indiques.
Fátima se muerde los labios y veo cómo las lágrimas corren por sus mejillas ⎯ ¿Podemos hacerlos después de llorar? ⎯ me pide ⎯, aún me duele y mucho.
Asiento con la cabeza y la abrazo fuerte ⎯ llora, hasta las mujeres fuertes tienen que hacerlo. No te guardes nada.
Mi esposa comienza a llorar desconsoladamente y así sé cómo se escucha cuando se rompe una ilusión. Hace semanas aún escuchábamos un corazón latir y ahora, no hay nada, solo dos corazones rotos.
Así, mientras lloro junto con Fátima, y a la vez trato de conquistarla, solo puedo rogar a Dios o a cualquier ser superior que nos esté escuchando, que nos deje ser felices, que nos permita vivir nuestra vida y que esta mala racha que nos persigue desde el día uno, desaparezca. Fátima merece tener una vida linda y yo, merezco quitarme esta sombra de encima, al menos para poder probar que es la verdadera felicidad.
Y sin querer, ese día, fue el fin de nuestra mala suerte…
Juntos, con el corazón roto, pero juntos. Alegra cuida sus angelitos mientras ustedes cuidan a David 🙂