DAVID
No sé por qué estoy tan nervioso, si Fátima es mi esposa y literal he convivido con ella toda la mañana. Sin embargo, mientras la espero en la entrada de nuestro piso, no puedo dejar de arreglarme las mangas del saco y la pajarita negra que forma parte del esmoquin. Quiero pensar que podría ser parte de mi tratamiento, pero no, sé que es parte de esta cita que tendremos hoy.
Supongo que mi empeño porque sepa lo romántico que soy me está pasando factura o tal vez porque en realidad ella me pone nervioso. Siempre me ha puesto, digo, es un mujerón y sé que los años pasarán y me seguirá impactando para bien.
A lo lejos escucho cómo da las últimas instrucciones a Mandy con respecto a David, quién aún anda muy despierto por el chocolate que le dimos a las seis de la tarde, grave error.
Después, escucho un ruido en las escaleras y momentos después aparece ella, vistiendo ese espectacular vestido, unos guantes largos hasta arriba del codo, y el cabello perfectamente arreglado. Me gusta cómo se lo deja suelto, rizado por arriba de los hombros, remarcando sus clavículas.
Fátima camina escaleras abajo y yo me acerco para ofrecerle mi mano y ayudarle a que baje los últimos escalones.
⎯ Te ves… ⎯ trato de encontrar las palabras, porque los adjetivos de hermosa, espléndida o fantástica le quedan cortos ⎯ como una Lafuente.
⎯ Me gusta… ⎯ aprueba ⎯ me gusta verme como una Lafuente. Se queda.
Ella baja todas las escaleras y me arregla la pajarita.⎯ Y tú como siempre te ves tan Canarias.
⎯ Tan Canarias, también me gusta ⎯ apruebo ⎯, nada como nuestros apellidos para aprobar lo que ya somos.
⎯ Así es…⎯ contesta.
La veo a los hermosísimos ojos que tiene y le sonrío. Ella termina de arreglarme y se muerde los labios.
⎯ ¿No vamos? ⎯ pregunta.
⎯ Vamos, pero antes ⎯ y me volteo hacia el mueble que hay en la entrada y saco del cajón una caja de terciopelo negro y la llevo hacia ella.
⎯ Amor… ⎯ Murmura.
⎯ No digas nada, que lo vi para ti y supe que era perfecto ⎯ le comento y al abrirlo descubro un collar de perlas blancas, entrelazadas en diamantes.
Fátima sonríe y lo acaricia con la fina mano cubierta en el guante.
⎯ Es hermosísimo.
⎯ Es tuyo… ⎯ le contesto, sacándolo de ahí y poniéndoselo sobre el cuello ⎯ me gusta regalar joyas, y a ti, todas las que te regalo son especiales.
Veo cómo ella sonríe, ya que se refleja en el espejo de la entrada, cuando le pongo el espejo sobre su cuello. El aroma a su fino perfume me hace sonreír a mí. ⎯ Ves, te ves hermosa… ⎯ le recalco.
⎯ Gracias, amor.
⎯ No tienes nada que agradecer, todo lo mío es tuyo… todo, mi amada Fátima ⎯ le murmuro al oído y beso su lóbulo.
Ella se ríe bajito, para luego darse la vuelta y besas mis labios.⎯ ¿Nos vamos?, muero de hambre.
⎯ Vamos, que no podemos llegar tarde ⎯ le hago segunda.
Voy hacia el armario de abrigos y saco el suyo para ponerlo sobre sus hombros. Luego tomo el mío y me lo acomodo de inmediato para, después, salir de ahí.
***
Fátima fue curiosa todo el camino para saber dónde íbamos, y luego se pudo aún más cuando una cuadra antes de entrar, le puse una fina venda en los ojos.
⎯ Cuanto misterio ⎯ bromea.
⎯ Es que quiero que en verdad sea una sorpresa ⎯ contesto, mientras veo cómo nos acercamos al lugar.
El auto se detiene y con ayuda del chofer, Fátima y yo salimos del auto y comenzamos a caminar. ⎯ Escalón ⎯ le indico, mientras vamos subiendo las escaleras ⎯, otro ⎯ le pido y ella con una sonrisa y tomada fuertemente de mi mano sube todo lo que le pido.
Cuando llegamos hacia la entrada, tengo la intuición de que ya sabe dónde está, pero no me dice nada.
⎯ Llegamos, pero aún no puedo quitarme la venda ⎯ le advierto, mientras el personal del lugar abre las puertas de donde estaremos las próximas horas.
⎯ ¿Ni siquiera un poco? ⎯ me pide.
⎯ No.
Entramos al lugar y una joven nos da la bienvenida, pronunciando nuestro apellido de una forma chistosa que nos hace sonreír.
⎯ Welcome Mr. and Mrs Canarias ⎯ nos dice otro joven y luego nos deja solos.
⎯ Llegamos ⎯ le murmuro.
⎯ ¿Por qué se escucha eco? ⎯ pregunta, curiosa.
⎯ Ahora lo sabrás ⎯ contesto, para ayudarle a sentar en la silla. ⎯ ¿Lista?
⎯ Lista ⎯ contesta. Y contando tres en mi mente, le quito la venda para que vea dónde se encuentra. Fátima abre los ojos y al ver donde se encuentra sonríe de par en par. ⎯¿Es en serio?
⎯ Lo es ⎯ contesto.
⎯ ¿Me trajiste a la ópera del MET?, ¿cómo supiste que…?
⎯ Sé que amas la ópera y que solías venir sola cuando vivías aquí, así que… ¿Por qué no cenar mientras escuchamos una?
Fátima voltea a ver a su alrededor y nota que está sentada en una mesa, bien servida, con vino y una carta de lo que vamos a cenar.
⎯ Pero, pero, espera… ¿Y los demás? ⎯ inquiere.
⎯ No habrá nadie más que no seamos tú y yo. Renté el recinto por esta noche, solo para ti y para mí.
⎯ ¡Qué! ⎯ explica sorprendida.
Sonrío.⎯ Amor, creo que me puedo dar un gusto caro de vez en cuándo, ¿no? ⎯ le indico.
Y es verdad, para qué tengo tanto dinero si no lo puedo usar para impresionar por una noche a mi esposa.
⎯ No te hubieses molestado ⎯ contesta, acariciando mi mejilla.
⎯ Y esto aún no termina ⎯ le digo, y me voy hacia el lado donde voy a cenar yo ⎯, aún hay una sorpresa más.
⎯ ¿Más?
⎯ Así es…
En eso, hago la señal y las luces del público se apagan y las del escenario se encienden. La melodía de “Una Furtiva lagrima” comienza a tocar y momentos después en el escenario aparece Francesco Greco listo para cantar.
⎯ ¡Qué! ⎯ murmura ella emocionada.
⎯ Debo admitir que me costó más dinero que rentar el lugar ⎯ bromeo ⎯, pero sé que morías por escucharlo en vivo, así que… lo tienes todo para ti e interpretando una de tus arias favoritas.
⎯ David… ⎯ murmura, mientras sus ojos brillan de felicidad ⎯ esto es tan…
⎯ Todo esto es por ti y para ti ⎯ le indico, tomándole la mano.
Ella sonríe, al parecer la he sorprendido con esta serenata.
⎯ No cabe duda que eres espléndido, David Canarias ⎯ contesta, para darme un beso sobre los labios.
Puedo sentir cómo la ternura corre por mis venas y me hace vibrar. Fátima es una mujer que me ha hecho sentir todo un rango de sentimientos y sensaciones que jamás imaginé, desde los celos, hasta la ternura, pasando por la alegría, a tristeza, el amor incondicional, entre otras que ahora no sé cómo describirlas.
⎯ Todo esto es por ti y para ti ⎯ le respondo ⎯ y sé que con recibir un ramo de flores diario te conformas, pero, ¿por qué limitarme si te puedo consentir más? ⎯ ella sonríe.⎯ Te mereces esto por todo lo que hemos pasado en este año, porque has sido una mujer fuerte, resiliente, segura y sobre todo amorosa, si te puedo dar el mundo, te lo daré.
El tenor sigue cantando al fondo, y la melodía de amor nos envuelve a ambos. Él interpretará 10 arias de ópera envueltas de amor, que expresarán también todo lo que la amo.
⎯ Gracias…
⎯ Y esto solo es el primer sobre, te juro que tengo más planeado para ti ⎯ le advierto.
⎯ No creo que haya nada que pueda superar esto ⎯ me indica.
⎯ Lo habrá ⎯ hablo con seguridad y levanto mi copa ⎯ brindo por ti y solo por ti, Fátima Lafuente, por llegar a mi vida y enseñarme que las segundas oportunidades pueden ser mejores que las primeras, y por ser la mujer más increíble y maravillosa de este mundo.
Ella levanta su copa y brinda conmigo, mientras tiene una sonrisa espléndida dibujada en su rostro. Me gusta verla así, feliz, radiante, después de verla tan triste y en cierta manera derrotada.
Jamás dejaré que a ella la coma la tristeza, no como a Alegra, que fue mi culpa y nada más que mi culpa y lo sé, no me lo tienen que decir. Porque aunque Fátima no lo sepa, y yo finja muy bien, todos los días no me dejo de repetir que si la hubiese escuchado, no hubiese tenido ese trágico final. Fátima no terminará así, juro por Dios que no, ella será la matriarca de esta familia y la que vivirá muchos años, incluso más que yo.
⎯ Te amo ⎯ le murmuro.
Ella voltea a verme y besa mi mano, no hay nada más que decir. Fátima me amó desde hace tiempo atrás, ahora es mi turno de amarla más allá de lo que ella pueda imaginar.
Ay David, ojalá que sea más reflexión que culpa el sentimiento por Alegra para que puedas amar con libertad.