David
La cita con Fátima fue perfecta, mejor de lo que pude haber imaginado. Ella disfrutó del espectáculo, de la cena pero, sobre todo, de nuestra compañía. La noche pudo haber tenido un cierre fenomenal, si yo hubiese podido llegar al piso y hacerle el amor como tanto deseo. Sin embargo, gracias a las medicinas que estoy tomando para el tratamiento, mi deseo sexual se ha ido por la borda, y sobre todo mi energía. Si antes bromeaba que era demasiado viejo para algunas cosas, ahora me siento como uno, y ni siquiera he llegado a cumplir los treinta años.
Supongo que este es el precio que tengo que pagar para poder sentirme bien. Cada mañana, cuando me despierto y me veo en el espejo, me digo a mí mismo que todo esto pasará y que pronto, cuando la enfermedad se vaya, volveré a ser yo en todo el sentido de la palabra.
Aun así, cuando regresamos de la cita, Fátima y yo lo compensamos con una plática en la cama, unos besos tiernos y esas miradas que nos lanzamos que expresan todo nuestro cariño. También siento que Fátima no está lista para intimar. Desde la pérdida de nuestro bebé, lo único que desea es no tocar el tema y mucho menos hacer algo relacionado con el asunto, por lo que se podría decir que Fátima y yo vivimos en un estado de castidad que no sabemos hasta cuándo durará, espero que no mucho.
Entonces, pasando todo es por alto y con dos citas más planeadas, la familia sigue disfrutando de las vacaciones en Nueva York. De nuevo por la noche la nieve ha caído de una forma torrencial, así que la blanca Navidad sigue tocando a la puerta.
A pesar de los pesados abrigos que traemos, y las ropas térmicas, a mí el frío me cala, supongo que mi estado anímico tiene mucho que ver. Aun así, no dejo que esto me detenga y me uno a los planes de mi esposa e hijo como si para mí fueran perfectos, como los que tenemos el día de hoy.
El hecho de aprender a patinar en hielo, no es una de mis cosas favoritas, pero al ver el rostro de Fátima lleno de ilusión porque le enseñará a David como hacerlo y el revivir los momentos de cuando ella lo hacía viviendo aquí, hace que cualquier frío sea mínimo y que yo también me anime a entrar a la pista.
⏤ ¿Alguna vez has patinado en ruedas? ⏤ me pregunta, mientras se me dificulta ponerme el patín de hielo.
Niego con la cabeza.⏤ Fátima, mi infancia no fue como la tuya y menos como la que tiene David. Cuando tenía seis años me enviaron a un internado y se terminó todo. Patinar en hielo o en ruedas no era parte del plan ⏤ le comunico.
⏤ Pues nunca es tarde para aprender, ¿cierto? ⏤ me pregunta segura, para después ayudarme con el otro patín.
Puedo sentir las pesadas cuchillas jalando mis pies, y temo que mi equilibrio no estará presente en esta actividad. David, envuelto en un grueso abrigo color negro, ya está listo y ansioso por entrar y comienza a jalar a Mandy para que lo lleve a la pista de hielo.
⏤ No, ni niño, no sé patinar ⏤ le dice con cariño.
⏤ Vamos, Mandy ⏤ le insiste, emocionado, jalándole con insistencia.
Quisiera tener la emoción y el ímpetu de mi hijo, o más bien, esa alegría de probar cosas nuevas. Yo me pongo de pie, y lo primero que siento es el flaqueo en mis piernas. Fátima toma a David de la mano y con mucho cuidado entra a la pista de patinaje de una forma tan fácil que nos hace pensar que es así.
⏤¡Guau! ⏤ expresa, David, cuando su madre le toma de ambas manos y lo desliza con cuidado hasta en medio de la pista. El niño va sonriente y aferrado a ella. Y mientras Fátima lo lleva por cada esquina de esa enorme pista del Rockfeller Center, él no deja de reír. ⏤ ¡Estoy patinando!, ¡estoy patinando! ⏤ grita emocionado.
⏤ ¡Así es mi pequeño! ⏤ expresa Fátima, con una sonrisa.
Yo lo observo desde fuera de la pista, y al ver la imagen, no dejo de pensar en mi infancia, en mi madre, en la madre biológica de David. La mía nunca se hizo el tiempo para poder enseñarme este tipo de cosas o convivir conmigo de esta forma, y la madre de David, ni siquiera pudo disfrutarlo.
Sin embargo, gracias a Fátima, mi hijo está teniendo una experiencia diferente a la mía al crecer, y aunque a veces yo me pongo de necio, y quiero hacer las cosas a mi manera, me alegro de que ella se imponga y me haga saber que estoy equivocado.
⏤ ¡Ey!, Señor Canarias ⏤ mi esposa me llama la atención, sacándome de este trance ⏤ ¿No entra?
Me río.⏤ Mira que solo por ti estoy dispuesto a hacer el ridículo.
Fátima se ríe ⏤¡Venga!, nadie te conoce aquí, solo nosotros. Mandy no dirá nada, ¿cierto? ⏤ le pregunta a la niñera que niega con la cabeza.
⏤ ¡Dios!, creo que estoy muy viejo para esto ⏤ digo en un murmullo.
⏤ ¡Cálmate, abuelo Canarias! ⏤ me reclama Fátima ⏤ ni que tuvieras setenta años.
Pues me siento de setenta años, pienso.
⏤ ¡Vamos, papá! ⏤ me invita David, quién ya ha comenzado a moverse solito y con más libertad dentro de la pista; al parecer, nació para patinar.
Sonrío, en verdad no sé si yo pueda desarrollar una habilidad en el patinaje sobre hielo. En realidad, nunca fui muy bueno para los deportes, aunque me encanta correr e ir al gimnasio y de vez en cuando jugar golf con mis socios.
Fátima y David patinan hacia mí, y cuando llega a la puerta, ella me estira la mano.⏤ Venga.
⏤ Fátima ⏤ murmuro.
⏤ Vamos, que no te dé miedo aprender o enfrentar cosas nuevas.
⏤ No tengo miedo, solo que temo que me romperé una pierna ⏤ le confieso.
⏤ Es fácil, papá, ¡mira! ⏤ y me muestra.
La veo al rostro y con esa sonrisa no le puedo negar nada. Así que tomo su mano y dejo que me meta a la pista de patinaje. Mis piernas temblorosas se hacen presentes, y tan solo doy un paso siento que me tambaleo y en seguida flaqueo, casi cayendo sobre la pista.
⏤ Fátima… ⏤ pronuncio su nombre en forma de pánico, haciéndola reír.
⏤ Solo deja fluir David, no siempre tienes que tener el control de todo ⏤ me comenta, y no sé si me habla del patinaje o de algún aspecto de mi vida.
⏤ Vale, lo dejaré fluir ⏤ comento, respirando tranquilo, aunque mi cuerpo se ha puesto completamente tieso.
Fátima me jala con cuidado, y me enseña como mover los pies para comenzar a patinar.⏤ Un paso a la vez, uno a la vez ⏤ habla.
Yo comienzo a copiarle y cuando pienso que lo he logrado, me resbalo cayendo justo en medio de toda la pista.
⏤ ¿Estás bien?⏤ pregunta, mientras me ayuda a levantarme. Cuando estoy de nuevo en pie, ella me pega a su cuerpo, me toma de la cintura y los dos quedamos quietos, disfrutando de la pista, la cual está bellamente adornada con guirnaldas, árboles llenos de luces y decoraciones navideñas.
⏤ ¿Ves?, no está tan mal, ¿o sí? ⏤ me pregunta.
⏤ No, no lo está.
Fátima me da un beso sobre los labios y me abraza con ternura. ⏤ Siempre soñé con esto, ¿sabes?, patinar en hielo con el amor de mi vida.
Le sonrío.⏤ Lástima que el amor de tu vida no tenga ni idea de cómo hacerlo. Pero créeme si yo hubiese sabido hace años que mi esposa sería una experta en patinaje de hielo, hubiese aprendido.
⏤ No soy experta ⏤ responde, para luego reírse.
La abrazo con fuerza ⏤ pues, lo único que me consuela es que la siguiente cita que te tengo preparada es algo muy Canarias y no haré el ridículo como ahora ⏤ y al decir esto siento que flaqueo.
Ella me ayuda entre risas y hace que vuelva a ponerme en pie.⏤ Te tengo, te tengo… no caerás ⏤ comenta.
Yo, acaricio su rostro y luego juego con el rizo que se escapa del gorro de lana grueso ⏤ Tú sabes que no hay nada que no haría por ti, ¿cierto?
⏤ Cierto ⏤ responde ⏤ me lo has dicho muchas veces.
⏤ Y que te amo con todo mi corazón… que eres la mujer de mi vida, la que me mueve, me consuela, y hace que mi vida sea toda una aventura.
⏤ Yo también te amo como no tienes idea ⏤ responde, acariciando mi rostro.
⏤ Además de hacer el ridículo tratando de patinar, ¿hay algo que quieras que haga por ti? ⏤ le pregunto.
⏤ Ya haces mucho por mí ⏤ me responde.
⏤ Pero, debe de haber algo que quieras con toda tu alma, vamos, pídemelo y te lo daré.
Fátima voltea y ve hacia David, nuestro hijo, que patina como los expertos por toda la pista mientras ríe emocionado. Lo observa por un instante, y en sus pupilas puedo ver cómo pasan varias ideas por su mente o recuerdos tan profundos que solo ella es capaz de ver. Luego regresa su mirada hacia mí, puedo ver como un pensamiento se desvanece y acariciando mi rostro, me pide. ⏤ Quiero que así como amas con todas tus fuerzas, quiero que cuando llegue el momento, perdones de igual forma.
Me quedo en silencio tratando de comprender, tratando de leer su mente pero, no puedo.⏤ Es una petición muy… específica ⏤ contesto ⏤ y rara.
⏤ Pero quiero que la recuerdes y la cumplas ⏤ habla seria ⏤, quiero que me prometas que cuando llegue el momento, lo harás. Y será de corazón, ¿sí?⏤ Fátima pone las manos sobre mi pecho y lo acaricia ⏤ si vas a hacer algo por mí, que sea eso, no te pido más.
⏤ Y, ¿cómo sabré cuando llegue el momento? ⏤ pregunto entre sonrisas.
⏤ Sé que lo sabrás, y si no, yo estaré ahí para recordártelo, pero, quiero que lo prometas, aquí y ahora. Es la petición que te hago, una promesa a futuro que quiero, no, que necesito que cumplas.
Asiento con la cabeza, aunque en realidad no tengo ni idea del porqué me lo pide, pero la veo tan firme en la idea que acepto.⏤ Te lo prometo.
Fátima toma mi mano y la coloca a la altura de mi corazón.⏤ Dilo de nuevo.
⏤ Te lo prometo ⏤ hablo seguro ⏤, te prometo que cuando llegue el momento, perdonaré con la misma fuerza con la que amo, como te amo a ti.
Ella me da un beso sobre los labios, para luego abrazarme con fuerza, recargando su cabeza sobre mi pecho. ⏤ Sé que cumplirás tu promesa, siempre las cumples.
⏤ Lo haré… por ti, haré lo que me pidas ⏤ recalco ⏤ no te fallaré.
⏤ Gracias ⏤ responde ella.
En eso sentimos como alguien nos abraza de las piernas y al ver para abajo, vemos a David haciéndolo.⏤ ¡Abrazo! ⏤ dice feliz, haciéndonos sonreír.
⏤¿Qué te parece si le enseñas a papá como patinar? ⏤ le pregunto, y él feliz me toma de la mano y comienza a jalarme hacia otro lado de la pista.
Así, seguimos disfrutando de este hermoso día en Nueva York, olvidándonos de todo lo malo, y sobre todo, disfrutándonos a nosotros, a la pequeña Familia que Fátima y yo hemos logrado formar. Sin embargo, sin que yo lo supiese, esa tarde tan común y corriente para algunos, yo, David Canarias, había hecho una promesa que Fátima me la recordaría más adelante en nuestra vida. Porque perdonar sería lo más difícil que haría en toda mi existencia, porque una tarde de primavera tendría que perdonar con todas mis fuerzas, a la única persona que se negaba a hacerlo, en pocas palabras, tendría que perdonarme a mí mismo.
Me encanta cuando David baja sus defensas y se permite disfrutar del amor de su familia. Cuando parece que esa “distancia” que hay entre él y su hijo no existiera. Fátima le hace mucho bien.🤗🤗
Ojalá se dejara llevar más por la bondad y se permitiera vivir en Davidcito el amor que no le pudo dar a Alegra.