⎯ ¡Ey!, ¡ey!, ¡ey!, cuidado con eso ⎯ escucho la voz de Cho, mientras me quita el caballito de tequila. ⎯ Es muy temprano para sacarte cargando de aquí.
Después de mi trabajo, no me apetecía regresar a mi casa, así que hice unas llamadas y me fui directo al bar de Cho, donde mis hermanos, incluso Sila, llegaron puntuales para estar ahí conmigo y que yo pudiese platicarles de María y su guerra declarada.
⎯ No me pasará nada, este es el último ⎯ le reclamo ⎯ además, tengo que desahogarme con alguien o con algo.
⎯ Si y una botella de Tequila Cazadores es lo mejor, ¿no? ⎯ me comenta Cho.
La verdad, adoro a Cho, ha estado en la familia desde que yo tenía unos doce años más o menos, es como mi hermano mayor y lo quiero, pero desde que es padre se ha vuelto bastante aburrido. Prefiero al Cho que hasta bailaba sobre la barra.
⎯ ¡Déjala! ⎯ me defiende Sila ⎯, cuando las Marías atacan siempre hay problemas.
⎯ Cierto, incluso Sabina tiene una María.
⎯ Tenía, y jamás le afectó ⎯ defiende Cho, para servirme un poco más de tequila porque se lo pido.⎯ Iré a pedirles algo de comer, no quiero sacarlas cargando, mi rodilla no aguanta tanto ⎯ comenta, para irse de ahí.
Lila toma un poco de su bebida.⎯ Literal tendrás que enfrentarte a ella o cuidarte de ella.
⎯ Me enfrentaré ⎯ digo envalentonada por el tequila ⎯, y ahí estará mi defensa. ¿Qué se cree en amenazarme y luego pensar que se saldría con la suya? No, no, no, eso sí que no. Además, me dice, “niña consentida”, ahora resulta que soy consentida por pertenecer a esta familia.
⎯ Bueno, a todos nos han dicho así ⎯ admite, Sila, y sé que ella también tuvo problemas antes por el mismo problema.
⎯ Yo no… soy todo un partidazo ⎯ presume David, que ha estado viendo hacia otra mesa donde hay una chica bastante guapa.
⎯ “Soy todo un partidazo” ⎯ le imita Lila, para luego darle un manotazo sobre la cabeza ⎯, deja de decir eso, que la última vez llegaste a llorar conmigo.
⎯ Eso es pasado ⎯ admite ⎯, ahora soy un hombre nuevo, y sé lo que tengo y lo que ofrezco. Soy guapo, simpático, inteligente y seductor, en pocas palabras, soy un partidazo.
⎯ Es difícil verte como partidazo cuando todos te hemos visto con tu pijama de trenecitos y bailando en pañal ⎯ contesta Sila, y todos nos reímos, incluyendo Cho.
⎯ Por eso no me gusta salir con ustedes ⎯ contesta David, para luego tomar un sorbo de la bebida y luego comer una papa.
⎯ En fin, ¿qué harás? ⎯ interrumpe Cho, que pensaba que no estaba interesado en la conversación.
⎯ Pues nada, hacer mi trabajo ⎯ contesto y de pronto me viene a la mente las palabras de Karl y me sorprendo por lo que respondí.
Mis hermanos me ven a los ojos ⎯ ¡Guau! ⎯ expresa Lila ⎯, creí que harías algo más… radical.
⎯ Bueno, es que… ¿Qué puedo hacer?
⎯ ¿Radical? ⎯ pregunta Cho, interesado.
⎯ Así es. Mi hermana tiene formas de decirle a la gente lo que siente y a veces no son tan buenas ⎯ explica Sila.
⎯ Bastante, radicales ⎯ complementa David.
⎯ Un día, cuando éramos pequeñas, una niña le dijo que su cabello era feo y pues…
⎯ Alegra le cortó el cabello en clase ⎯ dice Lila.
⎯¡Guau! ⎯ expresa Cho, ahora entiendo las canas de tu padre.
⎯ Bueno, era inmadura y bastante engreída. Ahora soy una persona nueva, y adulta, y no le cortaré a María el cabello. Solo lo demostraré con mi trabajo, ¿qué puede pasar?
⎯ Mis hermanos se ven entre ellos, pero, no me dicen nada, simplemente le piden a Cho un poco más de tequila y él nos sirve.
La razón es que, es verdad, ¿qué puede pasar?, no creo que ella haga algo extremo y pierda el trabajo por el que tanto ha luchado, ¿o sí?
***
*Al día siguiente*
Llego al trabajo cargando la cámara de mi madre, su mejor cámara, la que me ha prestado para poder hacer la sesión de fotos y que salga de calidad. Me percato que todo esté en la bolsa y que no deba regresar a mi casa por algo, cuando de pronto, escucho la voz de Laura un poco alertada.
⎯ ¡Alegra!
Subo la mirada, y la veo caminar rápidamente hacia mí, para que después me tome del brazo y me lleve a la sala de juntas.
⎯ ¿Qué pasa? ⎯ pregunto angustiada.
⎯ Es que, no sé cómo decirte esto, pero… ⎯ y veo cómo empieza a rascarse el cuello con las hermosas uñas tipo french que se hizo el finde pasado.
⎯ ¿Pero qué? ⎯ insisto.
⎯ Es que, la señorita Catalán cogió el estudio que tú apartaste.
⎯ Pues, eso se revuelve y ya ⎯ hablo, como si nada hubiese pasado.
⎯ Pero, no solo es eso…
⎯ ¡Pues dime ya! ⎯ insisto.
⎯ También se robó tus modelos masculinos.
⎯¡Qué!, ¡cómo! ⎯ expreso sorprendida, y salgo de la sala de juntas a paso veloz para dirigirme al estudio.
Entro furiosa, mientras veo a María tomando fotografías y dirigiendo a mis modelos, los que ella había rechazado por idioteces y, que ahora, trabajan para ella. Al verme entrar, de reojo, me sonríe y luego voltea y me toma una foto directamente al rostro.
⎯ Definitivamente, estar será mejor foto que haya tomado. Tu rostro enojado y confundido, qué expresiva, ¿no quieres ser modelo?
⎯ ¿Qué demonios? ⎯ le pregunto, enojada.⎯ Ayer los rechazaste y hoy, ¿me los quitas? Desde cuándo esto es moral. Le diré a Gio.
⎯ ¡Ay, Alegra!, Gio, ya me aprobó todo, es más, me preocupa cómo es que harás tu campaña sin modelos, ni idea, ni nada… ¡Ups!
⎯ ¿Tomaste mi idea?, ¡robaste mi idea! ⎯ grito, y todos los modelos nos voltean a ver.
⎯ La empezamos juntas, solo que la terminé yo sola ⎯ contesta sínica.
Cierro el puño con fuerza y juro que en este instante quiero darle un golpe en el rostro que le reviente esa nariz de ratón que tiene. Sin embargo, respiro profundo y trato de no cometer un crimen que me condene de por vida.
⎯ Veo que estás un poco enojada, y me encantaría conversar contigo, pero, cómo ves… estoy ocupada, ¿crees que puedas desalojar mi estudio?, gracias.
Doy un paso hacia delante, pero Laura me toma del brazo y me aleja de ella ⎯ ya vente, no vale la pena ⎯ murmura, para luego jalarme lejos de ahí.
Salimos del estudio y lo único que quiero es patear la primera silla que me encuentre. Sin embargo, me meto a la sala de juntas y respiro.
⎯ ¿Cómo aprobó esto Gio?
⎯ Tetas, y minifalda ⎯ me contesta Laura.
⎯ Era mi idea, ¿sabes?, y ahora no podré formular una antes de la presentación. No tengo modelos, no tengo vestuario…
⎯ Lo siento, Ale ⎯ comenta Laura, en verdad triste.
Me quedo de pie viendo a la nada por un momento y después abro los ojos y brinco ⎯ ¡ya sé!
⎯ ¡Qué! ⎯ expresa Laura, asustada.
En eso meto la mano a mi bolsa y saco el cuaderno que compré para mi marca y empiezo a leer esa lista de nombres que dejé pendientes.
⎯ ¿A qué hora termina María con el estudio? ⎯ inquiero.
⎯ Lo pidió para todo el día.
⎯ Hija de su… ⎯ contesto, luego suspiro ⎯ bien, bien… improvisaré, pero, necesitaré una asistente, ¿qué dices?
⎯ Yo digo que si… ⎯ accede María con una sonrisa.
⎯ Bien entonces… ⎯ contesto, para luego ver como mis dedos vuelvan en el teclado de mi móvil.
ALEGRA
Necesito su ayuda urgentemente… todos los mayores de edad lo necesito en el bar de Cho en dos horas. Es una emergencia.
Envío el mensaje y de pronto veo cómo todos contestan.
DAVID
¿No es muy temprano para beber?
LILA
¿Es una especie de intervención?, porque creo que tú necesitas una.
DANIEL
Me suena a que necesitas un abogado, ¿llevo a Moríns?
MORÍNS
Alegra, ¿en qué quedamos?
HÉCTOR
Cuenta conmigo… no sé para qué, pero suena divertido.
SABINA
¿Cómo esperas que vayamos sin más información?
CHO
¿Por qué en mi bar?, ¿no puede ser en otro lado?
SILA
¿Qué tan grave es?, ¿debo llevar botiquín de primeros auxilios?, ¿o a papá?
ALEGRA
¡No!, no traigas a papá, ¿por qué piensan que es algo malo?
MORÍNS
Bueno, te tengo dos palabras, parque y exhibicionismo.
ALEGRA
Solo vayan, ¿sí?, en verdad necesito su ayuda.
Escribo y envío el mensaje… después me quedo en silencio y vuelvo a escribir.
ALEGRA
Y Sila, tráete a Karl, supongo que también lo necesitaré.