– Dos días después.

Nada pasó esa vez en el bar. No amanecí entre las sábanas de Karl y mucho menos de otro. Simplemente, me fui con mis hermanos de regreso a casa y me desperté con una jaqueca horrible al igual que ellos. Eso sí, traté de recordar mi conversación con Karl, pero no lo logré del todo, solo algo como “que me hacía sentir lo que nadie hace” y luego ya no más. Sé que tengo mucho que explicar y, si me lo pregunta, tengo respuesta para lo que sea. 

En fin, los festejos en la familia no terminaron aún, sobre todo porque tenemos el aniversario de la fundación Sila Canarias, una fiesta que Moríns, mi hermano David y mi tía Julie han estado organizando desde hace tiempo. Se supone que sería justo hace cinco años, sin embargo, con todo lo que pasó con mi hermana decidieron hacerlo hasta ahora, para que toda la familia estuviera unida. 

Así que hoy todos los Canarias, Ruiz de Con y Carter, estamos de manteles largos, elegantes, y sobre todo un poco sentimentales, ya que justo se hizo esto en el día que mis tres abuelos fallecieron: David, Tristán y Ximena. Irónicamente o en un tipo de destino, se fueron con un día de diferencia, por lo que hoy es el día correcto para recordarles cómo siempre quisieron, con una fiesta; y sí que sabemos festejar. 

Entonces, como si fuéramos todas unas celebridades, las diferentes familias viajamos en distintas camionetas hasta el salón de eventos donde se llevaría a cabo el festejo. Los Canarias Ruiz de Con se van en una, los Ruiz de Con Canarias en otra, los Carter Ruiz de Con también en la suya y ahora tenemos dos subdivisiones, los Moríns Canarias y los Carter Cho, quién sabe que otro apellido se una pronto. 

⎯ ¡Tía Alegra, mira! ⎯ escucho la tierna voz de Luciano, quién viene con un trajecito precioso igual al de su hermano y papá. 

⎯ ¡Pero qué guapo! ⎯ le halago, mientras lo cargo y le doy un beso. 

⎯ Gracias ⎯ pronuncia, y me da alegría que las terapias de habla estén dando excelentes resultados, ya que pensamos que le sería difícil comunicarse con nosotros. 

⎯ ¿No le dirás a la tía Alegra de que viene guapa? ⎯ escucho la voz de Moríns, y yo sonrío. 

⎯ No soy niñera esta noche, señor Moríns ⎯ le advierto. 

Él se ríe ⎯ tranquila, trajimos a la nuestra, espero que tú no necesitas niñera, ¿eh? ⎯ me advierte. 

⎯ Tranquilo, no pasará nada… 

⎯ Eso vienes diciendo desde que te conozco y ya te abrí un expediente. 

⎯ Solo disfruta, ¿quieres? ⎯ le pido, mientras tomo a Lolo de la mano, ya que ha venido hasta a mí.

Los tres caminamos hacia la entrada del salón donde nos toman una foto familia que seguro saldrá en los periódicos el día de mañana. Después de una sesión larga, nos separamos para entrar, saludando a los conocidos y a las personas que son parte de la fundación y qué literal nos han visto crecer, como Xóchitl, que no solo es mejor amiga de mi tío, sino que se ha ganado un puesto alto gracias al excelente trabajo que ha hecho. 

Camino entre las personas haciendo gestos de aprobación y una sonrisa a quién me saluda para luego tomar una copa de champán y dar un sorbo. Llego justo a los retratos de mis abuelos que mi madre, está vez, ha renovado para la ocasión. Veo la mirada gentil de mi abuelo Tristán, el porte elegante de mi abuelo David, y esa tranquilidad que mi abuela Mena contagia a pesar de estar en una foto. 

Por unos minutos me pierdo en ellas, recordando los bonitos tiempos que pasé a su lado y lo mucho que los extraño. Ojalá mi abuelo David hubiese vivido más para ver que su legado está a salvo, ojalá mi abuelo Tristán hubiese vivido para darse cuenta de la bonita familia que ha creado y sigue creciendo, ojalá mi abuela Mena hubiese estado aquí para aclarar mis dudas del corazón. 

⎯ Buenas noches, señorita Canarias ⎯ escucho esa voz tan conocida para mí y, al voltear, veo a Karl Johansson en frente de mí vistiendo uno de esos memorables trajes que tiene. 

Sonrío.⎯ ¡Vaya!, por fin tu ropa aburrida encaja en un sitio. 

⎯ Bueno, en algún momento tenía que ser así, ¿o no? ⎯ me responde. Él se acerca a mí, me toma de la mano y me da un beso, como si fuera uno de esos personajes de Orgullo y Prejuicio.⎯ Te ves hermosa, pero, eso ya lo sabes. 

⎯ Gracias y sí ⎯ respondo. 

Karl me da una vuelta para que luzca mi vestido.⎯ Jamás había visto un vestido así. 

⎯ Es que es único, colección Mena Caballero, confeccionado por mi hermana, dirigido por mí. 

⎯ Y con transparencias en el lugar adecuado ⎯ finaliza, y yo me río. 

⎯ Buenas noches, Karl ⎯ escucho la voz de mi madre atrás de nosotros. Así que volteo para verla. 

 ⎯ Señora, Canarias. 

⎯ No me digas así ⎯ contesta ⎯, la señora Canarias está por allá ⎯ comenta, señalando mi abuela Fátima que ha venido al homenaje. ⎯ Solo soy Luz. 

⎯ Bueno, es que después del incidente que juro no fue así yo… ⎯ argumenta Karl. 

Mi madre sonríe al acordarse del hecho.⎯ Tranquilo, tampoco es que fuera cien por ciento tu culpa, a lo que me trae a esta conversación ⎯ me mira a los ojos.⎯ Alegra, compórtate, ¿quieres?, tu padre hablará hoy y sabes que los discursos no se le dan tan bien, sobre todo cuando será un tan emotivo por tus abuelos. Trata de mantenerte al margen. 

⎯  Sí, señora ⎯ accedo y ella sonríe. 

⎯ Karl… 

⎯ Le prometo que la cuidaré… ⎯ contesta, y así la vemos partir. 

⎯ ¿Me cuidarás? ⎯ pregunto, con un rostro de incredibilidad ⎯ no necesito que nadie me cuide. 

⎯ No fue lo que vi hace dos noches en el bar de Adrián ⎯ me contesta, para luego tomar un sorbo de su bebida. 

⎯ Yo, no te pedí que me cuidaras ⎯ respondo. 

⎯ No, pero te quedaste dormida sobre mi hombro diciéndome, no me dejes. 

⎯ Evidentemente no quería despertar en el baño. Aun así, gracias ⎯ le agradezco, y él sonríe. 

Trato de alejarme, pero él me toma del brazo y me acerca ⎯ Y, ¿qué pasó con la otra frase? 

⎯ ¿Qué frase? ⎯ me hago la loca, ya que sabía que la traería a colación. 

⎯ ¿Qué nadie te hace sentir lo que yo? ⎯ resumen. 

⎯ ¡Ah!, esa… ⎯ hablo como si nada.⎯ Me refería al sexo, solo al sexo. 

⎯ Vaya… 

⎯ Así es, debo admitir que nadie me hace sentir en el sexo como tú lo haces, es todo. 

⎯ Ya veo ⎯ concluye. 

Ambos tomamos un poco de nuestra bebida y suspiramos, supongo que es la forma en que la tensión sale. Después, cambio la conversación. 

⎯ Por cierto, debo decirte que perdiste por completo la apuesta que hicimos en el parque. 

⎯ ¿Deberás? ⎯ me responde, simpático ⎯ yo te vi muy feliz mientras gritabas, “lo estoy haciendo, lo estoy haciendo” ⎯ me imita. 

Me río, al escuchar cómo lo hace. ⎯ Pues, sí, pero al final no me enseñaste como frenar y mira cómo terminé. 

⎯ “amos”, como terminamos ⎯ me corrige, ya que él tampoco quedó muy bien parado que digamos. Entonces Karl se acerca a mí, pegando su cuerpo al mío de esa manera que me provoca y eriza mi piel, para después decirme en el oído ⎯ es que a ti no hay quién te frene. A veces, Alegra, lo mejor que puedo hacer es que la corriente me lleve y ver donde termino. Hace unos días fue en la jefatura, hoy, quién sabe. 

⎯ ¿Hoy? ⎯ respondo bajito.

⎯ Si o mañana, o quién sabe… contigo ya no sé. 

Me alejo de Karl y veo sus hermosos y brillantes ojos azules. La sonrisa que me desquicia hoy lo hace más, pero debo admitir que ya me estoy acostumbrando. 

⎯ ¿Tenemos una apuesta que cumplir, cierto? ⎯ le pregunto. 

⎯ No sé, tú dirás… ⎯ me responde ⎯, porque ni tú aprendiste y ni yo te enseñé bien, ¿no es apuesta nula?

⎯ Tal vez. Aunque creo que la docencia no es lo tuyo, Karl Johansson ⎯ le menciono y él se ríe. 

⎯ Y qué, ¿ahora me darás a una lección de cómo se enseña? 

De nuevo, nuestros cuerpos están tan cerca uno del otro que no puedo respirar. Una vez más, solo estamos él y yo en medio de esa fiesta, sin gente al rededor, confabulando, planeando y haciendo del sitio nuestro espacio. Él se acerca a mis labios, pero no los besa, simplemente siento su aliento cerca de mí. 

⎯ ¿Recuerdas que me dijiste que querías besarme? ⎯ me pregunta. 

⎯ Lo recuerdo ⎯ murmuro, echando mi rostro hacia delante para rozas sus labios. 

⎯ Y qué querías que te dijera cuando era el momento adecuado… 

⎯ Hmm, hmm ⎯ acierto. 

⎯ Bueno, este no es el momento ⎯ contesta, para así alejarse y romper el ambiente al rededor.

Como un golpe me llega el ruido exterior, las conversaciones, las copas de vino y las risas, así como la música que ameniza el lugar. Abro los ojos y veo a Karl tomando un sorbo del vaso, pero esta vez, es uno tan grande que se lo termina. 

⎯ No sabes… ⎯ le contesto, pero no se me viene una frase para decirle. 

⎯ Yo solo cumplo tus deseos, Alegra, no me culpes por hacerlo tan bien ⎯ me responde, para luego darse la vuelta y alejarse de ahí. 

⎯ Idiota… ⎯ murmuro, pero en lugar de voltearme observo como camina lejos para luego ponerse de pie junto a uno de los pasillos del salón y dirigir su mirada con la mía. Me cierra un ojo, para después reírse. 

⎯ ¿Qué quieres? ⎯ digo bajito, para ir hacia él como si fuera el polo opuesto que me atrae. 

Voy a paso firme, sin importarme nada, ni siquiera que mi familia me vea y cuando llego al corredor noto que está de pie, recargado sobre una de las puertas y con las manos metidas en los bolsillos del pantalón. 

⎯ ¿Qué quieres? ⎯ vuelvo a preguntar, ya que estamos completamente solos. 

Sin embargo, Karl no me contesta y lo único que hace es tomarme de la mano, abrir la puerta y jalarme con cuidado a lo que es uno de los baños, uno completamente solo. 

Él me recarga sobre la puerta, escucho el “clic” del seguro, y sé que es el momento adecuado para lo que deseo, lo que él desea, lo que deseamos. 

⎯ ¿Esta es mi propuesta?, ¿te atreves? ⎯ me pregunta, mientras una de sus manos acaricia mi rostro. 

Sonrío.⎯ Eres un pervertido, Karl Johansson ⎯ le respondo y sin importarme nada lo beso. 

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