La fiesta de la fundación fue todo un éxito, de verdad emotiva y repleta de discursos que llegaron al corazón de los presentes. Dentro de este aniversario, se dieron bastantes premios a los trabajadores y voluntarios que forman parte del proyecto, entre ellos, Karl, que subió al escenario con un cabello revuelto y una que otra hoja en el traje, a recibir su galardón por cooperar tantos años con nosotros; yo no lo sabía. 

Al final, puede que no haya sido el cirujano del año o el cardiólogo, pero para todas las personas que había visto en San Gabriel, era el mejor y eso lo agradeció en un breve discurso muy Karl, en frente de todos, para después bajar de ahí y ser felicitado por los demás. Confieso que sentí un poco de orgullo. Digo, somos amigos y los amigos se apoyan como él lo hizo conmigo. 

Después, cuando terminó la entrega, nos regresamos a nuestras casas y él se quedó ahí, platicando con dos estudiantes de medicina que no estaban seguras de irse a México como voluntarias de la fundación, así que supongo que se quedó a convencerlas, es muy bueno en eso. 

Por otro lado, el verano se había terminado, y los primeros albores del otoño llegaron a Madrid. De un día para el otro, el frío se concentró en la ciudad, las hojas de los árboles se volvieron de oro y comenzaron a caer y el calor bajó tanto que ya era indispensable sacar los abrigos. 

El tiempo había pasado tan rápido, que no podía creer que ya había pasado un mes en este trabajo donde, ahora, tenía que competir contra una herida María que no dejaba a sol ni a sombra. 

En realidad todo se había vuelto muy pesado y ya no estaba en paz, sobre todo con las constantes insistencias de Gio para que trabajemos en equipo y podamos, así, hacer una convivencia. ¿Cómo demonios voy a convivir con una mujer que pasa todos sus días tratando de que falle en algo? 

Si no es con las fotos, es con los horarios. Ha comenzado a hablarles tonterías de mí, a los otros chicos y, de pronto, media oficina ya estaba en mi contra, no cabe duda que aquí, el ambiente laboral es pésimo y que poco a poco termino desgastándome sin entender por qué. 

⎯ Es pura envidia Alegra, es todo lo que sé ⎯ me habla Laura, mientras ambas revisamos la última sesión de fotos que tomé para un proyecto de Gio, uno “urgente” que estoy segura, María no quiso hacer. 

⎯ Pues lo que sea, pero llega a cansarme. No es que le tema a la competencia, pero esto se ha vuelto una masacre, y Gio… ¡Ay!, no hace nada, es como si se empeñara en vernos “discutir”, para su placer personal. 

⎯ Es que Gio es un gilipollas ⎯ argumenta Laura, mientras me pasa la siguiente diapositiva y comienzo a mirarla con la lupa. 

Me concentro un momento en una de las fotos para ver a la modelo que está retratada y luego con el crayón blanco la tacho, para continuar con la siguiente. Ni siquiera sé que hora es, ni como está todo afuera, solo sé que muero de hambre y que necesito comer antes de desfallecer. 

⎯ Sea o no gilipollas es el jefe, así que supongo que hasta que no se cumpla el plazo de decisión tendremos que “aguantar vara” como diría mi abuelo. 

⎯ Tus abuelos son raros ⎯ me contesta Gio, para después reír. En eso, ella toma su bolsa y mira el reloj ⎯ Ale, me encantaría quedarme, pero son las diez de la noche y estoy rendida. 

⎯ No te preocupes, ya casi termino y me voy para mi casa. 

⎯ ¿Segura? 

⎯ Segurísima, tú vete, yo me encargo de todo. 

Laura me da un abrazo, toma sus cosas y sale del estudio dejándome completamente sola. Al menos ahora ya sé que hora es y no tengo que ir a mi móvil para verlo. 

Con el silencio que hay a mi alrededor, me concentro aún más y termino las últimas tres diapositivas sin ningún problema. 

⎯ No cabe duda que esa cámara de mi madre es mágica ⎯ murmuro, y paso siguiente cierro la carpeta y la meto en mi bolsa para entregarla mañana. 

Noto que ya pasan de las once de la noche, así que infiero que mi hermana Lila ya ha de estar en casa y no en su taller para irme con ella, aunque últimamente confieso que se ha desaparecido un poco, al parecer tiene un romance y no nos quiere decir. 

Tomo mis cosas, apago la luz y salgo del edificio solo para decirle adiós al guardia que está en la entrada. Después, camino unos pasos por la acera, saco mi móvil y mando mensaje a Hugo para que venga por mí, no me apetece andar en metro. 

⎯ ¡Ey! ⎯ escucho que alguien me llama por atrás, y yo volteo aún con el móvil en la mano. 

De pronto siento cómo alguien me jala de la bolsa y me tira al suelo sin que yo lo pueda evitar haciendo que mi móvil salga volando de mi mano. 

⎯ ¡Qué pasa! ⎯ grito desesperada, ⎯ ¡Ayuda! ⎯ le pido al guardia que sé aún está cerca y que veo que se va por las llaves del edificio. 

Noto que son dos chicos los que están ahí, y que mientras el otro me toma del brazo para que no me ponga de pie, el que tomó mi bolsa comienza a revisarla, a sacar las cosas y cuando ve la cámara de mi madre, sonríe. 

⎯ ¡Esto me gusta! ⎯ exclama. 

⎯ ¡No!, por favor no ⎯ le pido ⎯, esa cámara es muy valiosa, se lo pido, no… llévate mi cartera, pero eso no. 

Pero él me hace caso. Así que me pongo de pie como puedo, y le doy una bofetada.⎯ ¡Que no!⎯ le pido. 

⎯¡Ay!, salió brava ⎯ contesta, para en eso pegarme él un bofetón que me hace literal caer sobre el suelo y pegarme sobre la orilla de la acera. 

⎯ ¡Vamos!, ya no hay nada de valor ahí ⎯ le grita al otro, y antes de irme toma mi bolsa y la avienta a uno de los tantos arbustos que hay al lado del edificio. 

Al fin el guardia logra abrir la puerta y sale corriendo para poder ayudarme.⎯ ¡Está bien! ⎯ me pregunta. 

Me levanto y siento cómo mi labio está inflamado, el sabor de la sangre en mi boca, y un ligero dolor en la cabeza. 

⎯ Sí, creo que sí. 

⎯ Lo siento, pero me puse nervioso ⎯ admite, y en este momento no quiero enfrascarme en reclamarle que es pésimo guardia. 

Con cuidado me ayuda a levantarme, y me siento en una de las jardineras que adornan el edificio. Me quedo ahí, tratando de manejar la situación, pero, me es imposible, todo ha pasado tan rápido que no sé cómo hacerlo. 

⎯ ¿Quiere que llame a alguien?, le tengo todo grabado en las cámaras ⎯ me avisa el guardia. 

⎯ Mi cámara ⎯ murmuro, al acordarme que se la han llevado y que era la más valiosa de mi madre, la primera que mi abuelo Tristán le había comprado y que ahora estaba perdida. 

El guardia se acerca y me pone el móvil en las manos.⎯ Bueno, al menos no se llevaron su cartera y su móvil ⎯ me dice, pero sus palabras no me consuelan, hubiese preferido que se lo llevaran a la cámara de mi madre, por lo que me suelto a llorar. Ya no sé si del susto, de la frustración o del cansancio. 

⎯ ¿Va a llamar a alguien? ⎯ me pregunta. 

Pero ya no le respondo, solo tomo mi bolsa, me pongo de pie y camino por la acera. 

*** 

Con un dolor en los labios y la mejilla inflamada, llego a la puerta y toco el timbre dos veces. Son exactas las dos de la mañana, ya que he decidido caminar hacia mi destino. Vuelvo a tocar, y cuando escucho un “Voy”, lo hago con más prisa. 

⎯ Voy, voy, voy ⎯ me repite y al abrir la puerta lo veo delante de mí, con el pantalón del pijama puesto pero sin camisa. ⎯ ¿Alegra? ⎯ me pregunta, para después prender la luz de la sala y verme.⎯ ¡Qué te pasó! 

Yo, no tengo palabras ya, simplemente tiro mi bolsa al suelo y le abrazo como si deseara estar protegida, consolada, bien y después, hago algo que jamás había hecho con alguien más, me suelto a llorar. 

Karl me ayuda a entrar al piso, sin dejarme de abrazar, y cierra la puerta para que el frío no se cuele en la tibia habitación. ⎯ Ya cariño, ya ⎯ me consuela, mientras acaricia mi cabello y me da besos sobre la cabeza. ⎯ Ya, aquí estás. 

⎯ Karl ⎯ murmuro su nombre entre sollozos ⎯, sé que no es sexo, pero, ¿puedo quedarme aquí?, no quiero ir a mi casa confieso. 

Él asiente con la cabeza.⎯ Claro que puedes, ¿para eso son los amigos, qué no? ⎯ me pregunta. 

Yo alzo la vista y sus ojos azules me hacen sonreír, y aunque no entiendo por qué corrí a él, me siento tranquila con mi decisión. Odio ser la damisela en apuros, odio tener que recurrir a alguien, sobre todo a un hombre, pero cuando estoy con Karl no me siento así, siento como si en verdad él me diera mi lugar, en pocas palabras, me siento cómoda, me siento bien. En pocas palabras, es la primera vez que deseo estar con alguien y no de una manera sexual, solo deseo estar con él. 

2 Responses

  1. Ay no, no superaré que se pierda esa cámara…
    Por favor, que la María esre detrás de esto y puedan recuperar la cámara

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