Llegué al trabajo para entregar las fotografías que debía. Puede que tal vez me hayan robado la cámara, pero soy una mujer prevenida y guardé las fotos elegidas en la computadora, las revelé y las entregué todo en frente de la mirada de María. 

⎯ ¿Estás segura de que estás bien? ⎯ preguntó Gio, con una sonrisa. 

⎯ Lo estoy ⎯ admito, para después sentir mi labio inflamado. 

⎯ Pues, es una lástima que te hayan quitado esa cámara, si gustas podemos darte los videos para que metas una demanda. 

⎯ Gracias, pero no sé si sirvan de mucho. Estaban encapuchados y tengo el presentimiento de que sabían cómo actuar ⎯ hablo, viendo a María. 

⎯ Bueno, te daré el día libre para que te recuperes y puedas regresar a casa, ¿te parece? 

⎯ No, pero si tengo que ir a hacer unas cosas y no me caería mal ⎯ respondo, para después tomar mi bolsa y salir de ahí. 

Voy caminando hacia Laura que me ha visto desde el otro lado cuando María se atraviesa y me bloque el paso. 

⎯ ¿Qué quieres? ⎯ pregunto. 

⎯ Nada, solo quería saber cómo estás. El asalto afuera del edificio nos concierne a todos, ¿no? 

⎯ Sobre todo a ti ⎯ le digo. 

María sonríe ⎯ ¿qué insinúas?

⎯ Nada, no insinúo nada, simplemente quiero que te quites de mi vista, tengo que hacer muchas cosas ⎯ hablo. 

⎯ ¡Claro!, por su puesto… ⎯ me dice apartándose de mi vista. ⎯ Simplemente que, creo que lo único que obtienes de este trabajo son malas experiencias, ¿no? 

Volteo a verla ⎯ ¿qué dices?

⎯ Sí, admítelo, yo creo que las señales están aquí, Alegra, y que tú debes escucharlas. Las señales dicen que no debes estar aquí. 

⎯ No me pasaba nada hasta que llegaste tú ⎯ respondo, sin pensarlo. 

María se ríe ⎯¿Espera?, me estás diciendo que tengo algo que ver con tu mala suerte y con tus faltas en el trabajo. 

⎯ No lo estoy diciendo, es verdad ⎯  aseguro ⎯, porque lo único que has hecho es arruinar todo mi trabajo sin ninguna razón. 

María ríe.⎯ Típico de niñas privilegiadas y ricas como tú, otros arruinan todo pero tú no. Si no sabes mantenerte en el ruedo, no trates de jugar. 

Me acerco a ella.⎯ Yo estoy jugando limpio, pero, creo que a partir de hoy, jugaré igual que tú, sucio, muy sucio. 

⎯ Como quieras… solo te recuerdo que Gio dará su veredicto pronto de quién se queda, y espero que estés lista para perder, ¿eh?. Yo no me preocuparía, te vas a tu mansión, el dinero de papá te mantiene y pronto te casarás con uno igualito a ti, jamás volverás a este hobby. 

⎯ La fotografía es mi pasión… ⎯ le aclaro ⎯ y eso lo tengo claro. Ahora, si me perdonas, iré por esos videos para meter una demanda y recuperar mi cámara, tal vez me enseñen algo más de lo que es ⎯ le amenazó, para darme la vuelta y caminar hacia Laura. 

Mi amiga me recibe y camina conmigo hacia la puerta de seguridad ⎯ ¿Qué te dijo la pesada de María? 

⎯ Palabras, como siempre, no sé qué busca con eso ⎯ le comento. 

⎯ Creo que deberías andar con cuidado, según escuché es de armas tomar. 

⎯ Y yo también, así que necesito los videos, no del momento de mi asalto, sino de antes… 

⎯ No creo que… ⎯ interrumpe María. 

⎯ Yo creo que sí ⎯ les digo, y saco mi móvil y busco el número de Moríns. ⎯ No estoy acostumbrada a que me vean el rostro de estúpida ⎯ le comento, para después comenzar a hablar. 

***

⎯ Creo que deberías de dejarme de llamar tan seguido ⎯ bromea Moríns, mientras entramos a mi casa. 

⎯ Eres mi abogado favorito, además, tenía que conseguir esos videos, un asalto es algo que te concierne ⎯ le comento. 

⎯ ¿Sabías que eras la Canarias con más problemas? ⎯ me advierte. 

⎯ Ese asalto yo no me lo busqué, ¿eh? ⎯ le aclaro. 

⎯ ¿Te asaltaron? ⎯ escucho la voz de mi madre y en ese momento sé que estoy en problemas. 

Mi madre va hacia mí y al ver mi rostro me abraza ⎯ Pero, pero, ¿cómo fue? ⎯ me dice preocupada ⎯, ¿por qué no me lo dijiste?, ¿entonces no pasaste la noche trabajando? 

De pronto todas mis mentiras se hacen evidente. Sí, le llamé ayer a mi mamá, pero para dejarla tranquila le dije que trabajaría hasta tarde. 

En ese instante, Moríns encoge los hombros ⎯ iré a ver a Cho y a mis ahijados ⎯ nos dice, para después salir de ahí. 

⎯ Alegra. 

⎯ Madre ⎯ trato de hablar, pero sé que ya no puedo ocular más lo que siento. ⎯ Me asaltaron ayer, saliendo del trabajo. 

⎯ ¡Por Dios!, mira cómo te dejaron ⎯ me comenta, mientras revisa las heridas en mi rostro. 

⎯ Estoy bien, Karl me ayudó. Pasé la noche en su piso ⎯ me atrevo a confesar. 

Mi madre me toma la mano y me lleva hacia la sala para que nos sentemos sobre el sofá. Ella, acaricia mi rostro y besa mi frente. 

⎯ Mi niña, ¿por qué no me dijiste? 

⎯ Es que… ⎯ y sé que lo que tengo que decir me dolerá en el alma, pero, es el momento. ⎯ Madre, en el asalto me robaron la cámara que te regaló el abuelo. Fue lo primero que tomaron y no pude hacer nada para defenderme e ir por ella porque me cogieron desprevenida. Lo siento mucho, sé lo mucho que la cámara significaba para ti y… 

⎯ ¡Ay mi Alegra! ⎯ contesta mi madre, y cuando me abraza no hago más que soltarme a llorar. Ya no sé si es de la tristeza o del coraje que traigo dentro. 

⎯ Lo siento mucho, de verdad, yo la cuidé con toda mi alma, sé lo valiosa que era y ahora… ¡Ay mamá! 

⎯ Tranquila, no pasa nada ⎯ me comenta, para luego limpiarme las lágrimas. 

⎯ ¿En serio? 

⎯ Lo es. Sí, le tenía cariño a la cámara, pero, la vida de mi hija es mucho más importante que eso. Me alegra que estés bien y que hayas regresado a casa.  Lo que no entiendo es por qué no me dijiste. 

⎯ Es que… no quería que pensaras que era descuidada, desapegada o que no amo lo que tengo. De verdad, lo hago. 

Mi mamá sonríe ⎯ no cabe duda que eres más Canarias que nadie. Siempre ocultando lo que uno siente para no ser lastimado. Mi Alegra, soy yo la primera persona a la que no debes ocultar nada, por más fuerte que sea la situación, ¿vale? La cámara es valiosa, pero más valioso es que estés bien, ¿me entiendes? 

Asiento con la cabeza, al parecer todo lo que pensé era tormentos, y no salió como esperaba, sino mejor. 

⎯  Ahora… ¿Pasaste la noche con Karl? ⎯ me pregunta, y yo hago los ojos en blanco. 

⎯ Es mi amigo, me cae bien ⎯ admito, y mi madre acaricia mi mejilla. 

⎯ Los ojos esconden lo que el corazón grita ⎯ dice la frase de mi abuela Fátima.⎯ No seas tan Canarias, pásate a los Ruiz de Con un momento y verás, como todo fluye. 

⎯ Gracias por el consejo ⎯ le digo, para después ponerme de pie.⎯ Karl es mi amigo. 

⎯ Lo es… ⎯ admite, y sonríe. 

⎯ Iré a mi habitación… bajo después, ¿vale? 

⎯ Vale. 

Así, me alejo de la sala con el pecho menos oprimido y con una nueva sonrisa. Supongo que Karl tiene razón, cuando las cosas se dicen, es más fácil continuar. Tal vez Karl tiene ese toque Ruiz de Con que un Canarias necesite, o no sé, tal vez me esté dejando influenciar.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *