Anamar
"La siguiente historia se presenta sin editar, tal como aparece en la plataforma original. Por lo tanto, es posible que contenga errores ortográficos y de redacción. Sin embargo, al ser publicada en formato físico, será sometida a una exhaustiva edición, pudiendo incluso experimentar modificaciones en los capítulos. Se recomienda tener en cuenta este aspecto al leer la obra."
Después de diez horas de vuelo y dos para salir del aeropuerto, finalmente llego a mi casa, el lugar en el que menos deseo estar. Se acabó la actuación, es hora de descansar, quitarme la máscara que llevo conmigo todo este tiempo y que me permite esconder lo que verdaderamente siento: no soy feliz.
Me encuentro extremadamente cansada, no solo por las largas jornadas que tenía en el set. Ni por los incontables admiradores que me han dado la bienvenida en el aeropuerto, al llegar acá. Unos que tuve que atender con mi mejor actitud y sonrisa porque ellos no tienen la culpa de mis problemas. Me encuentro así porque no he dormido nada, el insomnio ha sido mi compañero desde hace semanas y estoy harta de eso. Necesito recuperarme, tener un baño relajante y olvidarme del mundo; necesito encerrarme en mi habitación.
Así, mientras abro la puerta de mi casa, en Madrid, sueño con el momento en que mi cuerpo toque ese delicioso colchón ortopédico y me pueda perder en el mundo de los sueños. Sin embargo, comienzo a escuchar algunos ruidos que me ponen de peor humor al que traigo y que me recuerda que mi realidad es muy distinta a los mundos de fantasía que suelo actuar.
⎯No puedo creerlo ⎯me digo a mí misma.
Entonces, entro y coloco la maleta al lado de puerta, en ese pequeño espacio que usamos como almacenamiento, ya que mañana por la mañana, llevaré mi ropa a la lavandería.
Me quito la bufanda y el abrigo para colgarlos en el perchero de madera, alto y largo, en el cual noto el abrigo de otra mujer, una bolsa con olor a perfume barato y, tiradas sobre el suelo, unas botas que se nota, se quitaron con prisa.
⎯Tenía que ser hoy ⎯me quejo, mientras camino por el pequeño pasillo que me lleva a la sala.
Entre más me acerco, el ruido comienza a aumentar, hasta que toma forma de gemido un tanto exagerados, que provienen desde la sala. Entro y lo veo a él, sentado sobre el sofá, mientras una rubia voluptuosa se mueve sin piedad encima de su cuerpo, y él presionando sus glúteos.
El lugar es un desastre, hay botellas de alcohol reposando sobre la pequeña mesa del centro, las ropas de ambos tiradas por el suelo, y una música de jazz suave, tocando en el estéreo. Gael piensa que es romántico, yo digo que es ridículo.
Me recargo sobre el marco de la puerta, cruzando los brazos a la orilla de pecho, en espera de que mi marido note que he llegado. No es hasta después de unos minutos que sabe que me encuentro ahí.
⎯Detente, linda —le pide de inmediato, mientras la aleja para ver bien mi rostro. Ella se queja.
⎯Pero, ¿por qué?
⎯Solo házlo ⎯habla de mala manera, como si estuviese molesto.
Yo sigo sin decir una palabra. Simplemente, contemplo la escena y no puedo creer a lo que ha llegado nuestro matrimonio. Gael esboza una ligera sonrisa, no sé si lo hace para fastidiarme, o porque aún le da gusto verme.
La chica se voltea enojada, pero, al verme cambia completamente el semblante, y se cubre el cuerpo desnudo con un cojín de la sala.
⎯¡Eres Adela Carasusan! ⎯expresa ilusionada⎯, ¡un gusto en conocerte! No sabes lo mucho que me gustan tus películas.
Hago una mueca que se asimila a una sonrisa.
⎯No puedo decir lo mismo ⎯hablo, sin mostrar emoción. Fijo mi mirada en mi marido, ignorándola por completo⎯. Gael, abstente de follar a tus amantes en las áreas comunes de la casa, por favor ⎯le digo, en un tono neutral que no denota ni sorpresa, ni enojo.
Mi esposo suspira. Yo me doy la vuelta para alejarme de ahí y caminar hacia la puerta y dejar mis guantes.
⎯¿Me permites? ⎯Escucho a Gael, para momentos después, sentirlo detrás de mí, siguiéndome a pasos agigantados.
⎯Pensé que llegarías mañana, Adela ⎯me dice con descaro, mientras voy subiendo las escaleras con rumbo a mi habitación.
⎯No sabía que tenía que avisarte antes de regresar a mi casa, Gael. Pensé que teníamos un acuerdo. Puedes traer a tus amigas, pero, fóllatelas en tu habitación. Tenemos reglas, ¿recuerdas?
⎯Lo siento, no pude hacer nada ⎯me dice, como si hubiese hecho una travesura.
⎯Pues haz algo ⎯contesto.
Al voltear, la veo a ella de pie, en el marco de mi puerta, con una amplia sonrisa.
⎯¿Serías amable de darme tu autógrafo? ⎯me pregunta.
No puedo creer lo que estoy escuchando, así que me nace conestarle.
⎯¿Todavía que te follas a mi marido quieres un autógrafo? ⎯inquiero.
La joven está a punto de hablar. Sin embargo, Gael va hacia la puerta de la habitación y sale de ahí cerrándola. Después de unos minutos, escucho a la mujer bajar por las escaleras y abriendo la puerta de la casa para salir.
Me quedo en silencio, tratando de escucha lo que sigue. Tengo la esperanza de que Gael se encierre en su habitación y no regrese. Sin embargo, esta muere cuando la puerta de mi habitación se abre y él entra.
⎯¿No te enseñaron a tocar? ⎯pregunto.
Comienzo a quitarme la cadena, los aretes y la alianza de matrimonio, arrojando todo, sin piedad, en el joyero.
⎯Un día tus amiguitas te van a jugar una mala jugada y todo este sacrificio que estamos haciendo se irá a la basura ⎯comento. Provocando en él una mueca.
⎯Las hago firmar un contrato de confidencialidad, no soy tonto ⎯responde de inmediato.
Como si eso fuese un triunfo, pienso.
⎯Sí, Gael Salvatierra se mueve por contratos ⎯contesto fría⎯. Pero, ¿todas lo cumplirán?
⎯Lo hacen, he tenido varias amantes en este año y hasta ahora ninguna ha hablado.
⎯No cabe duda que la suerte corre de tu lado, a pesar de que eres un reverendo cabrón ⎯le digo con seriedad, mientras busco entre los cajones ropa cómoda para cambiarme y así, acostarme a dormir. Siento la mirada de Gael sobre mí. Me observa con detalle, como si quisiera averiguar qué es lo que pasa por mi mente. Sin embargo, es muy tarde para eso⎯ ¿Ya terminaste? ⎯le pregunto.
⎯Tú empezaste, yo me estaba divirtiendo.
⎯Gael, solo vete. Muero de sueño, estoy muy cansada, y mañana será un día largo. ⎯Él se aleja del marco de la puerta mientras yo camino hacia allá para cerrarla—.Te voy a pedir que no utilices las áreas comunes para follarte a tus amantes. Vete al piso que no has querido vender o en tu habitación ⎯le sentencio.
⎯La pasión a veces es traicionera, esposa mía.
⎯Es en serio ⎯le amenazo⎯. Sé que me engañas, pero, no me lo eches en cara. Ten un poquito de dignidad, ¿quieres?
⎯¿Hablas de dignidad de nuevo? ¡Guau!, la chica que se “enamoró” quiere que no le eche en cara mis engaños. Lo siento cariño, pero, estamos juntos en esto, y si quiero, follaré en la sala.
⎯¡Solo salte! ⎯expreso furiosa, mientras trato de cerrar la puerta⎯. Y si va a regresar la rubia, al menos ten un poquito de prudencia y no hagan tanto ruido, necesito descansar. ⎯Y así, cierro la puerta, provocando que las paredes se cimbren.
Siento que mi corazón late con fuerza, y respiro profundamente para contener las lágrimas. ¿Por qué decidí seguir adelante con esto? ¿Desde cuándo todo el amor que compartíamos se convirtió en esto?
Me desvisto rápidamente y entro en la ducha. No tengo ganas de disfrutar del agua; solo quiero sentirme más limpia para sumergirme en esas deliciosas sábanas y envolverme en esa cálida manta de lana que me protegerá del invierno, incluso más frío que el anterior.
Al salir de la ducha, mientras me seco el cabello con la toalla y observo por la ventana, recuerdo que mi divorcio está a punto de concretarse. Solo necesito resistir un poco más, simplemente pasar por ese tedioso proceso que la agencia de Gael y nuestros abogados han establecido: la terapia de pareja. Si no es por amor, al menos lo haré por mi carrera; debo ser más astuta que él. Dejo la toalla a un lado y, sin dudar, me acurruco en la cama, abrazo la almohada que descansa a mi lado y me sumerjo en el sueño. Tal vez, al despertar, mi vida ya no será una pesadilla, una que llevo viviendo desde hace un año y que ambos podríamos haber evitado si solo hubiéramos actuado a tiempo.
Owwwww!!!! Que es estoooooooo
Ana, me atrapaste…. Esperando con ansias el siguiente capítulo
Queeee… hijo de su madre del descaro. Ya me emocione con la trama. Jejeje