Dormí como nunca, lo voy a admitir. No sé si fue el colchón del hostal, el cuerpo caliente de Karl que me protegió del frío o los deliciosos besos que me dio que me encendieron por dentro y me hicieron querer arrancarle la ropa; lástima que no se puede aquí. 

Después, él se tuvo que ir temprano y una vez más me quedé sola, aunque ahora con mucho trabajo por hacer. Así que fui con doña Cuca, comí el desayuno, para después entrar a la clínica y comenzar a hacer mi trabajo. 

Tomé cientos de fotografías, desde las que me dijo Moríns que enviara, hasta las que me parecieron más bonitas. En varias apareció Karl, haciendo su trabajo, extremadamente concentrado y atento. También tomé fotos de una mujer dando a Luz, que prometí le regalaría antes de irme, y así, sin querer, comenzaron a lloverme las propuestas de toma de fotos. 

⎯ Mi hija, Amada, ella va a cumplir quince años, señorita, y le haremos su fiesta este fin de semana ⎯ me dijo un hombre, que me fue a buscar ⎯, no tengo mucho que ofrecerle de pago, pero, está invitada a la fiesta y yo puedo darle algo de remuneración. 

Sonreí.⎯ ¿Su hija se llama Amada? ⎯ pregunté. 

⎯ Sí, es que es Amada, como su madre ⎯ me contestó, y yo le sonreí. 

⎯ Dile a Amada que le tomaré sus fotos, será mi regalo de quince años, solo se cumplen una vez ⎯ acepté. 

Así pasé el resto del día, y yo, moría de ganas por contarle todo a Karl, por enseñarle las fotos, por saber su opinión. El único problema es que él tenía guardia de 24 horas, y no se desocuparía hasta las siete de la mañana de otro día. 

*** 

Esa noche 

La noche estrellada aminora el frío que hace en este momento. Para mi fortuna, he comprado uno de los abrigos de lana que venden aquí, y ahora me siento más a gusto que ayer. Son exactamente las doce de la noche, y, por lo que sé, Karl se puede tomar un descanso de la clínica. Así que aprovecharé para salir con él. 

He preparado, café, unas cobijas, y mi cámara, por si hay algo deba tomar. Con todo esto, me dirijo hacia la clínica y de inmediato veo a Karl sentado en las escaleras de la entrada, solo, con un suéter grueso que a penas le deja moverse. 

⎯ ¿Café? ⎯ le pregunto, acercándome con un termo. 

Él me sonríe.⎯ Pensé que estabas dormida, estuviste trabajando mucho. 

⎯ He decidido salir a tomar fotos. 

⎯ ¿A la oscuridad? ⎯ pregunta entre risas. 

⎯ No, a las estrellas, o tal vez a algo paranormal, ¿crees que se aparezca la llorona? 

⎯ ¿La llorona? ⎯ me dice en verdad, interesado. 

⎯ Sí, la leyenda. La mujer que sale por las noches y grita ¡Ay, mis hijos!, y te eriza la piel. Dicen que ella mató a sus propios hijos y ahora los llora. 

⎯ Espero que no salga eso ⎯  me comenta, sirviendo café en un vaso 

Ambos lo tomamos y damos un sorbo. El café nos calienta y nos hace sonreír. ⎯ ¿Karl le tiene miedo a lo paranormal? 

⎯  Sí, me descubriste. 

⎯ ¡Guau!; otro defecto más que conozco de ti. 

⎯ ¿Tener miedo a lo paranormal es un defecto?, no lo sabía ⎯ me responde. Él toma la cobija y la pone en nuestras piernas, después estira el brazo y me invita a refugiarme en él. Cuando estamos cerca, me da un beso sobre la frente. ⎯ ¿Estás calientita? 

⎯ Sí, gracias ⎯ agradezco. 

⎯ Sabes, justo en este escalón conocí a tu hermana Sila, hace años atrás. 

⎯ ¿De verdad? ⎯ pregunto, curiosa. 

⎯ Así es. Estaba aquí sentada, tratando de lidiar con un ataque de pánico. Yo salí a descansar, la vi y le ayudé a tranquilizarla. Desde ahí nos hicimos amigos, y solíamos salir a platicar en este punto. 

Karl voltea a ver las estrellas y juro que su mirada azul brilla muy bonito bajo la luz. 

⎯ ¿Qué platicabas con ella? 

⎯ De todo un poco. Pero principalmente de su familia. Siempre hablaba de ustedes, de lo mucho que los extrañaba. Me decía que llevaba tiempo sin verles y que esperaba pronto regresar a Madrid.  También me hablaba de Moríns, todo el tiempo, de lo mucho que lo quería y como se habían conocido. 

⎯ Ese Moríns, creo que fue amor a primera vista ⎯ recuerdo, cuando él la iba a visitar todos los días. 

Karl suspira.⎯ Tu hermana me enseñó también una foto de ustedes y, cuando te vi, no hice más que sonreír. 

⎯ Basta, Karl. 

⎯ Es verdad. Tu hermana hablaba de ti tan bonito, que supe de inmediato que tenía que ir España conocerte. Me decía, “Alegra es talentosa, fuerte y decidida, logrará todo lo que se proponga”, y cuando te vi, supe que sí. 

⎯ ¿Eso dice Sila de mí? ⎯ pregunto en verdad conmovida. 

⎯ Claro… 

⎯ Y yo que siempre he dicho que la talentosa, fuerte y decidida, es ella ⎯ contesto. 

⎯ Pues para que veas, no es así. Tu hermana te quiere, te admira, incluso me dijo que siempre deseó tener un poquito de ti en ella… creo que a veces la pasa mal. 

⎯ Lo sé. Desde pequeña ha cargado con cosas que no le corresponden, mis otros hermanos y yo hemos sido más libres… por eso me alegra que se haya casado y tenga a sus hijos, se lo merece. 

Karl voltea a verme, acaricia mi mejilla y me da un beso sobre los labios. Tan pronto los siento, lo acompaño en ese beso tan rico que hace mi cuerpo arder. 

⎯ ¿Entonces?, ¿solo por lo que dijo mi hermana quisiste conocerme? 

⎯ Así es… lo malo es que tú no quisiste hacerlo, así que no salió como esperaba. 

⎯ Pero, eso ya pasó, ¿cierto? ⎯ le pregunto. 

Karl besa mi nariz con ternura. ⎯ Supongo que sí o ¿no sé?, aún no quieres conocerme. 

⎯ Creo que te conozco bastante ya… ⎯ le digo, y él sonríe. 

Ahora soy yo quién le da un beso sobre los labios, y acaricio su frío rostro. Cuando Karl y yo nos besamos, siento que todo está bien, que sus labios inventan un beso nuevo cada vez, y eso me fascina. 

Me separo de él, y su sonrisa me hace sonreír.⎯ Perdóname. 

⎯ ¿Por qué? 

⎯ Por haberte dejado platado esa noche… Era una mujer inmadura por completo y jamás me puse a pensar lo mucho que te afectaría. Espero, eso no te haya hecho una imagen mala sobre mí, porque, no soy mala ⎯ le aseguro. 

Karl niega con la cabeza, mientras su mano acaricia mi rostro.⎯ No te preocupes por eso, querida, lo pasado olvidado… 

⎯ Pero, necesito hacerlo ⎯ le reafirmo, viéndolo a los ojos, porque por una razón necesito que sepa que esa Alegra posiblemente ya no exista. ⎯ Quiero que me digas que entiendes mis razones, que me disculpas porque… 

⎯ ¿Por qué? ⎯ me pregunta, y sonríe. 

⎯ Porque… ⎯ suspiro ⎯ eres especial. 

Karl sonríe, y siento que se sonroja.⎯ Lo hago, te creo, pero, si no me crees… te propongo algo. 

⎯ Dime… 

⎯ Acompañame a un lugar más cálido… 

⎯ ¿Ahora? 

⎯ No, en una semana, cuando termine aquí. Vámonos a un lugar más cálido, donde podamos estar solos y disfrutar del sol. 

⎯ ¿A dónde sería? ⎯ insisto. 

⎯ No te diré, tendrás que confiar en mí… ⎯ me pide, para besar mis labios ⎯, ¿qué dices?, ¿te atreves a irte conmigo?, ¿a un lugar donde no escuches a la llorona?, te prometo que no te arrepentirás… ⎯ y me muestra su sonrisa. 

Me quedo en silencio, y sus ojos color zafiro me ven con esa profundidad que me desarma. 

⎯ Me atrevo… ⎯ respondo ⎯, ¿puedo llevar mi cámara? 

⎯ Llevala… ⎯ contesta coqueto ⎯ tal vez tomes fotos interesantes. 

Me río bajito, para luego sentir sus brazos rodeando mi cuerpo y acercándome a él. Sus labios se juntan a los míos y de nuevo me dejo llevar por él. Por este hermoso beso bajo las estrellas, donde confesar es seguro y admitir que hay algo entre los dos, es algo que no me asusta. 

No sé dónde me lleve, ni qué haremos, solo sé que me gustará ir con él, y que lo disfrutaré como nunca lo he hecho en mi vida.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *