Al siguiente fin de semana / Oaxaca
Después de que Karl cumpliera con su trabajo en San Gabriel y de que yo enviara lo que Moríns me pidió para el Conglomerado. Ambos estábamos libres para lo que quisiéramos hacer. Así que el domingo temprano, nos alejamos de San Gabriel, y nos fuimos directo a la ciudad de Oaxaca, donde, para mi sorpresa, nos esperaba una camioneta vieja, acondicionada para poder viajar, dormir y comer ahí y así irnos a la aventura.
Karl me prometió que me llevaría a un lugar cálido, por lo que tuve que comprar ropa ligera porque un abrigo no era lo ideal, y cuando ya estuvo todo listo, nos fuimos a la aventura; no sin antes llamarles a mis padres.
⎯ ¿Cómo que no tomarás el vuelo de regreso a Madrid? ⎯ me cuestiona mi madre.
⎯ No, me quedaré una semana más en México ⎯ admito, mientras veo cómo Karl carga gasolina.
⎯ ¿Todo bien? ⎯ inquiere, y sé que mi madre no se anda con rodeos.
⎯ Sí.
⎯ Alegra… ⎯ Pronuncia mi nombre, en ese tonito que siempre hace cuando quiere que le diga las cosas. ⎯ Dime que pasa.
Suspiro.⎯ Pero no le digas a nadie, ¿vale?
⎯ ¡Ay Dios! ⎯ exclama en bajito, y me recuerda a cuando era pequeña y se enteraba de una travesura mía.
⎯ No es nada malo, solo viajaré a un lugar más cálido aquí. El estar tanto tiempo me ha hecho apreciar más México de lo que ya lo hacía y tengo la oportunidad de viajar.
⎯ ¿Con Karl? ⎯ pregunta, y a veces odio que mi madre sea tan directa.
Quiero decirle “shhh”, pero sé que eso no sirve por teléfono, sin embargo, es mi silencio quién me delata.
⎯ El que calla otorga.
⎯ Solo no le digas a nadie, y por nadie es tíos, primos, hermanos, nietos…
⎯ Tranquila ⎯ contesta, para luego reírse bajito.
⎯ ¿Qué? ⎯ pregunto.
⎯ Nada, solo disfruta y cuídate. Por el amor de Dios mantente en contacto, no me dejes en ascuas todo este tiempo, ¿vale?
⎯ Si, ma ⎯ respondo.
⎯ Ve con Dios, y cualquier cosa por más mínima que sea me marcas, ¿entendiste?, ya sabes cómo están las cosas en México en estos momentos.
⎯ Lo haré.
Veo cómo Karl sale del OXXO con un montón de paquetes y bebidas y me sonríe. Supongo que es tiempo de irme.
⎯ Ma, me voy, pero te juro que compré una bateria extra, te juro que no me pasará nada.
⎯ Confío en ti pero, le tendré que decir a tu padre… ⎯ me advierte.
⎯ ¡Ay no!, es el más…
⎯ Le diré lo mínimo, no tanto detalle, no te preocupes, nadie sabrá de tu romance con Karl.
⎯ No tengo un romance, solo somos amigos.
⎯ Solo amigos… te amo, cuídate y tomas muchas fotos ⎯ me comenta, para luego terminar la llamada.
Karl se acerca a mí y me ofrece un café con leche grande.⎯ Sin azúcar, leche sin lactosa y grande, como te gusta.
Me río y tomo el vaso.⎯ Gracias, justo lo que quería.
⎯ Me alegra tener justo lo que quieres ⎯ contesta coqueto ⎯ ¿nos vamos?, quiero llegar antes de que anochezca.
Me acerco a él.⎯ ¿No me vas a decir dónde me vas a llevar?
⎯ No ⎯ contesta ⎯, dijiste que confiabas en mí, y espero que sea así todavía.
⎯ Solo tengo curiosidad.
⎯ Pues no seas curiosa, y déjate llevar, lo prometiste.
⎯ Vale, vale… me dejaré llevar.
Él me da un beso sobre la frente y me abraza.⎯ Pronto será adiós frío, hola, calorcito.
⎯ Más te vale, porque no estoy cargando una mochila extra con ropa para calor, y un bikini.
⎯ Jamás te dije que necesitarías bikini… ⎯ contesta, para luego sonreír.
⎯ ¡Dios!, no importa el huso horario, eres un pervertido.
⎯ Se llama constancia. Ahora, vamos… que se me hace tarde ⎯ me pide, para luego tomarme de la mano y llevarme hacia la camioneta. Este es el inicio de nuestra aventura.
*****
Horas después
Tan solo terminé el café, me quedé dormida. Estaba tan rendida que no pude evitarlo, y como el movimiento de la cómoda camioneta me arrulló, caí en un sueño que no supe ni dónde me llevaba Karl; lo que prueba que confío en él más que nadie.
Así, después de un tiempo de no sentir nada, y de que un horrible calor se apoderara de mi cuerpo. Abro los ojos solo para encontrarme recostada en la cama de la van, con Karl a mi lado profundamente dormido, y con la luz de los primeros rayos del sol. Me levanto con cuidado, siento el cuerpo cansado, el cabello extremadamente esponjado y así adivino donde estoy antes de poder ver por la ventana… estamos en la playa.
Volteo a ver a Karl, y sonrío, al parecer tenemos la misma idea de un lugar cálido y eso me gusta. Entonces, me hago hacia delante, salgo del cómodo colchón, y con cuidado, bajo para abrir la puerta del auto.
Cuando recorro la puerta, y escucho el mar, sonrío. De pronto, todos mis recuerdos de cuando vivía en Puerto Vallarta llegan a mí y no hago más que correr como niña pequeña hasta dónde rompen las olas.
En verdad eres sensacional Karl, pienso, al sentir el agua cálida sobre mis pies.
El sol está saliendo al fondo, es naranja, hermoso, y ahora entiendo el porqué mi papá decía que no había amaneceres como los de México. Siento cómo alguien me abraza por detrás y me da un beso sobre el lóbulo de la oreja.
⎯ Buenos días ⎯ me murmura, y yo sonrío.
⎯ Traté de no despertarte.
⎯ Bueno, tienes la mala costumbre de dejar las puertas abiertas o sin seguro ⎯ me responde, y yo río al acordarme del acontecimiento de San Gabriel.
⎯ Lo siento, en mi familia no dejamos las puertas con seguro, no hay secretos ⎯ confieso.
⎯ Supongo que tendré que acostumbrarme, ¿no? ⎯ me comenta, para luego besar mi cuello.
Sonrío. Después cierro los ojos y puedo sentir cómo los rayos de sol van cubriendo mi rostro. Respiro el aire con toque a mar, siento la arena mojada en mis pies, y el agua cálida y siento que estoy en el paraíso.
⎯ ¿Te gusta? ⎯ escucho la voz de Karl y yo asiento.
⎯ Me encanta ⎯ respondo, y al abrir los ojos veo el hermoso mar azul. Luego volteo a ver Karl y sus ojos me dan la bienvenida; no hay diferencia entre los tonos.
⎯ Gracias ⎯ murmuro, y él acaricia mi rostro y me sonríe.
⎯ Disfruta, y déjate llevar… ⎯ me responde, y pega sus labios a los míos para darme un beso, mientras a lo lejos, el sol se asoma iluminando el cielo.