Abro los ojos lentamente y me sorprende más ver que la luz que entra por la cabaña no es del sol, sino de la tarde. Al parecer, he dormido más de la cuenta, toda la mañana y, aun así, siento que debo dormir más. Me estiro para que el cuerpo comience a reaccionar y de pronto me percato que Karl no está a mi lado. Minutos después, el chorro de agua de la ducha llama mi atención, así que me levanto para sentarme sobre la cama. 

Veo el pequeño sitio y noto que hay una botella cerrada con agua, un vaso vacío y dos pastillas efervescentes. Al notar el lado de Karl veo que se ha tomado lo mismo y sonrío; supongo que la resaca también estuvo buena de su lado. 

Me tomo las pastillas, después termino toda la botella con agua y me pongo de pie. Me estabilizo un poco porque siento que me caigo, y luego camino hacia la ducha donde Karl está bajo el chorro de agua. Me quito la camiseta que traigo por pijama y cuando estoy desnuda abro la puerta para entrar. Karl abre los ojos y me sonríe levemente. 

⎯ Buenas tardes. 

⎯ Buenas tardes ⎯ murmuro, mientras cierro la puerta y lo veo desnudo frente a mí. 

Karl levanta el rostro hacia el chorro y el agua cayendo por su cuerpo es la imagen más sexi que he visto en toda mi vida. Me acerco a él y cuando toco su cuerpo sonríe. 

⎯ No sé si sea buen momento, no creo llenar tus expectativas ⎯ me dice bajito. 

Yo estoy en las mismas condiciones y lo último que puedo desear en estos deseos es tener una de las típicas duchas de Karl. Así que junto a su cuerpo con el mío, abrazándolo y colocándome bajo el chorro de agua. Karl me envuelve con sus brazos y por un rato nos quedamos así quietos, sintiendo el agua, escuchando las gotas y compenetrándonos aún más. 

Él besa mi cabello y acaricia mi espalda con sus dedos. Esas manos que tantas veces me han tocado ahora ya no son extrañas, se sienten tan bien que me tranquilizan. Yo pego mi oído a su pecho y escucho su corazón latir, lo hace fuerte, constante, y tranquilo; amo ese ritmo que varias veces por la noche me ha arrullado. 

Comienzo a besar su pecho, lo hago con ternura, no con deseo, y él se juega con mi cabello disfrutando de lo que estoy haciendo. En realidad no busco sexo, solo quiero consolarle, hacerle saber que estoy aquí. Así, cuando llego a su cuello, levanto la mirada y él también me ve. Sonrío mientras sus manos acaricias mi mejilla y siento su mirada azul celeste en mí. 

Sus labios se juntan con los míos, y nos envolvemos en un beso tierno, lleno de tantas palabras que se dicen y otras que por alguna razón decidimos no decir. De nuevo caemos en esta atmósfera tan de los dos, donde nadie más existe solo él y yo y a la que me he vuelto completamente adicta. Es mi lugar seguro, él es mi lugar seguro, y hay veces que no quiero salir de aquí. 

Karl se separa de mí, besa mi nariz, luego mi frente y vuelve a abrazarme. Puedo sentir su cuerpo caliente a pesar de que el agua está fría, y sé qué tiene que ver con el hecho de que mi cuerpo está desnudo junto al suyo y lo siente tan cerca que reacciona a él. Yo también lo deseo, pero esta vez no lo hago de forma sexual, si no, por el simple hecho de estar ahí, con él.

El silencio vuelve a los dos, y de pronto el dolor de cabeza que tenía y lo débil que me sentía, desaparecen. ⎯ ¿Así es como te curas una reseca tú? ⎯ le murmuro. ⎯ Yo suelo hacerlo con unos chilaquiles picosos y un clamato con salsas. 

Él se ríe bajito.⎯ La próxima vez podemos hacerlo a tu manera. 

Niego con la cabeza.⎯ Tu manera me gusta más. 

Levanto mi vista y me pongo de puntillas para besarle los labios ⎯ ¿qué te parece si hoy nos quedamos en la cabaña?, podemos hacer algo rico de cenar, relajarnos un poco, alejar el tequila y acostarnos temprano, ya que mañana debemos viajar a otro destino y debemos hacerlo antes del amanecer. 

⎯ Me parece bien… Y, ¿qué cenaremos? 

⎯ Pues… sé cocinar pasta ⎯ le comento y él se ríe.⎯ Si no eres alérgico a las nueces puedo hacerte un pesto. 

⎯ ¡Guau!, ¿sabes cocinar? 

⎯ Solo pasta, no creas que es un talento, mi hermana Lila es la que cocina. Si no fuese por ella hubiese muerto de hambre en Nueva York. Ella heredó esas habilidades, yo supongo que heredé otras. ¿Qué dices?, o se te antoja algo más… mexicano, como enchiladas verdes, también puedo prepararlas solo que serán vegetarianas. 

⎯ No, la pasta suena bien, quiero ver qué tan bien se te da ⎯ me responde simpático.

⎯ Bien, entonces… tienes una cita Karl Johansson ⎯ hablo, para luego darme cuenta de lo que dije y agregar ⎯ con mis habilidades culinarias. Tienes una cita con… 

⎯ Relájate, lo entiendo ⎯ me contesta, para luego abrazarme otra vez.⎯ Yo te entiendo.Y sé que él lo entiende, lo hace a niveles a los que nadie había llegado, y lo único que se me hace raro es que aún no caigo en pánico, ¿lo haré pronto?

One Response

  1. Dicen que el amor es paciente y Karl… es el vivo ejemplo.
    Ya se le salió la palabra “cita” pueda después se le salga un “Te Quiero”

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