-Dos días después –
Convencer a Jo para que me diera acceso a ese perfil de citas fue más difícil de lo que pensé, sobre todo porque ella pensaba que si me lo daba, lo borraría y no cumpliría mi promesa. La verdad es que solo quería escoger la próxima cita por mí mismo y, al menos, analizar a fondo con quién me vería.
Pasé una tarde revisando perfiles, riéndome con David, quien fue a mi piso y se quedó conmigo para del asunto. Entonces, después de tanto buscar, de darle “me gusta” a una que otra foto y a tener las conversaciones más raras del planeta, escogí a un chico de cabello rubio y ojos azules que trabajaba en una cafetería cerca del centro de la ciudad.
Su perfil me llamó la atención. Acababa de terminar la universidad y trabajaba en la cafetería parar ahorrar dinero y así emprender su negocio, uno que venía planeando desde que estaba en la escuela. Me gustó su plática, su forma de expresarse y, por qué no, sus fotos. Sin embargo, era muy tarde para invitarlo al concierto en honor a mi abuela, por lo que tuve que ir solo en representación de mi familia.
Ahora que estoy en el lugar, siento que fue un acierto que no viniese, porque tan solo entré al vestíbulo del teatro, todo tipo de miradas se posaron sobre mí. Unas expresando asombro, otras alegrías y unas que eran acompañadas de cuchicheos que apenas podía escuchar. Al final de cuentas, se me olvida, que mi familia no es cualquier cosa, y que cualquier aparición de uno de nosotros siempre da de que hablar.
Para mi fortuna, esta noche, también se encuentra David, mi primo, conmigo. No vino en representación de nada, sino acompañando a su novia, Ana Carolina Santander, quien también gusta de este tipo de música de concierto y viene en representación de su familia.
Todos están aquí para recordar a mi abuela. Las familias más importantes de España, las familias que a lo largo de los años ayudó y los estudiantes que, actualmente, estudian gracias a la beca que lanzó en apoyo al talento artístico. Como siempre, la pieza de hoy será Scheherazade de Rimski-Kórsakov, la favorita de mi abuela, una pieza con la cual crecí y que he escuchado tantas veces que me la sé de memoria.
Veo a Carolina y a David del otro lado del vestíbulo, esperando porque el concierto inicie, así que camino hacia ellos para unirme. Sin embargo, me es imposible llegar, porque los amigos de mis padres comienza a saludarme, a platicarme anécdotas de mi abuela y a preguntarme sobre mi familia.
De pronto, me veo envuelto en este mar de preguntas que sé perfectamente cómo contestar. Aquí, hay personas que me conocieron desde que estaba pequeño, por lo que la familiaridad está presente. Hay otras que aún me confunden con mi hermano Héctor que, por cierto, tocará esta noche el Concierto no. 1 en Mi menor, op. 11 de Chopin, en honor a mi abuela.
Cuando finalmente llego donde están Carolina y mi primo, el anuncio de la segunda llamada resuena en nuestros oídos.
⎯Lo que uno hace por amor, ¿eh? ⎯le bromeo a mi primo.
David es una persona culta y refinada a su manera. Al no haber estudiado una carrera, se dio a la tarea de educarse asímismo y hacer sus propias estrategias de aprendizaje, lo que le dio varias habilidades que le han ayudado en la vida. Él sabe de literatura, de espiritualidad, de negocios y otras cosas, pero, la música de concierto, no es lo suyo, por lo que me sorprende que esté aquí.
⎯Uno hace el tonto por amor ⎯me comenta.
⎯Pues eres el tonto más lindo ⎯dice Ana Caro, para luego darle un beso sobre los labios.
⎯Bueno, al menos me agrada que estés, así no me sentiré tan solo ⎯le contesto.
⎯¿No encontraste acompañante para hoy?, ¿qué pasó con el chico de la cafetería? ⎯inquiere Ana Caro.
⎯No pudo venir, pero, quedamos otro día de vernos.
David suspira.
⎯De verdad, me alegra haber salido del mundo de las citas hace tiempo.
⎯Nunca saliste porque ni siquiera entraste… ⎯Le recuerdo. Porque David, después de su última relación, se dedicó a probar lo que viniese, hasta que Ana Carolina decidió hacerle caso, o más bien, hasta que las cosas se dieron.
⎯Pues al menos yo me la pasé bien, no que tú, eres la señora de las plantas…
⎯Solo cállate ⎯contesto.
“Daniel Ruiz de Con”, escucho mi nombre y, al voltear, veo a una mujer alta, delgada y de cabello negro. Ella viste un vestido negro sencillo, y trae una carpeta entre las manos.
⎯Dime.
⎯Soy Alie, la coordinadora del concierto, ¿me sigues, por favor?
⎯No te preocupes, sé cuál es mi lugar ⎯respondo.
⎯No, seguirme tras bambalinas, para que inaugures el concierto con un discurso.
⎯¿Qué? ⎯inquiero, ya que, nadie, me dijo que tenía que hablar ante miles de personas.
Volteo a ver a David y él niega con la cabeza.
⎯Ni lo sueñes.
Suspiro.
⎯Vale… vamos ⎯contesto, pensando en que ahora tendré que improvisar algo.
Tomo a David del brazo y lo jalo.
⎯¿Me lo permites?, necesito una cara bonita que distraiga a todos.
Ana Caro asiente, y luego de darle un beso a David, se da la vuelta y se dirige hacia la puerta para entrar al teatro.
⎯Al menos admites que el bonito aquí, soy yo ⎯contesta él.
Los dos entramos por una puerta lateral y, siguiendo a la joven, nos dirigimos tras bambalinas para encontrarnos con la orquesta que casi está lista. Puedo ver a mi hermano platicando con uno de ellos y simplemente me saluda con la mirada. A veces se me olvida que, cuando Héctor tiene un solo, se pone tan nervioso que decide no interactuar con nadie de la familia.
⎯Por aquí. ⎯Nos apresura la joven.
David viene arreglándose el saco y la corbata, después se peina los estilizados risos que caen sobre su frente y que lo hacen ver sumamente atractivo, provocando que unas jóvenes volteen a verle. Desde que era pequeño, David descubrió que los risos y el cabello largo le favorecían, por lo que se los cuida más que Alegra, que también tiene el mismo tipo de cabello; mi primo se pone más tratamientos en el cabello que ella.
⎯Primero saldrá la orquesta, luego el director y finalmente ustedes ⎯nos indican.
⎯Gracias ⎯respondo.
Me quedo en silencio, tratando de armar un discurso que pueda ser corto, emotivo y conciso, mientras David se arregla el traje y se retoca el cabello reflejándose en un espejo.
La orquesta comienza a entrar al lugar. El pasillo donde nos encontramos, gradualmente se vacía, dejándonos solos a David y a mí. Mi hermano, Héctor, se acerca a saludar a David y con su mano, grande y de dedos largos, despeina a David acariciando su cabeza y revolviendo el cabello que con tanto esfuerzo peinó.
⎯¡Oye, pequeño insolente! ⎯le reclama.
Mi hermano se ríe, y repite la acción.
⎯¡Ya estate quieto, Héctor!, ¡madura! Estás a punto de salir en un concierto y yo debo también estar presentable.
⎯Bájale, nadie viene a verte a ti. ⎯Y sin decir nada, vuelve a desarreglar el cabello.
⎯¡Ya estuvo bueno! ⎯le reclama David, enojado.
Héctor se ríe, yo también lo hago. Mi nerviosismo desaparece.
⎯¿Listo? ⎯le pregunto a Héctor, quien se acerca a mí, vistiendo un esmoquin muy elegante.
⎯Supongo ⎯contesta, moviendo las manos.
Le doy una palmada sobre la espalda y él sonríe. Mi hermano ha tocado en tantos conciertos y yo lo he visto en todos. Sin embargo, es la primera vez que toca esta pieza y se siente nervioso.
⎯Lo harás bien…
⎯Lo sé ⎯contesta presumido.
⎯¿Daniel? ⎯Escucho la voz de Alie, y al voltear veo, frente a mí, a un hombre de mi edad, alto, delgado, de cabello rizado y recogido, barba bien definida y vestido de un esmoquín negro. Una sonrisa se dibuja en su rostro⎯. Él es Tazarte de la mora. Es el director.
⎯Un gusto, señor Ruíz de Con. ⎯Me saluda, estirando la mano para que yo la tome.
⎯El señor Ruíz de Con, es mi padre ⎯contesto⎯. Yo solo soy Daniel.
⎯Un gusto en conocerte, solo Daniel ⎯responde, mientras nos saludamos.
⎯Él es mi primo, David Canarias ⎯hablo, y dirijo mi atención hacia él.
Mi primo, como el gran profesional que es, lo saluda con un apretón de manos y una sonrisa.
⎯Y bueno, él es Héctor, mi hermano.
Tazarte sonríe.
⎯Talentosos son los Ruíz de Con… en fin, ¿entramos? ⎯Me pide. Y con la mano nos invita a entrar al escenario.
Las puertas se abren y, de inmediato, las luces me ciegan un poco. Debido a mi problema en los ojos, los cambios de luz me bloquean la vista, por lo que tengo que cerrar los ojos para después abrirlos lentamente y acostumbrar. Sin embargo, aquí no puedo hacerlo, así que me cubro con una mano para no sentir el cambio tan brusco.
Sin embargo, mi primo, David, me toma del brazo y me ayuda a caminar por el escenario esperando a que mi visión se aclare y pueda volver a ver con normalidad.
⎯Gracias ⎯le murmuro.
Él me responde con una sonrisa.
Los aplausos nos ensordecen por un instante. Observo como el director se instala en su lugar y mi hermano yace aún tras bambalinas esperando su turno. Me instalan un micrófono al lado de De la Mora, y espera a que termine mi discurso para que, así, la música comience.
Dejo que aplaudan unos momentos más, hasta que el teatro guarda silencio y una fotografía de mi abuela aparece proyectada a mis espaldas. La observo, ahí está mi abuela, en sus treinta o cuarenta, con una gran sonrisa, luciendo esos rizos que mi madre ha heredado y retratando a la gran mujer que fue y que, después de tanto tiempo, se sigue recordando aún más que mi abuelo.
Me acerco al micrófono y me quedo en silencio. Las palabras no me salen, así que empiezo a ponerme nervioso porque no sé qué decir; definitivamente no soy tan bueno como mi padre para los discursos.
⎯Solo Daniel, tengo un concierto que iniciar. ⎯Escucho la voz de Tazarte, haciéndome sonreír.
⎯Lo siento, es que estoy nervioso ⎯hablo, y mi voz resuena por todo el auditorio, gracias a que hablo cerca del micrófono. Tazarte se ríe bajito⎯. Lo siento, no debían escuchar eso ⎯digo, haciendo al público reír un poco.
Volteo a ver a mi primo, quien simplemente está de pie sonriendo, tomándose en serio su papel de distractor. Después veo a mi abuela y comienzo a hablar.
⎯Como ven, no todos en mi familia son buenos para dar discursos como solía hacerlo mi abuela. El rumor dice que ella le enseñó a mi abuelo a hablar en público, porque Fátima Lafuente era una excelente oradora. Con su hermosa voz, sus ideas y ese tono amable, logró convencer a cientos de personas que apostaran por las artes, y le dio una oportunidad al talento como nadie lo había hecho. ⎯Suspiro⎯. Ustedes la conocían como la señora Fátima Lafuente, pero, mi primo y yo la conocimos como, abuela. Nosotros convivimos con ella en otro nivel que ustedes jamás entenderían. Era una abuela cariñosa, comprensiva, divertida y soñadora. Le gustaban las flores, tanto que su casa estaba llena de estas y también le gustaba la moda, por eso siempre iba tan elegante y acorde a la época; ese gusto todos lo heredamos.
Con lo último que digo, el público se ríe, incluyendo mi primo.
⎯Sin embargo, una cosa puedo asegurarles. Tanto en lo privado como en lo público, mi abuela era auténtica, honesta y con un amor por el arte como nadie más lo tenía. Su pieza favorita era Scheherazade de Rimski-Kórsakov, y por mucho tiempo no entendí por qué, hasta que un día lo vi. Así como Scheherazade usaba sus historias para mantenerse con vida. Mi abuela, con su capacidad para enfrentar y superar los desafíos, creo una narrativa propia, que le ayudó a construir una vida con mi abuelo y así, hacer que este olvidara de sus pesares. Tal como el sultán lo hace con las historias de Scheherazade. Por eso, es que esta pieza se toca, como cada aniversario, en su honor.
El silencio de la sala me abruma. La oscuridad que cubre al público comienza a pesarme. Mi corazón late fuerte, las manos me sudan y sé que estoy en el inicio de un ataque de pánico. Trato de controlarme.
⎯En fin, creo que me estoy desviando un poco. Concluyo esto, diciendo: abuela, te extrañamos, pero tu legado no solo se queda en tu apellido, sino en las acciones que hiciste y que siguen beneficiando a tantos. Eras una gran mujer y te recordamos de esa forma. Tu amor por el arte sigue presente y espero que disfrutes este homenaje, y que perdones el discurso improvisado del único nieto que no sabe improvisar. Te quiero.
El auditorio rompe en aplausos y el sonido me marea un poco. Siento cómo el pánico se apodera de mí y que apenas me permite saber qué está pasando.
No ahora, no por favor, pienso. Definitivamente, no era la persona indicada para hacer esto, incluso, comienzo a creer que ni debería estar aquí. Debería estar en casa, aislado, lejos de todo. ¡Basta!, deja de decir eso. Lo vas a empeorar.
Sin embargo, es demasiado tarde. He comenzado a perder el control, y apenas y puedo moverme. Escucho que una música de piano a lo lejos, pero no entiendo qué sucede, ¿Héctor ya salió?, ¿qué pasa?
⎯Tranquilo ⎯me murmura David, mientras toma mi brazo y caminamos hacia la puerta.
⎯No quiero que nadie lo note ⎯le ruego, porque me apenas tener estos ataques en público.
⎯Nadie lo nota. El director se sentó a tocar el piano para distraerles. Estás a salvo.
No, no lo estoy.
Mi mente se pone en blanco, mi cuerpo se debilita y, tan solo entramos por la puerta, me desvanezco.
⎯Daniel… ⎯Apenas escucho la voz de mi primo.
La imagen del bar regresa a mí. La oscuridad me aterra, el no poder ver, el sentir que estoy indefenso. Juro que puedo sentir el dolor de los golpes en mi cuerpo. Hasta que siento algo frío en mi mano que me hace regresar de inmediato.
⎯Apriétalo ⎯me habla David, con paciencia.
Volteo a mi mano y noto que estoy apretando un cubo de hielo. La mano de David está sobre ella, asegurándose de que lo haga con fuerza.
⎯¿Mejor? ⎯me pregunta, y yo asiento con la cabeza⎯. Leí que el frío en las manos ayuda a distraer el ataque de pánico porque molesta ⎯explica.
Mi hermano también se encuentra ahí. Tanto David como él están de rodillas a la altura de mi rostro. No habla
⎯Gracias ⎯murmuro.
⎯¿Estás bien?, pedí cinco minutos antes de entrar, pero si te sientes mal yo…
⎯Solo ve Héctor, ya estoy mejor. No quiero arruinar tu concierto.
⎯No lo arruinas… nunca digas que lo arruinas. ⎯Me pide.
Sonrío. Al parecer, este discurso ya está practicado. Yo le digo que lo arruino todo y él me responde que no es así. Desde hace años siento que he arruinado todo tipo de reuniones, viajes y salidas, por este pánico que me invade y me mata lentamente.
⎯Ve a tocar, te prometo que después del concierto iremos a cenar algo.
Héctor le da una mirada a David y él asiente.
⎯Yo lo cuido. No te preocupes.
⎯No, yo me puedo cuidar solo ⎯contesto, para ponerme de pie⎯. No soy un niño o un enfermo al que deban cuidar. Soy un ser capaz de eso.
⎯Daniel, no era mi intención y lo sabes. Simplemente, lo digo porque te quiero.
David me abraza, luego me da un beso en la mejilla. Desde que sucedió lo de Raúl, se ha vuelto más protector conmigo y siento que a veces es mi niñera.
⎯Solo ve con Ana Caro, ¿quieres? ⎯hablo un poco frío.
David se queda en silencio y asiente con la cabeza. Antes solía contestarme, ahora, solo hace lo que le pido. Él se da la vuelta para caminar hacia la puerta y salir de ahí para ir a su lugar.
Sí que puedo llegar a ser un imbécil.
⎯David, no es mi intención… es el ataque de pánico hablando.
⎯Lo sé ⎯responde⎯. Ojalá un día el pánico dejara de hablar por ti. Nos vemos en nuestros asientos.
Y sin decir más, se aleja de ahí.
En un silencio abrumador, reflexiono sobre cómo los ataques de pánico tienen el poder de desbaratar cualquier situación. En ocasiones, los percibo como una especie de maldición, como un castigo por las decisiones que tomé y por no haber prestado atención a los consejos de mis padres en su momento. Ahora, mi familia se ve afectada por esto y yo, día tras día, debo afrontar esta carga. Anhelo el momento en que esta angustia llegue a su fin.
⎯Es bueno que haya venido solo, pues estoy seguro de que después de esto, probablemente habrían huido. A veces me siento destinado a la soledad ⎯me digo. Para después, salir de ahí e ir a mi lugar a pretender que todo está bien.
Ana Martínez
Querida comunidad,
Recuerden que esta historia tiene una temática LGBT+. Reconozco y celebro la diversidad en todas sus formas, y esta narrativa es una expresión de ello.
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Agradezco su participación y apoyo continuo.
Gracias 🌈📚
Que triste que teniendo tanta familia o gente con nosotros aveces sintamos que estamos solos en el mundo 🥹 ojalá y pronto Daniel pueda seguir superar sus miedos y el daño que le hicieron y como David dijo el pánico deje de hablar por el 😢
Ojalá Daniel entienda que no esta solo…. debe comprender que la familia está en las buenas y las malas y sobre todo que los ataques de pánico son controlados con amor
Pobre Daniel, que difícil es lidiar con esos ataques de pánico 🥺🥺
Amo a Daniel, me provoca cogerlo y darle un abrazo y decirle que no tiene la culpa de nada. No estás solo tienes una familia maravillosa que te ama 💕
Pobre Daniel, necesita sanar, esos ataques de pánico no pueden afectar su vida… Esperemos busque ayuda y tbn logré conocer a alguien, pero sospecho que el indicado para la cita , no está en ese app 🤭😉❤️
A mí me gusta mucho la historia, la temática no me molesta para nada. Y menos una historia que venga de un integrante de los Ruiz de con y canarias.
Espero Daniel pueda superar estos episodios y encuentre ese amor bonito que tanto anhela y merece.
😞😞
Pobre Daniel,todo lo que tiene que pasar… él va a estar bien y pronto encontrará la paz y el amor que necesita
Ay Daniel! … después de la tormenta viene la calma, tranquilo, las cosas suceden por algo.
Pobre Daniel, espero el indicado llegue para devolverle su paz y ayudarle con sus ataques de panico pueda controlarlos y superarlos. Y empiece a ser feliz. El director de la orquesta creo q le echo el ojo a “solo Daniel” jajaja
🥺🥺🥺 hay Daniel 😔😔😔lo bueno que no estas solo y tu familia te cuida y te entiende aunque los ataques de pánico te hagan verlo diferente, pero tienen un maravilloso apoyo en tu familia y cuando llegue esa persona indicada será que irás viendo que no estás mal tú si no los que te dañaron de esta forma 🙏🏼🙏🏼🙏🏼 tal ves sea un Tazarte 🧐🧐 como que tengo una corazonada ahí 🙈🙈🙈
Daniel carga con tanto que el cuerpo ya no puede seguir así.
Me entusiasma conocer como irá cambiando y como el amor le apapachara 💜
Como me gustaría continuar leyendo esta y otras historias pendientes… Ana escribes tan bonito.
Danielito, ojalá pudieras sentir todo ese amor familiar de otra forma y no como lástima.