Después de que Cho saludó a todos los primos, la abuela y a las tías de Sabina, tocó el turno de ir, con los tíos, su padre y su abuelo, lo que le ponía bastante nervioso; con las mujeres de la familia había sido fácil pero, con los hombres.
Cho se acercó junto con María Julia, la madre de Sabina, quien lo dejó en frente de cuatro hombres, incluyendo al padre, Robert. Tan solo se fue ella, Cho se quedó frente a ellos con una sonrisa esperando el evidente interrogatorio. Al no haber interacción él fue el que empezó.
⎯Señor Carter ⎯ habló tranquilo.
⎯Adrián⎯ pronunció Robert su nombre para tomar un sorbo de la bebida que tomaba.
⎯¿A caso lo que sonaba son los Gypsy Kings? ⎯ preguntó Cho tratando de hacer conversación.
⎯Sí, a mi suegro le gustan⎯ habló un hombre de cabello rizado y bastante algo⎯ soy David, el tío de Sabina.
⎯ Y yo soy su abuelo, Tristán⎯ se presentó un hombre que yacía sentado sobre una silla.
⎯Un gusto, Adrián Cho, amigo de Sabina.
Robert lo vio de reojo y luego tomó un sorbo de la bebida, no sabía qué Adrián había escalado tan rápido en la vida de su hija. Hace unos días atrás no lo mencionaba ni de broma y, ahora, estaba en una comida familiar y ya eran amigos, ¿desde cuándo ya no le alcanzaba el paso a Sabina?
⎯¿Cerveza? ⎯ escuchó la voz de otra persona y al voltear vio a un hombre igual al abuelo de Sabina, por lo que supuso que era su hijo y otro de sus tíos.
⎯No gracias, no tomo. Pero si tienen agua mineral estaría genial ⎯ habló simpático.
⎯Sale agua mineral ⎯ comentó Manuel para luego ir a la hielera a tomar buscar una ⎯¿no tomas sodas?
⎯No ⎯ negó Cho de inmediato ⎯ llevo una dieta estricta, sobre todo ahora que estoy a punto de clasificar, quiero abrirme paso para ir a los próximos Juegos Olímpicos.
⎯¿Nadador como Sabina? ⎯ preguntó el abuelo interesado, y de pronto todos se encontraban alrededor del joven, viéndolo atentamente y analizándolo.
Cho negó ⎯ no, gimnasta, desde los seis años.
⎯¡Vaya! ⎯ se sorprendieron y después tomaron un sorbo de la bebida que traían en las manos.
Adrián se sintió confiado y esperando que la conversación no muriera, dijo más ⎯ tampoco fumo, ni uso drogas no tengo ETS.
Robert abrió los ojos al escuchar la última frase, mientras que los demás se rieron bajito ante el hecho ⎯ Eso es muy descarado le dijo Robert.
⎯Pero, confiable… ⎯ respondió Cho, tratando de arreglar la situación.
Los tíos y el abuelo de Sabina se rieron ante lo que había pasado, menos Robert que no le había hecho gracia. El silencio se hizo de nuevo y Cho seguía viéndolos a todos con esa seguridad que siempre trataba de mostrar.
⎯Y, ¿tus papás son deportistas? ⎯ continuó el tío Manuel.
⎯No, son abogados, todos, hasta mi hermana Nara. Yo acabo de hacer el examen para entrar a la carrera de odontología, quiero especializarme en odontopediatría, estoy esperando los resultados; espero pasar.
Robert, aunque no lo mostraba, escuchaba atento las palabras del joven. En verdad, Adrián era un buen hombre, seguro de sí mismo y al parecer bastante sano, por lo que no sabía porque le caía tan mal. Tal vez, Robert se sentía amenazado por el buen trabajo que su hija había hecho al encontrar un prospecto, en lugar de celos debería sentirse orgulloso.
⎯¿Ya terminaron? ⎯ preguntó Cho.
⎯¿Terminamos de qué? ⎯dijo Tristán, el abuelo de Sabina.
⎯De interrogarme, digo, porque si esto no es para que me den un patrocinio entonces, sé que es para otra cosa… por lo que se me olvidó decirles que también toco la guitarra flamenca, trabajo y ahorro para comprar mis cosas y aún vivo con mis papás pero planeo independízarme tan solo tenga una mejor estabilidad económica.
⎯Me gusta, que se quede ⎯ murmuró David, el tío de Sabina para luego alejarse de ahí junto con Manuel.
⎯Vamos pa, dejémoslos solos ⎯ le dijo Manuel a su padre que en seguida se puso de pie y, después de decirle unas palabras a Robert se alejó de ellos.
Robert volteó a ver a Sabina, que se encontraba sentada en una de las sillas de la terraza, mientras platicaba con su prima Sila, ambas tratando de verle de lejos para averiguar que es lo que estaba pasando. Entonces, su mirada se posó de nuevo sobre Cho y directamente le preguntó ⎯¿Por qué mi hija?
⎯Porque es genial ⎯ respondió Cho, sin titubeos ⎯ porque es inteligente, graciosa, cariñosa, buena hermana e hija y para mí, es la mujer ideal. ⎯Al decir eso una sonrisa, sin querer, se dibujó en su rostro ⎯ tiene una personalidad que impacta ⎯ continuó ⎯ y me dejó impactado. Ella, me puso sus condiciones hace días atrás y yo, pienso aceptarlas sin ningún reparo.
Robert hizo una mueca que parecía sonrisa pero la borró para no delatarse ⎯¿condiciones?
⎯Sí, me dijo que quería a alguien que le quisiera excepcionalmente, que no buscaba ser una joven atrapada en una relación que no le dejara nada y le hiciera perder su tiempo. Que ella tenía un sueño y una meta y que estaba dispuesta a cumplirlos; no quería dramas.
Robert escuchó atentamente las palabra del joven y, ahora si, no pudo evitar sonreír ampliamente. Estaba orgulloso de su hija, la había criado bien por lo que no tenía que preocuparse con respecto a lo que pasaría entre Cho y ella; solo debía vigilarla para que las cosas no se salieran de control.
⎯Señor ⎯ agregó Cho ⎯ sé que le di una terrible impresión el día que nos conocimos pero, no soy así. Mire, ese auto es nuevo, me lo compré después de muchos ahorros y se lo presumía a Camilo, ¿usted nunca quiso presumirle algo a alguien?
Robert suspiró ⎯ te entiendo Cho pero, ese día casi causas un accidente. Mis hijos iban ahí al igual que Sabina, no puedo confiar en ti con esas referencias ⎯Cho, en ese momento dio todo por perdido y no le gustaba esa sensación. Le gustaba mucho Sabina y estaba dispuesto a rogarle a su padre por una oportunidad cuando Robert volvió a hablar ⎯ así que estarás a prueba.
El rostro del chico se iluminó. Cho cruzó los brazos a la altura de su pecho y luego sonrió ⎯¿eso es un sí?, ¿es un no?, ¿qué es?
⎯Es un “Sabina decide, yo la cuido y tú haces lo posible para conquistarla”, pero déjame decirte que…
⎯¿Si le rompo el corazón me echará de su vida? ⎯ preguntó Adrián de inmediato. Robert simplemente sonrió, amaba y odiaba la seguridad y simpatía del muchacho. ⎯ Mejor le propongo yo algo. Si le rompo el corazón a Sabina, que no lo haré ⎯ recalcó ⎯ usted puede arrancarme el mío y echárselo a los leones y/o animal de su preferencia.
⎯Trato ⎯acordó Robert para luego darse la mano. Instantes después el papá de Sabina comenzó a reírse.
⎯¿De qué se ríe? ⎯ preguntó Cho.
⎯Que Sabina te la va a poner difícil, así que, aún así te veré sufrir. Puede que todos en la familia te hayan dado la aprobación pero, Sabina aún no.
Robert le dio una palmada sobre el hombro. Cho contestó ⎯ Señor Carter, soy gimnasta, sé lo que es que me la pongan difícil.
⎯Will see, will see… Por cierto, eso de las ETS.
⎯Lo sé, me pasé y lo siento, pero pensé que sería bueno que lo supiera ⎯ confesó Cho, apenado.
⎯Pues mi consejo, Cho, es que mantengas tu ETESE, en su lugar, por un buen rato ⎯ le advirtió Robert viendo hacia sus pantalones.
Cho asintió ⎯¿ya me puedo ir con su hija?, o, ¿me mantendrá preso unos años más? ⎯ preguntó bastante simpático y sabiendo que había ganado al menos la segunda oportunidad de Robert.
⎯Ve, pero no olvides… I am watching you.
⎯Enjoy the view… ⎯Respondió Cho, para luego ir hacia donde estaba Sabina.
[…]
Después del interrogatorio, todo lo demás fue bastante relajado y divertido tanto para Cho como para Sabina. Él se acopló muy bien y ella fue perdiendo la vergüenza de tener a un “prospecto”, como le habían dicho sus tías, y, mejor se dedicó a disfrutar del momento y observar a a ese hombre tan guapo que poco a poquito le robaba el corazón.
Cuando la noche cayó, los primos se fueron a la casa de Manuel a jugar video juegos y los adultos se quedaron en la terraza bebiendo y riéndose de todo y de nada, Cho se fue a despedir para luego ser acompañado por Sabina hacia la salida. Los dos entraron a su casa y ella, a propósito, se puso justo donde había un punto ciego para que la cámara no les viera. Los dos se quedaron de pie, frente a frente, mientras la tenue luz de la terraza dejaba ver sus rostros y esas miradas que solo gritaban amor y del bueno.
⎯Pues, gracias por venir ⎯ le dijo ella, en tono tímido.
⎯Gracias por invitarme. Me la pasé muy bien. Tu familia es linda, graciosa y me hicieron reír mucho. Tus primos mexicanos tienen acento raro al igual que tu abuelo y tu tío Canarias.
Sabina se rió ⎯ ese fue mi acento por muchos años.
⎯Me hubiese encantado escucharlo ⎯habló él en un murmuro.
Cho, metió su mano hacia la bolsa de su pantalón y sacó una bolsa negra de tela y se la mostró ⎯ este es un regalo para ti.
⎯¿Para mí? ⎯ preguntó Sabina, y se sonrojó por completo.
Ella abrió la bolsa y con cuidado puso en su mano el regalo de Adrián, sonrió al ver que era una peineta para el cabello dorada, con una concha de mar rosada, tal y como las que se ponían las sirenas en la película de la Sirenita.
⎯¡Es hermosa, Cho! ⎯ expresó ella de inmediato.
⎯Yo también aproveché el jueves de centro comercial y aproveché mis propinas para comprarte esto.
⎯¿Tus propinas?, no creo ⎯ habló Sabina entre sonrisas.
⎯Créeme, tengo muchas propinas ⎯ presumió,.
Ella le dio un ligero golpe sobre el pecho. ⎯Presumido ⎯ le dijo.
Cho, tomo la peineta y con cuidado la colocó sobre su cabello, haciéndole un sencillo peinado ⎯ pensé que podrías usarla, algún día…
⎯Lo haré ⎯ respondió ella ⎯ yo no te tengo ningún regalo.
⎯No te preocupes… ya pensarás en algo.
Sabina se mordió los labios y colocándose de puntillas le dio un beso en la mejillas a Cho ⎯ de nuevo, gracias.
Él se mordió levemente los labios mientras la mirada a los ojos. Esta era la oportunidad que él podía tener para darle un beso a Sabina en los labios, sin embargo, respetando sus reglas se alejó de ella y le sonrió ⎯hasta luego, Sirena ⎯ le dijo.
Cho comenzó a alejarse y cuando estaba a punto de entrar a la casa para irse, Sabina lo alcanzó y le tomó la mano para hacerlo voltear ⎯ Cho, si es que aún quieres, mi madre y mi padre me dijeron que sí a lo de llevarme a los entrenamientos y eso… el único problema es que mi horario empieza a las cuatro de la mañana, lo tuve que cambiar para tener la piscina sola ⎯ dijo ella, sabiendo que posiblemente él se arrepentiría de la oferta.
⎯Entonces, ¿paso por ti a las tres y media?, ¿te parece? ⎯ preguntó Cho, haciendo que Sabina volviera a equivocarse con su respuesta y haciéndola sonreír.
⎯Sí, a las tres y media te veo en la puerta de la casa ⎯ respondió.
⎯Bien… entonces, nos vemos el lunes ⎯ finalizó, para después salir de la casa y dejar a Sabina, con el corazón latiendo, sonriendo como tonta y con eso que las personas llaman… ilusión.