El primer encuentro de ambos había sido un éxito, uno que los mellizos Jo y Jon no pudieron olvidar en los siguientes días haciendo, por lo que diario la joven escuchaba el nombre de Cho en su casa. No sabía que tenía, y ni siquiera como lo había hecho pero, al parecer, Adrián se había ganado la admiración y el amor de sus hermanos y tenía el presentimiento de que pronto pasaría algo similar con otros miembros de su familia.
Sabina no podía dudar que Cho era el tipo de hombre que quieres presentar a tus tíos y primos sin temor a que caiga mal. O el típico joven que se mezcla sin problemas con tu grupo de amigos y, que al final, acaban siendo más amigos de él que de ti. Sin embargo, no se quería hacer ilusiones, ni pensar en más relación con él que no fuese laboral. Tenía que tomarlo despacio, sin prisa y sobre todo evitarlo lo más posible para, así, mantenerlo a raya y ponerle límites; si es que eso era posible.
Así, después de un malentendido, Sabina regresó a trabajar a la cafetería de Jaz, y de pronto, de un día para el otro Cho había hecho unos cambios en los días de descanso y apertura, propuesto un menú para desayunos y convencido a Jaz de rentar la parte de arriba de la cafetería para poner más mesas. Ahora cerraría los jueves, abrirían los domingos, los lunes venderían café a los oficinistas en un horario de siete a diez de la mañana y aumentarían el menú de postres para aprovechar las habilidades culinarias de la esposa de Jaz, además de comprar otra máquina de café para aumentar la producción.
⏤¿Por qué cambiaste que se cierre los jueves? ⏤ le preguntó Sabina mientras guardaba sus cosas y se ponía el delantal.
⏤Porque así los jueves puedo ir a cuidar a Jon y a Jo contigo ⏤ respondió el como si nada.
Sabina abrió los ojos y negó con la cabeza ⏤No, eso si que no.
⏤¿Por qué?
⏤Uno, porque no te lo pedí, dos porque no es tu responsabilidad y tres, porque no te lo pedí y cuatro porque mis padres no lo autorizaron y no puedo permitirlo.
⏤Vaya, muy buenas razones… ahora te diré las mías: uno hacemos buen equipo cuidando a los mellizos, dos necesitas ayuda y tres, les agrado y me extrañan.
⏤No son tan buenas razones… ⏤ le contestó Sabina, en ese tono que tanto le gustaba a Cho porque reflejaba que tenía la razón.
⏤Claro que sí ⏤ interrumpe Pili y ambos voltearon a ver a la niña de nueve años que se ponía su propio delantal ⏤ la otra vez tu madre le dijo a mi madre que los mellizos no dejaban de preguntar por él.
Sabina volteo a ver a Pili y le dio una mirada de “guarda silencio”, pero era muy tarde, Cho ya se había reído de la situación y había comprobado que tenía razón. Sabina volteó a verle y le respondió viéndolo a los ojos. ⏤Espero que disfrutes tus jueves libres ⏤ para después, tomar el trapo y lo que necesitaba para limpiar las mesas.
Cho, tomó el suyo y luego la siguió ⏤venga, un poquito de ayuda no te hará mal. Me gustan los niños, y por fortuna tus niños son los que me gustan más ⏤ pronunció, haciendo que Sabina abriera los ojos sorprendida con la frase ⏤ no de esa forma, tú sabes de cuál.
Ella trató de no reírse o sonreír ya que sabía que al hacerlo Cho sabría que se le había hecho gracioso el asunto y que no podía ser así. Sabina se puso las manos en la cintura y suspiró ⏤ no lo sé, lo voy a pensar.
⏤¿Qué hay que pensar?, yo te quiero ofrecer mi ayuda, mira, tengo muchos juegos que podríamos enseñarles, sé tocar la guitarra, contar cuentos y cocino las mejores papillas de España.
⏤Lo pensaré…
⏤¿Por qué no lo pones aprueba el jueves de Centro Comercial? ⏤ interrumpió de nuevo Pilar, haciendo que Sabina volteara a verla con la misma mirada de hace rato. ⏤Ups.
⏤¿Jueves de centro Comercial? ⏤ preguntó Cho. Sabina se abrió pasó entre los dos y siguió limpiando las mesas ⏤¿qué es eso?
⏤Nada.
⏤Es un día, una vez al mes, donde Sabina y yo nos vamos al centro comercial a gastar las propinas ahorradas. Es divertido, porque llevamos a los mellizos y compramos cosas y comemos muchas comida que no están en la dieta de Sabina.
⏤Pili, shhhhh ⏤ le pide ella.
⏤¡Guau!, suena divertido, ¿puedo ir? ⏤ preguntó.
⏤No.
⏤Puedo llevarlas en mi auto.
⏤No.
⏤¿En qué te irás entonces? ⏤ preguntó él.
⏤Nos vamos en metro ⏤ volvió a hablar Pilar y está vez la mirada de Sabina no la intimidó.
⏤¿En metro? ⏤ preguntó él, para luego reír ⏤¿por qué en metro?
⏤Porque Pili debe saber como usar el metro y moverse en él por cualquier emergencia o situación. ⏤contestó Sabina.
⏤Vale, y ¿qué pasa si llueve?, el pronóstico del tiempo dice que el jueves lloverá, ¿qué tal si el metro se avería y te quedas con los mellizos y Pilar en el metro?, en auto llegarías más rápido ⏤ insistió Cho.
Sabina dejó lo que estaba haciendo y volteó para encontrarse con la figura de Cho delante de ella, provocando en ella esos nervios que la hacían titubear y sonrojarse con su sonrisa y brillante mirada. Ella se distrajo por unos segundos y después de un suspiro dijo ⏤ no, Cho… no irás al jueves de centro comercial.
[…]
-Jueves-
Pili entró corriendo al centro comercial mientras, atrás de ella, venían Cho y Sabina empujando las carriolas con Jon y Jo sentados, moviendo las piernas emocionados y apuntando con las manos hacia las decoraciones del centro comercial.
⏤¡Chou, mira! ⏤ le dijo Jo, mientras trataba de llamar su atención.
⏤No puedo creer que me hayas convencido de que vinieras⏤ le dijo Sabina, mientras negaba con la cabeza. ⏤Cho le dio una sonrisa que iluminó su rostro ⏤ no sonrías ⏤ le pidió ella en un tono serio. Cho borro su sonrisa y negó con la cabeza, haciendo que Sabina se derritiera por dentro ante esa escena.
No cabía duda de que Cho estaba dispuesto a estar con ella, e incluso a pasar su día libre cuidando a sus hermanos pequeños y dando vueltas en un centro comercial con una pañalera sobre sus hombros y empujando a su hermanita de dos años. Si este era un truco de Cho para convencer a Sabina de que estuviese con él, se esforzaba demasiado, si lo hacía de corazón, entonces Adrián Cho era el hombre más lindo del mundo, además de guapo, simpático y atlético; y moría por Sabina, sí que era afortunada.
⏤Bien, ¿entonces?, ¿qué vamos a hacer? ⏤ habló él animado.
⏤Pues, no sé… ¿qué quieren hacer? ⏤ inquirió Pilar y los vio a los dos.
⏤¡Allá Chou! ⏤indicó Jon y todos voltearon a ver un local lleno de juegos, luces de colores y ruidos.
⏤¡Sí allá! ⏤ señaló Jo, ⏤vamos a jugar.
Sabina vio a Pilar ⏤¿eso quieres hacer?
⏤Sí, por qué no ⏤ le comentó para luego ver a Cho ⏤¿tu quieres, Cho?
Él volteó a ver a Sabina que aún traía ese rostro neutro que aún no le regalaba ni una sonrisa ⏤¿qué dices Sirena?, ¿vamos a jugar un rato?
⏤Vale, si es lo que quieren hacer…
⏤¡Sí! ⏤ gritaron todos juntos y ella sonrío.
Todos fueron hacia el local y en seguida Jo y Jon pidieron a los dos que los sacaran de las carriolas, para correr hacia el carrusel que había en el lugar ⏤¡vamos paballos!, ¡vamos paballos! ⏤le pidió Jon a Sabina.
⏤Vale, vale, vamos a los paballos ⏤ dijo ella mientras lo cargaba entre sus brazos y se subía al carrusel junto con él. Ella lo subió a un caballo azul con un sobrero de vaquero, y momentos después Cho apareció al lado subiendo a Jo en otro de color blanco.
⏤Sujétate fuerte, pequeña ⏤ le dijo con una sonrisa.
⏤Sí Chou ⏤ le dijo obediente.
Sabina vio como Pilar se subía a un caballo adelante de ellos y, en seguida, el juego comenzó haciendo que Jo dijera un “ohhhhh”, que los hizo reír a ambos.
⏤¿Cómo hacen los cowboys, Jon? ⏤ preguntó Sabina.
⏤¡Yija! ⏤ Expresó el niño rubio, para luego moverse como si el cabello estuviese cabalgando ⏤¡mira Jo!, ¡Yija!
⏤¡Yija! ⏤ lo imitó su hermana, para luego soltarse a reír.
Así, Sabina y Cho se vieron a los ojos y ella no dudo en sonrojarse, lo que derritió por dentro a Cho, y le hizo sentir que el corazón le latía muy rápido por dentro. Su lugar era ahí, con Sabina, no le importaba si tenía que cuidar a los hermanitos con tal de conocerla más, de ganarse su confianza y demostrarle que era un buen hombre, uno que en verdad quería todo en serio con ella y nada a medias.
Él, aún tomando a Jo de la cintura para que no se cayese del caballo se acercó a Sabina, que hacia lo mismo con su hermano, y le dijo cerquita al oído.
⏤ Ves como no tienes que hacer eso sola, yo te puedo ayudar… soy bueno con los niños, te lo dije.
Ella volteó a verlo al rostro y haciendo que la respiración de Cho se detuviera por unos segundos y sintiera esas cosquillas en sus labios que continuamente sentía al ver los de ella. Esos labios tan bonitos, tan carnosos y que desde hace tiempo atrás le robaban una sonrisa.
⏤Vale, lo admito… eres bueno con los bebés y niños, ¿eso querías escuchar? ⏤ preguntó.
⏤¿Qué tengo que hacer para hacerte entender que solo quiero estar contigo? ⏤ preguntó él, sin separar su vista de la de ella.
Sabina sonrío ⏤ si sobrevives este día en el centro comercial, tendrás mi atención… ⏤ contestó.
⏤¿Es un reto?, porque me gustan los retos.
⏤Solo sobrevive este día y… veremos.
⏤Veremos… ⏤ murmuró él, para luego guiñarle un ojo, haciéndola sonrojar.
Que bellos juntos.