De ida a Cancún, Karl ya no me dirigió la palabra y lo entiendo completamente. Sé que me pasé, que no debía hacer eso, pero, ya no puedo hacer nada. Solo esperar a que esto pase y que él esté disponible a hablar conmigo de nuevo. Sin embargo, sé que no está enojado. La forma en como me trata no ha cambiado, por lo que pienso que solo está pensativo y preocupado; solo espero que esto pase rápido.
Así, llegamos a un lugar donde bajamos las cosas y dejamos la camioneta que por un tiempo nos sirvió de casa y transporte, para luego tomar un carro que nos llevara al hotel en Cancún. Debo admitir, que tan solo entramos al lugar sonreí sin poderlo evitar. Era otro paraíso, tan bonito y lleno de espacios abiertos que uno se podía perder ahí si quisiera.
Llegamos a la recepción, Karl pidió la habitación y así, sin decirme nada, subimos al elevador que iba directo al sitio que sería nuestra despedida de México, nuestra escapada y que yo había arruinado.
⎯ Pasa ⎯ me pidió él, cuando abrió la puerta del lugar y una hermosa suite se desveló ante mis ojos.
Me quedo de pie viendo todo, sumamente sorprendida, y creo que lo que Karl me quiere mostrar es lo adaptable que puede ser; algo que me gusta. Puede vivir en un piso solitario hasta una suite de lujo en Cancún.
Él entra, enciende el aire acondicionado y después de dejar su maleta se quita la playera.⎯ Tomaré una ducha, estoy pegajoso por el calor ⎯ me comenta, para luego pasar de largo, entrar al baño y cerrar la puerta. Supongo que no estoy invitada a las famosas duchas de Karl.
Me quedo en silencio mientras escucho como el agua corre y salgo al hermoso balcón que hay frente a nosotros. Veo la luna que brilla, escucho las olas del mar y abajo como el comedor está listo para recibir a todos en la cena. La última vez que vine a Cancún me la pasé de club en club con mis hermanos y primos, gozando del ambiente de fiesta. No obstante, hoy, tengo ganas de quedarme aquí con él, que nadie nos moleste y arreglar esto antes de que esté roto.
Karl sale del baño unos minutos después, con la toalla amarrada a la cintura y secándose el cabello.⎯ Está libre por si gustas ⎯ me comenta, y yo asiento con la cabeza. Saco algo de ropa fresca de la maleta y después volteo a verle.
Observo como se pone una camiseta limpia, se quita la toalla y se pone un bóxer, para luego salir al balcón.
Supongo que debo darle tiempo, su espacio y yo debo hacerlo por igual, porque nunca me había sentido así. En otras ocasiones seguiría con mi vida, saldría de aquí y me olvidaría, pero, hoy, quiero arreglarlo.
Entro a la ducha y me doy un baño largo, desenredo mi cabello y por primera vez en días me pongo el tratamiento que utilizo para mis rizos.
Así, cuando salgo, noto que Karl aún sigue en el balcón, recostado sobre la hamaca. Cuando me acerco, noto que está profundamente dormido, supongo que debe estar exhausto, por lo que lo cubro con una manta y entro a la habitación. El día de hoy se ha terminado.
***
Suena el tono de “Pose” de Daddy Yankee
Mi móvil vibra sobre el buró de la habitación y yo abro los ojos de inmediato. La luz de sol ilumina todo y el olor a café recién hecho llega a mí.
Suena el tono de “Pose” de Daddy Yankee.
⎯ Voy ⎯ murmuro, para estirar la mano y tomar mi móvil como puedo. Cuando veo el nombre de Lila respondo.
⎯ ¿Diga?
⎯ Estas en alta voz ⎯ me advierte, y sé que posiblemente sea una llamada familiar.
⎯ Hola a todos ⎯ digo.
⎯ ¡Hola! ⎯ escucho parte de mi familia, y sonrío.
⎯ El día apenas empieza allá y acá y vamos por la comida… ¿Cómo estás? ⎯ pregunta mi madre.
⎯ ¿Cómo te trata México? ⎯ escucho a mi padre.
⎯ Bien, ¿qué días es? ⎯ pregunto, algo desorientada.
⎯ Sábado de wafes ⎯ escucho la voz de Luciano y me río bajito.
⎯ Tía Alegra, ¿cuándo regresarás con el tío Karl? ⎯ pregunta Fátima.
Cierto, Karl, pienso, y me levanto para notar que no se encuentra dentro de la habitación, pero, por lo visto, ha dormido a mi lado.
⎯ ¿Legra? ⎯ escucho la voz de Luciano.
⎯ Lo siento, yo… regreso en unos días.
⎯ ¿Pasarás Navidad aquí?, pensamos que te quedarías allá ⎯ escucho a David con ese tono de picardía, sé que sabe algo, pero no cederé a sus insinuaciones.
⎯ No, ya tengo listo el boleto de avión ⎯ respondo, mientras me pongo de pie y camino por el resto de la suite. ⎯ Llegaré con regalos y todo.
⎯ Sin promesas ⎯ me advierte mi madre.
⎯ Bueno, les llevaré un imán para el refrigerador.
⎯ ¡Guau!, ¡qué regalazo!, mejor tráenos algo más, no sé, ¿una noticia? ⎯ habla Sila, para después reírse bajito.
Niego con la cabeza. ⎯ ¿Les dijiste Luz Soledad Ruiz de Con Caballero? ⎯ le advierto a mi madre.
⎯ Uno, tu madre no se llama Soledad, es Necedades y dos, claro que nos dijo… ⎯ la defiende mi padre.
⎯ No es secreto de Estado Alegra, me informaron tan solo saliste de San Gabriel ⎯ escucho a Moríns.
Suspiro, para luego notar que Karl está afuera en otra terraza, sentado. ⎯ Escuchen, regresaré, no habrá novedades y con imanes para el refrigerador para todos, menos para mis hermosos sobrinos que les llevaré un juguete.
⎯ ¿Un juguete?, papá me dijo que podrías traernos un primito ⎯ habla Fátima.
⎯ Shhhh ⎯ escucho a Moríns.
⎯ Me tengo que ir ⎯ hablo ⎯, les quiero, menos a Moríns por prometer cosas que no se cumplirán.
⎯ Venga cuñada, si eres tú quién me adoras ⎯ lo escucho.
⎯ Adiós… Los quiero ⎯ termino la llamada, para luego abrir un poco más el ventanal del balcón. Karl al escucharme voltea y me sonríe.
⎯ ¿Café? ⎯ me pregunta.
⎯ Sí, gracias.
Camino hacia donde está él y veo que ha pedido casi un banquete para desayunar. Veo huevos, fruta, wafles y jugos. Me siento en una de las sillas y él se acerca a mí con una taza y la pone frente a mí.
⎯ Gracias.
Karl sonríe, y ahora sí siento que ha vuelto a ser él a un 100%. Tomo un sorbo y sonrío. Después pico con el tenedor un poco de fruta y la como. Él sigue viendo hacia la maravillosa vista que tenemos. Aun sin palabras.
Tienes que hacer algo, Alegra.
Entonces, me pongo de pie y sin que él lo espere me siento sobre su regazo. Karl sonríe, sé que eso no le molesta, y en seguida se acomoda.
⎯ ¿Pasarás el resto del viaje sin hablarme? ⎯ pregunto.
Karl niega con la cabeza. ⎯ Claro que no.
⎯ ¿Entonces?, ¿me dejarás escuchar tu hermosa voz?
⎯ Claro que sí.
Le doy un beso sobre los labios. ⎯ Lo siento, Karl, en serio, jamás pensé que te molestarías así. Sin embargo, tienes razón, no pensé en ti y me arrepiento mucho. Te prometo que ya no haré cosas así.
Karl me sonríe, acaricia mi mejilla y luego baja su mano por mi cabello. ⎯ Te creo ⎯ recita ⎯, en verdad solo de pensar que te podría pasar algo me asustó.
⎯ Pero ahora estoy aquí, entre tus brazos ⎯ le recito, para luego acomodar mi cabeza sobre su hombro. ⎯ Jamás me dejes de hablar, ¿quieres?
⎯ Estaba serio, pero, no te dejé de hablar. Simplemente, estaba pensando y reflexionando.
⎯ ¿Sobre qué?
⎯ Sobre qué habría hecho si algo te hubiese pasado, si podría salvarte la vida o no sé, si seguiría buscándote todavía en el mar. Porque me quedaría ahí hasta encontrarte.
Sonrío. Acaricio su barbilla y beso su mejilla. ⎯ Pero ya no pienses en eso, ¿sí?, no arruinemos los últimos días que tenemos.
⎯ Tienes razón, ¿qué es lo que quieres hacer hoy?
⎯ Playa, sol, piscina, comida y por la noche, ¿salimos? ⎯ le pregunto.
⎯ ¿A bailar?
⎯ No, a algo aquí en el hotel, porque solo quiero echar la flojera contigo, le confieso.
⎯ Bueno, entonces, hagámoslos. En ese orden, playa, sol, piscina, comida y cenar, ¿te parece?
Asiento con la cabeza, y me quedo así todavía, sentada sobre su regazo y disfrutando de su delicioso aroma.
⎯ ¿Qué pasa? ⎯ me pregunta.
⎯ Estoy echando la flojera contigo ⎯ le confieso y él sonríe. Karl me acomoda y luego besa mi cabello.
⎯ ¡Ay, Alegra!, eres ingobernable ⎯ me recita. Creo que ya no, pienso, pienso, pero no le digo nada. Solo sonrío y me quedo así, entre sus brazos, disfrutando de la vista, del momento y de él.