*Tres días después* 

Sé que con esconderme no gano nada, pero al menos así me mantengo lejos de los cuestionamientos de mi familia. Aunque mi madre y mi padre no me han dicho nada, supongo que están esperando a que yo me acerque a ellos para contarles todo. 

He llorado mucho, sobre todo por las noches, cuando estoy solita en mi habitación y me acuerdo de la mega cagada que hice. Al mismo tiempo, siento que no merezco llorar, que yo ya sabía lo que hacía y solo se salió de control. 

Ahora, después de un tiempo, entiendo que tantas reglas y condiciones que eran para mantenerlo alejado a él, en realidad, era para mantenerme a raya a mí. Siempre supe que era su sonrisa, ese destello azul de su mirada, la forma en que me trataba. Me sentí cómoda entre sus brazos y me dio medio de caer en algún tipo de trampa; ahora lloro como María Magdalena. 

También, he estado pensando en la última salida que tuvimos juntos antes de que yo dijera esa frase tan terrible. Esa cita que si era cita que me empujó al límite. Karl no hizo nada, simplemente fue él, más emocionado y amoroso. Me regaló el dije, lo puso en mi cuello con delicadeza para luego abrazarme por detrás y murmurarme que lo hacía feliz. 

Karl nunca me dijo te amo, pero ahí supe que también lo hacía. En lugar de voltear y decirle que yo también decidí pensar en otras cosas. De pronto, el miedo se apoderó de mí, los pensamientos me ganaron y al final, lo arruiné. Si sirve de algo, me arrepentí tan solo lo dije, pero supe que era demasiado tarde. Era la segunda vez, en todo este tiempo, que prácticamente le negaba algo más que una amistad, supuse que no tenía derecho a más. Y con lo que vi, creo que él decidió seguir con su vida, y está bien, pero ahora, ¿cómo puedo seguir con la mía cuando sé que la arruiné? 

⎯ Al parecer eres el alma de la fiesta ⎯ escucho la voz de Moríns detrás de mí. 

Hoy, como todos los viernes, tenemos la cena de pizza y chelas en mi casa; sin embargo, yo no tengo ganas de ninguna de las dos. Esta reunión siempre da pie a que terminemos en el bar de Cho, pero, la verdad, lo único que quiero es estar sola y por eso, me vine a la casita del árbol de Fátima, una nueva construcción de mi tío Robert. 

⎯ ¿Qué no viste el letrero? ⎯ le digo a Moríns ⎯, no se permiten niños. 

Sin embargo, a mi cuñado no le importa, y sentándose a mi lado me da una botella con cerveza completamente nueva. 

⎯ Fátima no se enterará, anda muy feliz con sus primos ⎯ se excusa, para luego suspirar. 

Nos quedamos en silencio, mientras ambos vemos hacia la casa que se encuentra completamente iluminada, con música, ruido y risas. La del árbol se encuentra a oscuras por completo. 

⎯ ¿Todo bien? ⎯ me pregunta. 

⎯ Sí, solo estoy un poco cansada. 

⎯ Venga Alegra, te conozco desde que eres chica y sé que no estás bien. Puedes fingir todo lo que desees, pero es evidente. 

⎯ Solo quiero estar sola, ¿vale? 

⎯ Pues naciste en la familia equivocada ⎯ señala y yo esbozo una leve sonrisa. ⎯ Vamos, deja que el buen Moríns te escuche. 

⎯ El buen Moríns ⎯ repito y en ese momento me acuerdo de las veces que nos decía a Lila y a mí esa frase para después hacernos entrar en razón. 

⎯ Hace mucho que no decías esa frase. Recuerdo que la usabas cuando defendías a Sila y nos explicabas todo sobre ella. Nadie la entiende como tú. 

⎯ Es un don, ¿sabes?, tengo el don de entender a los Canarias… ⎯ Bromea.

Suspiro, tomo un poco de cerveza y le veo a los ojos.⎯ Moríns, ¿cómo lo superaste?, ¿cómo superaste que mi hermana te haya dejado plantado en el altar? 

Ahora es él quien suspira.⎯ Lo hice porque la amo. 

⎯ Pero te dejó plantado, se fue, te rompió el corazón, ¿cómo te sobrepones de un corazón roto?, ¿cómo lo curas? 

⎯ Pues, al principio, no fue fácil, lo admito, pero, el amor que sentía por Sila era mucho más grande, y después de eso vino la comprensión, el entendimiento, el ponerme en sus zapatos y sentir lo que ella sentía. Y ahí, querida Alegra, fue cuando me di cuenta de que ella me amaba, solo estaba un poco confundida y que era mi oportunidad. 

⎯ ¿Para qué? 

⎯ Para ser su polo a tierra. Tu hermana siempre fue mi dirección, la que mantenía enfocado y en el camino. Luego llegó mi turno de que yo lo fuese y, no lo iba a dejar solo porque una vez perdió el camino, ¿cierto?, cuando yo lo perdí muchas veces. 

⎯ Entonces, ¿no hay rencor ya?, ¿nada? 

Moríns niega con la cabeza.⎯ Nada. Además, no tengo tiempo. Tenemos cuatro hijos, ¿dime en qué momento tengo tiempo para el rencor? ⎯ bromea y yo me río bajito.⎯ Después de lo que le pasó a Sila me di cuenta de que no podía pasar el resto de mi vida recordando un episodio tan gris, que la vida era ahora y si la tenía de regreso era por una razón y no precisamente para humillarla o decirle: ¿recuerdas cuando me dejaste plantado?. No, Alegra, era para amarla con todo mi ser y ser amado. 

Sonrío y automáticamente coloco mi cabeza sobre su hombro.⎯ Creo que yo arruiné mi oportunidad. 

⎯ Me contó Lila lo de Karl… ⎯ habla. 

⎯ No sé por qué tengo tanto miedo a enamorarme. 

⎯ No, tienes miedo a que alguien se dé cuenta de lo genial que eres, y ya no te quiera dejar ir. O más bien, tienes miedo a arruinarlo cuando estés con alguien. Es ese auto sabotaje que te corre por las venas. ¿Recuerdas cuando concursaste en tu escuela en ese espectáculo de talentos? 

Me río.⎯ Ya nadie se acuerda Moríns. 

⎯ Yo sí. Recuerdo que trabajaste todo el mes en esa canción, ¿cómo iba? 

⎯ Era la de “Cielo Rojo”, la favorita de mi abuelo.

⎯ Esa, pasaste un mes practicándola, la cantabas a la perfección por toda tu casa, con una excelente voz. 

⎯ No tan…⎯ trato de decir y él me voltea a ver ⎯, bueno está bien ⎯ me río. 

⎯ Incluso, quedamos que yo te acompañaría en la guitarra, ¿no? 

⎯ Sí. 

⎯ Y cuando llegó el día, te diste cuenta qué pasarías adelante de la chica más popular y ni siquiera la habías escuchado y te echaste para atrás. Nadie pudo escucharte, no participaste y lo único que dijiste fue que no te sentís preparada. 

 ¡Diablos!, Moríns sí que tiene buena memoria. 

 Bueno, eso no quiere decir… 

⎯ Tengo una lista, no quiero deprimirte. En resumen, Ale, es que siempre cuando vas a dar el paso importante te haces para atrás. Es como si no quisieras fallar como si fallar fuera fatal. Siempre te burlabas de Sila por ser tan perfecta y tan recta, pero al menos ella se atrevió a fallar, a sentir el peso de las consecuencias e hizo algo. Ahora falla más veces que nadie en este mundo. Pero a ti te da miedo, y en lugar de aventarte y decir “¿Qué puede pasar?”, te haces millones de escenarios en tu mente y prefieres huir. 

⎯ Era darme un consejo, no devastarme, cuñado. 

⎯ No, no… Necesitas una buena sacudida. La cagaste con Karl, está bien, y, ¿qué vas a hacer? 

⎯ Pues… 

⎯ ¿Llorarás en una casa del árbol al lado de un peluche de la vaca Lola? ⎯ y al voltear veo que he puesto el peluche a mi lado como si me hiciese compañía. 

⎯ Es que no encontré al caballo pecherón ⎯ respondo. 

⎯ Tú eres la vaca y Karl es tu caballo, él hace que tu granja funcione y le dediques canciones. 

⎯ Dios, pasamos mucho tiempo escuchando eso… 

⎯ Pero sirve. Lo que te quiero decir es que si amas a Karl, si en verdad quieres recuperarlo, debes luchar por él hasta el final. No te quedes mirando desde lejos el espectáculo de talentos cuando sabes que tú también eres una estrella. Así que en ti queda, o sigues llorando, o te levantas, te recuperas y vas por ello. 

⎯ Gracias ⎯ le digo con ternura, para abrazarlo. 

⎯ Para eso somos los cuñados. Los Moríns entienden a los Canarias, es un don. 

Me río. Moríns y yo brindamos y ya más tranquila le comento ⎯ la solución también sería que Calypso se fuera ⎯ bromeo ⎯ lo bueno es que se quedará poco tiempo. 

⎯ Hmmm, no lo creo ⎯ me contesta, Moríns. 

⎯ ¿Cómo que no lo crees? 

⎯ Pues, tu padre la contrató por tiempo indefinido, lo anunció esta mañana. 

⎯¡QUÉ! ⎯ expreso, y no sé por qué me lo he tomado muy personal. 

⎯ Es lo que sé, yo no me meto con el hospital. 

Entonces, sin poder contenerme, me levanto y salgo de la casita del árbol lo más rápido que puedo. 

⎯ ¡Alegra!, ¿dónde vas? ⎯ grita Moríns, pero yo ya no le hago caso. Simplemente, me dirijo a la casa, entro a la sala y con la mirada busco a mi padre. Cuando lo veo en la cocina lavando los trastes junto con Fátima expreso mi furia. 

⎯ ¡Me traicionaste! 

Mi padre se da la vuelta y levanta la ceja sin entender. Fátima se voltea y me grita. 

⎯ ¡No le hables así al abuelo, grosera! 

⎯ Así es, no le hables así al abuelo ⎯ repite mi padre con moderación. 

⎯ ¡Contrataste a Calypso Jones en el hospital! 

⎯ Claro, la recomendó Karl y es excelente neurocirujana, ¿qué tiene de malo? ⎯ pregunta y no sé si se está haciendo el inocente o es una confabulación. ⎯ ¿Desde cuándo debo consultar con la familia mis contrataciones en el hospital? 

⎯ ¿Cómo que Karl te la recomendó? ⎯ se me sale, y son mis celos los que hablan. 

⎯ Sí, lleva meses hablando de ella, Calypso esto, Calypso aquello. El contrato de Calypso estaba por terminar, así que aceptó quedarse aquí. Además, me dijo que tenía buenas razones para establecerse en Madrid, todo encajó perfecto.

⎯ ¡Claro que sí!, ¡CLARO QUE SÍ! ⎯ expreso, completamente enojada y celosa. 

⎯ Abuelo, creo que esto se trata sobre el tío Karl ⎯ habla Fátima. 

⎯ No se trata de Karl, claro que no, no se trata… para nada y no es tu tío ⎯ y ahora me siento como idiota hablando tonterías, mientras camino de un lado al otro de la cocina.

⎯ Claro que sí, es el Tío Karl, y yo lo quiero… ⎯ reafirma.

⎯ ¿Qué razones?, ¿te las dijo? ⎯ le pregunto a mi papá.

⎯ No, ni yo pregunté ⎯ contesta tranquilo ⎯, no me meto en la vida personal de los demás. 

⎯ ¿Desde cuándo, David Canarias? ⎯ inquiero. 

⎯ ¿Me estás diciendo chismoso, a caso? 

⎯ Uhhhhh ⎯ hace Fátima, y mi papá se ríe.

⎯ Fátima… ⎯ murmuro y mi sobrina se ríe.

⎯ La niña no tiene la culpa de lo que te está pasando.

⎯ Es que esto es serio… ⎯ le comento. 

⎯ Y lo que te digo también. Yo no lo veo nada de malo. Además, ella fue quién ayudó a tu hermana a recobrar la mayoría de sus habilidades después del accidente. Creo que es una buena adquisición para el hospital, ¿qué tiene de malo?

⎯ Sí, tía Alegra, ¿qué tiene de malo? ⎯ pregunta Fátima. 

⎯ No, claro que no, no tiene nada de malo ⎯ respondo, para luego darme la vuelta y salir furiosa del lugar. 

⎯ ¡Hija!, ¡no te vayas, hablemos! ⎯ me pide mi padre, pero yo voy hacia la sala, donde mi hermano David se encuentra sentado jugando un videojuego de carreras junto con Daniel, y sin dejarlo terminar lo tomo del brazo. 

⎯¡Oye! ⎯ me reclama ⎯, estaba por ganar.

⎯ Vamos, necesito unos tequilas ⎯ contesto, mientras lo jalo. Solo necesito salir de ahí.

One Response

  1. M E S E S . . .

    Así lo leí… hace “meses” estaba en algo con Alegra…
    Nah, Cali es solo amiguis, lo presiento -quiero que solo sea eso-

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