-Al día siguiente- 

⎯ Alegra, Alegra ⎯ escucho una voz cerca de oído ⎯, Alegra, despierta… ¡Despierta ya! 

Abro los ojos lentamente y siento cómo todo se mueve en círculos mareándome de inmediato. Los vuelvo a cerrar para poder controlar la típica “cama loca” y de inmediato bajo un pie para hacer tierra. 

⎯ ¡Alegra!

⎯ Ya voy ⎯ le contesto a mi hermana, ya que reconocí su voz esta vez. 

⎯ Levántate, tenemos que ir al hospital ⎯ me murmura. 

⎯ ¿A qué?, ni que fuera esto tan grave. 

Abro los ojos y veo que mi hermana pone frente a mí un vaso con un líquido naranja, el famoso Prairie Oyster que nos enseñó Cho. 

⎯  La abuela, está internada en el hospital. 

⎯  ¿Qué? ⎯  pregunto, levantándome tan rápido que la cabeza me duele terriblemente. 

⎯  Sí, se cayó en la madrugada en el baño y al parecer se rompió el fémur. Venga, que vamos todos para allá. 

Tomo el vaso con el líquido naranja y bebo sin poner pretextos. Puedo sentir el huevo crudo, la salsa inglesa, la sal y la pimienta, así como la salsa tabasco. 

⎯ ¡Dios! ⎯ expreso. 

⎯ También le llevé uno a David y al parecer Daniel recibe el mismo tratamiento. 

⎯ ¿Qué pasó? ⎯ pregunto, para después hacer pinza en la nariz y tomarme de un sorbo el resto del líquido. 

Mi hermana duda, pero luego respondo.⎯ Pues, te fuiste con David al corazón Espinado, y de pronto, el resto llegamos. Bueno, solo Daniel, Héctor y yo. Empezaron los tequilas y eso, más la noche de karaoke. 

⎯ ¿Hubo Karaoke? ⎯ pregunto. 

⎯ Así es… 

⎯ No me digas que… 

Lila saca su móvil y de pronto me veo cantando y bailando sobre la barra, intentando cantar algo que ni yo entiendo. 

⎯ ¿Qué canción se supone que es? 

⎯ I will survive, de Gloria Gaynor. Fue una de las que logré grabar. O más bien, la que tuvo mejor final, porque te caíste de la barra y diste el ranazo ⎯ comenta para luego reírse. 

⎯ Ahora entiendo el dolor en las costillas ⎯ hablo. 

⎯  En fin, esa fue una de las tantas que interpretaste, también David y Daniel se echaron sus hits, ¿en qué momento salieron tan fiesteros? ⎯ pregunta. 

Suspiro ⎯¿hice algo más…? ⎯ pregunto preocupada. 

⎯ Pues… 

⎯ ¿Lila, Alegra? ⎯ escucho la voz de David al otro lado ⎯ el chofer sale al hospital en cinco minutos. 

En eso siento una arcada que recorre mi cuerpo y sé que el remedio de Cho ha dado en el punto. Me pongo de pie y corro hacia el baño. 

⎯ ¡Danos quince! ⎯ grita mi hermana mientras yo me desvivo enfrente del váter. 

***

Llegamos al hospital, tres de nosotros con gafas oscuras y dos con esa sonrisa malvada de que saben que nos tienen a su merced. Cualquier ruido fuerte o algo que nos moleste es un arma poderosa para torturarnos. 

⎯ ¿No se les antoja unas lays? ⎯ pregunta Héctor, sabiendo que el ruido de la bolsa nos matará. 

⎯ O agua con mucho hielo ⎯ agrega Lila. 

Los tres volteamos a verles con rostro de pocos amigos. Juro que todavía huelo el tequila en mí, y supongo que otra mezcla de bebidas. 

Llegamos a la isla de enfermeras y Lila pregunta por la habitación de nuestra abuela. 

⎯  La señora Lafuente se encuentra en la suite Canarias ⎯ nos dice como si fuera obvio, o al menos así lo sentimos. 

⎯ Gracias ⎯ agradecemos los cinco y caminamos hacia allá. 

Gracias al cielo, las gafas ayudan contra las luces del hospital, lo que no, son esos incesantes aparatos con ruiditos y los anuncios por la bocina. 

Los cinco llegamos al fin a la habitación y podemos ver a nuestros padres, a mis tíos Manu y Ainhoa, a Sila y a Moríns y por su puesto, a mi abuela recostada en la cama con su inseparable Esme al lado. 

⎯ Mamá, no está en discusión, vivirás con nosotros, Ainhoa y yo lo hemos decidido ⎯ habla mi padre, aunque yo siento que son gritos. 

⎯ No, no sean necios… Yo me quedo en mi casa en Ibiza, ahí es donde pertenezco ⎯ habla mi abuela, decidida. 

⎯ Si te hubiese caído en Ibiza hubiésemos tardado más tiempo en llegar, ¿qué no entiendes?, no seas necia mamá ⎯ le pide Ainhoa. 

⎯ No, me operan, pero me regreso a Ibiza. 

⎯ Esme, hazla entrar en razón, ¿quieres? ⎯ le dice mi padre. 

Esme encoge los hombros ⎯ ¡Ay, niño David!, ¿cómo? 

⎯ No sé, como siempre lo has hecho. Literal estás con ella desde los catorce años, debes saber cómo. 

⎯ No metas a Esme en esto, ¿entiendes?, no me quedaré a estorbar en tu casa, para eso tengo la mía ⎯ contesta y la firmeza de mi abuela es total. 

Ainhoa voltea a ver a mi padre.⎯ ¿Y entonces? ⎯ pregunta. 

⎯ Que la operen, se fracturó el fémur en dos, cuando despierte veremos que opina de un viaje a Ibiza… ⎯ contesta, y el tono de mi padre ya no es de hijo, sino de guardián de mi abuela. 

⎯ No me contestes así, que no te críe de esa manera ⎯ le regaña. 

⎯ Abue, tranquila, todo saldrá bien ⎯ le consuela Sila. 

Al parecer, la discusión está tan buena que nadie se ha percatado de que estamos ahí. Hasta que la mirada de Moríns fija su mirada en nosotros y sonríe. 

⎯ ¿Qué caritas? ⎯ habla. 

Todos voltean a vernos y odio cuando somos el centro de atención.⎯ Buenos días ⎯ habla Daniel. 

⎯ ¿Días?, dirás tardes ⎯ corrige mi mamá ⎯, ¿estuvo buena la fiesta? 

⎯ Madre, no nos tortures, solo regáñanos ⎯ contesta David. 

⎯ ¿Regañarlos de qué? ⎯ pregunta, para luego reírse. 

Mi padre me ve a los ojos y sé que él y yo tenemos una plática pendiente que dejé en la cocina. Sin embargo, no me dice nada y solo habla ⎯ haremos turnos para cuidar a su abuela. 

⎯ ¡Ah no!, ¡eso sí que no!, nadie… 

⎯ Mamá, basta… ⎯ le interrumpe Ainhoa, para luego vernos a los cinco ⎯ haremos turnos para relevar a Esme hasta que la abuela salga del hospital, luego ya veremos. 

⎯ No veremos nada… ⎯ contesta mi abuela. 

⎯ Luego tú y yo nos echaremos una platicadita, Fátima Lafuente. 

Mi abuela voltea y ve a Esme ⎯ ¿Escuchas?, uno los cría y luego pasan estas cosas. 

⎯ Yo me quedo con la abuela ⎯ dice Héctor de inmediato, y juro que todos le amamos. 

⎯ ¡Mi nieto bello! ⎯ expresa feliz mi abuela. 

Así, después de saludar a mi abuela, los cuatro salimos, y nos unimos a la reunión de Canarias y Ruiz de Con que hay en el pasillo. Todos se ponen de acuerdo en donde será mejor para mi abuela y Esme quedarse si en la casa de uno o de otro. Al final, queda que se quedará con mi papá en caso de tener que administrar medicinas y porque hay una recámara en la planta de abajo. 

⎯ Confío en ti de que la convencerás ⎯ le dice mi padre a mi tía. 

⎯ Déjamelo a mí, si te convencí de otras cosas ⎯ bromea. 

Los cuatro voltean a vernos y se ríen.⎯ Unos chilaquiles y se les reinicia la vida ⎯ dice mi padre.

⎯ Basta…⎯ responde Daniel. 

⎯ No tienen que quedarse aquí. A su abuela la operan mañana por la mañana y nos quedaremos su Tía y yo, pero, a partir de mañana, si haremos turnos hasta que la den de alta, recuerden que Esme a no es una niña para que pueda cuidarla. 

⎯ Aun así, esperaremos un poco aquí, por cualquier cosa ⎯ dice David. 

⎯ Bien, si quieren se pueden regresar con el Tío Manu en dos horas, ya que tiene que ir a ver algo la editorial ⎯ suspira mi padre ⎯ vamos alma, que tengo que ir a dar órdenes de los exámenes preoperatorios ⎯ me ve ⎯ Alegra, hija, tú y yo tenemos una plática pendiente, no se me olvida. 

Los cuatro se alejan y nos dejan en medio del pasillo. Vemos cómo la abuela platica con Héctor y a Esme como siempre a su lado. 

⎯ ¿Alguien quiere un café o algo? ⎯ pregunta Lila. Los tres con resaca levantamos las manos al instante. ⎯ Bien, me traen uno con leche ⎯ contesta y sonríe. 

⎯ Yo voy ⎯ admito mi derrota y camino por el pasillo, en modo zombi, hacia el elevador para bajar a la cafetería. 

Mientras el elevador baja, busco desesperada una aspirina en mi bolsa pero, al parecer, me las he acabado todas. 

⎯ Mierda ⎯ murmuro, y cuando las puertas del elevador se abren me quedo paralizada al ver la figura de Karl frente a mí. 

Él todavía no se ha dado cuenta de que estoy dentro del elevador, ya que viene revisando unos papeles, por lo que presiono el botón de estacionamiento con la esperanza de que se cierre la puerta y no me vea; evidentemente el plan falla. 

⎯ ¡Ey, Alegra! ⎯ me saluda, deteniendo la puerta con sus manos ⎯ ¿bajas aquí? 

⎯ Hola Karl, este, sí… Voy a la cafetería ⎯ y no sé por qué le di tanta información. 

⎯ Perfecto, te acompaño ⎯ sugiere, y me pide que baje del elevador. 

No es el mejor momento para ver a Karl, no solo por la resaca, sino porque todavía no estoy bien del todo conforme a lo que pasó. Sin embargo, él se ve bastante tranquilo e incluso feliz. 

⎯ Me enteré de que tu abuela se accidentó, ¿está bien? ⎯ me hace la plática. 

⎯ Sí, al parecer es una fractura de fémur. 

⎯ ¡Qué mal! ⎯ expresa de verdad preocupado ⎯, pero estoy seguro de que saldrá bien, es una mujer fuerte. 

⎯ Sí, sí lo es ⎯ respondo. 

Llegamos hacia la cafetería y yo pido tres cafés cargados y uno con leche para Lila. Karl pide un capuchino y mientras esperamos nos vemos de reojo. Sé que tiene algo que decirme, pero no sé cuándo me lo dirá. 

⎯ Aquí tiene… ⎯ habla la señorita. 

⎯ Gracias ⎯ agradezco para luego darme la vuelta y salir de ahí. 

⎯ ¡Alegra! ⎯ llama mi nombre y yo volteo a verle ⎯ necesito hablar contigo. 

⎯ ¿Ahora? ⎯ pregunto, mientras el corazón se me acelera. 

⎯ Sí, creo que tienes varias cosas que explicar ⎯ comenta. 

Camino hacia donde está él y dejo el resto de las tazas de café sobre la mesa, tomo el mío, le doy un sorbo y al sentir el sabor hago una mueca de rostro completo. 

⎯ Dime, ¿en qué puedo servirte? ⎯ pregunto, haciéndome la desinteresada. 

⎯ ¿Podrías decirme qué es esto? ⎯ pregunta, y saca su móvil y veo que tiene prácticamente unos diez audios de WhatsApp de mi parte. 

⎯ No sé, no tengo ni idea ⎯ digo, y en realidad no tengo ni idea. 

⎯ ¿Segura?, me los enviaste a las tres de la mañana. 

⎯ Un error del WhatsApp. Debe ser otra Alegra. 

⎯ Eres la única Alegra. 

Suspiro.⎯ Bueno, y ¿qué pasa? ⎯ pregunto, mientras tomo otro sorbo. 

⎯ Esto. 

En eso Karl aprieta el botón de play en el audio y de pronto se escucha mi voz gritando. 

” Vuelveeeeeeeeeee, que sin ti la vida se me vaaaaaaaaa, vuelveeeeeeee que me falta el aire si tú no estás” 

Al escuchar eso escupo el café y comienzo a toser. No puedo creerlo, le mandé audios a Karl cantando. 

⎯ Pues… 

⎯ Este es mi favorito ⎯ habla divertido, y al presionar escucho de nuevo mi voz. 

” Pongaaaaaaaan vuelveeeeeeee” 

⎯ ¡Ay Dios! ⎯ murmuro, muerta de pena. 

⎯ Y este ⎯ continúa. 

“Que no quede huella de ti, ni de los besos que te di, para convencerme mejor que yo, ya te pediiiiiiiiiii” 

Al parecer el último es a dueto con David. 

⎯ Y este… 

⎯ Karl. 

⎯ No espera, esta no la conozco… ⎯ dice divertido. 

“Tatuajes de tus besos llevo en todo mi cuerpo, tatuados sobre el tiempo, el tiempo que te conocí, se me hizo vicio ver tus ojos, respirar tu alientooooooo, me voy, pero te llevo dentro de mííí” 

⎯ Esa no soy yo, es Lila ⎯ miento, pero el mismo audio me delata. 

“Ya Alegra por el amor de Dios, deja el móvil” y el audio se corta. 

⎯ Supongo que ese fue el tequila que raspa, ¿no? ⎯ bromea ⎯, en fin, ¿me puedes explicar? 

⎯ Bueno… ⎯ comienzo, tratando de buscar las palabras correctas. Los ojos de Karl se unen a los míos y me sonríe. 

⎯ ¿Bueno? 

⎯ Pues… Yo estaba de fiesta y pues… 

⎯ ¿Y pues? ⎯ insiste. 

⎯ Yo, mira Karl, es que la verdad es que yo.  

⎯ ¿Y mi café? ⎯ escucho la voz de David detrás de mí. 

¡Demonios David!, grito dentro de mí. 

⎯ Hola Karl. 

⎯ David… 

Mi hermano toma el café y da un sorbo. De pronto, mi dolor de cabeza vuelve al ver a Calypso Jones entrar por la puerta y venir hacia nosotros. 

⎯ ¡Cariño!, te he estado buscando por todos lados, ¿qué no recuerdas nuestra cita? 

⎯ Sí, claro, pero me crucé con Alegra y quería saludarla y verla. 

⎯  ¡Alegra!, ¡qué gusto verte! ⎯ me saluda. 

Matennmeeeeeeee, pienso. 

⎯ Igual ⎯ mi hermano me da un codazo y yo reacciono ⎯, él es mi hermano, David. 

⎯ Sí, ya nos habíamos visto antes ⎯ contesta simpática. Se hace el silencio entre los cuatro, luego ella continúa ⎯ vamos Cariño, no quiero que se nos pase la cita. Sabes que la hemos pedido desde hace meses. 

⎯ Cierto… ⎯ reacciona Karl, que al parecer se ha ido en un viaje por su mente. ⎯ Nos retiramos, tenemos una cita importante, pero, ¿nos vemos por aquí? 

⎯ Sí, sí, supongo, es el hospital de mi papá ⎯ contesto como idiota. 

⎯ Eso es verdad… hasta luego David ⎯ se despide y me regala una sonrisa. 

⎯ Adiós ⎯ responde mi hermano, y luego los vemos partir. 

Cuando veo que salen por la puerta camino hacia la pared y comienzo a pegarme levemente sobre la frente. Soy una idiota, es lo que soy. 

⎯ ¿Todo bien? ⎯ pregunta mi hermano. 

⎯ ¿Estarías dispuesto a matarme si te lo pido?, nada glamoroso, solo una puñalada por la espalda ⎯ le reclamo. David se ríe para después quedarse callado ⎯, ¿qué? 

⎯ No te da curiosidad. 

⎯ ¿Qué? 

⎯ Esa cita importante que tienen hoy. 

⎯ No. 

⎯ ¿Segura?, porque a mí me sonó que es importante. 

⎯ No. 

⎯ ¿Segura?

David es especialista en encender mis alarmas, desde pequeño es así y por él hemos descubierto cosas buenas y malas. 

⎯ Basta, vamos con la abuela y Lila. 

⎯ ¿Segura? ⎯ pregunta, para luego mostrarme las llaves del auto de papá. 

⎯ ¿De dónde?, ¿cómo? ⎯ pregunto asombrada. 

⎯ Si salimos ahora, él no se dará cuenta…⎯ insiste, y de pronto nuestras miradas se ponen de acuerdo. 

Me volteo a uno de los chicos de servicio de la cafetería ⎯  ¿Creen que puedan subir esto a la Suite Canarias, para Lila y Daniel Canarias Ruiz de con ⎯ resumo, para después salir con mi hermano de ahí.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *