Para mi mala suerte, Moríns no estaba en el conglomerado, sino en su casa, así que regresar fue toda una tortura. David y Daniel definitivamente no llegaron a sus citas y el tráfico estuvo peor de regreso. Aun así, logramos llegar aunque creo que no fuimos muy bien recibidos. Ya que al tocar la puerta apareció Moríns envuelto en una bata y con el cabello despeinado.
⎯ Dime que no tengo que ir a la policía ⎯ fueron sus primeras palabras.
⎯ No.
⎯ Más vale que sea importante ⎯ me pide.
⎯ ¿Podemos pasar? ⎯ pregunto.
⎯ No ⎯ responde, mientras cierra un poco la puerta para que no veamos hacia adentro.
Todos nos quedamos en silencio, sabemos que algo está pasando, pero no queremos decirlo.
⎯ Hace mucho frío ⎯ me respalda David.
⎯ No pueden pasar, ¿qué quieren? ⎯ pregunta Moríns, algo apurado.
⎯ Bueno, fuimos al piso de Karl y me enteré de que está de viaje, al parecer se fue a su despedida de soltero ⎯ hablo.
⎯ ¿Y? ⎯ pregunta ⎯ ¿para eso me interrumpiste mi noche de…? ⎯ y luego guarda silencio.
⎯ ¿Noche de qué? ⎯ trata de averiguar Daniel.
⎯ De nada, ¿solo para eso me interrumpiste? ⎯ me insiste.
⎯ No, sé que hablas mucho con Karl y quería saber si sabes tú sabes dónde se fue.
⎯ ¿Para qué? ⎯ pregunta.
⎯ Pues, porque necesito esa información.
⎯ ¿Para qué?
⎯ Para cosas.
⎯ ¿Cómo qué? ⎯ vuelve a preguntar.
⎯ Pues… cosas.
⎯ ¡Dile donde fue por el amor de Dios! ⎯ se escucha la voz de Sila, y luego abre la puerta envuelta en un albornoz blanco.
Todos nos quedamos en silencio, al parecer ya sabemos de qué se trata tanto misterio.
⎯ Recuerda que solo tenemos a Jo por otra hora y luego los niños regresan ⎯ comenta.
⎯ ¡Ea!, pícara… ⎯ hace David, burlándose.⎯ ¿Practicando el quinto hijo?
⎯ ¡Solo cállate! ⎯ le pide Sila y luego me ve ⎯ se fue a Toledo, ¿feliz? ⎯ me contesta.
⎯ ¿A Toledo? ⎯ pregunto.
⎯ Sí, no sé a qué, pero me dijo que se iría para allá, ahora, ¿podemos cada quién irse a sus casas? ⎯ Propone.
⎯ Bueno, al menos uno de los tres se estará divirtiendo esta noche ⎯ contesta David.
⎯ Solo váyanse, mi tiempo es oro, tienes tu respuesta… Adiós ⎯ contesta Sila, para luego cerrar la puerta.
⎯ ¿Puedes creer que contraten una niñera para tener sexo? ⎯ pregunta Daniel.
Salgo de la casa de Sila y camino hacia la acera, de pronto volteo a ver a David y le sonrío, él lo hace también, para después comprender.
⎯ ¡Ah, no!, no, no, no… ⎯ comienza a negar.
⎯ Venga, Toledo está a una hora y media de aquí.
⎯ Lo sé, pero no, no, no, no… No lo haré. Si quieres ir a hacer lo que planeas, no estará yo ahí.
⎯ Por favor ⎯ le ruego.
⎯ No, es un no… Ahora, si me disculpas, iré a hacer lo mío. Vámonos Daniel.
Ambos se suben al auto y me dejan ahí, de pie, en medio de la acera sin más que hacer.
⎯ ¡Demonios! ⎯ murmuro.
Supongo que esta noche, no es mi noche.
***
Son prácticamente es la una de la mañana y yo doy vueltas en la cama sin parar. No puedo dormir, después de todo lo que está pasando me es imposible, por lo que me rindo y me pongo de pie.
Trato de quitarme la idea de la cabeza, de no hacer una tontería, pero, al parecer, es demasiado tarde. Esta ha entrado en mí como si fuera una semilla y lo único que hago es dar vueltas para ejecutar mi plan, ese que he hasta soñado.
⎯ ¿Qué tal difícil puede ser, Alegra? ⎯ me pregunto. ⎯ Tal vez sea la única oportunidad que obtengas, tal vez no haya más ⎯ me convenzo, aunque si se lo digo a Lila me dirá de inmediato que estoy mal. ⎯ ¿Qué puedes perder?, digo, él no ya lo tienes.
Supongo que el auto-convencimiento es más fuerte que el ser consciente, así que me pongo de pie, y sin pensarlo mucho me visto.
⎯ Tu padre dijo que no hay peor lucha que la que no se hace, y quiero pensar que es la justificación que necesito.
Así, tomo mi bolsa, y salgo de mi habitación en puntillas para que nadie me escuche. Camino escaleras abajo y me meto al cuartito de la cocina donde veo todas las llaves de los autos.
Sé que no sé manejar, pero creo que tengo otra idea que podría funcionar.
⎯ Andar en bicicleta es como andar en moto ⎯ recuerdo las clases de Karl, mientras tomo las llaves de la moto de mi padre.
Con cuidado y sin levantar alarmas, voy hacia la cochera de los autos para entrar y quitar la cubierta revelando la moto nueva de mi padre.
Me quedo un momento en silencio, pensando si está bien o mal. Luego veo la hora y me percato que no tengo tiempo o al menos eso siento.
⎯ ¿Qué tan difícil puede ser? ⎯ me pregunto.
Y sin dudarlo la tomo para sentir su peso. Me ladeo un poco, ya que es bastante pesada. Pero, después, logro sacarla de la cochera y caminarla hacia fuera de la casa.
⎯ ¿Si sabe que si la cogen la pueden meter a la cárcel? ⎯ escucho una voz, y veo a Hugo, el chofer de mi tía.
⎯ Hugo…
⎯ No le diré nada, pero llévese esto ⎯ me dice, y me da el casco.
⎯ Gracias ⎯ murmuro nerviosa.
Él me ayuda a empujar un poco y me lleva a una cuadra de mi casa. Yo me subo a la moto y pongo las llaves con una seguridad que me sorprende.
⎯ Con este se acelera, y con este se frena ⎯ me indica, y yo asiento.
⎯ Si me pasa algo, no viste nada ⎯ trato de deslindarlo de la responsabilidad de mi locura.
⎯ Esperemos que no pase nada ⎯ me advierte o más bien ruega.
Enciendo la moto, siento el motor y los nervios vienen a mí. No sé si logre llegar hasta Toledo, no sé si llegue a tiempo de hacer algo, lo único que sé, es que esta locura será totalmente justificada, esta será una locura por Karl.