No sé cómo lo hice, ni me pregunten cómo lo logré, pero simplemente llegué a Toledo sana y salva, aunque si con uno que otro moretón gracias a unos contratiempos que tuve.
Durante todo el trayecto no dejaba de rezar a todos los santos para que no me detuvieran, para no tener un accidente y sobre todo de pedirle perdón a mi padre por haberle sobado su moto. También, me repetía constantemente “soy Alegra buena suerte, soy Alegra buena suerte”, lo que creo haré parte de mi nuevo mantra.
En cuanto llegue a la calle principal y estacioné la motocicleta como pude, mantengan eso en mente, me las arreglé para dejarla seguro e incluso le di la bendición en caso de que la robaran y susurré “espero encontrarte aquí”.
Ahora, me encuentro caminando por la el lugar, abriendo los ojos atenta, buscando a Karl o al menos una fiesta que se parezca a una despedida de soltero. Lo malo de ser yo es que mis planes nunca son planeados como los de Sila o Lila, si no que son espontáneos, por lo que termino dando más vueltas de lo esperado. Lo bueno de todo esto, es que la suerte siempre está de mi lado y termino en el lugar correcto sin querer.
⎯ Venga Alegra, piensa como Karl, piensa como una despedida de soltera ⎯ me digo, y ahora que lo hago me percato que si yo me casara mi despedida sería extrema y mejor descarto esa idea.
Aun así, sigo buscando por las calles, hasta que llego a uno que parece bastante animada y llena de gente. Doy la vuelta y me mezclo entre la gente que, a pesar del frío, está festejando.
⎯ Vamos, Alegra, vamos… ¿Dónde podrías encontrar a Karl? ⎯ hablo en voz alta, y al ver la hora siento que corre como el agua. Tengo que regresar antes de las 6 de la mañana, la hora en que mi padre se despierta para ir al gimnasio junto con mi tío Manuel.
Continúo caminando, viendo de un lado a otro para ver si de casualidad me lo encuentro, hasta que mi mirada se cruza con algo que llama mi atención. Ahí, dentro de un bar, con una fila enorme, juro ver a Karl entrando.
⎯ ¡Karl! ⎯ grito, pero aún estoy muy lejos para que él me escuche.
Corro hacia donde está la fila y comienzo a gritar y a mover las manos.⎯ ¡Karl!, ¡Karl! ⎯ grito desesperada.
⎯ ¡Ey, a la línea! ⎯ me dice una chica.
⎯ Sí, pero… ⎯ trato de responder y luego me reflejo en la puerta de doble vista del club y noto mi aspecto. No soy estoy despeinada, si no con las botas sucias y llenas de lodo y nieve.
¡Dios!, jamás me había visto así, pienso.
⎯ A la fila ⎯ me pide otro, y yo lo hago sin pensarlo, aunque ni siquiera sé dónde estoy entrando.
Veo cómo la fila se va reduciendo hasta que llega a mí.⎯ Tú no puedes entrar así.
⎯ ¿Por qué no? ⎯ pregunto, sorprendida, ya que en la vida me había pasado esto.
⎯ Solo vete… ⎯ me señala.
Suspiro.⎯ Mira, solo puedo decirte una cosa, tengo que entrar ahí. Es la despedida del amor de mi vida y si no la detengo hoy me arrepentiré el resto de mis días ⎯ saco un billete de mi cartera y se lo muestro ⎯; es indispensable que yo entre.
⎯ Mira, es una historia muy bonita, pero por las reglas de club no puedes entrar así.
⎯ ¡Por favor! ⎯ ruego.
⎯ No, lo siento. Ahora a un lado que hay gente que aún quiere pasar.
El guardia me toma del brazo y sin que yo pueda poner fuerza me saca de la fila. Término de pronto en la línea de rechazados, al lado de un callejón oscuro y sin salida.
⎯ Soy Alegra buena suerte, soy Alegra buena suerte ⎯ me repito, mientras averiguo como entrar.
⎯ ¡Ey tú!, ¿eres la cantinera que envió Lola? ⎯ me pregunta una chica.
⎯ ¿Eh? ⎯ reacciono.
⎯ Lola, ves que se fue porque le dolía el estómago…
⎯ Lola, Lola… ¡Sí, claro!, amiguísima mía.
⎯ Pues vamos, que los clientes se juntan y tenemos una despedida en el salón V.I.P. ⎯ me apresura.
⎯ Sí, sí, claro… ⎯ contesto, y comienzo a seguirla.
Ambas caminamos por el callejón y entramos por la parte de atrás ⎯ ¿Si te dijeron que solo son propinas? ⎯ me pregunta.
⎯ Sí… ⎯ finjo.
⎯ Vale, pues, a trabajar.
No puedo creer que entré al bar, creo que esto de Alegra Buena Suerte.
Entramos y la música es tan alta que apenas y pudo escuchar mis pensamientos. La chica empieza a darme órdenes, pero, y yo no la escucho, así que me acerco a la barra para ver si puedo encontrar a Karl con la mirada; me es imposible, está a reventar el lugar.
⎯ ¡Ey!, tenemos órdenes por atender ⎯ me dice la chica.
⎯ Sí, pero voy al baño ⎯ le comento, y sin dejar que me diga algo más, me salgo de la barra para comenzar a caminar entre la gente hacia la zona V.I.P.
⎯ ¡Háganse un lado! ⎯ les pido, pero sé que es imposible que me escuchen “Bad Bunny” está a todo volumen y ha aumentado el movimiento de los cuerpos en la pista.
⎯ ¡Esperen!, ¡no! ⎯ grito, al sentir cómo algunas bebidas caen sobre mi cabeza ⎯ ¡No!, ¡no!, ¡esperen!, ¡esperen!
Y de pronto me tropiezo y caigo en frente de unos escalones llevándome el listón de terciopelo rojo que separa el V.I.P.
⎯ ¡Mierda! ⎯ grito, pero creo que nadie me va a escuchar. Así, levanto la mirada y para mi sorpresa veo de lejos a la persona que justo estoy buscando.⎯ ¡Karl! ⎯ grito, y poniéndome de pie, siento otro golpe en la cabeza seguido de varios líquidos que corren por mi cuerpo.
⎯ ¡Qué estás haciendo! ⎯ escucho, y cuando me percato, veo que le he pegado a la charola con las bebidas que iban para la zona V.I.P
Comienzo a quitarme los hielos que han caído sobre mi cabello, aunque dudo que pueda quitarme el olor a la combinación de alcohol que hay sobre mí. Me pongo de pie y su mirada color azul se junta con la mía, y luego me sonríe.
⎯ ¿Alegra? ⎯ pregunta.
⎯ ¡Karl! ⎯ respondo, mientras siento cómo unas gotas de ron caen sobre mis labios.
⎯ ¿Qué haces aquí? ⎯ pregunta.
⎯ Es que… yo… ⎯ trato de decir, pero siento cómo una gota de alcohol cae dentro de ojo. ⎯ Es que yo… ⎯ intento de nuevo, pero de pronto me es imposible hablar.
Eres Alegra buena suerte, eres Alegra buena suerte, pienso.
⎯ Alegra.
Y de pronto comienzo a llorar.
⎯ ¿Alegra? ⎯ me pregunta.
Y yo sigo llorando, ya que el ardor es de verdad terrible.
⎯ ¿Cuánto has tomado? ⎯ pregunta.
⎯ Nada… ⎯ respondo ⎯ ¿crees que podamos ir a otro lado?
⎯ Si vamos ⎯ accede, para luego moverse conmigo hacia el baño.
Entro y comienzo a mojarme el rostro para quitarme el ardor del ojo, pero me es imposible. Lo tallo un poco más, solo para volverlo peor. Me siento fatal, tengo frío, huelo a alcohol como si me hubiese tomado todo el bar, y ahora que lo pienso, creo que me quedaré ciega del ojo izquierdo.
⎯ ¿Alegra? ⎯ escucho la voz de Karl, y momentos después lo veo entrar al baño ⎯ ¿todo bien?
⎯ Sí, sí ⎯ asiento, pero en realidad todo está mal, esto no es como yo lo imaginé.
Él se acerca y con esa ternura que le caracteriza, me ve al rostro y comienza a revisar el ojo.⎯ No es grave, fue un poco y ya.
⎯ ¿Segura que no me quedaré ciega? ⎯ inquiero.
Él niega y luego me sonríe. Nos quedamos viendo frente a frente ⎯ ¿Qué haces aquí?, no me digas que Alegra Canarias se aburrió de los bares de Madrid y se vino a los de Toledo.
⎯ No, no es eso ⎯ niego.
⎯ ¿Entonces? ⎯ pregunta, y sus ojos azules se clavan en los míos.
⎯ Bueno, yo… ⎯ y empiezo a titubear.
No viniste hasta acá para titubear Alegra, ¡dile, carajo, dile!, pienso.
⎯ Karl… yo.
⎯ Sí…
⎯ Yo ⎯ y siento cómo las palabras no me salen.
No puedo creerlo, es el momento que estaba esperando y no tengo nada preparado. Él ve su móvil y puedo ver que en la pantalla dice Caly.
Soy Alegra buena suerte, soy Alegra buena suerte.
⎯ ¿Me permites un momento? ⎯ pregunta.
⎯ ¡NO! ⎯ le grito, y él ya no se mueve de su lugar. ⎯ Karl, yo… ⎯ y de pronto cierro los ojos y recuerdo todo lo que me dijo mi madre ⎯ yo vine hasta acá para decirte que… ⎯ el móvil suena de nuevo ⎯ que no te puedes casar ⎯ murmuro.
⎯ ¿Cómo? ⎯ pregunta.
⎯ Que no te puedes casar porque, yo estoy enamorada de ti ⎯ confieso, y en ese instante, en ese baño, todo se congela, cuando sus ojos azules brillan ⎯ te amo y por eso no te puedes casar. No te puedes casar.