ALEGRA
La ropa tirada por el piso, desde la puerta hasta la habitación. Las duchas de Karl son épicas o al menos así lo pienso, ya que jamás había tenido este tipo de experiencias. Todo empieza con los besos, continúa con las caricias y, cuando menos te das cuenta, ya te encuentras desnuda entre sus brazos.
Él me carga hasta la ducha y cuando estamos adentro pone el agua en la temperatura perfecta para, después, besarme bajo el chorro de agua que comienza a recorrer nuestros cuerpos.
Karl me besa sin darme cuartel, su respiración es la mía y me coordino de inmediato para seguir disfrutando de todo esto que acaba de empezar. Mis manos comienzan a acariciar su cuerpo, y las suyas, a explorar el mío sin pudor. Puedo sentir la suavidad de sus huellas, que, mezcladas, con los besos que me da comienzan a excitarme. Cuando siento una de sus manos en mi intimidad sé que la diversión y el placer están a punto de comenzar.
A Karl le gusta que gima alto, no me cubre la boca, ni me besa para que los disimule, simplemente me deja ser libre al respecto y a mí, darle gusto. Cierro los ojos, mientras mi espalda se recarga sobre el muro del baño. Su mano me toca con una habilidad envidiable, esa mano fuerte, firme y delicada sabe lo que hace.
Mientras siento que llego al éxtasis, puedo sentir el agua tibia cayendo por mi piel, y los ojos de Karl clavados en mí. Él disfruta lo que ve, y yo me siento como una diosa siendo admirada por él.
⎯ Me encanta tu rostro ⎯ me murmura, mientras me muerdo los labios y coloco mis manos sobre mis pechos tratando de sobrellevar lo que está a punto de venir.
Así, después de unos minutos sintiendo sus caricias, siento cómo todo mi cuerpo tiembla, y él me sostiene para que no resbale. Gimo, lo hago fuerte, no me importa si me escuchan y luego la temperatura de mi cuerpo sube a un grado que necesito agua fría en lugar de tibia.
Abro los ojos y sus ojos azules ya están cerca de los míos. La sonrisa de Karl que, en realidad, no me desquicia si no me vuelve loca, resalta, pero esta es de perversión pura, de esa que me mantiene atada a su cama. Lo tomo del rostro y lo beso, lo hago devorando sus labios hasta que ya no puedo más.
Después bajo mi mirada y veo que él también está listo para lo que viene.⎯ Pensé que Karlito estaba algo lastimado.
⎯ Ya está bastante recuperado… te necesita a ti, te extrañó ⎯ confiesa.
Él me carga con esos brazos tan firmes que tiene y me sienta sobre la repisa, que adecuadamente tiene en la ducha, y entra en mí haciendo que mis manos se posen sobre su espalda y mis piernas se enreden sobre sus caderas.
Nuestros besos van acompañados de los movimientos de Karl que comienzan a darme todo ese placer que por semanas añoré. Solo de pensar que él podría estar con Calypso haciendo esto me hacía arder en celos, pero, ahora que sé todo, me alegra ser la única que lo disfruto.
⎯ ¡Me encanta! ⎯ murmuro, aunque el eco del baño hace que se escuche por todas partes.
Ver el agua, caer por el maravilloso y bien formado cuerpo de Karl, es la imagen más excitante, no hay lente fotográfico que pueda captar este momento, su esencia, la imagen, todo.
⎯ Eres la mujer más hermosa que he conocido ⎯ me murmura en el oído y yo sonrío.
Supongo que este es un nuevo Karl, y que todo esto de los murmullos y palabras de amor se lo había guardado debido a nuestro trato.
⎯ Y, ¿qué más te gusta de mí? ⎯ le pregunto.
⎯ Tu cuerpo, tus besos, me excitas mucho Alegra, a un grado que no tienes idea. Podría pasar el resto de mi vida haciéndote el amor.
Yo tomo su rostro y hago que me vea a los ojos.⎯ Y yo quiero que me lo hagas. Nadie me toca como tú lo haces.
Él sonríe, para luego besar mi frente, mientras sus frenéticas caderas siguen ese ritmo que solo nos está dando placer. Comienzo, así, a sentir cómo mi piel se eriza, mi cuerpo reacciona, y mis uñas se entierran levemente sobre su espalda.
⎯ Sigue, sigue… ⎯ le pido, como siempre lo hago.
Karl me hace caso, continúa, lo hace con una habilidad que aún me sorprende. Él recarga mi cuerpo sobre la pared, y puedo ver su formado abdomen con el agua corriendo por esos músculos bien marcados. Mis manos los acarician, haciendo que se prenda más. Mi cuerpo se deja llevar por las sensaciones. Esa electricidad comienza a formarse en mis caderas, y sé que estoy a punto de llegar.
⎯ Sigue, sigue… ⎯ ahora le ruego ⎯ No pares, no te detengas.
Karl, con una sola mano, toma uno de mis pechos y lo aprieta ligeramente, encendiéndome. Él sabe precisamente como excitarme, como llevar mi cuerpo a ese placer que toco con la punta de los dedos.
⎯ Alegra ⎯ pronuncia mi nombre
⎯ Sigue, sigue, sigue… ⎯ grito, ya ni siquiera puedo controlar mi voz.
De pronto, escucho un gemido fuerte, y Karl se toma de la pared, haciendo que sus manos arañen el azulejo mientras trata de sobrellevar lo que acaba de pasar.
Yo le hago coro, no me importa si me escucha todo el vecindario, debo festejar lo que acaba de pasar. Después, de que mi cuerpo se mueve al son de este placer, comienzo a reír, lo hago bajito, pero es algo que a veces delata mi disfrute.
⎯ Extrañaba esa risa… ⎯ me confiesa, cuando ya está recuperado.
⎯ Nadie me la había provocado ⎯ contesto, y él sonríe al escuchar esa. Karl me besa y yo sobre sus labios le digo ⎯ Te amo, Karl…
Él deja de besarme y me ve ⎯ dímelo viéndome a los ojos.
⎯ Te amo ⎯ contesto firme.
⎯ No escuche bien… Ya sabes, el agua de la ducha ⎯ me responde.
Sonrío y tomando su rostro lo acerco al mío ⎯ Te amo, te amo, te amo ⎯ repito tres veces, para volver a perderme entre sus besos.