El primer beso había sido la señal que Cho necesitaba para poder dar el siguiente paso con Sabina, el pedirle ser su novia y, así, empezar una relación con ella. Sin embargo, Adrián se encontraba en un terrible problema, esta era la primera vez que le pedía a alguien ser su novia.
Así es, Cho jamás había tenido la necesidad de pedirle a alguien que anduviera con él o tuviera una relación, siempre se daba así. Unos besos, tomar las manos y listo, se daba por hecho de que estaban juntos. Pero ahora, Sabina se lo había pedido y tenía que hacerlo pero, ¿cómo?
Cho sabía que tenía que planear algo especial, algo que le hiciera sentir a Sabina lo especial que era que, si todo salía bien, esto que apenas estaba empezando podría durar el resto de la vida; si ella lo quería. Así que la vara estaba alta y él debía saltarla, por lo que recurrió a la única persona con la que podía confiar.
⎯¿Le vas a pedir a Sabina que sea tu novia?⎯ pregunto Pilar con una sonrisa, mientras comía un cono de helado que le había comprado en el McDonald’s que estaba a unas cuadras de la cafetería.
⎯Así es… y sé que tú puedes ayudarme.
Pilar lo vio con sus ojos color ámbar. Si en algo se parecían Sabina y ella era en el rostro, amabas tenían la misma forma, esa barba partida, pero Sabina tenía la mirada de su madre y ese hoyuelo como ella; Pilar no.
⎯Pues… supongo⎯ respondió tímida⎯ ¿A qué?
⎯Tienes que ayudarme a llevarla al lugar.
Pilar sonrió ⎯ vale, te ayudo pero, debes darme tus propinas de los domingos.
⎯¡De los domingos!, ¡sí que eres ambiciosa!⎯ le contestó Cho, para luego reír, ya que los domingos era cuando le dejaban más propinas debido a que muchas familias lo adoraban⎯ vale.
Pilar comió un poco del barquillo de vainilla y luego le dijo ⎯ pues dime, ¿cómo quieres que te ayude?
[…]
Así, después de contarle a todos los involucrados la idea, que incluía a Jaz, María Julia y a Pilar. El plan de Cho se puso en marcha justo un miércoles por la noche, cuando su padre, Jaz, inesperadamente cerró temprano porque tenía que ir a una reunión de padres.
⎯¿Es en serio?⎯ preguntó Sabina, mientras se quitaba el delantal.
⎯Sí…
⎯¿Entonces quién me llevará por los libros que debo leer? ⎯ preguntó Pilar.
Jaz volteó a ver a Sabina ⎯¿puedes?
⎯Pero… tengo que… y mi papá vendrá por mi⎯ le recordó la joven.
⎯No, tu madre llamó y dice que no puede venir por ti porque están… en una junta.
Sabina volteo a ver a Cho, quién acaba de salir de la cocina, quitándose el delantal y sonriendo. Desde que se habían besado, ambos se sonrojaban tan solo verse y, como habían prohibido besarse por el momento, ni cuando la iba a recoger a la casa, las ganas de hacerlo siempre estaban presentes; Cho esperaba que después de esto al menos Sabina le besara a solas.
⎯Cho, ¿crees que nos puedas llevar a la librería? ⎯ preguntó Pilar, según lo acordado.
⎯¿Librería?⎯ actuó, como si no supiese nada.
⎯Sí, debo ir por unos libros y Sabina necesita que la lleven a casa, ¿también la puedes llevar?⎯ insistió.
Sabina vio a su hermana de reojo y puso un rostro de que no se entrometiera; Pilar simplemente sonrió.
⎯Si claro, por qué no⎯ respondió el chico, saliendo detrás de la barra y caminando hacia Sabina. Del perchero donde todos los empleados ponían sus suéteres o chamarras, Cho tomó de ella y se la dio⎯¿qué dices?, ¿vamos a dar un paseo nocturno?
Sabina sonrío levemente ⎯ bueno, pero no muy tarde que mañana ya sabes que…
⎯Lo sé, Sirena…⎯ respondió él con una sonrisa y le cerró el ojo.
⎯Bien, todo arreglado… ⎯ dijo Jaz y le dio las llaves a Cho⎯¿puedes cerrar?, me urge.
⎯Sí, vaya con cuidado.
Jaz le dio un beso a sus hijas y después salió de ahí, de forma apresurada, para subirse al auto y salir. Sabina se quedó de pie junto con Pilar, mientras Cho cerraba la cafetería y, cuando estuvo todo listo, fueron a su auto y se subieron.
El frío comenzaba a presentarse por las tardes pero, aún era agradable pasear por las noches, por lo que el clima se encontraba perfecto para esta noche especial, una, que hasta ahora, Sabina no sospechaba.
⎯¿Son muchos libros?⎯ preguntó Sabina mientras bostezaba. La joven estaba en exámenes y había estado estudiando hasta tarde y entrenando muy temprano. Cho, le ayudaba a estudiar en los ratos muertos en la cafetería o cuándo podía.
⎯No⎯ respondió sin más y viendo a Cho por el espejo del auto; él sonrío.
⎯Vale, entonces llegamos a la librería, los compramos y nos vamos, ¿sí?, tengo que llegar a…⎯ y ella bostezó.
Cho sonrío, le encantaba lo trabajadora y responsable que era, además de que se veía linda cuando bostezaba⎯ te prometo que no será mucho tiempo⎯ habló, y le tomó la mano.
Sabina de inmediato se sonrojó y la quitó con cuidado⎯ ya lo sabes.
⎯Lo sé, lo sé⎯ respondió él entre sonrisas.
Tiempo después, los tres llegaron a lo que parecía era un parque. Tan solo Cho se estacionó, Pilar abrió la puerta del auto y se bajó corriendo.
⎯¡Me debes tus propinas! ⎯ le gritó, para ir hacia el auto donde su madre la esperaba.
⎯¿Qué?⎯ preguntó Sabina, aún confundida⎯¿a dónde iba?, ¿cómo?⎯luego volteó a ver a Cho y él le sonrío⎯Cho…
⎯Te prometo que no será mucho tiempo⎯ le dijo él. Luego se bajó del auto y la abrió la puerta, como todo un caballero, y la ayudó a bajar tomándola de la mano; ella se sonrojó pero dejó que pasara.
Sabina se dejaba llevar por Cho, aunque en realidad tenía mucho sueño y estaba casanda, lo único que ella quería era llegar a dormir a su habitación. Aún así, caminó junto con él hacia el parque, uno que se encontraba medio vacío por la hora.
⎯¿Qué hacemos aquí?⎯ preguntó Sabina.
⎯Bueno, quería pasar tiempo a solas contigo, ya que desde que pasó lo del beso en tu casa, no hemos tenido mucho tiempo, ¿cierto?
Sabina asintió⎯ no ha pasado mucho tiempo desde lo del beso… lo que hemos pasado es mucho tiempo sin besarnos pero ya sabes…
⎯Lo sé…
Cho y ella siguieron caminando por el parque hasta que llegaron a una explanada alumbrada por faros muy bonitos que le daban un toque romántico al lugar. Cho agradeció que en ese momento el cielo estuviera bellísimo, el clima perfecto y que nadie estuviera pasando para arruinar el momento.
⎯En este parque solía jugar cuando era pequeño ⎯comenzó a explicar⎯corría y saltaba por todos lados para sacar esa energía que siempre tengo… mis padres solían traerme aquí para “cansarme” antes de que comenzara a hacer gimnasia.
⎯¿En serio?
⎯Sí, Jo y Jon me recuerdan mucho a mí, solo quería jugar…
Sabina sonrío. Podía sentir cómo la mano de Cho apretaba ligeramente la suya y sus dedos dibujaban pequeños círculos en la palma de su mano. Sentía como su corazón latía normal pero, muy emocionado, y no quería ver a Cho a los ojos porque sabía que sonreiría más que nunca. Le gustaba y le gustaba mucho y, desde aquel beso no podía dejar de pensar en él, ¿a caso era amor?
⎯Y,¿a qué me trajiste aquí?⎯ preguntó.
Cho, la tomó de ambas manos y la puso justo en medio de los faros que alumbraban la preciosa explanada. La vio a los ojos y cuando sus miradas se cruzaron ambos sonrieron.
⎯Te traje aquí para ver la nieve⎯ contestó.
Sabina de inmediato se soltó a reír, contagiándole al risa a él; los nervios les estaban pasando factura⎯no ya, en serio.
⎯Te lo juro…⎯ contestó él.
⎯Cho, estamos en Octubre, en esta época no neva…
⎯¿Qué pasa si hago nevar?, ¿qué me darías?
Ella sonrío⎯bueno pues… te daría…
⎯¿Un beso? ⎯ preguntó Cho, y de inmediato Sabina se mordió levemente el labio; también se moría por besarlo y estaba agradecida de que Cho lo hubiese sacado a colación.
⎯Vale… un beso, pero, solo si neva.
⎯Solo si neva… ⎯ repitió él.
Cho miró hacia el cielo, levanto la mano y luego y giró el dedo dando la señal.⎯¿Qué haces?
⎯Haciendo que neve⎯ contesta él.
Cho volvió a tomar las manos de Sabina, la vio a los ojos y espero. Sabina se moría por dentro al sentir la mirada de Cho sobre la suya. Le encantaba su sonrisa bella, sus hoyuelos en ambos costados, su cabello siempre bien peinado, esa loción que se ponía y su altura, le encantaba que fuera alto.
De pronto, sobre la mano de Sabina, cayó lo que parecía nieve, haciendo que ella echara su vista hasta el cielo para ver como caía otro copo de nieve más, y otro, más otro, hasta que comenzó a cubrirlos de pies a cabeza.
⎯¿Cómo? ⎯ preguntó Sabina, y Cho sonrío.
⎯En Corea dicen que si una pareja vive una primera nevada juntos, entonces su amor será eterno, y por eso cuando neva las parejas caminan por la calle tomándose de la mano esperando que eso conserve su amor. Yo sé que un día, tú y yo, caminemos bajo la nieve, tomados de la mano y deseando que nuestro amor perdures pero, para eso, se necesita que seamos novios, ¿Cierto?
⎯Cierto⎯ respondió Sabina, sumamente emocionada.
Cho besó sus manos y continuó hablando⎯ me gustas mucho, Sabina Carter, mi Sirena, la mujer que siempre me enseña algo nuevo cada día y que me ha dado los días más divertidos de mi vida y a esos mellizos que me traen loco de amor.
Sabina al escuchar eso ser río un poco, sabía que el momento había llegado, y, aunque ella al principio decía que no lo quería, si lo deseaba⎯ Jon y Jo te adoran.⎯ Agregó.
⎯Y yo a ellos⎯ respondió⎯ Cho acarició el rostro de Sabina y le dijo⎯ lo que te quiero decir, Sabina Carter es, que quiero amarte excepcionalmente hasta el momento que tu quieras y que espero que, con esta nevada, nuestro amor dure tanto, que nunca sepamos cuánto tiempo llevamos juntos. Yo, prometo cuidarte, cuidar tu corazón y tu alma, si tu prometes cuidar los míos. Sirena, ¿quieres ser mi novia?
Sabina volteo hacia el cielo, vio la preciosa nieve caer, las estrellas brillar y supo, lo supo, Cho era el hombre que le daría el amor que ella esperaba.⎯Sí, sí quiero ser tu novia⎯ respondió.
Cho, con una facilidad, la cargó entre sus brazos, haciendo que Sabina enredara sus piernas sobre su cadera y luego le dio un beso sobre los labios. La nieve caía, cubría su cabello, sus cuerpos y poco a poco los enfriaba pero, sus labios y sus corazones en ese momento estaban ardiendo no tanto de deseo, si no de amor, ese amor bonito que Sabina había esperado.
Cuando se separaron, Sabina vio los ojos de Cho y acaricio sus hoyuelos⎯ prometo que cuidaré tu corazón y alma también. También te pido paciencia, nunca he tenido novio, no sé como…
Cho besó sus labios interrumpiéndola ⎯ no te preocupes, aprenderemos juntos. Sin presiones, sin problemas, sin dramas… te prometo que no habrá nada de lo que te puedas arrepentir.
⎯Gracias…⎯ comentó.
Sabina volteó a ver el cañón de nieve artificial que estaba al otro lado del parque y sonrío ⎯Si sabes que tendrás que llevarle uno a Jon y a Jo⎯ le comentó.
⎯Será después mi Sirena… le debo todas mis propinas a Pilar…
⎯Y, ¿si juntamos las mías? ⎯ propuso, coqueta.
⎯Me gusta, eso me gusta⎯ pronunció cerca de sus labios⎯ tú me gustas… novia.⎯ Para así besarla de nuevo.