Sabina y Cho ya eran novios oficialmente y aunque desde hace tiempo se veía que ambos ya estaban dentro de una relación, ahora sí lo podían decir, se querían. Aunque la palabra “oficialmente”, era bastante diferente para ambos. Para Cho significaba gritarlo a los cuatro vientos y para Sabina era admitirlo, pero ser lo más discreta posible, ya que, viniendo de una familia donde todos adoraban los chismes, este iba a ser la comidilla, por lo que solo le dijo a su prima Sila que contesto con un “te lo dije”. 

Así, Sabina le pidió a Cho que fueran discretos, sobre todo los jueves que era cuando se quedaban en la casa vigilados bajo las cámaras. No podría haber besos en frente de sus padres no hermanos, y mucho menos tomarse de la mano hasta que estuviesen solos o posiblemente en frente de Jon y Jo. 

Entonces accediendo a todo, Cho y Sabina mantuvieron su relación discretamente o lo mejor que podían. Mostrándose cariñosamente una que otra vez en la cafetería, tomándose de las manos cuando andaban por el jardín de su casa y besándose en el auto cuando él iba por ella a recogerla o la recogía en la escuela. 

Todo iba genial y perfecto, el único detalle es que los padres de Sabina aún no estaban enterados de todo lo que sucedía, y, aunque sabían que en algún momento lo tendrían que admitir, no encuestaban cómo hacerlo; así que lo olvidaron. Aun así, Cho estaba consciente de que tenían que hacerlo. 

Para entonces, mientas se decidían o no, otro jueves llegó y ambos hicieron lo de siempre, cuidar a los mellizos que cada día crecían más. El invierno se acercaba, por lo que las actividades en el jardín habían sido cambiadas al interior de la casa, lo que disgustó a los niños un poco, y reintentadas para su entretenimiento. 

Se habían terminado las carreras, la pintura con los dedos sobre el pasto o los picnics en el jardín, ahora eran juegos de mesa, crayolas y libros para colorear y comidas en la cocina, todo para evitar desastres; aunque estás estaban a la orden del día ya que los gemelos eran muy traviesos. 

Si no era Jon corriendo por la casa en calzoncillo entrenador y perseguido por Cho para meterse a la ducha, era Jo entrando a la habitación de su madre y pintándose el rostro con labial de colores, para después untarlo sobre su ropa arruinado todo. Sabina y Cho tenían paciencia, mucha, pero la mayoría de las veces terminaban con las ropas manchadas de papillas, chocolate, pintura o “algo”, que ninguno de los dos se atrevía a averiguar. 

⎯No puedo creer que Jo haya hecho esto ⎯ se quejó Sabina, mientras sacaba de la ducha una frasco de tinta azul que había encontrado en el despacho de su madre, el cuál Sabina había olvidado cerrar. 

⎯¿Tú no puedes creerlo? ⎯ preguntó Cho, entrando al baño lleno de tinta sobre la ropa ya que él se había echado el maratón por la casa persiguiéndola mientras la niña reía. 

Ella se rió ⎯ ¡Ay Cho!, lo siento mucho. 

⎯¿Quién demonios tiene tinta para plumas en frasco?, ¿tu madre no sabe que existen las plumas de plástico? ⎯ Inquirió. Sabina sacó su móvil y le tomó una foto ⎯¿es en serio? ⎯ preguntó. 

⎯Es que te ves muy tierno. 

⎯¿Tierno? Me veo batido de tinta, ¡dámela! ⎯ le pidió de broma. 

⎯¡No! ⎯ le dijo Sabina entre risas, mientras trataba de que Cho no le quitara el móvil ⎯ la pondré de fondo de pantalla. 

⎯No, tengo otras mejores, donde no me veo tan feo o qué, ¿te gusto feo? ⎯ preguntó. 

Sabina vio a Cho con esa camiseta blanca de manga larga pegada a su cuerpo marcando cada uno de sus músculos del torso y esos vaqueros que parecían pintados a mano y se sonrojó ⎯ definitivamente no. 

⎯Entonces bórrala ⎯ le insistió ⎯ o qué, ¿no me quieres?, porque yo a ti te quiero mucho… 

⎯Cho ⎯ dijo Sabina en un tono de ternura, sonrojándose por completo ⎯¿me estás chantajeando?  

⎯¿Me quieres? ⎯ volvió a preguntar, Cho acercando su mano a la cintura de Sabina y luego ella le dio un beso sobre los labios, ⎯ ¿eso es un sí? ⎯ preguntó. Ella asintió ⎯dímelo, ¿me quieres? 

⎯Te quiero, Adrián Cho ⎯ respondió ella y lo besó de nuevo. 

Cho la metió dentro de la ducha y la apoyó contra la pared ⎯¿Qué rico?, ¿me das otro? ⎯ le preguntó y ella volvió a besarlo, haciendo que el cuerpo de Cho se hiciera un poco más para adelante y la acorralara entre a pared y su cuerpo. 

Por ahora, solo eran besos entre los dos sin embargo, Sabina estaba a punto de cumplir los diecisiete y no estaba ciega, sabía que su novio era un partidazo y que tenía un cuerpo que parecía esculpido por los dioses y que era sumamente atractivo. Sin embargo, ambos querían ir lento, seguros y sobre todo, conocerse mejor. 

Ambos se separaron y ella de broma le quitó un poco de la tinta y la pasó por su camisa blanca ⎯así te ves mejor. 

⎯¿Tú crees? ⎯ inquirió él entre risas y tomó la mano de Sabina para ponerla sobre su abdomen por debajo de la camiseta⎯ y si pasas tinta por ahí. 

Entonces Sabina se puso nerviosa al sentir los músculos de su novio que, se hizo para adelante, haciendo que él pisara uno de los juguetes de Jo y Jon y se resbalaran. En un acto reflejo, Cho se cogió de la llave de la regadera y de inmediato el chorro de agua salió de la regadera. 

⎯¡Oh por Dios! ⎯ dijo Sabina mientras trataba de cubrirse, aunque era demasiado tarde, ambos se encontraban sumamente empapados. 

Cho cerró la llave del agua y cuando se vieron ambos empapados comenzaron a reír ⎯¡Qué fue eso! ⎯ expresó entre risas. 

Sabina se puso de pie de inmediato y tomó su bata para envolverse y después le pasó una toalla a Cho. El agua había pegado más su playera y ahora si se transparentaba todo. Cho, se quitó la camisa pero estaba tan pegada y mojada que, al momento de sacarla por la cabeza se le complicó y no podía hacerlo. 

⎯¿Me ayudas? ⎯ le preguntó. 

Sabina era la primera vez, en todo este tiempo, que lo veía sin camisa así que con el rostro completamente rojo, tomó la camisa de Cho y la jaló lo más fuerte que pudo hasta que logro salir haciendo que ella se azotara contra la puerta. 

⎯¿Estás bien, mujer? ⎯ preguntó él entre sonrisas y ayudándola a levantar. 

Ella asintió con la cabeza y luego se mordió los labios ⎯si que eres guapo ⎯ se atrevió a confesar. 

⎯Pero solo soy tu guapo ⎯ respondió el coqueto y sin poder contenerse le dio un beso sobre los labios. 

Momentos después alguien abrió la puerta y los vio a ambos en pleno acto ⎯¿Qué demonios está pasando aquí? ⎯ se escuchó y cuando Cho y ella voltearon pudieron ver a Robert. Por un momento se quedaron paralizados sin sabe que decir. No era lo que parecía pero parecía lo que Robert pensaba que era ⎯Sabina a la sala, ahora ⎯ ordenó para luego salir de ahí. 

Acto seguido, Sabina y Cho se encontraban sentados sobre el sofá de la sala, ella envuelta en una bata y Cho en toallas. María Julia los observaba a ambos y Robert se encontraban justo frente a ellos. 

⎯Señor. 

⎯¿Qué intenciones tienes con mi hija? ⎯ interrumpió Robert a Cho. 

Sabina y él se voltearon a ver ⎯ papá, no era lo que parecía. Mira, Jo tomó la tinta de la oficina y la anduvo trayendo por toda la casa, luego Cho la persiguió y lo llenó de tinta y la tinta cayó en la regadera y nos resbalamos y caímos… ⎯ de pronto Sabina cayó, porque todo lo que relataba parecía tonto. 

⎯¿Ya terminaste? ⎯ le dijo su padre. 

⎯Señor, en verdad lo que dice Sabina es verdad… 

⎯Y, ¿el beso?, ¿y tu desnudo?

⎯No está desnudo pa, está sin camisa… 

⎯Y más que suficiente ⎯ murmuró María Julia, haciendo sonreír a Cho. 

⎯Julie, es e serio… tú sabes lo que pasa a esta edad, lo sabes… ⎯ y vio a Sabina y luego a ella señalando lo evidente. 

⎯Pero Sabina no es como yo amor, es diferente, estoy segura de que nos está diciendo la verdad.

⎯Lo estoy ⎯ aseguró Sabina. 

Entonces Cho se puso de pie ⎯ Sabina y yo somos novios ⎯ confesó ⎯ la quiero, ella me quiere y lo del baño si fue un beso pero no intentaba hacer nada más. 

El silencio se hizo en la sala. Sabina se puso de pie y tomó la mano de Cho ⎯ es verdad… somos novios, lo quiero y él me quiere… y en verdad no estábamos intentando hacer más. Te juro papá que yo haré esto hasta los veinte. 

¡Hasta los veinte!, gritó Cho dentro de él pero no dijo nada más. 

Robert lo vio a los ojos ⎯ ¿hasta los veinte? 

Cho asintió ⎯Sí, porque no quiero que Sabina se desconcentre, ni yo, claro. Ella debe ganar esa medalla de oro y entre más concentrada esté, mejor. No interrumpiré el proceso con eso. 

Robert negó con la cabeza y luego se rió ⎯pensé que Jon y Jo me sacarían canas verdes primero pero al parecer serán ustedes. ⎯Volteo a ver a Sabina ⎯ no es que me tengas que pedir permiso mija para poder tener novio pero, si te pido que respetes tu casa y a tus hermanos. 

⎯Te juro papá que no era nuestra intención ⎯ recalcó Sabina y luego fue y lo abrazó ⎯ te prometo que Cho es buen hombre, lo juro. 

Robert acarició su cabello ⎯lo sé, si te preocupa que no pueda venir ya, no será así, solo que ya saben, respeten. 

⎯Gracias señor. 

Cho se quitó las toallas y tomó su camiseta llena de tinta ⎯ me tengo que ir… gracias de nuevo, le juro que…

⎯No te preocupes ⎯ interrumpió Robert ⎯ nos vemos, Cho. 

⎯Sabi, ve a despedir a Cho, después tú y yo platicamos ⎯ le dijo su madre. 

Sabina tomó de la mano a su novio y ambos salieron de la casa para dirigirse a su auto. Cuando estaban fuera, sobre la acera, ella se puso de puntillas y le dio un beso sobre los labios. 

⎯Bueno, al menos ya lo saben ⎯ le comentó. Cho asintió con la cabeza ⎯ gracias por seguirme la idea del sexo hasta los veinte. Sé que querrás tenerlo antes pero…

Cho negó con la cabeza ⎯ yo no quiero nada que tú no quieras, jamás te obligaré, jamás… solo que, me tomó por sorpresa, ¿qué te parece si luego lo platicamos? 

⎯Vale. ⎯Así, Sabina le dio otro beso y le quitó la tinta de los labios ⎯ te quiero Adrián Cho. Nos vemos mañana. 

⎯Hasta mañana, mi sirena ⎯ se despidió, para después subirse a su auto. 

Mientras él se alejaba, Sabina lo observó de lejos para luego cubrirse el rostro ⎯¡Ay Sabina!, hasta los veinte… y ahora, ¿podrás aguantar hasta los viente con semejante novio? ⎯ se preguntó en alto, para luego regresar a la casa. 

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