Sabina había crecido en un hogar muy diferente al de otras niñas. Había sido criada en sus primeros años por sus abuelos, Ximena y Tristán, quienes había apoyado a su madre mientras ella se iba a estudiar a Nueva York. Después, su madre se había casado con Robert y la habían llevado lejos de sus abuelos y tíos, para finalmente traerla de regreso a Madrid para instarse definitivamente; en ese lugar fue donde conoció a su verdadero padre.
Eduardo Jaz era la otra mitad que complementaba a Sabina, un hombre que con mucho trabajo, paciencia y dedicación trataba todos los días de ganarse a su hija y de que ella al menos le dejara estar en su vida por mucho tiempo. La relación entre Sabina y Jaz era de mucho respeto, tolerancia y buena voluntad. Sabina se llevaba así porque quería dar un ejemplo a sus hermanos menores con quienes había hecho buenas migas desde que los había conocido. Era una buena hermana mayor pero se le olvidaba en muchas ocaciones su relación con Jaz, por lo que él siempre se enteraba de cosas sobre Sabina mucho tiempo después que todo el mundo.
Jaz, había aprendido que habría cosas en la vida de su hija mayor de las que no formaría parte y situaciones que no se comentarían con él. Sin embargo, jamás pensó que su hija trabajaría en su cafetería y que llegaría a enterarse de quien era su novio. En realidad Jaz se sentía triste por eso pero no decía nada, absolutamente nada, aunque por dentro deseaba saberlo.
Así que cuando se enteró que Cho y Sabina eran novios y que tenían una relación desde hace semanas atrás, se sintió bastante excluido porque quisiera o no, seguía pensando que en algún punto Sabina lo aceptaría por completo como su padre y su relación mejoraría en muchas formas y esta vez no se pudo quedar callado.
Entonces, mientras Cho limpiaba la barra de la cafetería, se acercó a él y en tono tranquilo le comentó ⎯ me enteré que Sabina y tú ya son novios.
Cho sonrío ⎯ Sí, ya es oficial.
⎯Y, ¿no ibas a tener la decencia de decírmelo? ⎯ preguntó.
Cho dejó de limpiar la barra y vio a Jaz a los ojos ⎯¿cómo?, pero señor Jaz, usted ya lo sabía, fue uno de los que me ayudó para la sorpresa de Sabi y…
⎯Sí, lo sé. Pero después de eso ya no me dijiste nada. Me enteré por María Julia que a Robert si le dijiste y que incluso le pediste permiso y yo…¿qué?
Adrián se quedó en silencio tratando de comprender lo que pasaba, jamás pensó que Jaz le reclamara eso, sobre todo porque él pensó que el otro padre de Sabina sabía su lugar ante su situación, en la vida de su hija, al parecer no era así.
⎯Señor…
⎯Sabina también es mi hija ⎯ dijo con la voz entrecortada y respiró profundo para que el nudo en la garganta no se deshiciera y quisiese llorar. Después, sin decir más, se alejó de la barra para salir de ella y después abandonar la cafetería.
Cho se quedó sin poder decir nada, tratando de pensar en lo que había hecho mal, suponiendo que ese había sido el caso. En verdad él se llevaba bien con Jaz, y no quería que esto hiciese que se ganara un enemigo.
Supongo que ahora debo pedirle permiso, pensó Cho.
Así, aprovechando que Sabina no había ido ese día debido a cosas que tenía que hacer con sus patrocinadores. Cho salió de la cafetería solo para encontrar a Jaz sentado en una de las mesas de afuera, con la mano sobre la frente, sobándosela como si estuviese ansioso.
⎯¿Señor Jaz? ⎯ preguntó Cho de inmediato.
Jaz levantó la vista y luego se secó las lágrimas, al parecer había estado llorando. Cho se sentó en la silla de al lado y esperó a que las cosas estuviesen mejor para hablar; sin embargo, fue Jaz quien empezó la conversación.
⎯Lo siento Adrián, no era mi intención, olvida lo que dije.
⎯No señor, lo quiero entender. Creo que podemos aprovechar este tiempo que Sabina no está para platicar ⎯ contestó en un tono suave.
⎯No, en realidad no importa ⎯ dijo Jaz, para luego aclarase la garganta ⎯ no es mi lugar, nunca lo ha sido, solamente he tenido unos días bastante complicados y lo que te dije solo es un reflejo de lo que yo siento en este momento. No tienes que decime nada sobre tu relación con Sabina, mientras Robert y Julie lo sepan, por mí está bien.
⎯No, creo que tiene razón ⎯ insistió Cho, ⎯ creo que también debimos comunicarle a usted que éramos novios, no solo porque es nuestro jefe sino porque es padre de Sabina.
Jaz negó con la cabeza ⎯ no lo soy, ese título me lo quité yo solo hace muchos años atrás ⎯ volteó a verlo ⎯ me arrepiento mucho, pero en ese tiempo jamás pensé que la volvería a encontrar y que ella quisiese tener un acercamiento conmigo. Es difícil verla crecer ante mis ojos, es difícil estar en su vida pero sentirme tan lejos y apartado de ella, es difícil hacerme a la idea de que hay cosas que no me conciernen porque yo no estuve ahí cuando ella la pasó mal, ¿me entiendes?
⎯Perfectamente ⎯ contestó el chico.
Jaz suspiró ⎯ el fin de semana pasado recibí la noticia de que mi padre murió ⎯ le confesó a Cho quien de inmediato sintió empatía por el hombre ⎯ se fue de este mundo y jamás lo pude volver a ver. Me enteré porque un amigo mío fue a su velorio y me lo comentó; mi madre y mis hermanos ni siquiera fueron para decírmelo. Mis hijos jamás lo conocieron y al paso que vamos, jamás conocerán a su abuela.
Ahora comprendo todo, dijo Cho para sus adentros.
⎯Lo siento mucho⎯ le consoló.
⎯En todo este tiempo no he dejado de pensar en lo que me perdí por haber rechazado a Sabina por mi inmadurez y mi falta de cojones de hacerme cargo de lo que yo había hecho, de lo mucho que lastimé a Julie, no se lo merecía. Sin embargo, tengo suerte que Sabina quiera hablar conmigo y convivir pero, también me merezco que con ciertas cosas sea fría, muy fría. Que no me considere ni un poquito para las cosas que la hacen muy feliz. Pero, a la vez, soy feliz de que me comparte algo. Supongo que lo que me pasó y mi terrible relación con mis padres, me lo merezco por lo que hice en el pasado. ⎯Finalizó.
Jaz volteó a ver a Jaz y le sonrío, él le respondió la sonrisa para luego redirigir la mirada hacia la calle. Adrián no tenía nada en contra de Jaz, era un buen jefe, una buena persona, pero sabía que la relación entre él y Sabina era tensa y que por eso había ciertas promesas que no le podía hacer. Sin embargo, no se quiso quedar callado y habló.
⎯Sabina lo quiere más de lo que usted cree⎯ le comentó.
⎯No me digas eso por hacerme sentir bien.
⎯No, es en serio. Sabina lo quiere a su manera, tal vez no lo abrace como a Robert o, le diga papá o le comente cosas de su vida íntima, pero lo cuida a su manera. Se preocupa por sus hermanos y lo quiere a través de ellos, si trabaja en la cafetería con usted es porque le gusta estar cerca.⎯Le explicó con seguridad el chico.
Jaz asintió la cabeza ⎯ tienes razón es una tontería lo que dije…
⎯No, claro que no. Una tontería sería no preocuparse por su hija después de tanto tiempo sin verla. Es evidente que le preocupa con quién tiene una relación sobre todo porque es la primera y porque el sujeto es dos años mayor que ella…
⎯Si sigues así Cho, ni Robert ni yo te dejaremos andar con Sabina ⎯ bromeó Jaz, sintiéndose mejor.
El chico también sonrío ⎯ a lo que voy es que… tiene razón en preocuparse y eso habla del buen padre que es y no solo con Sabina, lo veo con Pilar y con Eduardo y con Santi. Así que, no debe sentirse mal por preocuparse por esos detalles. Así que, diciendo esto yo le quiero pedir permiso para ser novio de Sabina, o al menos, le quiero avisar que ya somos novios⎯ finalizó.
Jaz sonrío, lo vio a los ojos y asintió con la cabeza ⎯ gracias por el detalle, en verdad me ayuda mucho aunque no creas. Por favor, no le vayas a comentar a Sabina sobre esto yo no quiero que se entere, no quiero que piense que me estoy tomando atribuciones que no me conciernen.
Cho le dio una palmada sobre el hombro ⎯ no lo haré, pero debe hablar con ella y contarle lo que le pasa. Sabina lo comprenderá, ella debe saberlo.
Jaz asintió ⎯ eres un buen chico Cho, sé que ya te lo dijeron pero, trata bien a Sabina, quiérela, no la lastimes y le rompas el corazón. Trátala cómo su padre Robert lo hace.
⎯Y su padre Jaz⎯ agregó el chico⎯ porque es un buen hombre también. ¿Cree que le pueda dar ahora yo un consejo?
⎯Te escucho.
⎯Olvídese del pasado y de la familia que no lo acogió. Usted ya tiene la suya propia, mejor invierta energía, amor y felicidad en ella que en la que lo rechazó. Eduardo Jaz del pasado ya no está y este del presente es mucho mejor, no tiene por qué seguir culpándose. Si sus hijos no conocen a sus abuelos está bien, tienen a sus otros abuelos y a una hermana que pronto será campeona olímpica… no necesitan más.
⎯Y a un cuñado bastante talentoso y buen hombre⎯ agregó dándole una palmada por la espalda.
⎯Eso está inferido señor Jaz.⎯Presumió.
⎯Solo Jaz⎯ le corrigió, para luego ponerse de pie ⎯ solo llámame Jaz. Gracias por escucharme, entre más viejo me hago, más solitario me siento.
⎯Ni que estuviese tan viejo, ni siquiera llega a los cuarenta⎯ le dijo él entre risas.
Jaz sonrió ⎯ eres un buen hombre Cho, cuentas con mi apoyo, mientras Sabina te quiera, yo te querré, mientras trates bien a Sabi, yo te trataré bien…
⎯Entonces seré amigos siempre⎯ dijo Cho.
Entonces terminada la plática Jaz entró de nuevo a la cafetería para seguir trabajando mientras Cho se quedó afuera pensando en lo que había pasado. Tal vez, él no tenía derecho a intervenir en la relación de su novia y Jaz, pero al menos podía hacer que esta mejorara poco a poco y, él, considerarlo un poco más en sus planes. Al fin y al cabo Sabina era hija de dos padres y mientras estuvieran presentes tenía que respetarlos.
⎯Supongo que un poquito de intervención no estaría mal⎯ se dijo asimismo, para luego ponerse de pie y seguir trabajando.
Desde ese día Cho y Jaz empezaron una relación que duró toda la vida…