Sabina había llegado a la edad de los diecisiete años, y para su familia era algo increíble. Ella había sido la primera niña de una tercera generación de Ruiz de Con y la primera de los Carter, por lo que se tenía que festejar en grande.
Hace años atrás María Julia, su madre, por motivos del nacimiento de sus mellizos no había podido festejarle los quince años de vida como decía la tradición y, aunque, a Sabina eso no le importaba, su madre se quedó con las ganas de hacerle una gran fiesta, por lo que aprovechó sus diecisiete para hacerlo.
A Sabina no le gustaban tanto las fiestas, la mayoría de sus cumpleaños los festejaba sencillamente, rodeada de su familia cercana y con sus tíos y primos vía videollamada. Pero esta vez, la fiesta también involucraba a su novio Adrián Cho, por lo que no pudo negarse al festejo y lo aceptó, un poco reacia pero lo hizo.
Así, la fiesta de Sabina Carter se hizo un viernes por la noche, en el jardín de la casa de los Carter Ruíz de Con donde, con una temática divertida, música, snacks y una pista de baile que cubría la piscina, la “Sirena” recibió a sus amigos, quienes se quedaron sorprendidos ante la decoración y sobre todo la casa; Sabina nunca los había invitado.
⎯¿De dónde sacaste tanta gente? ⎯ le dijo a Cho, mientras veía cómo en el jardín se encontraban más de veinte personas bailando al ritmo de la música.
Cho la tomó de la cintura, por detrás, y le dio un beso sobre el cuello ⎯ pues, le dije a Sam que invitara a tus amigos y este fue el resultado, ¿no te gusta? ⎯ le preguntó.
Sabina aceptó con la cabeza ⎯ claro que sí, me encanta.
⎯Qué bueno, porque cuando cumplas dieciocho haremos una más grande ⎯ bromeó Cho, haciendo que Sabina se riera.
⎯No lo dices en serio, ¿cierto?
⎯Pues… veremos ⎯ le dijo, para luego tomarla de la mano ⎯¿qué dices?, ¿vamos a bailar un poco? ⎯ comentó Cho mientras una melodía bastante alegra comenzaba a sonar y varios se habían acercado a la pista a bailar.
⎯Vamos ⎯respondió ella avergonzada, ya que no era de las que bailaba pero, con Cho, se sentía lo suficientemente segura para hacerlo.
Ambos caminaron hacia el jardín y Cho, moviéndose al ritmo de la música, entró en medio de la pista junto con ella. Tan solo se percataron los demás de que estaban ahí se acercaron para bailar junto con ellos y disfrutar. Mientras tanto, en la casa de sus tíos, se encontraban sus padres observando la situación mientras sus primos Daniel y Héctor, y sus medios hermanos Pilar, Eduardo y Santiago, jugaban con los mellizos quienes querían ir con su hermana y Cho; Sin embargo, este día era solo para su hermana y por órdenes de sus padres debían dejarlos.
Todos parecían disfrutar, todos menos Sam, que desde hace tiempo atrás traía una actitud bastante pesada con todos pero, especialmente con Sabina. Esto había empezado tiempo atrás cuando la popularidad de Sabina había crecido gracias a su belleza natural, su simpatía y su bien formado cuerpo. Sam, a su perspectiva era la reina de la preparatoria pero, de pronto se había visto desbancada por la tímida nadadora que, ahora, presumía de uno de los novios más simpáticos, guapos y atléticos que había; por lo que se sentía en verdad ignorada.
Cuando Sam había conocido a Cho, éste, había llegado como amigo de su hermano Camilo y su enamoramiento había sido inmediato. Adrián en ese momento tenía novia por lo que Sam pasó desapercibida por completo para, después, quedarse sin poderle decir sus sentimientos a Cho ya que él se había ido a vivir a Corea. Finalmente, cuando él regresó, Sam pensó que tenía otra oportunidad hasta que… llegó la Sirena.
Ahora pasaba todo el tiempo de mal humor, observando de lejos a la pareja y pensando en la estúpida suerte que tenía Sabina. No solo era buena deportista, estudiante, rica y bonita, sino que tenía a un hombre que era todo un partido, y ella, se aburría en la fiesta organizada por él.
Sin embargo, a Sabina eso no le importaba e incluso lo tomaba en cuenta ella reía con sus otros amigos, comía de la deliciosa barra de pizzas que sus padres le habían puesto, mientras Cho le pedía al DJ canciones más animadas para que la fiesta no decayera.
⎯Voy a tu habitación mi chaqueta ⎯ le dijo al oído mientras que el remix de “Smells like Teen Spirit” sonaba a todo volumen bajo la luz de las estrellas.
⎯¿Puedes traer a mía? ⎯ le pidió ella ⎯ la que me regaló Pili.
⎯Vale…
Así, Cho entró a la casa cantando la canción mientras atravesaba la cama y subía los escalones para entrar al área de las habitaciones. Se sentía tan raro caminando por ahí solo cuando siempre lo hacía detrás de Jon porque no se quería duchar o cargando a Jo entre sus brazos cuando ya era hora de irse a dormir.
Entonces, entró a la habitación de Sabina y, al prender la luz vio que Sam se encontraba recostada sobre su cama con las manos sobre la frente ⎯me asustaste ⎯ le dijo de inmediato.
Sam se puso de pie y sonrío ⎯Cho… ¡qué sorpresa!
⎯¿Qué haces aquí?, la fiesta está allá abajo ⎯ Cho fue directo hacia el sofá de la habitación y tomó su chaqueta de piel negra y se la puso arriba de la cazadora gris que traía ⎯ ¿te sientes mal?
⎯Sí, creo que me duele un poco la cabeza ⎯ habló Sam con voz lastimosa ⎯ y el ruido no me permite que se me quite.
⎯Pues deberías tomarte una aspirina, ¿quieres?, sé donde es el botiquín de los Carter.
⎯¿Harías eso por mí?, ¡qué lindo! ⎯ expresó Sam, poniéndose de pie.
⎯Sí, solo voy por la chaqueta de Sabina y vamos ⎯ le comentó, para luego abrir la puerta del vestidor de su novia que, prácticamente, era otra habitación.
Cho prendió la luz y, en seguida, la ropa, zapatos, bolsas y accesorios de Sabina quedaron a la vista. Él entró seguro hasta donde estaban colgadas sus chamarras y abrigos cuando escuchó la voz de Sam.
⎯¡Guau!, ¿este es el vestido de Sabina? ⎯ inquirió sorprendida, entrando hasta donde estaban los accesorios.
⎯Sí ⎯ respondió él.
Sam recorrió cada uno de los apartados tocando con la huella de sus dedos las ropas que había en el lugar ⎯si que tiene ropa deportiva ⎯ bromeó.
⎯Sí, principalmente son uniformes de la selección o ropa que le dan sus patrocinadores… explicó Cho ⎯¿nos vamos?
⎯Espera, espera… ⎯ dijo Sam ⎯ Sabina nunca me deja ver sus vestidos, tiene unos muy bonitos, ¿sabías? ⎯ comentó y caminó hacia el otro lado de la habitación donde se encontraban los vestidos. Sam descolgó uno de color negro, con flores rojas que parecían claveles, y de un corte corazón sin hombros ⎯ este me encanta.
⎯Se lo hizo su abuela, así que deberías tener cuidado ⎯ le dijo Cho, amable.
⎯¿Ya se lo has visto puesto?
⎯Varias veces… ⎯ contestó él, quitándose lo de las manos con cuidado y colgándolo de regreso.
Sam caminó hacia donde estaban los accesorios vio la enorme cantidad de medallas que tenía colgadas ⎯¡Guau!, cuando me dijo que tenía algunas medallas no sabía que tenía tantas⎯ Sam vio a Cho, ⎯ recuerdo cuando fui a tu casa, tú tenías más que ella.
⎯No lo sé, y no son competencias ⎯ contestó⎯ ella gana las suyas, yo las mías y ambos estamos orgullosos.
Sam tomó una que decía “campeonato de natación, primer lugar” y se la puso sobre el cuello⎯ pesa.
⎯Es de oro, claro que pesa⎯ respondió él.
Sam sacó su móvil y se tomó una foto con la medalla de oro sobre el pecho⎯ me veo genial con el oro…⎯ bromeó.
Cho dejó la chamarra de Sabina sobre una de los bancos forrados de tela que tenía y puso sus manos sobre el cordón de la medalla para quitársela ⎯ ¿sabes cuánto cuesta ganarse esta medalla?⎯ inquirió.
Sam le tomó las manos y contestó ⎯¿cuánto?
⎯Mucho esfuerzo, entrenamiento y dedicación. No es un collar o una bufanda que te puedas poner alrededor del cuello y tomarte una foto como si fuera tuyo. Deberías tener un poco más de respeto.
Cho trató de quitarle la medalla a Sam y ella se lo prohibió⎯ ¿me la vas a quitar?⎯ preguntó, para luego móndese los labios. Abajo, sonaba a todo volumen la canción de “One Kiss” que sin querer era la banda sonora de lo que Sam deseaba.
⎯Claro que te la voy a quitar… ⎯ respondió él.
⎯Entonces hazlo… ¿qué esperas?⎯ le comentó Sam, para luego, rápidamente solar a Cho, colocar sus manos detrás de su nunca y empujarlo hacia él para darle un beso al que él se resistió de inmediato.
⎯¿Qué haces?⎯ se escuchó una voz detrás de ellos y de inmediato se vio a Sabina en la puerta.
¡Mierda!, pensó Cho.
⎯Salte…⎯ le dijo Sabina a Sam.
⎯¿Qué?, pero si él es quién me metió aquí…
⎯¡Salte!⎯ le gritó Sabina, y luego fue hacia ella y le quitó la medalla del cuello⎯ no vuelvas a tocar mis cosas…
⎯Solo es una medalla, y ahí tienes muchas…⎯ se trató de explicar.
⎯Solo lárgate Sam… ⎯ le dijo decidida Sabina.
Sam volteó a ver a Cho y luego salió de la habitación con una sonrisa en los labios. Cho se quedó en silencio mientras trataba de respirar profundo. Sabina se acercó, puso la medalla en su lugar y luego lo vio a los ojos.
⎯Tú también vete…
⎯¿Disculpa?⎯ preguntó Cho un poco sorprendido.
⎯Solo vete…
⎯Mujer…¿por qué?
⎯Solo vete… ⎯ dijo Sabina seria,⎯ y de pasada diles que la fiesta terminó.
⎯¿Es en serio?, debemos hablar…
⎯Solo vete⎯ volvió a repetir.
⎯Como quieras… ⎯ contestó Cho, para luego salir de ahí dejándola sola.