Cho sintió cómo el aire se le iba y un inmenso dolor recorría todo su cuerpo. Él estaba acostumbrado a los golpes y a las caídas fuertes, pero la patada de Sabina había sido tan fuerte que no pudo soportarlo mucho. 

⎯¡Auch!⎯ apenas expresó, para después voltearse de lado y colocarse en posición fetal.

⎯¡Ay Dios!⎯ expresó Sabina, mientras veía a Cho sobre el suelo⎯¿qué haces aquí? 

⎯¡Dios!, este video será tendencia en redes⎯ se escuchó la voz de Daniel y, cuando Sabina vio hacia el final del corredor, vio a su primo filmando con el teléfono, mientras Héctor yacía de pie a su lado abrazando el muñeco Beethoven que le habían regalado en su cumpleaños pasado 

⎯¡Chamaco!, ¡vete de aquí!⎯ expresó Sabina, y corrió hacia ellos asustándolos. 

⎯¡Chou!⎯ la tierna voz de Jo resonó en el aire. 

Él seguía sobre el suelo tratando de recuperarse. Como pudo, se levantó para sentarse recargándose sobre la pared. ⎯¿Qué haces aquí? ⎯ volvió a preguntar Sabina, ahora en un tono más tierno. 

⎯Ahora no puedo pensar, Sirena⎯ le advirtió. 

⎯¿Qué te duele Chou?⎯ preguntó Jo mientras lo veía aún blanco y quejándose⎯¿por qué no le haces el sana, sana, como a mí Bina? 

Sabina se puso roja de inmediato ante la pregunta de su hermana y Cho, al verla de reojo, sonrío por primera vez en ese tiempo. 

⎯Jo, ve a tu habitación, tú también Jon.⎯ Les pidió. 

⎯Pero, queremos ver a Chou…⎯ dijo su parlanchina hermana. 

⎯Vayan, en unos momentos voy a verles… ¿está bien? ⎯ les pidió Cho, ya más recuperado. 

Jo asintió con la cabeza y luego tomó a Jon de la mano para volver a entrar a su habitación, esa que olía a mentol con mezcla de medicina. Cho, volteó a ver a Sabina que tenía un aspecto bastante enfermo, y como la nariz la tenía completamente roja de tanto sonarse. 

⎯¿Cómo es el sana, sana?⎯ preguntó pícaro. 

⎯Guarda silencio⎯ le pidió ella, antes de volver a sonrojarse.⎯¿Qué haces aquí? 

⎯Bueno, ahora puedo decir que venir a verte fue como una patada en los huevos…⎯ bromeó. Sabina sonrió pero al acordarse de que estaba enojada quitó la sonrisa⎯ pues a qué más, mujer, a verte, a hablar contigo. Pero, veo que estás enferma así que ahora he decidido quedarme para cuidarte. 

Sabia negó⎯ no es necesario, mi mamá nos está cuidando. Ella solo fue por una medicina para los mellizos y va a regresar; así que gracias. 

Cho negó con la cabeza⎯ no Sabina, no. Yo quiero arreglar las cosas contigo, además sabes que esto se puede arreglar pero eres tan necia, necia, necia, que no quieres hacerlo. 

Sabina se puso de pie⎯ mira Cho, no vas a venir a mi casa y….⎯ entonces ella estornudó tan fuerte que Cho pudo ver la mueca que hacía. Él también se puso de pie y le tocó la frente. 

⎯¡Ay mujer!, tienes temperatura⎯ le dijo. 

⎯Estoy bien⎯ contestó Sabina, para volver a estornudar aún más fuerte. 

Cho la acercó a él y la envolvió con sus brazos⎯ Sabina Carter Ruíz de Con, no seas necia y arreglamos esto que me estoy muriendo de amor por ti⎯ recitó. 

Sabina en verdad se sentía mal, le dolía la cabeza, no dejaba de estornudar y tenía el cuerpo débil. Sin embargo, debía admitir que tener a Cho abrazándola así se sentía tan bien, sobre todo por el calorcito que le daba. 

⎯¿O qué?, ¿ya me dejaste de querer? ⎯ insistió su guapo novio. 

⎯¡Chou!⎯ se escuchó en la habitación de Jon y Jo. Él se separó de Sabina y fue hacia la puerta para abrirla⎯¿puedes hacerme una piña collada de Fresa? ⎯ le pidió la niña. 

Cho sonrío ⎯ lo haré. 

⎯Y a mi una de vainilla⎯ hablo Jon. Ambos tenían un aspecto igual al de su hermana. 

⎯Se lo traigo en seguida⎯ respondió Cho, amable para luego cerrar la puerta e ir hacia Sabina y cargarla entre sus brazos⎯¿qué desea mi Sirena?⎯ le comentó. 

⎯Cho…⎯ murmuró Sabina y luego sonrío. 

⎯Te haré un remedio infalible para que te recuperes…¿te parece?⎯ preguntó Cho entusiasmado y, al parecer, recuperado por completo de la patada que le había dado su novia. Así, mientras Sabina se encontraba en sus brazos, la llevó hacia su habitación y la recostó sobre la cama para que ella se acordara.⎯ Creo que iré por una bolsa de hielos para mi⎯ bromeo y Sabina esbozó una ligera sonrisa. 

[…] 

Como lo había dicho Sabina, María Julia regreso tiempo después con una bolsa de medicinas y otras cosas que Jon necesitaba para aliviar la gripe. Al parecer, el niño necesitaba más que una jarabe, si no también una medicina especial que se administraba mediante un difusor.

A María Julia le agradó la idea de ver a Cho ahí, ya que sabía que su hija necesitaba otra oportunidad en esto de las relaciones y el amor. Por lo que se dedicó un cien por ciento a sus hijos y dejó que Adrián le consintiera. Así que, él le hizo el remedio que le daban a él cuando se sentía enfermo de gripe y tenía que competir. 

Sabina, sentada y arropada en su cama, le dio un sorbo a la brebaje de Cho y sin poder evitarlo hizo una mueca que casi hace que escupa todo.⎯¿Qué demonios es esto?⎯ pregunto, mientras su cuerpo reaccionaba ante lo que había bebido. 

⎯Cebolla morada, jengibre, limón y un toque de miel⎯ explicó él. 

⎯Pues sabe a mierda⎯ habló sincera Sabina. 

⎯Unas por otras corazón. Tú me das una patada en las bolas y yo te doy una bebida de mierda⎯ respondió. 

Sabina volteó a verlo y le sonrío apenada ⎯lo siento, es un movimiento de defensa que me enseño mi mamá. Ahora veo que ella tiene razón, nunca falla.⎯Le comentó. 

⎯Me alegra que haya sido el conejillo de Indias⎯ habló Cho. 

⎯Pero es que, ¿cómo se te ocurre entrar así sin avisar?⎯ dijo Sabina más despierta⎯ y sobre todo, venir, ¿no te dije que ya no quería verte? 

⎯Uno, estuve tocando el timbre como loco para que supieras que estaba aquí⎯ explicó.

⎯El timbre no sirve, a penas mañana vendrán a arreglarlo.⎯Justificó la joven. 

⎯Eso explica muchas cosas. Pero en fin, mira Sabina Carter, fue sobornado por Daniel para que me dejara pasar por el jardín, me subí la barda y casi no paso. 

⎯¿Por qué no pasaste por la reja?⎯ inquirió ella de inmediato. 

⎯En fin… no hice todo eso solo para venir a que me digas que no quieres hablar conmigo cuando sé, que estás arrepentida de lo que está pasando. Todo lo que tienes que decir es perdón y ya. Tú eres la que dices “no quiero drama en mi vida”, cuando eres el mismísimo Shakespeare⎯ comentó firme Cho. 

Sabina se quedó en silencio, puso el vaso lleno de ese líquido sabor a cebolla sobre el buró y luego suspiró ⎯ Adrián, esta es la primera vez que estoy en algo que desconozco por completo, que me hace sentir vulnerable y completamente fuera de mí. Jamás había sentido lo que sentí, jamás… 

⎯¿Qué sentiste?⎯ insistió Cho. 

⎯Pues… ⎯ suspira Sabina⎯ pues, sentí enojo y ganas de… 

⎯¿Celos?⎯ pronunció la palabra Cho ⎯¿sentiste celos? 

⎯Sí, pero no debe ser así porque yo no quiero ser celosa⎯ justificó ella⎯ pero ver la escena y luego como insistía diciéndole a todos que había sido maravilloso me enojó, porque sé que es maravilloso, yo, yo te he besado y… 

Mientras explicaba esto, Adrián no dejaba de verla directamente a los ojos y esbozar una ligera sonrisa. No cabía duda, Sabina lo quería solo que no sabía como lidiar con todos esos nuevos sentimientos. 

⎯Eres el primer hombre en mi vida que yo veo con otros ojos Cho. Eres la primera persona del exterior que entra a mi casa, que dejo que se pasee por ahí con mi entera confianza Mis hermanos te adoran y… me dio miedo pensar que me había equivocado y que… 

⎯Y que me enamoraría de Sam… ⎯ complementó el joven gimnasta. 

Sabina se recargó sobre la almohada⎯ ahora que lo digo en voz alta suena tan estúpido. 

⎯No⎯ negó Cho. Él se acercó a ella y le tomó la mano⎯ suena como algo que tenías que decir, y, es lo más bonito que he escuchado en toda mi vida. 

⎯Mientes⎯ contestó ella. 

⎯No, no miento. Que me digas eso significa que en realidad te importo y me quieres… 

⎯Claro que te quiero⎯ admitió por fin Sabina⎯ te quiero tanto que a veces no me la creo, pero a la vez, no me la quiero creer porque… ⎯ ella pasó saliva. 

Él acarició su mejilla⎯entonces, quiéreme Sabina. Hazlo sin miedo, porque yo también te quiero como no tienes idea.⎯Cho, hizo a un lado la cobija de Sabina, luego la movió un poco al centro de la cama y se subió junto con ella. 

⎯Te vas a enfermar⎯ murmuró. 

⎯No me importa⎯ respondió, e hizo que recargara su cabeza sobre el pecho⎯ Sabina, en una relación lo más importante es la confianza y si no la tenemos esto se terminará pronto. Sé que hice mal en no decirte lo de Sam pero, que ella me quiera no quiere decir que yo sí. 

⎯¿Ni un poco?⎯ preguntó ella coqueta. 

⎯No. Si hubiese querido algo con ella ni me hubiese acercado en esa fiesta, ni buscado como lo hice… yo, te quiero a ti, me siento atraído por ti y quiero estar contigo. Me dolió que desconfiaras de mí, y mucho. 

⎯¿Más que la patada? ⎯ bromeó. 

⎯Mucho más. Pero, si lo aclaramos y prometemos decirnos lo que sentimos y confiar… esto puede continuar o qué, ¿ya no me quieres? 

Sabina volteó su rostro hacia el de Cho y sonrío. Él se acerco y le dio un beso sobre la frente con mucha ternura⎯ te prometo que no volverá a pasar⎯ mumuró ella,⎯ confiaré en ti y no me dejaré llevar por mis sentimientos. 

⎯Sabina, tú no estás en competencia con nadie… tú ya ganaste conmigo… no desgaste tu energía en eso, ¿vale? Yo te quiero, te quiero mucho. 

Ella le dio un ligero beso sobre los labios⎯ te quiero Cho, y siento si te herí… y no solo hablo de la patada. 

⎯Mujer, todo lo que hago por ti, ahora ese video se fue al chat de la familia. 

⎯No te preocupes, luego nos vengamos de Daniel… ⎯ respondió entre risas. 

Cho tomó el brebaje y se lo dio ⎯ tómalo, te juro que mañana estarás como nueva. 

Sabina tomó el vaso y después de respirar se lo tomó de un sorbo, para luego hacer una mueca que hizo a Cho sonreír.⎯Dios, no sé como puedes tomar esto⎯ le dijo. Finalmente Sabina se acomodó sobre el pecho de Cho y él comenzó a acariciar su cabello. 

⎯¿Entonces?, ¿ya no puedo salir al mercado de chicas?⎯ preguntó. 

⎯Ni se te ocurra… ⎯ contestó Sabina, para después bostezar⎯¿te puedes quedar un ratito?

Cho se acomodó sobre la almohada y la abrazó más cerca de su cuerpo⎯ toda la vida, si es lo que deseas⎯ confesó, pero, Sabina, ya estaba dormida. 

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