Sabina y su prima Sila eran las dos primeras mujeres de una nueva generación de Ruiz de Con y, al conocerse desde pequeñas, eran mejores amigas. A pesar de que vivían en diferentes países y husos horarios, jamás dejaban de comunicarse, por ende, estaban al tanto de lo que pasaba en las vidas de una y de la otra.
Cuando Sabina llegó a Puerto Vallarta para pasar las fiestas decembrinas con ella, el noviazgo con Cho era motivo de largas conversaciones y preguntas al respecto. Sila, muy diferente a Sabina, no solo era cuatro años menor que ella, sino que siempre era analítica, ignorando algunas cosas del amor y sobre todo de las relaciones; sin embargo, era curiosa.
⎯Y, ¿te besa? ⎯inquirió en un murmullo Sila, mientras ambas se encontraban en su habitación, con las luces apagadas y recostadas sobre la cama mirando al techo.
Sabina recordó el beso de Cho, aquel que se dieron en la noria bajo la luz de las estrellas.
⎯Sí ⎯contestó, sin dar muchos detalles aún.
Sila se quedó en silencio y luego sonrió.
⎯¿Y te gustó?
⎯Claro que me gustó ⎯habló bajito, Sabina, para luego voltearse y quedar frente a su prima⎯. No sé cómo explicarlo, pero me encanta.
Sila se volteó a verla.
⎯¿Sabías que en un beso hay 168 músculos implicados y una cascada de químicos que viajan directo al cerebro? ⎯le comentó⎯. Hay 34 músculos de la cara involucrados, además de otros 134 de distintas partes del cuerpo. El músculo orbicular, el de los labios, es el principal. También están los músculos cigomáticos mayor y menor, el elevador del labio superior, depresor del labio inferior y depresor del ángulo de la boca. Cada vez que besas, la oxitocina, la dopamina y la adrenalina se hacen presentes ⎯concluyó.
Sabina se rió; adoraba que su prima fuera extremadamente inteligente y se aprendiera todos esos datos. Sin embargo, la mayoría de sus explicaciones terminaban con el momento romántico, así que tenía que detenerla antes de que eso pasara.
⎯Pues yo no sé de eso, solo sé que se siente rico ⎯habló Sabina⎯. A ti, ¿Moríns no te ha besado? ⎯preguntó.
Moríns era el chico que estudiaba con su prima en las tutorías que tomaban en casa de su abuelo Tristán. Era un chico alto, delgado, de cabello rizado y muy simpático, que siempre la hacía reír.
⎯¿Por qué habría de besarme? ⎯preguntó Sila, inocente.
⎯Porque creo que le gustas. Ayer que lo conocí me pareció.
⎯No, no me ha besado. Moríns es solo mi amigo y nada más. No veo una relación pronta con él ⎯contestó Sila muy segura.
Sabina tomó entre sus dedos el dije con la figura de una niña, ese que ella también llevaba en su cuello y que le había regalado cuando la conoció por primera vez. Lo observó con cuidado y luego sonrió.
⎯Creo que estoy enamorada ⎯dijo bajito.
⎯¿Cómo lo sabes? ⎯preguntó Sila.
Sabina se quedó en silencio un momento, tratando de encontrar las palabras indicadas para explicarle a su prima lo que le acababa de decir. Después, la vio a los ojos y le comentó.
⎯Pues, todo el tiempo estoy pensando en él. Siempre quiero estar a su lado, quiero platicar con él todo el tiempo y, cuando se va, lo extraño. Me hace reír mucho y cuando me besa, siento cosquillas en mi abdomen, que a veces me erizan la piel y me hacen pensar cosas algo… candentes.
Sila se sonrojó. La verdad es que las pláticas con su prima mayor eran muy diferentes, de temas que ella aún no entendía o que le eran prácticamente desconocidos. Ella entendía del amor, lo veía y lo sentía de parte de sus hermanos, tíos y primos, pero sentirlo de otra persona, diferente a ellos, aún no.
⎯Debe ser bonito.
⎯Lo es, pero tengo miedo.
⎯¿Miedo? ⎯preguntó.
Sabina asintió.
⎯Me da miedo que me rompan el corazón, no sé por qué.
Sila se levantó de inmediato.
⎯¿Crees que te lo rompa?
⎯No, pero tampoco quiero. Me da un poco de miedo que Cho un día me deje de querer, por ejemplo, que en mi regreso me diga que ya no quiere estar conmigo, sino con la estúpida de Sam.
Sila sonrió, se volvió a recostar en la cama y acarició su cabello.
⎯El abuelo dice que cuando la persona vale la pena, uno no se da por vencido. También dice que todos podemos herir a cualquier persona, pero, solo nosotros decidimos por quién queremos sufrir ⎯recitó.
Sabina sonrió.
⎯¿Qué significa eso?
⎯Que tú vales mucho la pena y que por eso, Cho no se dará por vencido tan fácil y que así como él te puede romper el corazón, tú puedes hacerlo. Así que si se quieren, evitarán que eso pase ⎯habló Sila, un poco tímida.
⎯Para ser una persona que me acaba de decir los músculos que participan en un beso, eres bastante buena dando consejos ⎯le comentó Sabina.
⎯No, simplemente que el abuelo me influencia mucho, literal lo veo diario ⎯respondió su prima⎯. Aun así, creo que Cho te quiere mucho, y no dejará que tu corazón se rompa. Lo vi en la fiesta y su mirada no miente. Te quiere.
⎯Lo sé ⎯contestó ella, para luego reír bajito⎯. Además, está muy guapo, ¿quieres ver una foto de él sin camisa?
Sabina abrió su móvil y entró al Instagram de Cho, donde inmediatamente apareció una foto de él, con unos leggings de deporte pegados y sin camisa, mostrando todos los músculos de su cuerpo. Sila vio toda la imagen y se sonrojó.
⎯¡Guau!, creo que se le ven todos los músculos pectorales ⎯expresó Sila, para ambas reír bajito como si todo esto estuviera prohibido⎯ ¿Los has tocado?
Sabina asintió, para luego reír una vez más.
⎯Es muy sexy, últimamente siento cosas…
⎯¿Cosas? ⎯inquirió su prima⎯ ¿Cómo qué?
⎯No lo sé… cosas, cosas qué deseo averiguar ⎯confesó⎯. Mucho calor, y humedad.
Sila se rió bajito, entendía, pero no deseaba entender, era algo raro.
Sabina bajó su móvil y volvió a ver a su prima a los ojos.
⎯Yo también me quiero enamorar ⎯le dijo Sila⎯. Aunque creo que me será imposible. No a muchos les agrado, por ser como soy.
⎯Cuando uno vale la pena, no se da por vencido… ¿cierto?
⎯Cierto… ⎯murmuró Sila, cerrando levemente los ojos.
⎯Sila, ¿crees que Cho y yo tengamos una bonita historia de amor? ⎯inquirió la chica.
⎯No lo sé ⎯dijo Sila, adormilada.
⎯Sí, así como el tío Manu y la tía Ainhoa, ¿crees que pueda tener un amor tan bonito como ese? Recuerda que los Ruiz de Con estamos destinados a tener bonitas historias de amor ⎯le recordó, ya que eso le había dicho su abuela hace mucho tiempo.
⎯Supongo, si es nuestro destino entonces… las tendremos ⎯auguró su prima.
⎯Entonces tú también tendrás una bonita historia de amor, así como David, Alegra, Lila, Héctor y Daniel. Es el legado de los Ruiz de Con ⎯habló ilusionada.
Sila asintió con la cabeza y luego se quedó dormida. Sabina volvió a abrir su móvil y buscó la última foto que ella y Cho se tomaron. La vio detenidamente y la besó. Estaba enamorada, esto que sentía por él, era amor… y ya no podía negarlo.
Cerró los ojos y recordó ese beso donde todo su cuerpo había reaccionado de una forma tan rara que no supo cómo describirlo. Lo que Sabina no sabía es que estaba teniendo sus primeros despertares sexuales con Cho y que poco a poco los iría descubriendo. Sin embargo, por ahora todo era inocencia, vil y pura inocencia que sentía cuando él la tomaba entre sus brazos.
⎯Ya quiero verte ⎯murmuró Sabina⎯. Ya quiero que tengamos nuestra historia de amor ⎯dijo, para después apagar el móvil e irse a dormir.
Lo que Sabina no sabía es que el amor es una combinación de altos y bajos y, así como hoy se sentía en las nubes, pronto, tendría que poner los pies sobre la tierra.