⎯¡Fue un desastre!⎯ le dijo Cho a Jaz, quién secaba los vasos cerca de la barra mientras él ordenada las servilletas de papel y los cubiertos ⎯mis padres en verdad hicieron todo lo posible por hacerla sentir incómoda e, incluso insinuaron que si era nadadora clasificada era por su dinero.
Jaz lo vio al rostro y levantó las cejas sorprendido. Siempre le agradecía a Cho que le mantuviera al tanto de lo que pasaba de su relación con Sabina pero, pocas veces le podía ayudar con decisiones, ya que él, no podía tomarlas por falta de autoridad como padre; aún así le gustaba escuchar.
⎯¡Guau!, jamás vuelvo a pensar que yo fui tratado mal cuando María Julia me llevó a su casa a cenar por primera vez como novio de Julie. Pensé que Tristán me trataba de correr con sus chistes tontos pero creo que los prefiero a eso. Ahora yo soy el de los chistes.
⎯Los chistes del señor Tristán son buenos, tengo unos reservados para cuando me toque decirlos⎯ alegó Cho.
⎯Ahora lo sé.⎯ Respondió Jaz para luego quedarse en silencio.
⎯¿No me dirás algo?⎯ le pidió Adrián, viéndolo al rostro.
Jaz negó ⎯Pues, ¿qué quieres que te diga, hijo? Estas vivencias son individuales y solo le corresponde a Sabina responder tus dudas aunque, créeme, por dentro quiero ir a patearle el trasero a tu padre por haber herido a mi hija.
⎯Te acompaño ⎯ finalizó Cho.
La puerta de la cafetería se abrió y Sabina entró quitándose el gorro y sacudiéndose la nieve. Cho se puse de pie de inmediato y fue hacia ella para ayudarle a quitarse el abrigo.
⎯Sirena, ¿todo bien?⎯ preguntó preocupado, ya que ella le había dicho que no podía verlo desde la cena y además pasado a la escuela por ella.
⎯Sí, sólo que tenía una junta en el conglomerado con los patrocinadores⎯ explicó caminando hacia Jaz, mañana es la última⎯Sabina fue con Jaz y lo abrazó ⎯Hola Jaz.
⎯Hola hija⎯ murmuró él. Siempre solía murmurar el hija y decir el Sabina en voz alta. Cho supuso que le daba un poco de miedo decirlo en alto que alguien se pudiese ofender⎯¿cómo te fue?
⎯Pues, un año más que mi madre me salva de modelar bikinis, entre más crezco más difícil se vuelve⎯ se quejó Sabina dejando su mochila debajo de la barra.
⎯Supongo que se puso a alegar, ¿cierto? ⎯ comentó y Sabina rió.
⎯Sí, la hubieran visto, diciendo que había una fila de patrocinadores que respetaban mi trabajo y que morían por patrocinarme, que solo necesitaba hacer una llamada. Confieso que me dio miedo porque es un patrocinador muy grande.
⎯¿Qué es lo que buscan?⎯ interrumpió Cho.
⎯Un modelo de trajes de baño, al parecer⎯ respondió Sabina⎯¿interesado?
Cho asintió⎯ Sí.
Jaz y Sabina se quedaron en silencio un momento, esperando que Cho dijera que es broma pero, al parecer, no era eso. Ella salió de la barra y se puso el delantal negro⎯¿Es en serio?
⎯Sí, yo lo hago si me patrocinan también, digo… no me da pena y creo que tengo estilo, has visto mi Instagram.
Cho abrió su móvil y le mostró a Jaz una foto que tenía en la playa con un traje de baño y él lo alejó ⎯ ¿cuál es tu nombre de usuario?, para bloquearlo de la cuenta.
⎯¿De Pilar? ⎯ preguntó Sabina.
⎯No, de mi mujer…⎯ dijo Jaz, haciendo a Cho reír.
Sabina tomó los cubiertos y caminó hacia una de las mesas. Adrián la siguió de inmediato y la alcanzó ⎯Sirena, ¿crees que podamos hablar?
⎯¿Sobre el modelaje?, si claro, le puedo decir a mi madre que hable con…
⎯No, no… de lo que paso en casa de mis padres⎯ corrigió Cho, y ella esbozó una leve mueca.
⎯Y, ¿qué quieres hablar? ⎯ inquirió Sabina.
Cho la tomó de la mano y antes, de que Jaz los viera, la llevó hacia la bodega y cerró la puerta. Sabina se recargó contra la pared y él quedó frente a ella, arrinconándola.
⎯Sirena…
⎯¿No prenderás la luz? ⎯ dijo Sabina, un poco nerviosa.
⎯No, porque Jaz nos verá…⎯ comentó. Cho, se encontraba tan cerca de su rostro que podía sentir su respiración. La leve luz que entraba por una ventanilla hacía que ambos pudieran verse al rostro. Los ojos de Cho brillaban y los de Sabina lo miraban con un amor que nunca había sentido.⎯ En fin, mujer, no sé que hayas pensado después de que salimos de casa de mis padres pero, antes de que me digas algo, quiero comunicarte que yo no sabía que iba a pasar eso. Estoy verdaderamente apenado contigo y que apoyo la decisión que tomes porque creo que es la correcta. Solo que mis sentimientos por ti no han cambiado, al contrario, se han hecho más fuertes y, sí tú decides dejarme, me romperías el corazón.
Sabina sonrío. Acarició su rostro con ternura y negó con la cabeza ⎯ ¿crees que te voy a dejar por eso? ⎯ preguntó.
⎯Pues, creo que sería lo conveniente, fue grosero y yo no tuve los pantalones para defenderte, así que… supongo que este es un ¿adiós?
Sabina sonrío, luego jugó con su cabello y acarició sus mejillas. Cho tomó su mano y la besó ⎯ si tú lo deseas, podemos terminar⎯ habló⎯ pero, yo no planeaba hacerlo.
⎯¿De verdad?⎯ murmuró Cho, y esbozó una sonrisa.
Sabina asintió con la cabeza ⎯Sí hombre, es verdad. Yo te quiero y sé que tú no eres como tu familia, eres diferente y bueno, si admito que tu madre me hizo sentir muy mal pero, tú me haces sentir muy bien. Te quiero.
⎯Yo también te adoro, mujer⎯ le contestó para luego tomar su rostro con ternura y rozar su nariz con la de ella ⎯ te quiero y te adoro más de lo que puedes imaginar.
Sabina sintió como el color rojo se le subía por las mejillas y luego cerró los ojos para sentir el beso de Cho sobre sus labios. Él pegó un poco más su cuerpo, mientras no dejaba de besarla. Sabina puso sus manos sobre su pecho y, con tranquilidad comenzó a hacer círculos con las yemas, dándole una sensación placentera a su novio.
Él, en un impulso, bajó sus manos hacia su vientre y lo acarició por arriba de la playera, para después subir hacia uno de sus pechos y rozarlo. Sabina se puso tensa por un momento y Cho bajó la mano al sentir el cambio de actitud. Sin embargo, Sabina la tomó y volvió a ponerla a esa altura, como si le estuviese concediendo un permiso.
Entonces Adrián se dejó llevar. Mientras su novia acariciaba su pecho él se atrevió a explorar un poco más, acariciando sus pechos con ternura mientras Sabina sentía toda una revolución de sentimientos y de un placer nuevo e inexplicable. Siempre le gustaban los besos que le daba Cho pero este, era el más rico de todos.
Cho pegó un poco más su cuerpo y cuando Sabina sintió algo duro debajo de su pantalón se alejó un poco asustada, empujando un poco a Cho para que dejará de besarla.
⎯¿Qué pasa?⎯ preguntó Cho agitado.
Sabina estiró la mano y prendió la luz, solo para ver un bulto en el pantalón de Cho. La chica de inmediato se puso de todos colores y se cubrió el rostro. Esto se lo había explicado su madre antes, lo había visto en clase de salud sexual, pero, vivirlo… definitivamente era otra cosa y se sentía… no sabía como se sentía. En ese momento Sabina supo que esto era parte de crecer.
⎯Lo siento, yo…⎯ trató de explicar.
Cho sonrío levemente ⎯ no te preocupes, no pasará nada pero, no soy de piedra Sabina. Me gustas y por ende me excitas, bastante…
Sabina se mordió los labios y esquivó la mirada. Sabía que era bonita pero, nunca pensó que podría causar eso en un hombre. Se quedaron ambos en silencio y luego Cho fue, tomó una botella con agua y se la dio a Sabina.
⎯Échamela.⎯ Dijo arrodillándose para que Sabina lo alcanzara.
⎯¿Qué?⎯ preguntó Sabina.
⎯Abre la botella y échame el agua sobre la cabeza… ⎯ continuó Cho, y ella se río bajito.
⎯¿Para qué?
⎯No hay ducha y tengo calor… venga. Qué tengo que salir a trabajar y esto será incómodo.
Sabina abrió la botella y luego vació el agua por el cabello de Cho. Él se rió, y movió la cabeza de lado a lado para que el agua cayera. Cuando terminó de vaciarse Cho se puse de pie y sonrío.
⎯Lo siento, sé que son niñerías pero…⎯ habló Sabina.
⎯No son niñerías… solo te advierto que esto puede suceder varias veces que estemos solos⎯ le advirtió, y Sabina volvió a sonrojarse⎯ pero no haremos nada que tú no quieras… ¿hasta los veinte años qué no?⎯ le recordó él.
Sabina se puso de puntillas y le dio un beso a Cho sobre la mejilla ⎯eres el mejor de los novios, te quiero.
⎯Yo te quiero más… mi Sirena.
Sabina se volteó, abrió la puerta de la bodega y antes de salir volteó a decirle ⎯¿seguro que no te quieres salir de esto?
Cho negó ⎯ no, aquí me quedo…
⎯Entonces me quedo contigo⎯ habló Sabina y cerró la puerta dejando a Cho solo en la bodega.
Se quedó un momento de pie y después de pensarlo, se volteó hacia el agua embotellada y abrió otra para vaciársela sobre el cabello⎯ hasta los veinte Adrián, no hay de otra.