El turno de Cho de clasificar había llegado y Sabina, estaba ahí, junto con su amigo, Camilo, y junto a Jaz y Pili, quienes habían sido invitados por él mismo. También, los mellizos se encontraban ahí, vistiendo unas playeras que ellos mismos habían pintado que decían “Chou No.1”, que lucían con orgullo. 

Tal vez Jo y Jon no tenían ni idea de como se ganaba una clasificación en ese deporte pero, les entretenía ver a Cho haciendo piruetas, saltando por los aire y saludando. Solía hacerlo en su casa y luego les enseñaba a dar vueltas sobre la cama; para ellos, Cho ya era un ganador, al igual que su hermana. 

⎯¡Vamos Cho!⎯ gritó Sabina, al escuchar que lo llamaban para pasar a las barras paralelas, uno de los últimos aparatos que le faltaban para clasificar como uno de los ocho mejores. Si lo hacía perfecto, entraba a la clasificación dejando al otro competidor detrás. 

Cho entró hacia el aparato, saludó hacia el público y sonrío hacia donde sabían estaban ellos⎯¿Chou va a pasar, verdad? ⎯ preguntó Jo, quién estaba atenta a lo que pasaba. 

⎯Claro que sí, tiene que pasar, va a pasar… ambos debemos ir a las olimpiadas⎯ murmuró Sabina. 

Cho comenzó a hacer su rutina, volando por los aires como solía hacerlo, y pasando sigilosamente de barra en barra hasta que se preparó para salir. Dando dos vueltas para caer exacto en el lugar esperado. 

⎯¡SÍ!⎯ gritó Sabina emocionada, mientras veía como Cho festejaba con sus compañeros al bajar del plato. 

⎯¿Qué pasó?⎯ preguntó Jaz, quién trataba de entender lo que pasaba. 

⎯Solo necesita dos décimas para poder calificar, si lo hace… entra en los ocho mejores y juntos vamos a las olimpiadas. 

De pronto se hace el silencio, todos vieron hacia la pantalla que muestra las puntuaciones de clasificación y de pronto, Cho comenzó a saltar de emoción y volteó a ver a Sabina para hacer ese saludo secreto que tenían entre los dos. 

⎯¿Qué pasa?⎯ preguntó Jaz. 

⎯¡Pasó!, ¡Pasó!⎯ gritó Sabina emocionada⎯¡pasó!, ¡vamos a las olimpiadas!, ¡vamos a las olimpiadas!

Como si ella hubiese contagiado la emoción al resto del público, ellos comenzaron a gritar emocionados mientras se veía como los clasificados se felicitaban entre sí. 

Al terminar la competencia, Sabina tomó a sus hermanitos y bajó las gradas para correr hacia Cho y sorprenderlo justo cuando salía del vestidor. Al verlo, saltó hacia él y, como siempre, Cho la cargó entre sus brazos. 

⎯¡Lo hiciste hombre!, ¡lo hiciste!⎯ le dijo emocionada, para darle un beso sobre la mejilla. 

Cho la vio a los ojos y le sonrío ⎯ iremos juntos, iremos juntos a las olimpiadas. Mi mujer bella, mi Sirena. 

⎯¡yo también quiero abrazar a Chou!⎯ pidió Jo, mientras jalaba el pantalón de su hermana. 

⎯Cierto, olvidaba que tienes a tu fan número uno⎯ bromeo Sabina y Cho se mordió los labios. 

⎯Podría comerte a besos ahora, estoy muy emocionado pero, ¿lo dejamos para más tarde?⎯ preguntó. 

Sabina, al escuchar eso, se sonrojó por completo e ignoró su mirada para que, Jaz, no lo notara al bajar de sus brazos. Cho cargó a Jo y a Jon al mismo tiempo y ambos se rieron al ver lo alto que subían. 

⎯¡Más alto!, ¡más!⎯ pidió Jon, quién adoraba que Cho lo cargara como si él también estuviese haciendo gimnasia. 

⎯Muchas felicidades, Adrián ⎯ le dijo Jaz, quién venía con Pili tomando su mano. 

⎯¡Gracias!, muchas gracias ⎯dijo él, para luego sonreírle. 

Cho se encontraba en realidad feliz, después de tantos años de trabajo arduo y de buscar sus propios patrocinadoras, se encontraba al final de la carrera. 

⎯Adrián⎯ escuchó una voz, que hizo que bajara a los niños y se encontrara detrás de él a su padre que, aún vistiendo el traje, se había aparecido en la competencia. 

⎯¡Papá!, ¡clasifiqué!⎯ expresó el emocionado. 

Sabina sintió un hueco en el estómago, al ver el rostro frío del padre, que no se comparaba con el que su padre le había hecho cuando ella clasificó en su propio deporte. 

⎯Lo sé, pero, es algo que se debe hacer, ¿no Adrián?, para eso trabajaste tanto y entrenaste. 

⎯Si papá…⎯ contestó Cho, en un cambio de actitud tan radical que incluso hizo que el ambiente de felicidad cambiara a uno tenso. 

⎯Así que… está bien. 

Cho se quedó en silencio y asintió con la cabeza. Era como si al padre de Cho no le sorprendiera o alegrara en absoluto que tenía un hijo que iría a los Juegos Olímpicos, si no más bien, era algo que debía pasar por la cantidad de horas invertidas, como si fuera el resultado obvio. A Sabina le dio gusto que su novio hubiese clasificado porque, si no lo hacía, tal vez su padre estuviese molesto. 

El padre de Cho vio a Sabina y la saludó⎯ Señorita Carter. 

⎯Señor⎯ respondió ella. 

⎯Él es Eduardo Jaz, mi jefe⎯ lo presentó Cho con amabilidad y él estiró la mano y le saludó. 

⎯De verdad le agradezco que pierda dinero y tiempo viniendo a la competencia a apoyar a mi hijo. Sé que su negocio puede tener pérdidas⎯ dijo él, haciendo que Jaz arqueara las cejas sorprendido. 

⎯¿Perdón? 

⎯Sí, supongo que le descontará el día a los jóvenes por no trabajar… 

⎯No, en realidad, no…⎯ respondió Jaz,⎯ no cuesta nada venir a apoyarlo. Además, es el novio de mi hij… de Sabina, y le queremos. 

⎯Está bien, como desee… ⎯ volteó a ver a su hijo⎯ ¿nos vamos? 

⎯¿Ya te vas Chou?, ¿no irás a la cena que mis papás prepararon?⎯ preguntó Jo inocentemente. 

Él sonrío ⎯ Claro que si, iré… 

⎯Podría ir también tu papá ⎯ invitó Jo, será divertido. 

Sabina la tomó de la mano y le apretó levemente, su hermana sabía qué era la señal para que guardase silencio, así que lo hizo. 

⎯No gracias… ¿nos vamos?⎯ le preguntó a su hijo, que simplemente asintió y abrazó a Sabina⎯ nos vemos al ratito Sirena… te quiero⎯ le murmuró para, después, despedirse de todos, e irse con su padre.

Cuando se alejaron de ellos y caminaron lejos del recinto Cho lo tomó del brazo y lo hizo voltear⎯¿qué te pasa?

⎯¿Disculpa? ⎯ inquirió su padre molesto. 

⎯¿Por qué tratas así a Sabina y a Jo?, es una niña pequeña no tiene ni idea de lo que estás haciendo. 

El padre suspiró ⎯¿en serio me harás una escena aquí Adrián?, ¿en serio opacarás tu éxito defendiendo a una niña y a tu supuesta novia? 

⎯No es supuesta novia, es mi novia… y la niña se llama Jo… y la quiero… 

⎯¿La quieres?, ¿la quieres?, por favor Adrián, concéntrate y déjate de tonterías. Ya tengo suficiente con que quieras estudiar esas carrera de odontología. Me cuesta creer que pagué la mejor educación para ti, los mejores maestros y tutores para que me salieras con esa carrera… ¿sabes el dinero que posiblemente perdí? 

Cho se quedó en silencio escuchando las palabras de su padre. No era la primera vez, que le reclamaba algo, así que no le era raro lo que sucedía pero, era la primera vez que estaba enamorado de alguien y lo que le decía comenzaba a dolerle. 

⎯No te preocupes, te regresaré cada centavo que gastaste en mi si eso es lo que te preocupa⎯ le contestó. 

⎯¡Por favor Adrián!, sabes que las cosas no van así, no van de esta manera. Solo te pido que te concentres y te dejes de niñerías, eso de trabajar en la cafetería cuando puedes hacerlo en el bufete, eso de ser niñero los jueves en lugar de estudiar, y ahora… ¿enamorado?, no, tú no estás enamorado. 

⎯Lo estoy, estoy enamorado de Sabina, es más, creo que la amo…⎯ confesó y luego abrió los ojos como si un pensamiento escondido se hubiese revelado⎯ la amo, amo a Sabina Carter, y no es una tontería… y si no te gusta, lo siento… pero no cambiará. 

El padre de Cho le dio una palmada sobre la espalda y luego una más fuerte sobre la mejilla haciendo que él cerrara los ojos para aguantar el dolor ⎯ hijo, tú no tienes ni puta idea de lo que quieres. Así que te dejaré que sigas haciendo “lo tuyo”, esperando que cuando “llegue lo mío”, lo tomes como el hombre que eres y te dejes de idioteces. Ahora vámonos, que tu madre te hizo una cena especial. 

El padre de Cho se adelantó al auto y él se quedó con los puños cerrados y molesto, muy molesto. Muchas personas hubiesen deseado que su hijo fuera como él, que hubiese clasificado y tuviera una carrera y una novia como Sabina pero, al parecer, su padre no estaba satisfecho, en realidad, nunca lo estaba. 

⎯¿Cho?⎯ preguntó su padre desde lejos, y él tomó su maleta y caminó hacia el y la aventó sobre el asiento de atrás.⎯¿Qué te pasa? 

⎯Tan solo sepa como, me iré de la casa, así no tendrás que preocuparte por el dinero, ¿te parece? 

Su padre se río ⎯ sigue soñando Cho, solo sigue soñando, ahora súbete, que me estás molestando. 

Cho se fue del otro lado para subirse en el auto y, mientras su padre pasaba la maleta a la cajuela, vio su celular y sonrió al ver el mensaje de Sabina. 

MI MUJER 

ESTOY INCREÍBLEMENTE ORGULLOSA DE TI, ¡LO HICIMOS!, ¡IREMOS JUNTOS A LOS JUEGOS!, NOS VEMOS MAÑANA. TE QUIERO. 

Entonces Cho, sin pensarlo dos veces o tal vez dejándose llevar por el calor del momento escribió el mensaje que posiblemente cambiaría su relación para siempre. 

CHOU 

TE AMO SABINA CARTER… TE AMO. 

Y cuando Sabina lo recibió, la dejó completamente fría. Cho, había confesado que la amaba. 

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