El mensaje de Cho había dejado a Sabina completamente fría. Mientras tenía el móvil en las manos y leía una y otra vez el “Te amo”, no supo que pensar ni mucho menos qué contestar, por lo que lo bloqueó y dejo a un lado de ella y se dispuso a ver la película infantil que sus padres les habían puesto a sus hermanos. 

De reojo, veía la pantalla del móvil, atenta de cualquier otro mensaje que él le pudiese enviar sin embargo, ya no hubo más, eso era lo único que Cho le quiso decir y la primera vez, en toda su relación que no contestaba de inmediato. 

Sabina observó a su padre, quién estaba más atento a la película que sus mismos hermanos, y supuso que podía dejarlos solos con él. Se puso de pie, tomó el móvil. ⎯¿Dónde está mamá? ⎯ le preguntó a su padre. 

⎯Está en casa de tus tíos ⎯ respondió su padre ⎯ allá cenaremos hoy. 

⎯Cierto ⎯ respondió Sabina y, sin decir nada más salió de la sala para ir a la puerta que la llevaría al jardín. 

⎯Por cierto, chiquitina, felicítame a Cho, me dijo tu madre que si clasificó. 

⎯Se lo diré ⎯ respondió Sabina, para luego abrir el ventanal e irse hacia el jardín. 

Ella comenzó a caminar por el iluminado jardín de su casa para ir hacia la reja que separaba ambas casas internamente. Según lo que había escuchado en diciembre pasado, su tío David y su tía Luz estaban en pláticas para comprar la casa que estaba al otro lado de la casa de su tío Manuel por lo que, pronto, el jardín se extendería hasta allá dejando la casa de sus tíos en medio de todo. 

Como siempre, Sabina abrió la puerta del jardín y entró a la sala de sus tío que era muy diferente a la suya. En ella había unos sofás blancos muy bonitos, en los cuáles Jo y Jon estaba prohibido que jugarán. Estaba rodeada de libreros con libros de todos colores, estatuillas y fotografías familiares y al lado el piano de color negro que, como siempre, tocaba su primo. 

La melodía del tercer movimiento de “Moonlight sonata” resonaba en todo el lugar y, como siempre, se encontraba Héctor concentrado, tocando sin ni siquiera mirar la partitura. Estaba tan atento a lo que hacía que ni se deba cuenta de que Sabina había entrado al lugar. Ella se paró frente a él y esperó a que su primo subiera la mirada. 

⎯Está en la cocina ⎯ le dijo sin dejar de tocar, y Sabina simplemente le sonrío. 

Fue hacia la cocina donde encontró a Daniel, a su tía y a su madre sobre la mesa con un juego de cartas sobre la mesa. Ellas prestaban atención mientras Daniel les explicaba un truco de magia que su Tío Robert le había enseñado. 

⎯¿Está es tu carta? ⎯ le preguntó, sacando un tres de tréboles. 

María Julia abrió la boca sorprendida y asintió ⎯ así es… 

⎯¡Excelente! ⎯ expresó, mientras tomaba las cartas sobre la mesa. 

⎯No sé si a tu padre le gusta que andes jugando cartas ⎯ le dijo su madre mientras lo observaba. 

⎯No estoy apostando… solo lo hago cuando el tío David me lo pide⎯ confesó y Ainhoa levantó la ceja y el niño sonrío⎯ no le digas. 

⎯Dios, ¿cómo es que tu tío David pueda estar aquí y en México?⎯ le preguntó a Julie. Ainhoa vio a Sabina y le sonrío ⎯¡Sabina!, ¿qué haces aquí? ⎯ inquirió. 

Julie volteó a verla y sonrío por igual ⎯ vente hija, estamos platicando de todo un poco mientras esperamos la cena y tu primo Daniel nos está enseñando los trucos de magia de tu padre; creo que los dominó todos. 

Sabina con una sonrisa en los labios y con el sonido del piano en el fondo, se acercó hacia la mesa para sentarse entre su madre y su tía. Aún traía el móvil entre sus manos, así que lo dejó sobre ésta para alejarse un poco de la tentación. 

⎯¿Quieres que te adivine cuál es tu carta? ⎯ le preguntó Daniel de inmediato. 

Sabina vio a su primo, con esas gafas redondas y con mucho aumento y negó con la cabeza ⎯ ya me lo sé todos pero si quieres puedes ir a enseñárselos a Jon y a Jo, ellos aún se sorprenden de todo ⎯ le sugirió. 

⎯¡Eso haré!, y le enseñaré al tío Robert que ya sé hacer los trucos ⎯ habló su primo entusiasmado y luego recogió las cartas y salió de la cocina. 

⎯¡La cena es en diez minutos! ⎯ gritó Ainhoa. Las tres se quedaron solas en la cocina y ambas mujeres voltearon a ver a Sabina y le sonrieron ⎯¿cómo te sientes de que Cho clasificó? ⎯ inquiero su tía. 

⎯Pues feliz, mucho muy feliz ⎯ admitió Sabina. 

⎯¡Qué bien!, ese Cho me agrada, no sólo porque cuida a mis hijos, si no porque es un buen hombre, me recuerda a Manuel cuando era joven. Alto, marcado, simpático… todo un paquete ⎯ comentó para luego suspirar ⎯ aunque sigue igual de guapo, solo mas maduro ⎯ agrega y tanto ella como María Julia se ríen. 

⎯Dios, si que lo veías con ojos de amor y lo sigues viendo así, para mí siempre será el cabeza hueca que le gustaba molestarme ⎯dijo Julie. 

Ambas vuelven a reírse, no obstante Sabina se encontraba concentrada viendo hacia el móvil, perdida en sus pensamientos y esperando un mensaje de Cho. 

⎯Sabi, amor… Sabi ⎯ escuchó la voz de su madre y volteó a verla ⎯¿te sientes bien hija?

⎯Sí, claro… ⎯ habló. 

Su madre se quedó un instante viéndola y Sabina supo que estaba tratando de leer su mirada para averiguar qué sucedía; tarde o temprano lo iba a conseguir. 

⎯¿Segura? ⎯ insistió.

Sabina negó ⎯ no estoy mal pero, tampoco no estoy bien. 

⎯¿Cómo? ⎯ preguntó su tía Ainhoa, que se había acercado después de ir a ver el horno. 

Sabina abrió el mensaje de Cho y se percató que no había estado en línea desde hace rato ya, ¿a caso se habría enojado porque no le contestó? 

⎯¿Es tan secreto que no se lo puedes comentar a tu madre? ⎯ insistió Julie. 

Sabina suspiró ⎯¿qué hicieron cuando mi tío y mi papá les dijeron que les amaban? ⎯ preguntó Sabina, y tanto su madre como su tía abrieron los ojos sorprendidas y se emocionaron. 

⎯¡Cho te dijo que te amaba! ⎯ exclamó sorprendida su tía, y Sabina de inmediato se sonrojó. 

⎯Sí, me envío este mensaje. 

Sabina, ya con más confianza, abrió el mensaje y le mostró a su madre y tía el mensaje de Cho y sus sonrisas se ampliaron. Julie abrazó a su hija y le dio un beso sobre la frente. 

⎯Mi pequeña ha crecido ⎯ comentó ⎯ y tiene un novio que la ama, la respeta y es un buen hombre. 

⎯¡Ay ma! ⎯ expresó Sabina ⎯ basta. 

⎯Y, ¿por qué traes ese rostro pálido, sobrina? ⎯ preguntó Ainhoa. 

⎯Bueno pues… ¿no es muy pronto para que me lo diga? Ni siquiera llevamos un año de novios y tengo entendido que la frase “Te amo”, es para relaciones que llevan mucho tiempo. 

⎯No, claro que no ⎯ habló su madre ⎯ esa es una mentira. Uno pueda tener una relación de tres años y jamás decir un te amo, y hay personas que tienen tres meses de conocerse y lo dicen. Si Cho lo dijo, es porque lo siente y porque en verdad lo hace. 

Su tía Ainhoa asentía con la cabeza ⎯ cuando tu tío me lo dijo, yo le contesté de inmediato…¿qué le dijiste a Cho? 

⎯Bueno… nada. 

⎯¡Nada! ⎯ expresaron en coro, asustando a Sabina. 

⎯¿Pero por qué? ⎯ preguntó su mamá. 

⎯Es que… pues… es que… ⎯ habló tartamudeando, Sabina ⎯ siento que es una palabra muy poderosa y, que sé que, al admitirlo, estoy expresando todo, absolutamente todo ⎯ volteó a ver a su mamá ⎯ Sila y yo siempre hemos pensando que sus historias de amor son increíblemente bonitas y maravillosas. Mi tía Ainhoa conoció al amor de su vida a los ocho años, tú, a primera vista y la historia de mis abuelos es en realidad maravillosa. ⎯Sabina suspiró. ⎯ lo que trato de decir es que, ¿qué tal si le respondo “te amo”, y mi relación con él dura tres semanas más, ¿comprenden? 

⎯Pero, ¿lo sientes? ⎯ dijo Ainhoa, emocionada. 

⎯La pregunta es, ¿qué es lo que sientes al pensar o ver a Cho? ⎯ preguntó su madre. 

Sabina se quedó viendo a la nada y escuchando de fondo la melodía que tocaba su primo. ⎯ Pues, me siento única, protegida, feliz. Me gusta cómo nos hacemos reír y el apoyo mutuo en todo lo que hacemos. Adoro como nos conocemos y comprendemos… es como si él me leyera por completo y yo a él ⎯ pronunció, mientras una sonrisa se marcaba en sus labios. 

Sabina no se había dado cuenta que en todo su discurso había hablado en plural. 

⎯¡Mi sabanita está enamorada! ⎯ expresó su tía, emocionada, para después ir a su lado y abrazarla ⎯ ¡Dios!, nunca pensé que vería este día. Aún te recuerdo cuando cantabas “bajo el mar” en el auto de tu tío. 

Sabina se rió y por alguna razón las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. Para Julie, su madre, eso no le sorprendía ya que sabía que su hija se mostraba fuerte por fuera pero por dentro era en realidad sensible y muy soñadora. 

⎯¡Imagínate yo! ⎯ exclamó su mamá para darle un beso sobre la mejilla ⎯ creo que deberías contestarle. 

Sabina tomó el móvil y comenzó a responder el mensaje. De pronto, lo bajó y se quedó viendo a la pared. 

⎯¿Qué pasa? ⎯ preguntó su madre. 

Sabina volteó a verla y sus miradas tan parecidas se cruzaron ⎯tengo una mejor idea, ¿crees que me puedas apoyar? ⎯ le pidió. 

Su madre aceptó de inmediato y su tía Ainhoa tomó su móvil y envió un mensaje ⎯ yo no me pierdo esto ⎯ comentó con una sonrisa, para después sonreírle a su sobrina. 

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