La fiebre por haber clasificado pasó lentamente aunque, aún se sentía un poco celebridades. Para Sabina, el ambiente en el colegio cambió por completo y más sus pocas amistades. Unas deseaban juntarse con ella por el hecho de que tenía bastante popularidad y otras le dejaron de hablar por lo mismo, así que los únicos que se mantenían estables eran su familia y por su puesto Cho.
Por otro lado, a Cho le estaba yendo muy bien. A pesar de la molestia de sus padres había conseguido entrar a la escuela y estudiar lo que él deseaba, por lo que ahora era todo un universitario. Sus ideas en la cafetería habían logrado de Jaz tuviese más clientes, por lo que tuvieron que contratar a una persona más que los ayudase, sobre todo cuando Sabina y Cho cuidaban a los gemelos todos los jueves por la tarde.
Para ambos, su relación iba viento en popa y, aunque Sabina no tenía la aprobación de los padre de Cho, a ellos no les importaba. Ellos estaban hechos para estar juntos y crecer, algo que se notaba en cada paso de su vida. A Cho le daba alegría ver como su novia maduraba y a ella como Cho se convertía en el hombre ideal.
Así, los meses pasaron y con estos llegó el cumpleaños de Cho, no que quería festejar solo con Sabina y sin nadie más, por lo que sus planes se limitaban más a una salida romántica.
⎯¿A bailar?, ¿quieres llevarme a bailar?⎯ preguntó ella, sorprendida, mientras Cho la veía a los ojos.
Últimamente ellos habían encontrado en el auto de Cho, sobre todo en el asiento de atrás, un rincón para poder estar solos sin que nadie los molestara; además de poder besarse a gusto.
⎯Me gusta bailar, ¿a ti no?⎯ inquirió el chico, jugando con su cabello.
⎯Pues, ha bailado⎯ pronunció Sabina, para después reírse.
Ella se acercó a los labios de Cho y le besó con ternura, para luego sentir las manos de su novio empujarla un poco más hacia él. Ambos, habían entrado en ese momento de la relación donde la palabra “Sex0”, era algo que pasaba por su mente 24/7 y que trataban de controlar.
⎯Le pediré permiso a tu papá⎯ murmuró él,⎯ ahora que bajemos del auto.
⎯Si que te gusta arriesgarte⎯ bromeo Sabina, mientras volvía a besar a su novio, esta vez sujetando su rostro.
En un impulso Cho la cargó y la sentó encima de sus piernas. Ambos quedaron frente a frente y podían escuchar sus respiraciones sumamente agitadas. Él mantenía sus manos sobre el sillón aunque deseaba subirlas y acariciar a su novia.
Sabina, besó sus labios y movió levemente su cadera rozando su intimidad con la de Cho⎯¿qué es lo que estás haciendo?⎯ preguntó Cho, mientras se le erizaba la piel.
Su novia no contestó, solo lo volvió a hacer mientras fundía sus labios con los de él. Se quedaron un buen rato así hasta que Cho se separó.
⎯¿Qué pasa?⎯ preguntó ella picara.
⎯Que si quiero perfile permiso a tu padre, necesito estar en mis cinco sentidos y con esto… creo que los perdí⎯ comentó, para después sonreír.
⎯Cada vez se hace más difícil…
⎯Tu fuiste la que pusiste la edad… ahora la cumplimos⎯ le recodó Cho, para luego moverla a un lado, abrir la ventana del auto, que estaba estacionado a dos cuadras de la casa de Sabina, y respiró profundo.
Sabina sonreía y curiosa veía el pantalón de su novio donde, evidentemente, le había pasado algo. Después, ella se arregló el cabello y suspiró.
⎯Si no me deja, ¿qué harás?⎯ inquirió ella.
⎯Pues… haré un plan sobre la marcha⎯ contestó coqueto, para luego abrir la puerta y pasarse a la parte de adelante⎯¿nos vamos?, no quiero que te regañe por llegar tarde.
Sabina se pasó para adelante, mientras Cho se acomodaba en asiento del conductor y encendía el auto. Después de que checaron que todo estuviera bien, manejaron hacia la casa de Sabina. Las luces de afuera estaban completamente encendidas lo que era señal de que sus padres se encontraban ahí.
⎯Espero que los gemelos estén dormidos, sino esto se complicará⎯ hablo él, mientras Sabina buscaba las llaves para entrar.
⎯Jo se pondrá celosa de que no la llevas, ya sabes cuánto te ama…⎯ contestó su novia.
Ella abrió la puerta y le extrañó que las luces de la sala estuvieran apagadas por completo, ya que sus padres solían dejarlas prendidas hasta el final.
⎯¿Mamá?⎯ preguntó Sabina pero no hubo respuesta.
⎯¿Seguro que están?⎯ inquirió Cho, preocupado.
⎯Pues, la camioneta está afuera… iré a revisar a los gemelos para ver si no están en casa de mi tío Manu.
De pronto, un ruido se escuchó por la cocina alertando a Cho y a Sabina⎯¿qué es eso?
⎯Seguro es esa rata⎯ murmuró⎯ quédate aquí, iré arriba.
Sabina subió las escaleras sin hacer ni un ruido, mientras Cho se quedaba en el recibidor de la casa esperando por ella. De pronto, el ruido se vuelve a repetir y él se dirige hacia la cocina.
⎯Eso no es una rata, debe ser un mapache o algo así⎯ murmuró Cho, mientras con cuidado camina por la cocina y percibe el ruido del cuarto de lavado.
El ruido se repite y él toma una de las escobas que hay al lado y tomando valor, abre la puerta apresuradamente y unos gritos fuertes hacen que tire la escoba.
⎯¡Qué demonios!⎯ gritó impactado por lo que veía.
⎯¡Cierra la puerta!⎯ escuchó la voz de María Julia y él en sus nervios, la cerró azotándola fuerte.
⎯¡Lo siento!, ¡lo siento!, me dijo Sabina que era una rata…⎯ se disculpó Cho, mientras trataba de no reírse después de lo que había visto.
⎯¡Qué no te enseñaron a tocar!⎯ gritó Robert.
⎯Si pero…¿cómo le vas a tocar a la rata?, ¿cierto?
Cho trataba de no morir de risa pero le era imposible. Jamás pensó que encontraría a los padres de su novia en una situación así y menos, en el cuarto de lavado.
⎯¿Qué pasa?⎯ escuchó la voz de Sabina desde las escaleras.
Robert abrió la puerta y con el rostro rojo y el cabello revuelto le pidió con la mirada que no mencionara nada. Cho, suspiró y tragándose la risa contestó.
⎯Nada⎯ comentó, para después lanzar una carcajada⎯ lo siento, lo siento.
Robert simplemente negó con la cabeza.
⎯¿Cómo que nada?, y, ¿ese grito?⎯ insistió.
⎯Fue mío⎯ admitió⎯ abrí la puerta del cuarto de lavado y me encontré una rata, qué rata, ¡una ratotototota!
⎯No te pases de listo⎯ murmuró Robert.
A los pocos momentos salió María Julia. Su rostro estaba rojo de la vergüenza y solo quería salir huyendo de ahí.
⎯Por cierto, tus padres están en el jardín⎯ mintió, para luego ver a Robert⎯ si me deja llevar a Sabina a bailar en mi cumpleaños y regresarla después de las 12, yo jamás le mencionaré esto… lo juro por mi honor.
⎯¿A bailar?, ¿a un club?, ¿después de las 12?⎯ recapituló Robert.
⎯No creo que esté en posición de negociar. Tómelo o déjelo o le juro que contaré todo con detalles.
⎯Chantajista⎯ murmuró Robert.
⎯Yo preferiría llamarme, negociador.
María Julia le dijo que si, justo en el momento que Sabina entró a la cocina y los vio a los tres en el cuarto de lavado.
⎯Por fortuna tu grito no despertó a mis hermanos, ¿qué les pasa?, ¿por qué tan agitados?⎯ inquirió su hija.
Robert y Julie se vieron a los ojos y a ninguno le pasaba por la mente qué podían decir para justificar su situación.
⎯Al escuchar mi grito, corrieron hasta acá porque querían auxiliarme.
⎯Así es… ⎯ habló María Julia.
⎯¿Vale?⎯ respondió Sabina, sabiendo que todo eso era muy raro.
⎯En fin⎯ rompió el silencio incómodo Cho⎯ señores Carter, ya que están aquí y corrieron a mi ayuda, ¿quería saber si puedo invitar el viernes a Sabina a bailar?, es mi cumpleaños y me gustaría divertirme… la traería relativamente tarde pero sana y salva.
Cho vio a María Julia y a Robert y les sonrío. Robert suspiró⎯vale, te damos permiso.
⎯Bien, muchas gracias… ¿puedo regresarla a las cinco de la mañana?
⎯No abuses de tu suerte⎯ murmuró Robert, adviertiéndole.
⎯Bueno, a las cuatro.
⎯Tres.
⎯Dos y media⎯ finalizó Robert.
⎯A las dos y media⎯ confirmó Cho, para luego ver a Sabina.⎯Listo, ya tenemos festejo.
Sabina vio a sus padres para estar segura de lo que estaba pasando y cuando vio que era en serio, sonrió.
⎯Pues, gracias…
⎯De nada… diviértete… ahora, ¿crees que puedas acompañar a Cho a la puerta?⎯ le pidió su papá.
⎯Muchas gracias y tengan muy buena noche… por cierto, deben hacer algo con esa rata, es un poco ruidosa.
⎯Cho, solo vete⎯ le pidió Maria Julia, para luego ir hacia la cocina y desaparecer.
Sabina y Cho caminaron hacia la puerta sin mirar atrás⎯ ¿qué fue eso?⎯ preguntó.
⎯Negociaciones en el momento preciso⎯ contestó su novio, para luego darle un beso sobre los labios⎯ aléjate del cuarto de lavado, la rata es real. Te amo.
Y luego salió de la casa para estallar a carcajadas en su auto.
Una ratototota jajaja