-Días después- 

Tal vez los padres de Sabina se habían tomado un poco más a la ligera lo que le pasó a Cho, aunque si llegaron a cuestionar a su hija sobre lo sucedido. Sin embargo, los que no estuvieron muy de acuerdo con lo que había sucedido, fueron los padres del joven que, tan solo lo vieron entrar al siguiente día todo golpeado y con morados en el rostro, le reprocharon a su hijo lo que había sucedido. 

Cho logró zafar muchas, e incluso les dijo una y otra vez que Sabina no tenía absolutamente la culpa de nada. No obstante, era evidente que por una razón los padres de él no querían a su novia y que encostarían cualquier pretexto para hacerle saber a su hijo que era una persona non grata, dentro de la familia; definitivamente, los Cho Barbet no estaban enamorados de los Carter Ruíz de Con como el resto de las personas. 

El joven no sabía si en algún punto esto podría arruinar su relación con Sabina pero, de lo que si estaba seguro, era de que la amaba y después de lo que había sucedido noches atrás, la relación entre él y Sabina había alcanzado otro nivel, uno más íntimo, más sensual y lleno de deseo; del que no había vuelta atrás. 

⎯Esto de muestra una vez más que esta mujer no es para ti⎯ le dijo su padre, mientras Cho trataba de curarse la herida.⎯ Una mujer que te meta en problemas no es la iniciada. 

⎯Ya te dije cientos de veces que Sabina no tuvo nada que ver. Nos asaltaron y el hombre se desquitó conmigo⎯ justificó Cho, por cuarta vez en toda la conversación. 

⎯Y, ¿por qué crees tú que llegaron?, ¿eh? Ya averiguamos más sobre Sabina y es hija de una mujer muy poderosa, ¿no crees que no tenga enemigos? 

⎯No los tiene⎯ respondió Cho,⎯ y si los tuviera, ¿qué tiene que ver con nosotros? Solo fue un malentendido y ya, incluso deberías estar preocupado por mí, yo soy tu hijo. 

⎯Pues a veces parece que no lo eres⎯ le dijo su padre mientras lo veía a los ojos.⎯ A veces parece que eres otro. 

Cho dejó de ponerse el hielo sobre el ojo y lo vio de frente⎯¿qué insinúas?⎯ le preguntó. 

Su padre suspiró.⎯ No sé, siento que últimamente te juntas con malas compañías y tienes un comportamiento errático. Primero ese joven, Camilo, y ahora te haces novio de la tal Sabina y te pasa esto. Antes no eras así, solías ser un hijo cumplido, siempre en casa, siempre siguiendo los pasos de tu padre. No sé que haría tu abuelo si te viese así. 

⎯¿Así cómo?⎯ preguntó Cho, sorprendido por las palabras de su padre y por el silencio de su madre que se encontraba justo detrás de él. 

⎯Un hombre que se pelea en bares, que trabaja en una cafetería como mesero y que anda con una mujer que no es indicada para su familia⎯ agregó. 

⎯Y, ¿quién sería la indicada para mi familia?⎯ preguntó Cho de inmediato⎯ dime, tengo curiosidad por saber. 

El padre de Cho suspiró⎯ no importa, solo te aviso que esta familia no aceptará a Sabina Carter en ningún momento… ¿entiendes? 

⎯Bien, porque Sabina Carter no tendrá porque venir a verlos⎯ respondió, para luego dejar la bolsa de hielo sobre el lava manos. Cho vio a sus padres a través del espejo y con la mirada fija en ellos les preguntó ⎯¿Qué les molesta más?, ¿que su hijo no haya salido como desean o que Sabina me ame tal y como soy?⎯ inquirió.⎯¿Qué te molesta más, madre?, ¿qué los padres de Sabina me quieran más?, ¿que sea apreciado por esa familia y que tú no tengas ni la mínima decencia de decirme algo bonito?

⎯Basta Adrián⎯ le calló su padre. 

⎯¡Díganmelo!⎯ expresó enojado.⎯¿Saben?, para muchos afuera soy el hijo ideal, no fumo, no bebo, trabajo, soy un gran sujeto y conseguí que me aceptaran en una buena universidad. Soy un gran deportista y estoy rumbo a los Juegos Olímpicos, algo que no todos consiguen. Muchos desearían tener un hijo como yo y ustedes, lo único que hacen es hablar de la familia y su herencia, de lo decepcionados que están, aplastan mis logros y realzan mis errores.  Un error y soy juzgado cuando ustedes han hecho cientos y se han salido con la suya. 

El padre de Cho levantó la mano y con fuerza le pegó una bofetada que hizo que la mejilla le quedara roja por completo. Él cerró los ojos sintiendo el dolor intenso pero no dejó que ninguna lágrima cayera por sus mejillas. 

⎯¡Mientras sigas viviendo en esta casa me vas a respetar!, ¡a mí y a tu madre!, ¡entendiste!⎯ gritó. 

⎯El respeto se gana⎯ murmuró Cho,⎯ ¿te lo has ganado tú?, o qué… ¿quieres que te recuerde algunas cosas papá?⎯ le amenazó.⎯¿Quieres que nos pongamos a hacer cuentas de todo lo que ha pasado?

El padre volvió a darle una cachetada y está vez fue él quién le saco sangre del labio. La madre de Cho simplemente vio desde lejos pero no se inmutó, no lo defendió y, como siempre, se abstuvo de comentarios. 

⎯Un día seré un hombre independiente, tendré lo que deseo como familia, y tú, ni tú⎯ dijo señalado a su madre⎯ estarán ahí, se los juro. 

⎯¡Te prohibo ver a Sabina!⎯ gritó su padre. 

⎯Tú no eres nadie para prohibirme cosas, ¡nadie!, y yo la veré el tiempo que quiera y cuando quiera… y si todo sale bien, me casaré con ella y seré feliz⎯ habló firme. 

⎯Tú haces eso y date por muerto, Adrián… no es una amenaza… 

Cho sonrío levemente⎯ tus amenazas no me hacen nada, papá. Le tengo más miedo a tus engaños y a lo turbio que hay alrededor de ti. El día que todo se descubra, ese día espero en verdad estar muerto para que no me vinculen contigo. Ahora, si me permites, iré a mi habitación a descansar que mañana tu decepción tiene que ir a entrenar⎯ contestó con firmeza, para después salir de ahí. 

Él se fue a su habitación y se encerró bajo llave, para después, soltarse a llorar profundamente. La gente lo veía feliz siempre pero, había algo que no sabían, Cho, era un niño maltratado por su familia y constantemente humillado, que se había convertido en un hombre valiente y seguro. Para Cho, los Carter eran su bálsamo, Sabina era su razón para sonreír y, ahora que la había encontrado, no la dejaría ir… no importaba si tenía que quedarse sin ellos, Sabina no se iría de su vida. 

One Response

  1. Jaz me está cayendo mejor, en el libro de Julie lo odié, pero ahora se muestra arrepentido de sus errores y lucha por enmendarlos

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