Las competencias habían empezado en todo su esplendor. Sabina y Cho estaban en verdad fascinados por el nivel de talento que veían y de pronto se sintieron en su lugar, habían nacido para esto.
Tanto ella como Cho, se habían separado y cada quien se encontraba con su equipo, por lo que la comunicación entre los dos era mediante mensajes de texto. Sabían que esto era temporal y que pronto estarían juntos, tan solo terminaran las competencias.
Sin embargo, a Sabina le daba un poco de pensar que Cho hubiese venido solo y, aunque varios de sus compañeros lo habían hecho así, por el contexto familiar que tenía le daba mucha pena, sobre todo si llegaba a ganar una medalla.
Así que, ella le pidió tanto a su padre Robert que asistiera a todas sus competencias cuando ella no podía ir y que le alentara como si fuese ella y que, en caso de ganar, lo felicitara, por igual, un gesto que a Robert le enterneció; así que le hizo caso.
Entonces Cho, desde el primer día, tuvo a alguien que le alentara, que festejara con él, y bajara a saludarle al final de cada competencia y sin querer, así, se formó un lazo entre los dos que solo se haría más fuerte con el pasar de los años.
Sabina no lo sabía, pero en ese momento le había dicho a su padre, sin que ella quisiese, que Cho era el elegido para lo que venía en su vida y que él había llegado para quedarse, que no era un noviazgo ligero, era uno que duraría para toda la vida.
Por otro lado, Sabina tenía un montón de apoyo, ya que todos los Ruiz de Con, Canarias y Carter estaban con ella en cada paso que daba, ya fuese por videollamada o por los mensajes que le enviaban todos los días para darle ánimos. Sobre todo después de haber pasado clasificada.
Sabina, había pasado a la final y los nervios estaban a flor de piel. De pronto, todo lo que había deseado hasta ahora en la vida estaba a punto de acontecer y, por alguna razón, se estaba acobardando y estaba pensando seriamente en renunciar.
HOMBRE
MUJER, NO PUEDES PENSAR EN RENUNCIAR. ESTÁS A HORAS DE LA COMPETENCIA… ESTAMOS TAN CERCA DE QUE CUMPLAS TU SUEÑO.
SABINA
LO SÉ, PERO… ES ABRUMADOR… DIME QUE PUEDO VERTE HOY, ¿TE ESCAPARÁS?
HOMBRE
VOY A TRATAR, TENGO ENTRENAMIENTO HASTA TARDE Y NO SÉ SU PUEDA… TE PROMETO QUE HARÉ ALGO PARA PODER ESTAR A TU LADO, ¿VALE? TE AMO SIRENA, ERES VALIENTE… TÚ PUEDES.
Sabina dejó su móvil a un lado y suspiró profundo. Vio la hora de su reloj de pulsera a prueba de agua, y vio que faltaban exactamente 15 horas para ir a la final y ella solo quería huir.
De pronto, la puerta de su pequeña habitación sonó, y momentos después apareció el rostro de Laura, su compañera de selección.⎯ ¡Ey!, Sirena… tu padre te busca afuera.
Sabina tomó su móvil, se puso de pie y sin dudarlo dos veces salió de ahí para dirigirse hacia la entrada del recinto donde los tenían a todos hospedados. Así, tan solo vio a su papá, corrió hacia él y le dio un abrazo fuerte.
⎯¡Mi Sirena!, vine por ti para invitarte a cenar, ¿vienes?⎯ preguntó Robert con ternura.
⎯En realidad no tengo mucha hambre, pero me gustaría pasar tiempo contigo⎯ confesó.
⎯Vale, entonces caminemos un rato y si te da hambre me avisas⎯ le dijo su padre con toda la comprensión del mundo.
Ambos comenzaron a caminar por la bonita ciudad caribeña, disfrutando de las playas y del malecón que estaba decorado con publicidad de los juegos. A Sabina se le hacía el lugar parecido a Puerto Vallarta pero un poco más grande, no solo por el clima.
⎯¿Cómo te sientes?⎯ le preguntó su padre, mientras sacaba de su bolso un pequeño tetra pack de jugo y se lo dio.
Sabina al tomarlo sintió cómo el corazón se le hacía pequeño y las memorias de ella y su padre caminando por las calles de Edimburgo, en sus comienzos, se hicieron presentes.
⎯Para que no se pierda la costumbre⎯ le dijo.
A Sabina se le llenaron los ojos de lágrimas, y sin poderlo contener se soltó llorando delante de su padre. Quién en seguida la tomó entre sus brazos y la consoló.
⎯Lo siento, no debería llorar⎯ se disculpó la chica.
⎯Al contrario, debes llorar mi amor⎯ habló Robert.
Eso de que Sabina no quisiera llorar frente a ellos venía desde muy pequeña, cuando supo que no podía ser una niña de esas que hacía berrinches en el supermercado o portarse mal, ya que sus padres le habían educado para que siguiera adelante; posiblemente ese fue un error.
⎯Es que…⎯ comentó y luego levantó los ojos para verlo directamente⎯ papá, ¿qué tal si te decepciono mañana?
⎯¿Cómo?⎯ preguntó Robert, viéndola con esos ojos azules que sus gemelos habían heredado⎯¿De qué forma lo harías?
⎯Pues… ¿Qué tal si no gano?, o ¿qué tal si llego al último?⎯ preguntó Sabina con miedo.
Robert la abrazó fuerte y le dio un beso sobre la frente.⎯ Hija, jamás en la vida podrás decepcionarme, jamás… no sé por qué en tu mente ronda eso, yo quiero pensar que por toda la fe que la familia tiene en ti. Sin embargo, te apoyamos no porque es indispensable que ganes, sino porque lo lograste. Tu sueño era llegar aquí y aquí estamos y el otro es ganar un oro. Sin embargo, si no lo ganas, no pasará nada, para nosotros el oro eres tú.
⎯¿Seguro?⎯ le preguntó aún llorando⎯, porque después de tantos entrenamientos, tanto tiempo y esfuerzo, no ganar nada sería algo, tonto…
Robert hizo que Sabina lo viese a los ojos y le sonrío⎯ al contrario, valió cada momento a tu lado, cada jugo dado, cada competencia… no es tonto cuando es tu hija quién está haciéndolo. ¿Te puedo confesar algo?
⎯Dime.
⎯Cuando me dieron ese disparo, muchos años atrás, hubo dos cosas que me pasaron por la mente cuando estaba a punto de caer inconsciente. La primera fue un miedo terrible por dejarlas solas a ti y a tu madre, y la segunda fue el saber que ya no te podría acompañar a tus entrenamientos o tus competencias.
⎯¡Ay, papá!⎯ expresó Sabina entre lágrimas.
⎯No pensaba en el dolor, ni en el frío, solo en esas dos cosas… y mírame ahora, estoy a nada de verte competir de nuevo, en los Olímpicos, ¿crees que fue tonto todo lo que hiciste?, para mí no. Solo estás agotada mi vida, y lo entiendo, pero sé que lo lograrás.
⎯¿Por eso cuando Cho me empezó a llevar también te pusiste triste?⎯ preguntó ella⎯ pensé que lo odiabas.
⎯Por eso me puse triste… pero, ya lo superé. Ahora Sabina, mañana que te toque competir, piensa en el lugar donde estás, y en todo lo que hiciste para llegar aquí. En las tardes que pasaste entrenando, en el esfuerzo que hiciste para recuperarte después de un año de terror y, sobre todo, piensa en que tu padre está aquí contigo cuando tú también pensaste que no estaría. Ese, ya es un triunfo ganado.
⎯Gracias, Pa⎯ contestó ella, mucho más desahogada por todo lo que le abrumaba⎯ ahora entiendo cuando mi tía Luz le dice a mi abuelo que sea inmortal… yo también lo deseo.
⎯Pues inmortal no soy, ya viste lo que me pasó. Pero te prometo que tendrás padre para rato, porque hay muchos sueños que yo también tengo que cumplir… y una de esas es llevar a Jo al altar, aunque me toque en silla de ruedas.
⎯No digas eso⎯ se quejó Sabina y le abrazó fuerte.⎯Mañana que gane la medalla será toda para ti.
⎯Así me gusta… positiva. Y si no ganas, aun así te presumiré por el mundo como siempre lo he hecho. No temas a demostrar lo chingona que eres.
⎯¡Guau!, ya puedes pronunciar esa palabra⎯ le hizo saber su hija, entre risas.
⎯Después de tantos años con tu madre, algo se queda⎯ bromeó, para luego abrazarla.⎯ No eres mi hija de genes, pero eres mi hija de crianza, y soy un padre orgulloso desde la primera vez que te vi… y seguiré orgulloso, ganes o pierdas.
Sabina sonrío y de pronto se sintió tonta por haber pensado eso. Ahora se sentía completamente dramática, pero luego se percató que a veces expresar lo que sentía la hacía sentir así. Era hora de cambiar.
⎯Gracias pa, gracias por estar aquí…
⎯Siempre, siempre estaré contigo… ahora, demuestra el tipo de hija que crié… ⎯ finaliza, y por esa bella sonrisa cruzaría mares con tal de verle feliz.
Esre gringo me saca las lagrimas siempre
Robert es un padre maravilloso.