-Día de la final-
Sabina tomó un respiro profundo mientras le subía el volumen a su móvil para escuchar la canción de “Under Pressure” y empezar a tranquilizarse.
Gracias a la plática que había tenido con su padre había podido tranquilizarse y en cierto modo perdonar a Cho porque no se había podido escapar para verla.
Justo eran las 11:30 am y era momento de competir, de demostrarles a todos que las sirenas ganan medallas y que pronto su nombre estaría en los registros de los ganadores en natación.
Hoy por la mañana le habían preguntado los reporteros qué se sentía competir en un deporte que en España no era tan destacado, y que era el deporte insignia en otros países. A lo que ella respondió: ‘Conmigo será destacado y conocido’.
Después de su respuesta, Sabina se sintió algo presuntuosa, pero era verdad, si lo lograba, todos la recordarían como la mujer que ganó en las finales y había abierto el camino a más competidores de su país.
La canción dio fin para luego pasar a la de “We Will rock you” y así tener un boost de energía que la puso de pie para comenzar a moverse y calentar su cuerpo. No había más placer que prepararse para patear traseros al ritmo de Queen.
Los recuerdos de su infancia llegaron de inmediato y lo primero que se le vino a la mente fue cuando su padre y su madre se ponían a cantar con ella en la sala a todo pulmón esa canción mientras ella llevaba la enorme camiseta de “Queen” que su papá le había heredado.
⎯Atletas, cinco minutos⎯ escuchó.
*Cinco minutos, cinco minutos Sabina,* se repitió en la mente.
Entonces, como si fuera una señal, los mensajes comenzaron a llegar y el primero que vio le hizo sonreír. Estaba aquí, lo había conseguido.
HOMBRE:
SIRENA, TODOS ESTAMOS ANSIOSOS POR VERTE. SABEMOS QUE VAS A GANAR. TODOS HABLAN SOBRE TI, SOBRE TU TALENTO… TÚ PUEDES.
Sabina emocionada, contestó el mensaje.
SABINA:
¿LOGRASTE ENTRAR?, MI PAPÁ TE ESTÁ GUARDANDO UN LUGAR.
HOMBRE:
¡CLARO!, TAN SOLO SALÍ DE MI COMPETENCIA ME VINE CORRIENDO HASTA ACÁ… TENÍA QUE VERTE GANAR. SUERTE.
⎯Si llegaste, nunca decepciones⎯ murmuró.
De pronto el mensaje de su padre la alegró más. Él también sabía justo cuando enviarle el mensaje.
PAPÁ:
MANTÉN TUS OJOS EN EL HORIZONTE… Y AL CIERRE, VELOCIDAD SIRENA. LOVE YOU.
SABINA:
LOVE YOU
⎯Competidores, listos⎯ se escuchó dentro de los vestidores.
⎯Bien Sabi, este es tu momento, velocidad Sirena⎯ se repitió mientras dejaba sus cosas en el locker, y cerraba con cuidado.
Los colores de la bandera española destacaban en su uniforme, y cuando salió al pasillo y escuchó al público supo que iba en serio, pronto competería en la pista más importante de su vida.
⎯¡Ey, Sabina!⎯ escuchó una voz, y al voltear vio a su entrenador que venía tras ella.
⎯¡Hola!
⎯Naciste para el agua, manéjala a tu antojo⎯ le echó ánimos⎯ ganas o pierdas, llegaste aquí y es jodidamente genial.
⎯Gracias, entrenador.
⎯En todas las eliminatorias clasificaste primera… así que puedes hacerlo.
El entrenador se alejó, dejando a Sabina con sus demás compañeros que esperaban nerviosos, a que todo empezara; y tan pronto lo pensaron así fue. Los nombres de cada uno fueron anunciados, hasta que escuchó el suyo haciendo eco por todo el recinto.
From Spain, D’Espagne, de España… Sabina Carter Ruiz de Con.
Así, Sabina al escuchar su nombre salió a saludar a todos, y mientras llegaba a su lugar millones de recuerdos vinieron a su mente, especialmente la de su abuelo Tristán, cuando jugaba con ella en la piscina y gritaba su nombre antes de echarse un clavado al agua. Se preguntó si le estaría viendo.
Sabina comenzó a hacer sus ejercicios de estiramiento y de respiración, aprendidos de la tía Ainhoa, y cuando terminó buscó a su padre entre las gradas. Ahí estaba, en el mismo sitio de siempre.
⎯Competidores⎯ escuchó y supo que era el momento de la verdad.
Ella se preparó y cuando se fue a su lugar murmuró.⎯ Velocidad sirena, esto va por ustedes, mamá y papá, va por ustedes.
De pronto, un silencio sepulcral se hizo en todo el recinto, al grado de que Sabina podía escuchar el latido de su corazón. Sus ojos estaban pegados al agua clara que yacía debajo de ella, y al ver su reflejo sonrío, ya que no vio a la Sabina adulta, sino a la niña que tantas veces nadaba en la piscina de sus abuelos en Vallarta.
In your marks, get set, go!
Sabina se sumergió y al sentir el golpe del agua en el cuerpo, como en una especie de trance, los recuerdos fluyeron tal como el elemento. Vi a lo lejos los brazos de su abuelo Tristán, quién siempre la esperaba del otro lado de la piscina cuando iba a sus primeras clases de natación. Ella siempre nadaba rápido para alcanzarlo y luego sentir cómo la cargaba para sacarla del agua.
⎯¡Bien! Ahora de regreso, vamos Sirena⎯ recordó su voz, y ella se dio la vuelta para nadar lo más rápido posible hasta el otro lado.
La sirena Carter no se percataba de lo que sucedía afuera, ni de los gritos de emoción, ni del tiempo, ni de nada más… solo de lo que vivía en el agua.
Volvió a imaginar a su padre, Robert, entrenándola todos los días sin tener idea de lo que hacía, pero tratando de mantener el suelo vivo para que ella pudiese llegar hasta acá.
⎯¡Velocidad sirena!⎯ escuchó en su mente.
⎯¡Vamos Sirena!, una más, una más ⎯ escuchó a su abuelo otra vez, mientras tocaba el muro y daba otra vuelta.
Sabina nadaba feliz, segura, sobre todo porque sabía que su padre y abuelo la esperaban del otro lado y no había nada que temer.
⎯¡Velocidad Sirena!⎯ escuchó en su mente, y Sabina aceleró lo más que pudo.
Sentía sus brazos en sincronía con sus piernas, el agua pasando por sus dedos, y en su mente las voces de ellos dos, incluyendo la de su madre que le repetía: si puedes soñarlo, puedes lograrlo.
Así, Sabina, tocó el muro con sus dedos y momentos después sacó la cabeza del agua para volver a encontrarse en el recinto. De pronto, vio a todos enloquecidos, a su entrenador saltando de emoción y señalando la pantalla donde se veían los puestos.
Cuando vio su nombre reflejado en el primer lugar y las cámaras proyectando su rostro. ¿Gane?, ¡gane!, pensó.
⎯¡GANÉ!⎯ gritó emocionada, para después aventar agua por todas partes en forma de festejo.
Después se salió de la piscina y buscando desesperada una cámara se acercó a ella sumamente emocionada.
⎯¡Ganamos mamá!, ¡Ganamos papá!, ¡Jon, Jo, tenemos una medalla!, ¡Abuelos, los amo!⎯ expresó, mientras trataba de estar cerca de los que se habían quedado en España.
Después corrió hacia su entrenador y embargada de emoción le abrazó fuerte.⎯ Gracias por confiar en mí, gracias por no dejarme atrás⎯ le murmuró.
⎯No hay nada que agradecer… naciste para esto, Sirena.
Y si, Sabina había nacido para esto, pero también sabía que esto era una mezcla de todo el amor, cariño y valentía que su familia le habían dado. Tal vez, la medalla que le darían estaría registrada a su nombre, pero el triunfo era de todos los que le habían acompañado por el camino, especialmente de su papá.
Así, mientras se colgaba la medalla de oro, la pequeña Sabina se sentía inmensamente feliz, y la Sabina adulta no podía dejar de ver a su padre a lo lejos que entre lágrimas de emoción la veía ahí, arriba del podio, recibiendo esa medalla que alguna vez ella pensó que no ganaría.
Entonces, al sentir el peso del oro sobre su cuello, Sabina recordó la frase que su padre le había dicho de pequeña:
Hell no!, ¡Claro que las sirenas ganan medallas!, y lo vamos a demostrar.
Y sí lo hicieron…