Ibiza – España
(1 mes después)
Tristán
⎯ ¡Tristán Ruiz de Con! ⎯Escucho el grito de mi madre, lleno de furia, mientras yo me encuentro en mi oficina. Mi asistente, que se encuentra sentada sobre mis piernas, se pone de pie de inmediato y se arregla la falda.
Ahora, ¿qué quiere?, pienso y solo espero a que ella entre por la puerta. Cuando le veo cerca, me preparo para lo que sé va a venir, una oleada de gritos y un regaño monumental que se escuchará por todo el nivel.
⎯Madre ⎯pronuncio, aunque en realidad no sé si se merezca el título.
Ella abre la puerta con furia, y de pronto su baja estatura y piel blanca como la leche, hacen presencia en el sitio. Puedo ver cómo aprieta los puños con tanta fuerza que las manos se le ven rosas, y la vena del cuello está a punto de explotarle.
Recuerdo que de pequeño esa imagen me daba miedo, ahora me da igual. A mis veintiocho años, ya nada de ella me intimida o me sorprende, incluso podría admitir que ni siquiera siento algo cuando está cerca de mí; no sé si eso me haga mal hijo.
⎯Nada de madre ⎯me responde, para luego voltear a ver a mi asistente y con un rostro de pocos amigos le da la seña para que se vaya⎯, ¿te puedes ir, por favor?, necesito hablar con mi hijo, holgazán y mal agradecido.
La chica asiente con la cabeza, y sin pensarlo dos veces sale del lugar dejándome con ella. Odio cuando me cortan la diversión, pero lo que más odio es estar en este sitio, calentando asiento y fingiendo que hago algo por la empresa familiar.
⎯Madre, yo estaba… ⎯Comienzo la conversación.
⎯No estabas haciendo nada ⎯expresa evidenciando de nuevo que mi posición en esta empresa es de niño consentido⎯, ¿me puedes explicar esto? ⎯pregunta, para luego aventarme un papel sobre el escritorio.
Lo tomo entre mis manos y al leerlo, abro los ojos sorprendido.
⎯¿Un acta de matrimonio? —le pregunto.
Espero que no sea una para casarme con Bego, me viene a la mente.
En eso ella me pega un bofetón tan fuerte que me hace perder la vista, me marea y luego da paso a un ardor que va más allá del dolor.
⎯¡Joder! ⎯le reclamo con fuerza.
⎯¡Es un acta de matrimonio, Tristán!, ¡de matrimonio! ⎯me grita.
⎯Ya lo sé ⎯respondo, sin comprender.
⎯¡Te casaste en Las Vegas! ⎯habla.
Vuelvo a ver los nombres del acta y compruebo lo que mi madre está diciendo. Me fijo en mi nombre, luego en el de la chica y al leerlo mis ojos no dan crédito. Entonces, me siento en la orilla de la silla y recargo mis codos sobre el escritorio revisando una y otra vez el documento.
⎯¿Qué? ⎯pregunto⎯, ¿me casé con Ximena Caballero?
⎯¡Te casaste con una tal Ximena Caballero! ⎯grita mi madre ⎯, ¡qué no notas la idiotez que hiciste!
⎯Es que… ⎯Trato de hablar, pero creo que decirle a mi madre que estaba ebrio y que no recuerdo nada, no es tan buena idea.
⎯¿Qué es lo que te pasa, Tristán?, estás comprometido con Begonia, ¡Con Begonia!, ¿qué no entiendes las consecuencias de lo que hiciste?
Mierda, Bego, contesto en mi mente, aunque admito que me alegra saber que me casé con alguien más y no con ella.
⎯No sé qué pasó y si quieres puedo arreglarlo ⎯comento.
⎯¡Y sí que lo harás!, Bego aún no se ha enterado y ni se enterará, porque en este momento irás a dondequiera que se encuentre esa tal Ximena y le pedirás el divorcio ⎯sentencia mi madre.
⎯¿Qué? ⎯pregunto, porque no tengo ni idea de cómo lo haré.
⎯Así es, averiguarás donde vive, le pedirás el divorcio y terminarás con esto de una vez por todas, ¿entendido? ¡Debes arreglar esto ya!, ¿sabes qué pasará si no lo haces? ⎯pregunta y yo la veo como idiota⎯ ¡Te quedarás sin herencia!
⎯Eso no puede pasar ⎯contesto con seguridad. Ya que es imposible que mis padres dejen a su único hijo sin el dinero que le corresponde.
⎯¡Por su puesto que si puede pasar!, porque si rompes tu compromiso con Bego se rompen todos los tratos, se va el dinero y todo lo que mantiene tu estilo de vida tal y como lo conoces, ¿qué no ves que tu futuro pende de un hilo?
Sin querer, mi madre me acaba de dar la respuesta del cómo podría librarme de Bego de una vez por todas y ser libre. Sin embargo, al notar las desastrosas consecuencias que esto traería y que posiblemente no sería tan fácil, decido ceder.
⎯Tienes razón, madre ⎯le doy por su lado.
Mi madre respira profundo, arreglar su cabello y después me ve con esa mirada fría que siempre me ha dado desde pequeño.
⎯Tristán, de todas las cagadas que has hecho, esta ha sido la más grande. Tu padre y yo siempre resolvemos inmediatamente todo, pero, esta vez, no será así. Debes enfrentar este problema y resolverlo tú, ¿está claro? ⎯ me alecciona, y por un momento le creo su papel de madre cariñosa. Hasta que dice la última frase⎯. Resuélvelo, porque la boda con Bego no se cancelará, ¿entiendes?
⎯Entiendo ⎯respondo.
Mi madre sale de la oficina con paso firme, sin mirar atrás. Yo me quedo sentado en medio del lugar, con el papel en la mano y un problema considerable en potencia. Vuelvo a leer lo que está escrito y esbozo una leve sonrisa. Sé que no debería encontrarlo gracioso, pero así es, y solo el hecho de pensar que enfadé a mi madre me hace disfrutar más, aunque sea consciente de que cometí un gran error.
⎯Ximena Caballero ⎯pronuncio el nombre, y cierro los ojos tratando de recordar cómo es. ⎯Supongo que si me casé contigo fue por una razón.
Entonces, tomo el auricular del teléfono y marco la extensión de Iñaki para averiguar si está en su oficina. Segundos después, me pongo de pie y me dirijo hacia allí. Al entrar, él me sonríe y yo entro con un paso rápido que denota desesperación.
⎯¿Con quién me casé en Las Vegas? ⎯le pregunto, y pongo el acta sobre su escritorio.
⎯¿Qué? ⎯pregunta, tomando el papel.
⎯¡Con quién me casé en Las Vegas! ⎯repito y hago que lea el papel⎯. Se supone que tú debías cuidarme para evitar este tipo de tonterías.
⎯¡Joder, tío!, ¿te casaste en Las Vegas? Supongo que estaba muy ebrio para poder impedirlo ⎯ me dice entre risas mientras lee el acta de matrimonio, ⎯¿si sabes que a Bego no le va a gustar?
⎯¡Cállate!, ¿con quién me casé?, ¿tú lo viste? ⎯Inquiero.
⎯Bueno tío, es que todos estábamos ebrios. Luego desapareciste por unas horas, pero, si te soy honesto, no recuerdo nada. Tenía encima varias botellas y otros tragos más. Yo solo sé, que al día siguiente estabas solo en tu habitación, que te confieso que fue lo que más me preocupó. ⎯Y termina la frase para luego reír.
⎯No es broma, Iñaki. Estoy en un problema. Mi madre me ha dado el ultimátum para arreglarlo todo y ahora debo averiguar quién es ella y donde vive; debo pedirle el divorcio.
⎯No debe ser tan difícil encontrarla ⎯me responde, para luego voltear hacia el ordenador y comenzar a escribir.
⎯¿Cuántas Ximenas hay en este mundo? ⎯pregunto, bastante preocupado⎯, debe de haber muchas.
⎯Si las hay, pero, solo cuatro cumplen con las características que necesitas ⎯habla, y me enseña los datos que le han salido en una página web⎯, ¿recuerdas a una de ellas?⎯ me pregunta.
Las veo ahí a todas, unas más guapas que otras, pero ninguna me viene a la mente, supongo que el alcohol hizo bien su trabajo.
⎯Ni idea.
⎯Pues es lo único que puedo hacer por ti ⎯me contesta, para luego voltear la pantalla.
⎯¿En verdad? ⎯pregunto enojado⎯, ¿y qué te parece el no dejar que hiciera una estupidez así?
⎯Tristán, ¿desde cuándo te lamentas de una estupidez?, sueles hacer muchas.
⎯Pero ninguna atenta contra mi herencia y mi dinero ⎯respondo. Entonces, tomo un pedazo de hoja y comienzo a apuntar los lugares y direcciones de las cuatro mujeres que salieron en el sistema⎯. No puedo creerlo, ¿qué pasa si ninguna de estas cuatro es la que busco?
Iñaki encoge los hombros.
⎯ Ni idea, Tristán, es toda la ayuda que te puedo dar.
⎯¡Vaya ayuda! ⎯respondo enojado.
⎯Bueno, tómalo, déjalo o dile a Bego que te casaste con alguien que no tienes ni idea de quién es.
¡La morte!, me viene a la mente solamente de imaginar lo que Bego haría si se entera de esta situación. Aunque sigo prefiriendo la muerte, antes de casarme con ella.
***
Después de mi pequeña reunión con Iñaki, salgo de la oficina y me dirijo hacia mi casa. Mientras manejo mi carro deportivo con la música electrónica a todo volumen, no puedo dejar de pensar en lo estúpido que fui al casarme en Las Vegas con una desconocida.
⎯No puedo creer que hayas caído tan bajo ⎯me regaño, y como si fuera una resaca después de una buena fiesta, me cae la cruda realidad de los hechos.
Es indispensable encontrar a Ximena y divorciarme de ella. No puedo echar a perder los años que he estado soportando a Bego para obtener el dinero de la herencia que me corresponde. Sería terrible haber invertido tanto tiempo y no obtener ningún beneficio.
Así que entro a mi casa y me encuentro de inmediato con la persona en cuestión, Bego. La encuentro sentada en mi sala, con una copa de champán y leyendo una revista de vestidos de novia, la única lectura que ahora utiliza para lanzarme indirectas.
⎯¡Baby! ⎯expresa, para ponerse de pie y caminar hacia mí.
Ella se lanza a mis hombros y comienza a llenar de besos en el rostro, algo que siempre me ha sido sumamente molesto, e invasivo.
⎯Ahora no, Bego ⎯le pido en un murmullo, mientras me desprendo de sus brazos y la ignoro subiendo hacia mi habitación.
Ella suspira.
⎯¿Ahora qué te pasa?, ¿de nuevo te pondrás depresivo?⎯ me pregunta, en un tono que denota desaprobación.
Entro a mi habitación, ignorándola por completo e inmediatamente tomo mi maleta para comenzar a empacar.
—¿Qué?, ¿a dónde vas? —pregunta.
Espero muy lejos de ti, pienso, mientras trato de inventar un pretexto para que no se entere del motivo de mi pequeño viaje.
⎯Iré a un viaje de negocios de la empresa, Bego. ⎯Miento.
Bego rompe el silencio con una carcajada.
⎯¿Negocios? ⎯pregunta⎯, ¿viaje?, ¡ay por favor, Tristán!, todos sabemos que simplemente eres un adorno en la empresa de tu familia. No haces nada, no das nada, así que no hay manera de que te envíe a algo así. ⎯Y al finalizar su discurso me da un beso sobre los labios⎯. Tu trabajo es ser guapo, rico y bonito para mí, y así me gustas. Ahora déjate de tonterías y mejor vamos al club, necesito discutir unas cosas de la boda contigo. ⎯Y tomándome del brazo, me jala; yo me zafo enseguida.
⎯No, en serio, me tengo que ir.
⎯¿Qué? ⎯pregunta incrédula ⎯, tú no te irás a ningún lado, ¿qué no escuchaste lo que te dije?
⎯Volveré, solo tardaré unos días ⎯le digo, tratando de consolarla y evitar que haga un berrinche; demasiado tarde.
⎯Pero, pero, tú no me puedes hacer esto. Tenemos una boda que planear, muchas cosas que hacer. Por fin, después de tanto tiempo esperando se hará realidad todo lo que soñé a tu lado. Es más, pasé por alto el hecho de que no me diste anillo de compromiso y ni siquiera me pediste matrimonio ⎯alega.
⎯Bego ⎯pronuncio su nombre viéndola a los ojos⎯, es urgente, ¿sí?, y aunque no creas, te conviene. Regresaré pronto y nos casaremos, como tú deseas.
Bego sonríe, al parecer he pronunciado las palabras mágicas.
⎯Vale, Baby, pero no tardes mucho ¿sí?
⎯No, lo prometo. ⎯Y finjo sonreír para luego salir de ahí con ella colgando de mi brazo.
⎯Te extrañaré, a lot! ⎯me dice en inglés.
—Yo también ⎯contesto y luego salgo por la puerta alejándome de ella.
Mientras vuelvo a subirme a mi auto siento un poco de liberación y una paz que antes no sentía. ¿Será que el saber que me alejaré de Begonia unos días provoca esto en mí?, o tal vez el hecho de que pasaré tiempo a solas, aunque sea tratando de resolver este problema, me alegra en demasía y no me da miedo pretender que no es así.
Finalmente, al sentarme en el auto veo de nuevo la lista y leo los lugares que debo visitar para arreglar este problema.
⎯Ximena Caballero que vive en Miami, Ximena Caballero que vive en Arizona, Ximena Caballero que vive en Madrid y Ximena Caballero que vive en México, ¿cuál de ellas cuatro será? ⎯pregunto, y con una sonrisa, arranco el auto. Es hora de la aventura.
One Response
La aventura de tu vida Tristán! Te juro que va a valer la pena 🙂