Alegra
-Diciembre –
La nieve comenzó a caer en Nueva York, cubriendo los tejados, incluyendo el nuestro.
Desde la ventana, se podía apreciar cómo los copos se posaban con gracia sobre las cornisas y barandillas, suavizando los contornos ásperos de los edificios. La luz de las farolas de la calle destellaba en los cristales de las ventanas, creando destellos tenues que titilaban como estrellas fugaces.
El invierno había llegado, mi estación favorita no solo por la proximidad de la Navidad, sino también por la oportunidad de desempolvar las botas, los abrigos y la ropa cálida; adoro la moda invernal. Sin embargo, con mi vientre abultado, usar abrigos y botas me hace sentir como Papá Noel. Ahora, caminar por las calles cubiertas de nieve se ha convertido en un deporte extremo, ya que temo resbalar con la nieve que se derrite, formando una fina capa de hielo que convierte las aceras en pistas de patinaje.
Debido a esto, tengo que salir una hora antes para caminar con precaución y llegar al metro, sana y salva. A pesar de que Karl insiste en acompañarme, le aseguro que aún puedo valerme por mí misma. Sé que llegará un momento en que mis movimientos se vean limitados, aunque actualmente ya no puedo atarme los cordones de los zapatos y él tiene que hacerlo por mí. Anhelo mantener mi independencia tanto como sea posible, aunque soy consciente de que con el nacimiento de mis hijos, habrá ajustes inevitables.
Así que mientras pueda, caminaré e iré a todas partes sola, disfrutaré de ponerme los auriculares y escuchar mi música favorita mientras recorro la ciudad en el metro o camino por las calles entre la gente. Para la tranquilidad de Karl, le prometí que no usaría zapatos altos ni de tacón, que si veía una calle insegura, tomaría otra y demás promesas que ya no recuerdo.
Hasta ahora, no me ha pasado nada, e incluso creo que ya me estoy adaptando a la situación y que será poco probable que me resbale. Aun así, Karl me ha pedido que siga alerta, sobre todo ahora que he estado saliendo después del trabajo a hacer algunas compras que daré como regalos de Navidad.
En una semana vuelo a Madrid para pasar Navidad con mi familia. Debo admitir que me siento bastante triste, porque Karl no irá conmigo debido a que debe trabajar en la clínica. Es la segunda Navidad que paso sin él y ahora me arrepiento de haberle dicho que no cuando se me declaró en aquella ocasión.
Resulta que todos estarían ahí con sus parejas, menos Daniel, quien no tiene a nadie. Incluso Antonio de Marruecos estará con nosotros y yo, estaré extrañando a Karl, quien se encontrará acá.
He pensado en no ir, sin embargo, el solo saber que puede ser la última Navidad de mi abuela Fátima, me hace olvidarme de esa idea. No podría perdonarme el no asistir y pasar esta época tan importante y emocional con ella; aunque yo deseo que pueda conocer a mis bebés y abrazar a sus bisnietos, algo que mi abuelo David nunca logró hacer.
Así que, esta semana ha sido de compras y regalos. Peticiones especiales de mi hermano David y de mucha ropa para mis sobrinos y sobre todo para la pequeña Menita, aunque temo que Lila ya tiene eso cubierto. Mis padres me dijeron que no querían nada, que con sus nietos tenían suficiente, pero de todas maneras quiero encontrar algo para ellos, sobre todo para su nuevo hogar.
Para el resto de la familia tengo planeadas cosas más sencillas. Si puedo hacer honesta, la familia no es mucho de dar regalos. Mi abuelo Tristán solo daba pequeños detalles más personales que comprados. Él decía que ya lo teníamos todo y que simple hecho de estar juntos en Navidad y de tener comida sobre la mesa, era el regalo más grande.
Sin embargo, yo soy una Canarias, y estoy siguiendo las enseñanzas de mi abuelo David, quien nos regalaba cosas tan fantásticas que a veces no podías creerlo. Me río al recordar cómo mi papá se enojaba con él cuando llegaba como las manos llenas de regalos caros y sobre todo de cosas que sabía aún no necesitábamos.
Mi abuelo fue quien me compró mi primer Ipod, uno que mi papá me dijo que debía ahorrar por él. A David le regalaba todos los juguetes de su carta a Santa Claus, a Lila la joyería que deseaba y a Sila todos los libros que podía seleccionar. Héctor recibió su primer piano marca Steinway & Sons de parte de él y Daniel recibía lo que más deseaba, siempre una cosa diferente.
Yo no sé si mis hijos vayan a obtener todo lo que desean en Navidad, pero sí sé que serán los niños mejor vestidos de la escuela y de la familia. Me encargaré personalmente que siempre vayan a la moda y conforme a las tendencias; serán mis pequeños modelos. Por ende, ahora que veo dos trajes para esquiar preciosos, mi corazón se emociona, solo de saber que dentro de unos años ellos podrán vestirlos.
—Vean esta hermosura, bebés —les hablo, mientras me acaricio el vientre—. Son trajes para esquiar, a su padre le gusta hacerlo y podrá enseñarles. Supongo que si los compró para la edad de dos años podrán usarlos sin problema.
Entonces, tomo los trajes de esquiar, uno en color rojo y otro en color azul rey y los pongo en la canasta que me han dado al entrar a la tienda. Noto que ya está llena de ropa, toda para un año o dos por recomendación de mi madre, porque mis hijos nacen en primavera casi verano y no habrá oportunidad para que la vistan.
Incluso, no debería ni siquiera estar comprando ropa de invierno. No obstante, todo se ve tan bonito que lo único que quiero es tenerlo por sí las dudas. Además, Karl aún no llega del trabajo para hacerme entrar en razón; debo aprovechar su ausencia, para comprar unos esquíes que conviene con estos trajes.
Me voy a la parte de atrás del local y tomo un abrigo rojo que sé Davide podrá lucir, busco si hay otro parecido, y cuando lo encuentro, una mano se atraviesa y lo quita de mi vista.
—¡Ey! —exclamo, bastante indignada.
Volteo a ver a la persona que se ha atrevido a truncar mi plan, y al verlo, abro los ojos en verdad sorprendida.
—¿Rico? —pregunto.
—¿Alegra? —responde, y una sonrisa se esboza en su rostro.
—Así es…
—¿Alegra, Reguetón Party, cuarta edición? —Se asegura.
—Así es… ESA Alegra.
Rico me ve de los pies a la cabeza. Lo hace de la misma manera que cuando me conoció hace años. Ahora que lo veo rodeado de luces, me pregunto cómo es que terminé enredada con él y sobre todo, con dos mil dólares menos.
—No son míos, ¿cierto? —bromea, al ver mi vientre.
—Gracias al cielo, no. ¿Qué haces aquí?, ¿shoplifting? —le pregunto.
Él se ríe y niega con la cabeza.
—¿No me digas que sigues enojada?
—¡Claro que sí!, fueron dos mil dólares que tuve que pagar.
—Los necesitaba, te juro que se fueron a una buena causa.
—Sí, tu bolsillo.
—¿Ale? —Escucho la voz de Karl detrás de mí— ¿Rico?
Ambos volteamos a ver a Karl y Rico se ve bastante sorprendido. Incluso, puedo decir que su piel bronceada sé a tornado completamente pálido.
—¿Cómo estás, cariño? — me pregunta Karl, y me da un beso en los labios.
Rico aún tiene ese rostro de sorpresa, y cuando Karl lo ve, frunce el ceño en señal de extrañeza.
—¿Se conocen? —me pregunta.
—No claro que no —responde Rico.
—Claro que nos conocemos. Rico y yo nos conocimos en una fiesta cuando yo recién llegaba a Nueva York.
—Te juro, Karl, que yo no sabía nada. Y lo que hicimos no me gustó.
Cobarde, pienso.
—Lo primero te lo creo, lo segundo, no. —Me defiende, Karl.
—¿De dónde se conocen? —inquiero, al ver que se hablan con mucha familiaridad.
—Rico es doctor en la clínica —responde mi pareja—, trabajamos juntos.
—¡DOCTOR! —expreso, para luego reírme.
Rico quita el rostro de sorpresa, y lo cambia por uno de molestia.
—¿Qué?, ¿un doctor no pueda bailar reguetón?
—No, si puede, solo que tú, doctor… —continúo, pero me quedo en silencio porque no quiero arruinar más el momento.
Rico, suspira.
—En fin. El mundo es tan pequeño que jamás pensé que trabajaría junto con el esposo de Alegra Canarias.
—No estamos casados —decimos al mismo tiempo. Y juro que al decirle en alto, se escucha bastante contundente; algo frío y extraño.
—Aun así. Nunca pensé que estaría de nuevo en tu camino.
—Una noche no es estar “de nuevo” en mi camino.
Rico hace una mueca que pronto se convierte en una sonrisa.
—Pero, ¡qué noche! —expresa.
—Créeme, ha tenido mejores —contesta Karl, y me abraza.
Rico lo ve con extrañeza.
—¿Qué?, ¿tú si puedes decir eso y yo no?
—Nos vemos después, Karl. —Me ve a los ojos—. Alegra.
—Bye —hablo, para después darme la vuelta y enfocarme en la ropa que hay detrás de mí.
Rico va a la caja y paga el abrigo que yo quería para mi hijo. Así que dejo el otro rojo y me dedico a buscar otro estilo.
—¿Todo bien? —inquiere Karl—. Te noto molesta, y no quiero que eso arruine nuestra Navidad adelantada.
—¿Por qué no me dijiste que trabajabas con Rico? —inquiero.
—Porque, jamás me lo preguntaste. Solo me dijiste que si tenía compañeros y si me gustaba el ambiente.
Cierto, Karl no revela información, excepto que uno le haga la pregunta o le pida que lo haga, pienso.
—Ahora, ¿qué pasa con Rico? —inquiere, mientras se pone frente a mí.
—Debes tener cuidado con él.
—¿Con Rico?
—Sí. Cuando llegué acá lo conocí en un club de Reguetón. Ambos organizamos una fiesta llamada Reguetón party y recaudamos mucho dinero. Fue todo un éxito. Sin embargo, me estafó y perdí mi parte. Desapareció con el dinero, hasta el día de hoy.
—Ouch —expresa, Karl.
Volteo a verlo.
—Por eso te pido que te cuides de él. Puede que sea doctor, pero, no es un hombre de fiar. Bueno, al menos es la imagen que a mí me ha dado. —Lo abrazo—. Me dolería mucho que te hiciera algo o que te sucediera algo por su culpa.
—Tranquila, amor, lo llevaré con cuidado. Te lo prometo.
Karl pone la mano sobre mi vientre y se siente un leve movimiento de los bebés que nos hace sonreír.
—Ahora, sigamos comprando, porque mañana festejaremos Navidad los cuatro y tengo muchas sorpresas para ti…
Karl habla en un tono tan seductor que me hace sonrojar. No puedo creer que, a pesar de que me siento como ballena, y de que siento que no soy atractiva, él sí me considera así. Karl me desea y últimamente, mis hormonas le han pasado factura.
—¿Será que Santa Claus se adelantará esta Navidad? —inquiero.
—Así es… porque has sido una niña buena, aunque, me gusta más cuando eres niña mala —me susurra al oído, para luego morder el lóbulo de mi oreja.
—¡Karl! —expreso. Para luego sonrojarme.
—¿Qué?, ¿ya no recuerdas las cosas que hacíamos en los vestidores?
—Shhhh, los niños te van a oír —le contesto, y él se ríe bajito.
Ambos quedamos de frente y mi mirada se pierde en sus hermosos ojos azules. Le doy un beso sobre los labios que expresa todo el amor que le tengo.
—Te amo, Karl. Tus hijos te aman —me sale decirle.
—Yo también te amo; los amo. —El juega con mi cabello, pasándolo entre sus dedos—. Nada pasará. No te angusties. Jamás te dejaré sola.
—Más te vale, porque pronto ya no podré ni agacharme —le bromeo, aunque sé que me lo dice por lo que le dije de Rico.
—Ahora… vámonos, que Santa Claus tiene muchas ganas de la señora Claus.
—Y la señora Claus tiene el outfit perfecto para esta noche…
—¿Lleva el gorro?
—Solo es un gorro —contesto sexi y él se sonroja.
—¡Feliz Navidad, para Karl! —pronuncia, para luego tomar mi rostro y darme un beso sobre los labios.
Me encanta esta pareja, este libro
En general me encanta todo relacionado con los ruiz de con
Ojito Ojito Karl, con cuidado con Rico, siempre hay que ser un poco desconfiado.
Saludos
Me encanta este par, que por ningún motivo pierden su coqueteo y fuego 🥰🥰❤️❤️
Que bonita vida han formado Alegra y Karl 😍😍 amo a este par 🥰
Jajajajajajajajaja Karl y Alegra no pierden su chispa me encanta y ese Rico jum quien lo ve resulto estafando a Alegra. Ojala no siga con esas mañas. Y estara Antonio en navidad 🥳 lastima mi Karl le toca trabajar.
Ese Rico no me da buena espina, espero no haga nada contra Karl o Alegra
Hmmm tengo mis dudas con Rico, espero y no le pase nada a mi Karl.
Ay Alegra este hombre es fuego ❤️🔥.
Ese tal rico, es extraño. No me cae bien.
Ojalá Rico sea buen doctor y cumpla. Nadie sabe con la sed que el otro vive…
Uuuyy esa Alegra y ese Karl 🤭🤭🤭
Definitivamente sus hijos serán los mejores vestidos una por la mamá y otra porque el abuelo canarias les dejo esa herencia 🥰🥰🥰
Hay no ese rico como que no da buena impresión y si hay que tener cuidado Karl 🧐🧐
Hay estos señores Claus 🙈🙈🔥🔥
Ya mismo lo estaría reportando a la fundación, hay un antecedente que no se debe dejar pasar así no más… Ya Rico no es mi teen