Sabina jamás en su vida había estado tan nerviosa como en esta ocasión y, aunque se derretía en los brazos de Cho y se dejaba llevar por sus besos y sus caricias, su cuerpo temblaba un poco al enfrentarse a esto tan nuevo, único y de los dos. Por mucho tiempo había deseado estar así con él, experimentar este paso tan importante en el amor, y ahora que estaba a punto de hacerlo, no lo podía creer.

Cho la besaba lentamente, mientras sus manos acariciaban sus piernas, sus glúteos y sus pechos. Lo hacía con tiento, como si esperara a que Sabina le diera su aprobación, y comunicándole que si quería detenerse podría hacerlo sin problemas. Sin embargo, la joven estaba cada vez más deseosa y decidió darle hoja libre para poder escribir lo que quisiese.

Los labios de Cho se alejaron de su boca y pasaron a su cuello para ir hacia sus pechos. Al sentir el aliento de su novio, ella apretó ligeramente las sábanas, y empezó a experimentar cientos de sensaciones nuevas que no sabía de dónde salían. Era tan exquisito el momento, el ruido de la lluvia, la intimidad que sabía que había valido la pena esperar por ello.

Sabina comenzó a sentir la humedad en su intimidad, y como su cuerpo le pedía que Cho siguiese haciendo más cosas y no se detuviera. Él, lo hacía con tiento, cuidándola de todas las formas posibles, aunque su instinto de hombre le estuviera pidiendo que lo hiciera más rápido, que empezara esto de una vez por todas.

Cho, entonces, bajó hacia la intimidad de Sabina, quitó la última pieza de ropa que la cubría y beso sus piernas, mientras las acariciaba con ternura. Luego rozó su intimidad unos segundos haciendo que ella gimiera sin restricciones, sin tener que cubrirse la boca como otras veces, en las que habían estado juntos, pero de una forma menos libre.

El juego siguió, Sabina se dejó llevar un poco más y comenzó a jugar con el perfecto cabello de su novio y acariciar esa espalda tan marcada que poseía. Sus uñas se encajaron un poco al sentir los cientos de maravillas que él le estaba propinando con su lengua. Ella llevó una de sus manos hacia su boca, la mordió levemente mientras sus caderas comenzaron a ponerse inquietas, sintió cómo Cho la tomaba un poco más fuerte para mantenerla en esa posición.

Una vez más, venía esa deliciosa sensación que hace tiempo atrás había sentido, pero, ahora, un poco más potenciada, llena de una excitación que ella no sabía de dónde había sacado. Sabina terminó en la boca de Cho, y dejó que su cuerpo experimentara millones de cosas a la vez, mientras él regresaba besando su vientre hasta su cuello.

⎯ ¿Te gustó? ⎯ le murmuró.

⎯ Sí ⎯ aseguró la chica, mientras su cuerpo desnudo sentía el torso de su novio ardiendo de lo caliente que estaba.

Él se hizo un poco más para arriba y Sabina percibió la excitación de Cho, pero él no hacía nada, ni siquiera pretendía quitarse el pantalón mientras la besaba. Ella alcanzó su bulto y con manos inquietas comenzó a tocarlo. Cho rio bajito.

⎯ ¿Estás segura de esto? ⎯ le preguntó.

Sabina viéndole a los ojos asintió.⎯ Muy segura.

Cho le dio un beso sobre la frente, para luego ponerse de pie, abrir el cajón de su buró y sacar una caja de preservativos completamente nueva. Al parecer, él sabía que algún día iba a suceder y quería estar preparado. Paso siguiente, bajó su pantalón, luego su bóxer y por primera vez se desnudó completamente frente a ella.

⎯ Si no quieres, no…

⎯ Si quiero ⎯ aseguró Sabina.

Cho abrió la caja y después se puso un preservativo cubriendo por completo su intimidad. Posteriormente, regresó a su posición inicial a recostarse al lado de Sabina, que de nuevo sentía cómo el corazón le latía desesperado, lleno de nervios y emoción.

Él continuó tocando su piel con los dedos, besando sus manos y luego, pasó a sus labios. ⎯ No voy a mentirte, duele un poco ⎯ le dijo él.

⎯ Lo sé ⎯ respondió ⎯, pero confío en ti.

Cho, continuó besándola, para pasar a una posición sencilla y quedar encima del perfecto y marcado cuerpo de su novia. Después, con mucho tiento y ayudándose de una de sus manos, entró en ella provocando que ella abriese los ojos un poco más de lo acostumbrado.

⎯ ¿Sigo? ⎯ preguntó.

⎯ Sí, sí, no pasa nada ⎯ le dio confianza.

Cho volvió a entrar en ella y esta vez la expresión de su novia fue diferente. Solo era cuestión de que Sabina se acostumbrara a esto nuevo para comenzar a disfrutar como lo habían deseado desde hace tiempo atrás.

Cuando vieron que todo estaba bien, Cho comenzó a moverse dentro de ella y Sabina a disfrutar. De pronto las sensaciones que ella pensaba eran normales, se potenciaron de una forma que ella pensó que jamás sentiría. Su piel estaba completamente sensible, sus sentidos todos enfocados en sentir, besar y tocar, a vivir el momento sin preocupaciones.

Los besos de Cho eran de lo más apasionados, pero con un toque de ternura que aún le hacía sentir segura. Su cuerpo estaba completamente caliente, ya ni la calefacción de la habitación hacía falta para contrarrestar el frío que habían sentido por la ropa empapada. La tormenta era perfecta para el momento, al grado que se sentía separados del mundo, en algún bosque lejano y no en un piso sobre una avenida principal en Madrid.

Los cuerpos de Sabina y Cho se coordinaron de una forma que las sensaciones se hicieron cada vez más fuertes, y, cuando ella creyó que lo que había sentido era lo máximo, él le mostró que no era así. Sabina y Cho jamás olvidarían los gestos que hicieron, el recorrido de sus manos, los besos, esos tan diferentes a los que se daban cuando estaban en público, y sobre todo las hermosas palabras de amor que se recitaban mutuamente al oído.

Cuando el último gemido se escuchó cerca del oído de Sabina, y ella sintió la rigidez del cuerpo de su novio, supo que todo había culminado de una forma espectacular, y lo único que hizo fue abrazarlo y sentir su cuerpo sudoroso sobre el suyo.

⎯ ¿Estás bien? ⎯ preguntó él, mientras alzaba la cabeza y la veía a los ojos.

⎯ Sí, muy bien ⎯ admitió Sabina, y una sonrisa se dibujó en sus labios.

Él besó su nariz con ternura y luego acarició su mejilla ⎯ Te amo, Sabina.

Sabina se mordió los labios y con un gran sentimiento le contestó ⎯ Te amo más.

No quería llorar en ese instante, pero al parecer las circunstancias la pusieron sentimental. Atrás había dejado los pensamientos que se había formado sobre su padre y su madre en su primera vez. La de ella había sido perfecta y eso se tenía que recordar el resto de su vida.

Cho le quitó las lágrimas con las huellas de sus dedos, la besó ligeramente sobre los labios y se recostó a su lado para cogerla entre sus brazos. Y así, sin palabras, se quedaron ambos escuchando la lluvia, que había armonizado ese momento tan perfecto entre los dos.

***

Sabina escuchaba el tono de su móvil a lo lejos, pero no sabía distinguir si era un sueño o era parte de la realidad. Abrió los ojos con trabajo y pudo ver a su novio aun al lado dormido. Se incorporó, cubriendo sus pechos con la sábana, para volver a escuchar el tono del móvil dentro de su bolsa.

Ella se levantó con cuidado, jalando la sábana y usándola como pareo para cubrir su cuerpo desnudo, fue hacia su bolsa y saco el móvil para ver el teléfono de Sila en la pantalla.

⎯ ¿Diga? ⎯ contestó.

⎯ ¡Por fin contestas!, es como la décima vez que te marco ⎯ escuchó la voz de su prima.

⎯ Lo siento, no lo escuchaba, ¿qué pasa? ⎯ preguntó.

⎯ Estamos yendo rumbo al hospital.

⎯ ¡Qué! ⎯ gritó, despertando a Cho de inmediato. ⎯ ¿Qué pasó?

⎯ Fue Jon, se cayó del árbol y se rompió el brazo. El tío Manuel no está, ni la tía Ainhoa, y pues hice lo que pude para estabilizarlo, pero mejor lo llevo a la clínica.

⎯ Sí, sí, ve.… Ya salgo para allá ⎯ le comentó, para luego terminar la llamada. Cuando Sabina volteó, Cho ya se encontraba vistiéndose.⎯ Fue Jon, se cayó del árbol ⎯ le comunicó.

⎯ Vamos, vístete Sirena… ⎯ le pidió. Y después, de que lo hizo, los dos salieron de ahí.

Lo malo de todo esto, es que se suponía que los gemelos estaban bajo su cuidado.

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Ana Martínez

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2 Responses

  1. Fue hermoso, me alegra que Savina haya tenido una hermosa primera vez, ya que ella temía que le pasara lo mismo que July y Jaz

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