Cinco días después del accidente

Cho había salido de las cirugías, y ahora se encontraba descansado en la amplia habitación que los Carter le habían conseguido. El joven de veintidós años era todo un guerrero, y había atravesado el mal rato de una forma extraordinaria, sin contra tiempos y problemas. Sin embargo, había una situación que a Sabina no le gustaba, su novio aún no despertaba, no desde el día que le había escuchado hablar por última vez. 

Primero, pensó que eran por los sedantes que le había puesto, pero después ya no entendió el porqué. Todos los días le preguntaba al doctor si había algo malo en ello, no obstante solo le contestaban que era parte del proceso, el cuerpo necesitaba sanar y posiblemente Adrián necesitaba dormir un poco más, ya que había sido pesado todo lo que le habían hecho. 

Así que Sabina, tomó la decisión de no moverse de su lado ni un solo día con tal de estar presente cuando abriese los ojos. Jaz, fue otro de los que se quedó ahí, velando por el chico que tanto quería, y los padres de Sabina lo visitaban todos los días, dejándole regalos como dibujos, tarjetas y globos por parte de Jon y Jo, que se morían por ir a verle, pero no podía por reglas del hospital. 

Igual Pilar y Eduardo Jaz, los más grandes no paraban de preguntar por él, y Pili estaba guardando todas sus propinas para dárselas a Cho en algún punto. Ahí Sabina se percató de lo importante que su novio también para sus otros hermanos, y que era muy afortunada de tener también el apoyo de ese lado. 

Cho, sin que él se percatara, estaba recibiendo el amor de dos familias. Dos que cuidaban de él día y noche y se encargaban de que tuviera todo, que estuviese bien y lo más importante, que al despertar supiese que no estaba solo, y que no importaba lo que pasaba no lo iban a abandonar. 

⎯ ¿Dices que tendrá su enfermera personal cuando despierte? ⎯ le preguntó Jaz a su hija, mientras ella se encargaba de limpiarle el rostro a Cho con una toalla húmeda. 

⎯ Sí, Sila me está enseñando a inyectar y todo eso, sin embargo, me ha dicho que puede ayudarme, literal tomará a Cho como uno de sus sujetos de estudio de todo lo que aprende en primeros auxilios. 

Jaz sonrío, y luego se puso de pie con cuidado para acomodarle la almohada. El rostro del hombre se veía afligido pero lleno de ternura a la vez. Sabina supuso que todo esto le traía recuerdos a Jaz de sus días en el hospital cuando él se había accidentado hace muchos años. La diferencia es que él había despertado solo y sin una pierna y al menos Cho, cuando lo hiciese, despertaría con la mujer que le amaba al lado y con la rodilla recién operada. 

⎯ ¿Quieres un café? ⎯ le preguntó Jaz a Sabina 

⎯ Sí, antes no tomaba ni una taza y ahora me es indispensable ⎯ le respondió. 

Él caminó hacia su hija y le dio un beso sobre la frente.⎯ Ya regreso ⎯ le murmuró con cariño, para después salir de la habitación. 

Sabina terminó de limpiarle el rostro a Cho, ese tan guapo y majo que tenía, para después darle un beso sobre los labios.⎯ Ya quedaste de nuevo, mañana te daremos otro baño de esponja para que estés fresco, aunque afuera ya hace frío le habló, como le hacía todos los días. 

Cho no movió ni un músculo, y ella volvió a sentirse decepcionada, esperaba que en cualquier momento él respondiera de alguna forma, pero, al parecer, no sería así. 

⎯ Hombre, tienes que despertar ⎯ le pidió Sabina ⎯, tienes que hacerlo porque hay muchas cosas que te quiero contar. El próximo año empezaré a hacer mis prácticas en el zoológico de Madrid y tendrás pases gratis para ir a verme al trabajo. También, se acerca mi cumpleaños y tengo muchos planes para nosotros. Además, mis tíos se vienen a vivir para acá, y tienes que ver el gran jardín que se hizo, podríamos correr un maratón ahí.⎯ Sabina le tomó la mano y la apretó ligeramente. Después, se recargó sobre la cama del chico tratando de no tocar los costados, ya que las costillas estaban rotas y en recuperación. ⎯ Te amo mucho, Cho. No me importa lo que esté pasando con tu familia, te amo más que nada en este mundo y quiero estar contigo, crecer contigo, lograr mis sueños a tu lado. Tienes que despertar porque yo te amo. 

Sabina se puso de pie, y le dio otro beso a Cho sobre los labios. A pesar de que su cuerpo se veía rígido y pálido, estos se encontraban tibios, por lo que supo que su novio estaba bien, que al menos, ya no estaba en peligro. 

La chica volvió a sentarse en esa silla acolchada que había sido su cama por tantas noches, su área de estudio por tantos días y su sitio favorito. Recargo la cabeza sobre su mano, y cerró los ojos para descansar. Estaba rendida, con dolor de espalda y con el cuerpo hecho un desastre. 

⎯ Hmmm, qué rico, ¿me das otro? ⎯ escuchó, y Sabina en ese momento no reaccionó. Sin embargo, después de un momento, Sabina alzó la vista y pudo ver la hermosa sonrisa de su novio, una tan plena y bonita como solía dársela siempre. 

⎯ ¡Hombre! ⎯ expresó ella feliz, para ponerse de pie y besarlo de nuevo.⎯ ¡Despertaste! ⎯ Ambos se miraron a los ojos y Sabina sintió que le regresaba el alma al cuerpo.⎯ ¿Cómo te estás?, ¿te duele algo? ⎯ le vino a la mente. 

⎯ Bueno, todo el cuerpo sería una buena frase para resumirlo ⎯ le contestó con humor. 

Ella se rió, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas y acariciaba el rostro de su amado ⎯ no me he movido de aquí, día y noche te he cuidado. 

⎯ Lo sé, te escuchaba. Solo que me encontraba en un sueño tan profundo que no me podía despertar para responderte ⎯ le confesó. Sabina acarició su cabello con ternura ⎯ ¿está bien la pequeñita? ⎯ habló de nuevo Cho. 

⎯ Muy bien, con un yeso en la muñeca pero, perfecta. Pregunta por ti todos los días y te ha traído todo esto. 

Cho, por primera vez, vio la habitación donde se encontraba y admiró la cantidad de dibujos, tarjetas y globos que había a su alrededor. Sonrío aún más, pero, esta desapareció cuando vio su pierna derecha llena de alambres y clavos quirúrgicos. 

⎯ Supongo que… ⎯ trató de hablar, pero los ojos se le llenaron de lágrimas. 

⎯ Lo siento mucho, mi amor ⎯ le murmuró Sabina. 

⎯ Al menos no la perdí, ¿cierto? ⎯  preguntó el chico, esperanzado. 

Ella le dio un beso sobre la mejilla y lo abrazó.⎯ Yo me encargaré de que camines de nuevo, te lo juro. Nada te va a faltar. 

Cho le dio un beso sobre la frente a su novia, para después acariciar su rostro con la única mano que no tenía enyesada. 

⎯ Perdóname por alejarte ⎯ le murmuró ⎯ por romperte el corazón y hacerte sentir mal. Te prometo que jamás en la vida volverá a pasar. Estoy feliz de estar vivo para decirte esto, estoy feliz de volver a ver tus hermosos ojos marrón que me enloquecen. Soy afortunado, muy afortunado, y te juro que no importa lo que suceda, jamás volveré a hacerte sentir cómo lo hice. 

Sabina sonrió, puso su cuerpo cerca del de Cho y luego dejó que él acariciara su cabello.⎯ Te amo, hombre ⎯ le respondió. 

⎯ Te amo, mujer… 

Y después de eso se quedaron unos minutos así, sin decirse nada, disfrutando del momento y del lugar. Él estaba vivo y ella estaría ahí para hacerle sentir que no solo era un héroe, sino que era el hombre más valioso de todos, su Cho, el amor de su vida. 

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