⎯ Sirena, no, no llores ⎯ actuó rápido Cho, mientras veía cómo su novia rompía en llanto. ⎯ Se supone que esta debería ser una sorpresa bonita. 

⎯  Y lo es ⎯  pronunció, para seguir llorando como nunca lo había visto; ni siquiera cuando se alejaron. 

Cho caminó hacia ella y la abrazó. Sabina se refugió en su pecho y siguió llorando hasta desahogarse. Ahí, Cho supo que su novia no lloraba por tristeza sino de felicidad, mezclada con un alivio que hace mucho no tenía. 

⎯  Mi amor ⎯  pronunció, mientras la escuchaba llorar ⎯, ya todo pasó, todo. 

⎯ ¡Puedes caminar!, ¿por qué no me lo habías dicho? ⎯  le informó Sabina, recuperándose del shock. 

⎯  Porque no quería que lo supieras en medio de una clase. Quería que fuera en una ocasión como esta. 

Sabina levantó la vista, los ojos le brillaban de las lágrimas y una sonrisa se marcaba en su rostro. ⎯ Pues lo lograste ⎯ murmuró. 

Cho limpió sus mejillas y le dio un beso sobre la frente.⎯ Sirena, no tengo dinero para darte un bonito regalo. 

⎯  ¡Ay!, eso no importa ⎯  murmuró. 

⎯  Pero, si tengo un regalo para ti ⎯  le confesó. 

Entonces Cho, sacó de su bolsillo un control, presionó “encender” y de inmediato el sonido de una guitarra sonó en el sonido estero de la casa. 

⎯  ¿Qué? ⎯  preguntó ella emocionada, mientras Cho caminaba con ella bajo las luces tenues de la casa. 

⎯  También sé bailar ⎯  le confesó ⎯, y hoy tendremos nuestro primer baile. 

La canción de” Contigo aprendí” sonó en sus primeras estrofas, en una versión acústica que a ambos les erizo la piel. 

⎯  ¿Seguro que puedes? ⎯  preguntó, ella tímida. 

⎯  No he estado practicando con tu tía Ainhoa todo este tiempo para que hoy salga mal. 

⎯  ¿Ainhoa sabe? ⎯  preguntó ella de inmediato. 

⎯  Es la única, pero alguien me tenía que ayudar. Espero que no te enojes ⎯ le comentó. 

Nadie mejor para guardar un secreto que un Canarias, pensó Sabina. 

Los dos comenzaron a moverse al ritmo de la música, una tan suave que permitía que Cho pudiese bailar sin problemas.

Sabina se recargó sobre su pecho y se dejó llevar por el momento. Esto era altamente significativo para ambos, ya que hace meses atrás pensaban que no se volverían a ver, y lo peor, que él no volvería a caminar. 

⎯  Te prometo que la próxima vez que bailemos será un reggaetón ⎯  bromeó, Cho. 

Sabina se rio. Luego levantó la mirada y le sonrió.⎯  Me alegra que ya puedas caminar, amor. 

⎯  Fue gracias a ti ⎯  contestó ⎯, a tu insistencia, a tu fuerza, a tus ánimos. Si estoy bailando contigo, es por ti. Por todo lo que has hecho por mí, mi Sirena, te estaré eternamente agradecido por no dejarme caer. 

⎯  Lo hice porque te amo, ya que eres el mejor de los hombres. Y no me importa que en este momento tu vida sea un caos, yo te amo. 

Cho la tomó del rostro y le dio un beso sobre los labios. Un beso de verdad, lleno de amor, de tranquilidad y sobre todo de agradecimiento. Cuando se separaron, la música ya había cambiado, pero, al ser igual de romántica, siguieron bailando. 

⎯ Perdóname por haberte hecho llorar hace tiempo atrás, te prometo que las únicas lágrimas que te haré llorar serán de pura emoción.

Sabina le dio un beso sobre la nariz.⎯ Más te vale, porque me dolió tanto que pensé que me volvería loca. 

⎯  De la única forma en que te volveré loca es de otra ⎯  le dijo, pícaro. 

Sabina se sonrojó, a pesar de que esos temas ya no deberían de afectarle, la mirada pícara de él siempre lo lograba. 

Dejaron que la canción terminara, luego él le dio una vuelta, para que luciera su hermoso cabello y empezó a moverse con más agilidad, ya que la siguiente canción era más movida. 

⎯  ¿Seguro que puedes? ⎯  le dijo ella entre sonrisas. 

⎯  Puedo eso y más ⎯  y sin que ella se diera cuenta Cho la cargó entre sus brazos. 

⎯ ¡Hombre! ⎯  gritó ella entre risas, pero al sentirse segura le abrazó con fuerza. Una vez más eran ellos dos, con esos juegos pícaros, Cho se veía feliz, lleno de vida, era como si hubiese renacido. 

⎯  Esto también es gracias a ti ⎯  le agradeció. 

Cho comenzó a moverse al ritmo de la música animada con ella sobre sus brazos. Sabina le tomó del rostro y le dio un beso sobre los labios. 

⎯  Te amo ⎯  murmuró. 

⎯  Te amo más ⎯  contestó, para luego seguir besándola dejándose llevar.

De pronto Cho se sentó sobre el sofá de la sala y ella se puso en esa posición que tanto les gustaba. El calor del cuerpo subía poco a poco, pero, como siempre, se controlaron al estar en casa de sus padres. 

⎯  Te haría muchas cosas en este momento ⎯  confesó él, excitado. 

⎯  Y yo… 

⎯  Pero no podemos ⎯  le confesó ella. 

⎯  No ⎯ admitió. 

⎯  Entonces, ¿te vienes a vivir conmigo? ⎯  preguntó Sabina, haciendo que Cho se riera bajito. 

⎯  ¿Cómo? 

Sabina se separó de él y ella mirándolo a los ojos le dijo.⎯ Vivamos juntos, ¿qué dices?, empecemos de nuevo, pero juntos bajo el mismo techo, estoy lista ⎯ le pidió. 

Y por primera vez Cho, no supo que contestar. 

One Response

  1. Sabina es de armas tomar jaja ya sabemos que Cho no se irá, pero… es como “aqui lo agarro antes que se me vaya”

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