Entrar de nuevo al edificio donde Cho había sido retenido meses atrás, fue para él un gran impacto, sobre todo porque no podía dejar la paranoia atrás de que caería preso en cualquier momento. Sin embargo, al sentir la mano de Sabina, supo que no estaba solo, y que cualquier situación ella le defendería con uñas y lentes.
Cho, entró caminando, apoyado de un bastón viejo que le había donado Jaz, y tratando de estar lo más erguido posible, en cierta manera, no quería mostrarle a su padre que la había pasado mal por su culpa.
⎯ Solo puede entrar usted ⎯ le dijo el oficial, viendo a Sabina.
Su novia, que ya no era para nada la adolescente que había conocido años atrás, asintió con la cabeza y le dio un beso sobre los labios.
⎯ Aquí te espero, hombre, cualquier cosa te juro que no dejaré que te encierren ⎯ le murmuró, haciendo a Cho sonreír.
⎯ Si hay algún problema y…
⎯ Sé defenderme, solo ve. Y recuerda, no eres el hombre que él te hizo creer, no eres lo que te hizo pasar, no le debes nada, ¿entiendes?
Cho asintió con la cabeza, para luego darle un beso sobre la frente y acariciar su cabello.⎯ Después de que todo esto pase, te juro que nos daremos una vida con tanto amor que no podrás con tanto.
Cho, le dio el bastón a Sabina y ella dudó por un instante. Sabía que Cho podía caminar, pero las largas distancias lo hacía con el bastón y sobre todo cuando debía bajar o subir escaleras. No obstante, su novio se lo dejó, tratando de verse lo mejor posible ante su padre.
Así, después de una revisión. Cho siguió al guardia, quién lo condujo por varios corredores, hasta llegar a la sala de interrogación, donde su padre ya se encontraba sentado y esposado.
Tan solo la puerta se abrió, la mirada penetrante de su padre se posó en él, y la falta de sonrisas hizo evidente que Cho, era la persona que menos quería ver en ese instante.
⎯ ¡Ah!, pensé que era tu hermana ⎯ fue lo primero que escuchó. En ese instante, Cho quería abalanzarse contra él, reclamarle en el rostro todo lo que le había hecho, pero se tranquilizó.
⎯ Silencio ⎯ pidió el oficial, mientras invitada a Cho a pasar.⎯ Tienen solo unos minutos.
⎯ Gracias ⎯ respondió Cho, educado.
⎯ Gracias ⎯ imitó su padre ⎯, mejor me hubieses traído un cigarro ⎯ le reclamó al oficial, que estaba a punto de cerrar la puerta.
Cho, caminó lo mejor que pudo hasta la silla y se sentó. Después miró a su padre a los ojos, pero, no lo reconoció, era muy diferente al hombre con el que había crecido. Su aspecto duro, ahora era de piedra, estaba más delgado, ojeroso y desarreglado. Atrás había quedado el abogado orgulloso que él había temido.
⎯ Veo que lo que dijo tu hermana es verdad. ¿Es en serio que casi das la vida por una tonta niña que no sabe atravesar la calle? ⎯ preguntó.
⎯ ¿Qué?, ¿te molesta que no la haya dado por ti, papá? ⎯ respondió Cho, en ese instante.
⎯ No entiendo qué tiene esa familia, desde que llegaron a nuestra vida han sido símbolo de mala suerte, sobre todo para ti ⎯ le comentó.
⎯ No estoy aquí para hablar de ellos ⎯ cortó la conversación Cho, ya que no quería que se mencionara a los Carter en lo que evidentemente era un careo para descubrir quién decía la verdad o quién era culpable.⎯ ¿Cómo te atreviste a hacerme esto? ⎯ le reclamó ⎯ ¡cómo se te ocurrió embarrarme en tus porquerías!
El padre de Cho se río, pero no contestó, sabía que si su hijo le sacaba una respuesta estaría condenado. ⎯ ¿No me trajiste un cigarro? ⎯ fue lo único que respondió.
Cho suspiró. Hace momentos atrás estaba encerrado en una alacena, besando a la mujer de su vida, al único amor que tenía para pasar a carearse con su padre, tratando de probar que era inocente y que su padre había hecho todo. En cierta manera, tenía que ser más inteligente que él.
Se quedó viendo hacia el espejo de doble fondo, y comprobó que su aspecto era mucho mejor que el de su padre. Sí, literal le había pasado un camión encima, había perdido peso, pero, el trato de los Jaz y los Carter le había regresado a la vida. Él tenía todo por ganar, su padre, ya lo había perdido todo.
⎯ ¿Al menos mamá está bien? ⎯ preguntó. El padre guardó silencio.⎯ Digo, al menos eso me puedes responder, ¿no?
⎯ Lo está ⎯ dijo frío.
⎯ Bien… entonces, con eso me doy por servido.
Cho se puso de pie, ante los ojos de su padre, y él hizo justo lo que el chico sabía que haría, lo confrontaría.
⎯ ¿Así te vas?, ¿cómo siempre?, ¿huyendo cobarde?
Cho volteó a verle.⎯ ¿Huir?, simplemente no quieres hablar conmigo, ¿a qué me quedo?, a ver tu demacrado y horrible rostro, porque eso lo puedo hacer en tu foto cuando te metan a prisión.
⎯ Siempre has sido tan irreverente ⎯ respondió ⎯, no sé de dónde lo sacaste.
⎯ Supongo que de mi verdadero padre ⎯ dijo de inmediato ⎯, sabes, a veces siento que mi madre hubiese sido más feliz si hubiera huido con su amante, que quedándose contigo.
⎯ ¡Qué tonterías dices! ⎯ reaccionó su padre, y Cho supo que lo tenía ya cogido de un brazo.
⎯ No, solo digo la verdad ⎯ habló, para luego regresar a la mesa de interrogación ⎯, la verdad duele y si lo hace es porque sabes que es cierto, otra cosa es querer admitirlo…
⎯ Tu madre es y siempre será nadie sin mí a mi lado.
⎯ ¡Ja!, lo dice el hombre que está amarrado a una mesa y que se nota que ha estado escondido en un hoyo por meses. ¡Vaya!, si esa es la vida que le ofreces, ahora concuerdo con que haya tenido alguien que en realidad le hubiese dado lo que tú no pudiste.
⎯ ¡Cállate ya, embustero! ⎯ le gritó ⎯ ¡cállate ya!
⎯ No me voy a callar, ¿sabes por qué?, porque gracias a ti mi vida ha sido un infierno, y es momento de demostrarles a todos el tipo de persona que eres. Un abogaducho de quinta que trató de comportarse como uno de primera y no pudo. Se me olvidaba, también eres padre modelo, y por eso echaste a tu hijo de la casa.
⎯ ¡Te eché de la casa porque no me hiciste caso! ⎯ respondió sumamente agitado.
⎯ ¡Me echaste de la casa el verano pasado porque no quise caer en tu compromiso con los Bae!
⎯ ¡Sí, lo hice porque eres un mal agradecido!, y si me preguntas lo hubiese hecho una y otra vez para que entendieras tu lección, ¿comprendes?
⎯ Ni siquiera fuiste para comunicarte conmigo, para un contacto de padre, ni siquiera mi madre se dio a la tarea de averiguar dónde estaba.
⎯ ¿Para qué queríamos saber dónde estabas?, cuando eres un hijo malagradecido que no acta las órdenes. Era obvio que no quisiéramos contacto contigo después de habernos traicionado ⎯ continúo su padre.
⎯ ¿Ni un mínimo contacto?
⎯ Cho, dime, ¿cómo puedes amar y querer contactar a una piedra en el zapato que solo te estorba?, evidentemente, no quisimos saber nada de ti. Cho sonrío, luego comenzó a reír como loco. ⎯ ¿De qué te ríes? ⎯ preguntó su padre.
⎯ ¿Entonces admites que me echaste de la casa el verano pasado porque no quise nada con los Bae y jamás me has contactado? ⎯ reconfirmó.
De pronto, el padre de Cho volvió en sí. Al parecer, su hijo era mejor abogado que él sin ni siquiera intentarlo. Le había dado por el lado emocional, y se había quemado. ⎯ No, claro…
Cho volteó a ver al espejo de doble vista ⎯ ¿Lo escuchaste? ⎯ comentó, ya que sabía que su abogado estaba del otro lado. ⎯ ¿Lo apuntaste?, ¡dime que lo grabaste!
⎯ ¡Eres un cabrón!, ¡un mal nacido!, ¡un…! ⎯ trató de decir, pero el coraje le ahogó la voz.
Adrián se acercó a él todo lo que pudo y viéndole a los ojos le dijo.⎯ No vine a demostrar que eres culpable, porque eso ya lo sabe todo el mundo, aquí vine a demostrar mi inocencia y me acabas de dar el pase libre, papá. Estás tan roto y cansado que no te diste cuenta de nada, pero yo, no. Pueda que cojee un poco, que viva en una habitación de 4×4 y qué literal me hayas dejado en la calle, pero no quebraste mi espíritu. No eres deportista, no lo entenderías. Tú, ya estás acabado, y yo como nuevo, así que, disfruta tu tiempo en la cárcel, porque créeme, no te querré ver jamás.
⎯ ¡Eres un cabrón, hijo de pu…!
⎯ Lo soy, pero, como tú me dijiste, soy una piedra en tu zapato, solo cumplo con mi función. Es todo lo que tengo que decirte.
El padre de Cho se trató de zafar de ahí para agarrarlo a golpes como antes lo había hecho, pero las esposas le lastimaron y no hizo más que aguantarse el jalón. Cho pidió que le abrieran, y al hacerlo, su abogado apareció frente a él.
⎯ Dime que tienes suficiente.
⎯ Lo tengo, solo tiene que firmar la declaración y con eso te juro que ganaremos ⎯ contestó.⎯ Por cierto, tendrás que viajar a Corea.
⎯ ¿A qué?, yo no tengo nada que hacer en Corea.
⎯ Créeme, te conviene ir… ⎯ dijo, para luego sonreír.
Cho suspiró.⎯ ¿No ahora, cierto?
⎯ No, pero, será antes de que termine el año, créeme, te va a convenir ⎯ le comentó el abogado.
Cho, no hizo más que sonreír, y luego caminó hacia donde estaba la puerta para salir de ahí. Tan solo esta se abrió, Sabina le dio una sonrisa y fue hacia él para abrazarle. Pudo sentir que su novio todavía temblaba del coraje, así que lo sujetó con fuerza.
⎯ Eres un hombre valioso, fuerte y sumamente inteligente. Te amo.
⎯ Te amo más ⎯ le respondió él. Sabina sintió cómo las lágrimas de su novio mojaban su cuello.
Y no era para menos, Cho había pasado por mucho y por más valiente que trataba de ser, había llegado a su límite, siendo el enfrentamiento con su padre, la gota que derramaba el vaso.
⎯ Prometo que si tenemos hijos, no seré para nada como mi padre ⎯ le confesó, entre lágrimas.
⎯ Ya lo eres ⎯ le consoló, Sabina, acariciando su cabello.⎯ Ahora, si ya no hay más que decir o hacer, vamos, salgamos de aquí.
Cho se limpió las lágrimas y le regaló esa sonrisa que siempre la conquistaba. Después de tanto dolor y pesar, era momento de que ambos empezaran una vida juntos. Una donde pudiesen amarse sin ningún tipo de contradicciones.
Siiii, toma esta HdP
Adrian 1000
Sr. Cho 0 (ese no se debe llamar papá)
Que el viaje a Corea sea cortito, positivony provechoso. Siento que vienen cosas buenas para Adrian Cho