Días después, El viaje de Cho hacia Seúl llegó más pronto de lo esperado, por lo que los planes de decirle a Robert y a Julie que se querían ir a vivir juntos, tuvieron que esperar. Al parecer, lo que Cho había hecho si le había ayudado a la investigación y ya no estaba en peligro de que le metieran a la cárcel o lo llevaran a juicio, así que todo estaría en paz. 

Sin embargo, las fiestas decembrinas se acercaban y los planes de los Carter no se harían esperar. Toda la familia por fin estaba unida, después de mucho tiempo de estar entre dos continentes, ahora festejaban juntos no solo su primera Navidad de regreso a España, sino la primera sin Tristán y Ximena, por lo que el ambiente estaba del todo melancólico. 

Los Canarias, había pasado años viviendo en Puerto Vallarta, México, al lado de la casa de los abuelos, cuidándoles, ayudándoles, y ahora, regresaban a este continente para sentirse arropados por la familia, así que por un momento, Sabina se olvidó del problema y disfrutó de decorar las casas, la suya y la de sus tíos, ayudarles a sus hermanos a hacerle la carta a Papá Noel y a los reyes, y a convivir con sus primos, esperando saber algo de su novio, que llevaba días sin comunicarse. 

⎯ ¿Crees que le hayan dado prisión allá? ⎯ escuchó la voz de su prima Sila, con quien hablaba por teléfono todas las noches antes de irse a dormir. 

Sabina, se encontraba sola en su piso, con las luces apagadas y escuchando el sonido de la calefacción. 

⎯ No lo sé. A mí me dijo que estaba fuera de peligro. Tal vez no tiene señal, ¡qué sé yo! 

⎯ Hubieras ido con él. 

⎯ No podía, tenía finales y no puedo reprogramarlos. Además, él insistió en ir solo. Si Jaz dice que está bien, le creo, digo, Cho jamás le ha mentido ⎯ justificó la chica. 

⎯ Eso sí ⎯ respondió Sila. Suspiró profundo.⎯ ¿Crees que llegues a casarte con él? 

 ⎯ Sí ⎯ contestó segura, Sabina ⎯, claro queme casaré con él. Encontré al hombre de mi vida. 

⎯ Ojalá yo encontrara al mío ⎯ murmuró algo triste, Sila. 

⎯ ¡Ey!, ¡claro que lo harás!, todos encontramos a esa persona especial. 

⎯ Yo ya la había encontrado y mira… En fin, supongo que al no ser una Canarias Ruiz de Con original hace que no me lo merezca. 

⎯ Eso no tiene nada que ver… solo son cosas que… ⎯ en ese instante, el timbre de Sabina sonó interrumpiendo la plática. 

⎯ ¿Quién es? ⎯ inquirió. 

⎯ Debe ser Pilar o Jaz, nadie puede entrar al edificio sin avisar, solo los del edificio. En fin, ¿hablamos mañana en la cena?

⎯ Dale, buenas noches. 

⎯ Buenas noches ⎯ contestó Sabina, para luego terminar la llamada. 

El timbre volvió a sonar y ella gritó “momento” para avisar que ya abriría la puerta. Vio por la mira y al notar quién estaba afuera, abrió la puerta de inmediato y se lanzó a sus brazos. 

⎯ ¡Llegaste! ⎯ expresó Sabina, y comenzó a besar a Cho en los labios mientras él trataba de entrar al piso. 

Aún cargaba la maleta en el hombro bueno, y su rostro estaba frío por el clima de afuera. Cuando logró entrar, soltó lo que tenía en sus manos y se dedicó a abrazar a su Sirena. 

⎯ Pensé que no llegaría, pero, para mi fortuna, tomé un vuelo más temprano y ahora, estoy aquí. 

Ambos se vieron a los ojos, y Cho le sonrío. Se veía en realidad cansado, o más bien, exhausto, pero feliz, muy feliz. 

⎯ Dime que te quedarás aquí ⎯ le pidió Sabina, y él asintió con la cabeza. 

⎯ Jaz no sabe que llego hoy, así que tenemos una noche libre ⎯ bromeó Cho, aunque en realidad, ya hacía días que se quedaban juntos en el piso, con Jaz guardando el secreto. 

⎯ ¿Tienes hambre?, aún hay del ramen que dejaste y… ⎯ Cho le dio a Sabina un beso ligero sobre los labios para que guardarse silencio e interrumpiéndola. ⎯ Sabes que no me gusta que hagas eso ⎯ le reclamó. 

⎯ Lo sé, pero esta vez tengo algo que contarte, y quiero que pongas atención, ¿vale? 

Cho la tomó de la mano, que aún estaba cubierta por los guantes de piel, y ambos se sentaron en el único sofá que la chica tenía en su piso. Cuando se vieron frente a frente, Sabina supo que era importante lo que le tenía que decir. Por un momento sintió un hueco en el estómago porque no sabía qué tipo de noticia era y porque últimamente las pláticas entre los dos eran bastante serias. 

⎯ Dime ⎯ pidió la chica desesperada. 

Cho suspiró y tomando ambas manos le dijo.⎯ Soy rico. 

⎯ ¿Qué? 

⎯ Bueno, no rico, pero tengo mucho dinero ⎯ aclaró el joven, haciendo que Sabina lo viera raro. 

⎯ ¿Cómo que tienes mucho dinero?, ¿es una broma? ⎯ trató de averiguar ella, pero Cho negó con una sonrisa en su rostro. 

⎯ Fui a Seúl a declarar lo que me pidieron, y bueno, mi padre se quedará en la cárcel de allá, pero, resulta ser que me dieron una compensación por daños, además, mi abogado ya había metido unas demandas y en pocas palabras gané. Mis padres me tuvieron que dar una fuerte cantidad de dinero que para mi edad es una lotería. 

Sabina lo vio a los ojos incrédulos.⎯ No te creo. 

⎯ Lo es… ⎯ comentó el chico, para luego sacar su móvil y abrir su cuenta bancaria. Los números de cifras largas aparecieron ante sus ojos y ella se sorprendió. ⎯ Te digo, comparado con otras cuentas, no es mucho, pero para mí, es lo mejor. Después de perder todo tener esto es ¡guau! 

⎯ Lo es ⎯ admitió Sabina. 

⎯ Y tengo planes… Y te incluyen a ti. 

⎯ ¿A mí? 

Cho asintió con la cabeza y luego buscó en su móvil algo y, al encontrarlo, se lo enseñó. 

⎯ ¿Un piso? 

⎯ Un estudio ⎯ corrigió Cho ⎯, uno donde ambos cabemos bien y podemos vivir juntos. 

⎯ Y ¿qué tiene de malo vivir en este? ⎯ inquirió ella. 

⎯ Nada, pero, quisiera que empezáramos los dos frescos. 

⎯ ¿Sin que mi papá esté detrás?⎯ preguntó Sabina y Cho asintió. 

⎯ Sabi, mi amor, por mucho tiempo no he tenido nada, lo perdí todo y ahora, puedo darnos esto. Si vamos a vivir juntos quiero demostrarle a tu padre que puedo con la responsabilidad de darte un bonito lugar, ¿comprendes? Además, podremos decorarlo juntos, está cerca del centro y literal lo están rematando. 

⎯ ¿Por qué? 

⎯ Es disputa de un divorcio y ella quiere venderlo antes de irse a vivir a América ⎯ explica. 

Sabi vuelve a ver la foto, y sonríe. Por alguna razón si se ve viviendo ahí, junto con Cho, tomando café en ese pequeño balcón y compartiendo su vida con él. Tal vez no sea el piso que ella quiere, pero de pronto se imaginó la vida que deseaba. 

⎯ Está bien ⎯ murmuró.

⎯ ¿En serio? 

⎯ Sí, podremos avisarles a mis padres que viviremos juntos después de Navidad, ¿te parece?, no creo que interrumpir una cena con eso sea buena idea. 

Cho la besó sobre los labios, y ella aprovechó para acomodarse encima de él, en esa posición favorita que ambos tenían en el sofá. Ella lo vio a los ojos, y una ganas increíbles de desnudarlo y hacerle el amor llegaron a ella. Sin embargo, recordó lo que les había dicho el doctor, y se detuvo. 

⎯ ¿Sigues con esas pastillas? ⎯ inquirió, y Cho asintió con la cabeza.

⎯ Lo siento… 

⎯ No te preocupes, en enero te las suspenden y cuando lo hagan… no te dejaré vivo ⎯ le amenazó ella en tono tierno. 

⎯ ¿Entonces?, ¿eso es un sí, Sirena?, ¿te atreves a empezar desde cero conmigo? 

Sabina asintió.⎯ La única condición es que sea a tu lado, ya no me quiero separar de ti ⎯ le contestó, para luego besarle. 

Tal vez, a la temprana edad de 20 años, Sabina podría estar apresurándose en esa decisión, pero, sabía que era la correcta. Ella había encontrado al hombre con el que quería compartir su vida, sus sueños, sus buenos y malos ratos, y no lo dejaría ir. Así como Cho, no la había dejado ir a ella. Después de tanto, ambos, estaban en su mejor momento, y qué mejor que empezar a construir su vida en ese pequeño estudio que por muchos años sería su hogar. 

FIN DE LA PARTE 2 

One Response

  1. Me da nostalgia Ximena y Tristan… yo también quería que fueran eternos.
    Bien por Cho, almenos pudo recibir algo bueno de sus malos padres.
    Será que recupera la medalla?

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