Cho atendió a todos sus mini clientes y a as 13:30 hrs salió de trabajar para ir por Jaz, quién se encontraba en la cafetería atendiendo a los únicos tres clientes que ya eran habituales. Cuando llegó, Jaz se mostró nervioso, vistiendo un traje algo pasado de moda, pero que le hacía ver formal. 

Durante todos estos años, Adrián, había visto como la cafetería, el único sustento de Jaz y su familia, iba desapareciendo de a poco. Pero, no era su culpa, o que él la hubiese desatendido, sino porque la calle ya no era lo de antes. El barrio donde estaba ubicada la cafetería, se había convertido en uno de clubs nocturnos y bares, por lo que quedaba fuera de lugar. 

Así que Jaz, estaba a punto de perderlo todo y, aunque no era viejo, su condición no le permitía tener cualquier tipo de trabajo, además de que no tenía estudios de nada debido a las decisiones que había tomado en su juventud. Por lo que ahora, era turno de Cho de ayudarle, no solo a él, sino a toda la familia, ya que no deseaba verlos pasar por dificultades, o abandonar sueños como le había tocado a él. 

⏤ ¿Estás seguro de que es buena idea? ⏤ preguntó de nuevo Jaz, al entrar al recibidor del Conglomerado. 

⏤ Es la única que se me ocurre, así que… Es buena idea ⏤ respondió, mientras llenaba los datos en el libro de visitas. 

Todos ahí ya conocían a Cho, el novio de la joven Sabina, y aunque siempre pasaba sin gafete de visitas y sin registrarse, hoy quería hacerlo todo bien, como un signo de buena suerte. 

⏤ Listo Cho, el señor Carter te espera en su oficina ⏤ le dijo la chica. 

Cho, sonrío y luego tomó a Jaz del brazo para comenzar a caminar. Sintió a su padre nervioso, y no era para más. A pesar de que ahora se llevaban mejor. Robert intimidaba mucho a Eduardo, y no porque le tratara mal, si no por todo lo que conllevaba ser Robert Carter. Un hombre bien conservado, para su edad, padre de familia, con un posdoctorado y jefe de finanzas de un Conglomerado. Un hombre querido, simpático y amable y sobre todo la pareja ideal para María Julia, que se había convertido en toda una señora, jefa y madre digna de admirar. 

En pocas palabras, Jaz se sentía poca cosa, incluso para Sabina, pero trataba todos los días de lidiar con eso, sobre todo porque sabía que tenía a sus pequeños que le admiraban más que a nada. 

Así, las puertas del elevador se abrieron y el olor a limpio llegó a ellos. Cho ayudó a Jaz a caminar por el pasillo, pasando por las oficinas llenas de trabajadores hasta que llegaron a la oficina de Robert, que se encontraba al final de todo. La llamaban la pecera, ya que toda era de vidrio y se podía ver para adentro si las persianas no estaban cerradas. 

No hubo necesidad de que la asistente les anunciara, puesto que Robert los pudo ver desde lejos al tener todo abierto. Así que él mismo se levantó de la silla y caminó hacia ellos para darles la bienvenida. 

⏤ ¡Ey, Cho! ⏤ expresó, para darle un abrazo como si no lo hubiese visto ayer por la noche. 

⏤ Suegro ⏤ contestó. 

⏤ ¿Cómo estás, Jaz? ⏤ preguntó y el hombre le dio un apretón de manos. 

⏤ Lo mejor que se puede estar. 

⏤ ¿Cómo funciona tu prótesis? ⏤ inquirió Robert, ya que la fundación se encargaba de darle una nueva cuando la necesitaba. 

⏤ Bien, acomodándome. 

⏤ Pasen, pasen… Leonora, no me pases llamadas ⏤ le dijo a su asistente y luego cerró la puerta. 

Jaz se sentó en el primer asiento, y al voltear, vio el muro con las fotos familiares. Es bien sabido que todos los que pertenecen a la familia tienen en sus lugares de trabajos fotos familiares, es como su sello. El mismo Cho, ya tenía en su cubículo fotos, y así como en su piso y posiblemente en su consultorio individual. 

⏤ ¿Qué les parece si hablamos ahora y luego vamos a comer? ⏤ sugirió Robert. 

⏤ Sí, perfecto ⏤ accedió Jaz, para luego ver a Cho. 

La presión cayó sobre el chico, y tomó un respiro muy hondo. No sabía por qué justo ahora tenía una inseguridad enorme con su suegro, cuando ya había hecho otros tratos con él. 

⏤ Bueno, venimos a pedir… 

Robert levantó la ceja, y luego sonrío.⏤ ¿Desde cuándo me tienes miedo? 

⏤ No es miedo, solo que esto es algo más grande e importante… ⏤ confesó Cho. 

Robert abrió los ojos.⏤ No me irás a pedir permiso para casarte con Sabina, ¿Verdad? 

⏤ No… aún no ⏤ se defendió Cho de inmediato. 

⏤ ¡Ah! 

⏤ No, lo que vengo a ofrecerte es un negocio ⏤ contestó seguro. 

⏤¿Negocio? 

⏤ Sí, un bar. Quiero que inviertas conmigo en un bar ⏤ habló por fin y Robert no supo qué decir. 

⏤ ¿Un bar?, ¿qué tipo de bar?, ¿dónde?, ¿quién es el otro inversor? 

⏤ Soy yo ⏤ aclaró Cho, y luego se puso de pie para darle los papeles que traía consigo. 

Jaz se quedó en silencio, puesto que no tenía la capacidad de negociar como la tenía Cho. Cuando tenía un poco de dinero, le había mandado a un curso, y ahora estaba aplicando lo que había aprendido. 

⏤ ¿Tú?, no entiendo Cho, ¿no se supone que este dinero era para poner tu consultorio? 

⏤ Sí pero… 

⏤ ¿Y ahora quieres un bar?, ¿qué te hizo cambiar de opinión? ⏤ insistió Robert.⏤ Se supone que este era parte de tu sustento, ¿cómo le darás a mi hija lo que necesita? 

⏤ Bueno, su hija también trabaja ⏤ defendió el chico, y supo que no era la respuesta correcta en el momento, ya que Robert sabía que ambos mantenían el hogar. 

⏤ No lo sé… 

⏤ Te dije que no funcionaría ⏤ le dijo Jaz… 

⏤ ¿Espera?, ¿el bar es para él?, ¡con la historia de alcoholismo que tiene Jaz! ⏤ expresó, algo molesto. 

⏤ Te lo dije ⏤ habló Jaz a Cho. 

⏤ No, no espera… 

⏤ No Cho, no voy a invertir en eso, es algo perdido ⏤ finalizó Robert. 

Jaz se puso de pie y suspiró ⏤ bueno, te espero a fuera. 

Él salió de la oficina y ambos vieron cómo se alejó. Cho volteó a ver a Robert y sin más le dijo. 

⏤ Ni siquiera me diste la oportunidad de explicarte. 

⏤ Pero es evidente. Jaz se tomaría la inversión no podemos…

⏤¡Jaz está quebrado! ⏤ gritó Cho, y Robert se quedó en silencio. 

⏤ ¿Cómo? 

⏤ Está quebrado. La cafetería está a nada de desaparecer y es el único sustento que tiene para su familia. El salario de enfermera de su esposa no alcanza y él no tiene más recursos. Con la condición que tiene es imposible que le den trabajo, no tiene estudios, no tiene más que eso… quiero ayudarlo. 

⏤ Pero, ¿un bar? 

⏤ El local es suyo. Yo lo administraría, lo llevaría y le ayudaría ⏤ habló desesperado ⏤, incluso sé preparar las bebidas. 

Robert suspiró.⏤ ¡Ay Cho!

⏤ Dame una oportunidad, Robert. Te juro que no te arrepentirás. Yo estoy prácticamente invirtiendo todos mis ahorros e incluso Sabina también está en esto. Queremos ayudarle, y tú puedes también. Venga. 

⏤ Y si no funciona… 

⏤ Funcionará, tengo fe. Además, confío en Jaz, ya es otro definitivamente… por favor, déjame hacerlo por mis hermanos, por Pili, por Eduardo y Santi. Te lo pido. 

Robert vio la insistencia en los ojos de Cho. En realidad parecía muy desesperado y nunca pensó que alguien metería las manos al fuego así por Jaz. En ese momento todos los conflictos que posiblemente había tenido con el hombre desaparecieron, y lo único que hizo fue tomar los papeles y revisarlos. Todo estaba perfectamente bien planeado, sin ningún problema, incluso se sorprendió de los números. 

⏤ Puedo conseguirte otro inversionista, si gustas ⏤ habló. 

⏤ ¿Otro? 

⏤ Además de mí ⏤ y sin dudarlo levantó el teléfono y el apellido de “Canarias” salió de su boca. 

Al final de la llamada, no solo Robert estaba dentro, sino el tío de Sabina, David, y entre los tres ayudarían a Jaz. 

⏤ Sabes que te estimo ⏤ le dijo Robert ⏤ y te quiero como un hijo, así que invertiremos para el bar, pero… Si Jaz. 

⏤ Jaz estará bien… ⏤ le interrumpió. 

⏤ ¿Tú metes las manos al fuego por él? ⏤ inquirió Robert, mientras su mirada azul se clavó en la suya.

⏤ No solo las manos, todo. Recuerda que yo tengo también mucho que perder.

Robert asintió.⏤ Haré que el departamento legal haga un contrato, y lo firmaremos. Pero, cualquier situación que se salga de las manos, tú serás el responsable.

⏤ Sí, claro que si ⏤ aseguró el joven. 

 ***

Entonces, después de una tarde bastante tensa y una comida deliciosa en el Conglomerado, Jaz y Cho salieron de ahí con un rostro de felicidad porque no lo podían creer, lo habían conseguido. 

⏤ ¡Lo lograste, hijo!, ¡lo lograste! ⏤ le dijo Jaz, sumamente emocionado. 

El hombre se soltó a llorar y Cho de inmediato lo abrazó. Desde hace mucho Jaz cargaba con el peso de la incertidumbre e incluso ya había comenzado a apretarse el cinturón. 

⏤ ¡Ey!, más vale que estés llorando de felicidad ⏤ le pidió Cho. 

⏤ También… 

⏤ No te preocupes, yo me encargo, ¿vale?, verás que el bar será un éxito, y que podrás pagar hasta la universidad de Santiago. 

Jaz asintió y abrazó a Cho.⏤ Eres un gran hombre, Cho. Si tú piensas que tuviste suerte de encontrarme, es al revés, yo tuve suerte. Me has regresado el cariño de mi hija y ahora, me ayudas en esto. No te merezco. 

⏤ Mereces todo y más. Ahora vamos a darle la buena noticia a Sabina, y a seguir planeando, tengo el mejor nombre para este bar. 

⏤ Y, ¿cómo se llamará? 

⏤ El corazón espiando ⏤ habló Cho con orgullo. Verás que no habrá rincón de Madrid y de España que no se aprenda este nombre. 

Jaz asintió, porque una cosa había aprendido con el paso de los años, si Cho lo deseaba y lo decía, todo sería verdad. 

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