Todo estaba pactado, y Cho había obtenido lo que tanto buscaba: ayudar a Jaz y a su familia. Así que, se procedió al cierre de la cafetería y a la remodelación. Cho, con sus habilidades de negocios, logró cerrar un trato con el local de al lado y comprarlo, para que pudiesen así expandir el bar. También, tomó parte de sus ahorros y se los dio a Jaz para que pudiese pagar las colegiaturas de sus hijos y cosas de la casa mientras estuviera la cafetería cerrada y para finalizar, consiguió los mejores proveedores de Madrid. 

Se había movido de una forma impresionante. Al grado que la confianza de David y Robert subió hasta los cielos y lograron que alguien más invirtiera, María Julia, lo que le dio una buena ayuda para lo que planeaba hacer. Sabina estaba feliz, incluso mucho, y lo único que podía esperar es que el proyecto funcionara y le diera frutos, ya que de eso dependía el consultorio particular de Cho, uno que había quedado en pausa para poder ayudar a Jaz.

A Cho, le gustaba trabajar en la clínica de David Canarias, e incluso se sentía a gusto rodeado de todos, pero tenía una obsesión grande con tener algo suyo, que no dependiese de la familia de Sabina. Sin embargo, con el paso de los años, esto cada vez se hacía más complicado, y ahora, con este nuevo proyecto, más. 

Aun así, Cho seguía trabajando arduamente porque era un hombre enfocado, perseverante y con mucha concentración. Si se proponía algo, lo hacía, y la prueba era no solo el bar, sino el volver a caminar sin bastón, el regresar al gimnasio y recuperar su figura, y mantener su casa de la forma correcta… Además de amar a Sabina con locura. 

Ahora, tenía la misión de ayudar a Jaz, de ayudarle a que sacara a su familia adelante y sobre todo, brindarle algo que le ayudase el resto de sus días y que fuera una fuente de trabajo para su familia.

***

⎯ Bien, la misión de hoy es buscar a los proveedores de tarros y vasos del bar. Comprarle a Santi un nuevo abrigo y después tomar un chocolate caliente para el frío ⎯ le dijo Cho a todos los que le acompañaba. 

Esta vez Sabina no podía acompañarle, así que los mellizos venían con él, así como Pilar, Eduardo y Santiago, ya que su madre la había pedido a Cho que los cuidara mientras iban al hospital a la consulta mensual de Jaz. 

⎯  ¿No podemos ir primero por el chocolate, hermano? ⎯ preguntó Santi, con una sonrisa. 

⎯ No, así en ese orden. Por favor, no te separes de tu hermana ⎯ le dijo, y miró a Pili que ya estaba en una edad donde apenas hacía caso, pero tenía que hacerlo. ⎯ ¿Pilar? 

⎯ No se pierde ⎯ comentó. 

⎯ Solo tómalo de la mano, ¿quieres? ⎯ le pidió con ternura, pero a la vez con decisión. 

⎯ ¿Cho?, ¿no podemos ir a los videojuegos? ⎯ pidió Jon. 

⎯ No, ya tenemos nuestra rutina… Proveedores, abrigo, chocolate. 

⎯ ¿No puede ser videojuegos, proveedores, abrigo y chocolate? ⎯ le dijo. 

⎯ No Jon, hagamos lo que dice Cho ⎯ le regañó su hermana, que venía al lado Eduardo. 

Cho se paró en seco y volteó a ver a su pandilla, así los llamaba, ya que parecían una cuando los tenía que cuidar a todos. ⎯ A ver todo está decidido, ¿vale?, así que será así. No habrá cambios o distracciones ⎯ comentó, sin embargo, cuando volteó hacia la izquierda hubo algo que le llamó la atención, y no dudó en acercarse a la vitrina del local. 

Adrián, como niño pequeño, se acercó lo más que pudo y vio un hermoso anillo de compromiso, en forma de concha de mar, con una perla en el centro y diamantes. 

⎯ ¡Guau! ⎯ escuchó la voz de Jo, quién también lo veía ⎯ ¡es hermoso! 

⎯ ¿Qué es hermoso? ⎯ preguntó Santi, el más bajito de todos. 

Jon lo cargó con esfuerzo y lo acercó a la vitrina. Pilar y Eduardo también veían lo mismo que él. 

⎯ ¿Un anillo?, ¿para qué quieres un anillo? ⎯ preguntó Eduardo. 

⎯ No seas tonto, Edu, ¿lo quieres para mi hermana?, ¿a qué sí? ⎯ preguntó Jo, mientras veía a Cho sonreír. 

⎯ Sería el anillo perfecto, una joya para mi Sirena ⎯ habló en alto. 

Pero supongo que estará carísimo, pensó. 

⎯ ¿Te gusta? ⎯ insistió Jo. 

⎯ Claro que sí. 

De pronto, Jo se alejó y entró por la puerta de la joyería. ⎯ ¡Espera Jo! ⎯ gritó su hermano, llamando la atención de todos. 

⎯ ¡Jo, ven! ⎯ pidió, Cho, pero era demasiado tarde, todos ya estaban adentro de la joyería y Cho tuvo que entrar tras ellos. ⎯ Jo ⎯ habló con tiento, ya que no quería gritar en el local. 

⎯ Vengo a comprar el anillo de la vitrina ⎯ habló la niña con seguridad, al ver al tendero. 

El señor sonrió, pero, no se movió y solo vio a Cho como si le pidiese que le explicara la situación. 

⎯ Solo me gustó el anillo, pero mi intención no es comprarlo ⎯ habló, al fin. 

El señor fue hacia la vitrina y sacó el anillo para enseñarlo. Todos se acercaron y se quedaron maravillados. 

⎯ ¡Brilla mucho! ⎯ expresó Santi. 

⎯ Así es. Es un anillo vintage, de oro, 24 quilates, con una perla blanca/ plateada y diamantes coronando a su alrededor. 

⎯ Y, ¿cuánto cuesta? ⎯ preguntó Pilar, interesada.

⎯ El costo es de 1,516 euros ⎯ habló. 

⎯ ¡Guau! ⎯ expresó Cho, al saber que no tenía ese dinero. 

⎯ ¡Qué bonito!, ¿acepta tarjeta? ⎯ preguntó Jo, y sacó de su bolsita una tarjeta de crédito. 

⎯ ¡No! ⎯ le prohibió Cho, al ver que se la daba ⎯, esa tarjeta es para emergencias Jo. 

⎯ Pues esta puede pasar por emergencia. 

⎯ Casarme con tu hermana es algo que deseo con el alma, pero no es una emergencia ⎯ explicó con cariño ⎯, además, el anillo es bastante caro, y no es una decisión que se debe tomar a la ligera. 

⎯ Pero la quieres, ¿no?, no pasa nada… 

⎯ Si la amo, pero el anillo debo comprarlo yo. No hay prisa por casarme con ella, estamos felices así y cuando yo tenga dinero lo compraré… Habrá más anillos. 

⎯ Pero no como ese ⎯ contestó Eduardo. 

El tendero sonrió, al parecer le daba risa que todos trataran de convencer a Cho de que comprara el anillo para su hermana. 

⎯ Lo siento chicos, no compraremos anillo hoy ⎯ dijo, en un tono de tristeza. 

Todos se entristecieron. En realidad, estaban seguros de que Cho se casaría con Sabina, y eso lo deseaban. Así que la negativa no les cayó nada mal. ⎯ Vámonos. 

En eso, Pilar, sacó de su bolsa su monedero y puso el dinero sobre la vitrina de vidrio ⎯ yo tengo dinero. 

⎯ Y yo también ⎯ habló, Eduardo. 

⎯ Y yo… ⎯ contestó Jon, sacando otra tarjeta. 

⎯ Niños… ⎯ Habló Cho, en verdad, enternecido. 

⎯ Pues, hay pagos ⎯ dijo el tendero. 

⎯ ¿Pagos? 

⎯ Sí, puede sacarlos a pagos. Usted decide el tiempo y la cantidad a dar mensualmente. 

⎯ ¡Ves!, nosotros te damos el primer pago ⎯ expresó Jo. 

⎯ Jo, no tengo dinero, no creo que el señor me lo aparte por años ⎯ bromeó. 

⎯ ¿Cuántos? ⎯ preguntó el señor, en tono serio. 

⎯ Tres años ⎯ habló Cho, solo por decir una cantidad. 

⎯ Pues, hagamos las cuentas y saquemos el anillo de la vitrina, ¿le parece? 

⎯ ¿Es en serio? ⎯ recalcó Cho, ya que sentía que era una broma. 

⎯ Muy en serio. Si usted cree que es el anillo indicado, ¿por qué no?

Cho volteó a ver a los niños, que ya estaban listos para pagar.⎯ Y, ¿qué les dirán a sus padres de la tarjeta? ⎯ le dijo a Jon y Jo. 

⎯ Emergencia, tú déjamelo a mí ⎯ le convenció Jo y sonrío. 

Después de eso, el trato se hizo. Así, fue como empezó la expedición de Cho para comprarle a Sabina el anillo de compromiso ideal. Uno que era perfecto para ella, y que sabía sería el protagonista de un nuevo ciclo de su vida. Solo tenía que esperar 3 años para obtenerlo, pero, el que preservara alcanza, y él era sumamente perseverante.

⎯ Pero, este es nuestro secreto, chiquillos, no le vayan a decir a Sabi, ¿sí? ⎯ les pidió.

⎯ ¡Lo juramos! ⎯ dijeron todos emocionados, levantando la mano.

⎯ Bien, entonces hagámoslo ⎯ hablo Cho seguro, sin dudar ni un segundo.

2 Responses

  1. Awwwww que linda iniciativa la de la pandilla… Es una gesto amor no solo para Sabina que recibirá el 💍, sino hacía Cho porque no dejaron que pase la oportunidad de tener el 💍 ideal para su sirena.

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