Un mes después 

La cafetería de Jaz desapareció por completo y se renovó a por completo en un nuevo local que ahora tenía un letrero que brillaba con el nombre “El corazón espinado, latín bar”. 

Al principio a Jaz le costó ver así el local que había trabajado por años, pero después de entrar y ver el gran trabajo que Cho había hecho, supo de inmediato que esto sería un éxito y que solo tenía que ver los resultados. El local había dado un cambio enorme, y del estilo bohemio de la cafetería, había pasado a uno muy latino, lleno de colores en las paredes, luces cambiantes, una pista de baile enorme y una zona V.I.P para los mejores clientes. Dónde se encontraba antes la cafetera, ahora había una barra enorme, llena de bancos altos y con un fondo de todo tipo de botellas. En pocas palabras, un bar como correspondía, uno que estaba listo para ponerse en servicio. 

Así, en el mes planeado. El letrero del bar se iluminó y este estaba listo para inaugurarse. Cho, había hecho todo lo posible por correr la voz y asegurarse de que el bar estuviese en boca de todos. Puso las promociones que llamarían la atención y sobre todo usó su arma secreta, a su amigo Camilo, quién era promotor de otros bares y que ahora, trabajaría para él. 

Cuando Sabina llegó a la inauguración, se quedó sorprendida al ver la línea de personas que esperaban por entrar al lugar, todos tan ansiosos como si se les hubiese prometido algo nuevo o innovador. 

⎯ Soy Sabina Carter, tengo que estar en la lista ⎯ le dijo al chico que cuidaba la puerta y enseguida la dejó pasar. 

Tan solo las puertas se abrieron, Sabina pudo escuchar la música a todo volumen, las pláticas entre los comensales y se percató que la línea que esperaba afuera no era para que comenzaran a entrar, sino esperando a que unos salieran para poder entrar a disfrutar. 

Como pudo, caminó entre la gente que se movía el ritmo de la música, y al llegar a la barra vio a su novio, no solo extremadamente guapo, sino atendiendo a cientos de personas que se acercaban para pedirle tragos. 

⎯ ¡Ey, Sirena! ⎯ expresó al verla y con un ademán le mostró todo lo que había hecho. ⎯ ¿Te gusta? 

Sabina pasó por debajo de la barra y fue a su lado. 

⎯ ¡Esto es maravilloso!, ¡el bar está a reventar! ⎯ expresó, para luego darle un beso sobre la mejilla. 

⎯ Te juro que pensé que no lo lograría, pero, aquí está… Y no me equivoco en que será todo un éxito. 

Sabina asintió con la cabeza y luego volteó hacia la parte de arriba para ver a sus padres, y a sus tíos sentados en una mesa. Después, por debajo de las escaleras, vio a Jaz sentado, con un vaso con agua en frente y varios papeles sobre la mesa. 

⎯ ¿Qué le pasa a Jaz? ⎯ preguntó. 

⎯ Es el encargado de llevar algunas cuentas, pero, creo que sigue un poco deprimido, ¿por qué no vas a hablar con él? ⎯ sugirió Cho. 

Así, después de hacerle una bebida ligera a su novia. Sabina fue hacia el lugar donde se encontraba Jaz. Cuando él la vio le sonrió de inmediato y le invitó a sentarse. 

⎯ ¿Es una locura, no es cierto? ⎯ preguntó la chica, mientras bebía un sorbo. 

Jaz asintió con la cabeza, y luego vio a su alrededor. Le impresionaba todo lo que estaba pasando, e incluso, parecía que se sentía incómodo. Era normal, desde hace tiempo atrás, Jaz estaba en una especie de depresión, ya que sentía que había perdido todo de nuevo, y un bar no era el mejor sitio para sentirse mejor. 

⎯ ¿Qué te pasa? ⎯ preguntó Sabina, al ver al hombre algo abrumado. 

Jaz volteó a verla.⎯ Que esto me recuerda algo a mi juventud, y me llega en muchas formas, ya en mi vejez. 

⎯ No estás tan viejo, Jaz ⎯ le hizo saber la chica con una sonrisa. 

⎯ Me hubiese gustado tener un amigo como Cho en esa época, ¿sabes?, uno que me ayudara a desarrollar una idea tan fenomenal como esta y no que me llevarán por el camino del alcohol y las drogas. Tal vez, tener una amiga que me sacara a bailar en vez de invitarme los tragos. Yo, solía pasar todos los días, bebiendo a destajo, sin ningún camino, sin ninguna ilusión y ahora que veo esto, me hace añorar esos días de juventud cuando lo tenía todo, pero, no lo usé para mi beneficio.  Adrián en verdad es un buen hombre, ¿sabes por qué? 

⎯ ¿Por qué? 

⎯ Porque es la única persona que ha confiado en mí desde el principio. Estoy abrumado porque jamás había visto algo así, ni mis padres lo hicieron. 

Sabina tomó de la mano a su padre biológico, y él sonrío. Eran pocos los momentos en los que ella se ponía cariñosa. 

⎯ ¿Bailamos? ⎯ le preguntó y Jaz la miró sorprendida. 

⎯ ¿Cómo? 

⎯ Dijiste que querías a una amiga que te invitara a bailar, yo puedo ser esa amiga. 

Jaz sonrío, y por un momento lo dudó.⎯ Venga hija, yo… Mi pierna. 

⎯ Vamos, es una pieza nada más y estoy segura de que eres un excelente bailarín. Además, mi madre, me contó que te gustaba mucho la música y pues… 

Jaz tomó la mano de Sabina y juntos se levantaron. Él quería hacerlo cerca de su mesa, pero, Sabina, lo llevó en medio de la pista y comenzó a moverse. 

Ambos comenzaron a bailar, lo hicieron al compás de una tonada latin house, donde no había pasos específicos o movimientos que tuvieran que copiarse. 

Ella ayudaba a su padre a moverse con agilidad y Jaz en verdad lo estaba disfrutando. Por unos minutos, Jaz se sintió bien, libre, fuera de prejuicios por su pierna, pero, sobre todo, feliz, porque era la primera vez que él y su hija hacían algo juntos, además de trabajar. 

Cuando la pieza terminó, ambos se sentaron y bebieron de sus respectivos vasos. Luego Jaz volteó a verla y le sonrío. 

⎯ Pensé que te daría pena bailar conmigo. 

Sabina negó.⎯ Jamás, nunca me has dado vergüenza ⎯ aseguró Sabina. Ambos se quedaron viendo a Cho, como se desenvolvía y atendía todos.⎯ La verdad Jaz, es que al principio de nuestra relación me prometí no hacer lazos contigo, no quería nada, y la mayoría del tiempo lo hacía por mis hermanos. No obstante, después de lo que hiciste por Cho, como lo defendiste y cuidaste y como sigues confiando en él, es inevitable no estar más cerca de ti. Sé que piensas que no mereces esto, u otras cosas, pero, si lo mereces, y no tienes por qué sentirte mal de que alguien esté haciendo esto por ti. Creo que ya pagaste todos tus pecados, como bien lo dices, y es momento de que le sonrías a la vida. Ahora, tienes cinco hijos y un bar que será un éxito. Una esposa que te ama y bueno, en pocas palabras tienes todo lo que posiblemente en tu juventud no soñaste. Alégrate. 

Jaz sonrío, en realidad había hecho eso por Cho no solo porque el chico le caía bien, sino porque sabía que era el amor de la vida de su hija mayor, y si no pudo estar en otros eventos, al menos, en este le podía apoyar. ⎯ Solo tengo cuatro hijos ⎯ corrigió Jaz, pensando en Cho y en los tres pequeños. 

⎯ ¿Cómo dices? ⎯ pregunto Sabina de inmediato. 

⎯ Que solo tengo cuatro… 

⎯ Y yo qué soy, ¿una desconocida? ⎯ le preguntó Sabina, y luego lo abrazó. ⎯ Robert es mi padre de corazón, pero, llevo tus genes, es imposible no verte y no verme a mí misma ⎯ habló con madurez.⎯ No puedo pasar el resto de mi vida negándote, mucho menos cuando el hombre de mi vida te quiere tanto. Creo que es momento de aceptar que, llegaste a mi vida para quedarte y que ya no debo tener miedo de que te vayas. 

Jaz negó con la cabeza.⎯ Jamás me iré, te lo juro ⎯ en eso Sabina vio a sus padres y tíos bailar en la parte de arriba y sonrío. ⎯ Ve con ellos, yo tengo que hacer esto ⎯ le animó. 

Sabina se puso de pie y lo abrazó.⎯ Esto es tuyo y de Cho, te lo ganaste y él lo está haciendo por ti. Ya no dejes que el pasado te persiga, papá, porque no te dejará disfrutar el presente y mucho menos ver el futuro. 

Jaz se mordió los labios y sintió un nudo en la garganta, ¿a caso Sabina le había dicho papá?, o solo lo había alucinado. 

⎯ Eres mejor persona que yo ⎯ le contestó.⎯ Y agradezco a tu madre infinitamente. 

⎯ No te pongas sentimental, un bar es para disfrutar ⎯ le contestó Sabina, con una sonrisa, ya que ella también comenzaba a ponerse así ⎯, ahora me voy, al rato vengo a hacerte compañía, co – socio ⎯ y después se alejó de él para subir a la zona V.I.P. con sus padres. 

Después de esa plática, ese baile y sobre todo de las palabras que se dijeron. Jaz nunca más volvió a deprimirse y, al contrario, le ayudó a Cho a lograr que el corazón espinado fuera el bar más exitoso de todo Madrid. 

Los años pasaron y no solo se volvió el centro de reunión de los Canarias y Ruiz de Con, si el sustento que le ayudó a él y a sus hijos a lograr sus metas. 

Con lo que hizo Cho, Pilar se pudo pagar la escuela de enfermería, Eduardo el bachillerato privado que deseaba y el pequeño Santiago nunca tuvo de qué preocuparse. Incluso, él y su esposa lograron adquirir una casa más grande para los tres y por primera vez, no tenían que depender de los padres de ella. 

Todo brillaba para Jaz y para su familia, y también lo haría para Cho y para Sabina, ya que, sus vidas estarían llenas de éxitos, de crecimientos juntos y sobre todo de planes, unos que pronto se tornarían en empezar su propia familia. Solo era cuestión de tiempo para que esa idea llegara. 

One Response

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *