Entonces la alegría invadió el pequeño hogar de los Cho- Carter, y el día siguiente fue uno de los despertares más bonitos que tuvieron, a pesar de las náuseas que de nuevo tuvo Sabina como evidencia de su condición. Aún no podían creerlo, se sentía real y tan irreal a la vez, como si su vida hubiese dado un giro tan fuerte y ahora ambos estuviesen de cabeza. 

El bebé, ese que Sabina llevaba en su vientre, era el pequeño secreto que ambos tenían y que pensaba conservar por un tiempo hasta saber cómo se encontraba. Aunque por dentro ambos querían anunciarlo a los cuatro vientos, y hacerlo aún más real, serían padres, y esa alegría se tenía que compartir. 

Así, a pesar de que el consultorio de Cho era relativamente nuevo y debía trabajar como nunca, y que por la noche tenía que ir al bar para atenderlo. Los dos decidieron quedarse en casa para poder ir a la cita con el ginecólogo que, como amigo de la familia, les había dado una cita pronto, ya que ellos morían de emoción, y así, comunicarles hoy por la noche a los Carter la buena noticia. 

⏤ Imagínate el rostro de Jo y Jon cuando sepan que serán tíos a esta edad ⏤ dijo Sabina, divertida, mientras Cho conducía a la torre médica de los Canarias. 

⏤ Imagínate tu padre cuando lo sepa. Pasó de no poder tener hijos, a tener tres y ahora, ¿abuelo? 

⏤ No, imagínate mi madre…  Creo que se volverá loca ⏤ contestó Sabina, para después acariciar su vientre. 

Cho sonrió. Si de por sí su sonrisa era bonita y sincera, ahora era una nueva, llena de ilusión, pero, sobre todo, de mucho amor. Él, bajó una mano del volante y puso la mano sobre la de Sabina. 

⏤ Imagínate yo, como estoy. Y pensar que años atrás había tomado la decisión de ya no estar a tu lado. 

⏤ No me recuerdes eso que me llena de rabia, y no quiero que el bebé la sienta. Quiero que lo único que sienta de mi parte sea amor ⏤ se sinceró Sabina. 

⏤ Y lo sentirá, te lo prometo ⏤ contestó su novio. 

Así, Cho manejó por unos momentos más hacia la torre médica, mientras ambos platicaban de lo que verían. Era la primera foto oficial de su bebé, y la enmarcarían para poder darle la noticia a los abuelos. A diferencia de cómo Sabina le había dado a Cho la Buenanueva, la de los abuelos y tíos estaría más organizada y mucho mejor. 

Cho, ayudó a Sabina a bajar del auto, y mientras los nervios los consumían, subieron al elevador para ir hasta el tercer piso donde se encontraba Ben. Ahora iban en silencio, tratando de guardar las palabras para cuando el momento de usarlas llegara. 

⏤ En un momento le aviso al doctor ⏤ les dijo la enfermera, mientras Cho y Sabina se sentaron en la sala de espera. 

⏤ ¿Listo? ⏤ preguntó Sabina, nerviosa. 

⏤ Nací listo para esto, sobre todo contigo, Sirena. 

Sabina sonrío, y de un fuerte apretón de manos, le hizo saber que estaba ahí con él, y sobre todo lista para ser la madre de sus hijos. 

⏤ Pueden pasar ⏤ escucharon, y como si un alfiler les hubiese picado en el cuerpo, se pararon de un salto y caminaron hacia el consultorio. Momentos después, la sonrisa de Ben, los recibió. 

⏤¡Sabina!, ¡Cho!, ¡Qué gusto! ⏤ Expresó ⏤ ¿qué los trae por aquí? 

Sabina y Cho entraron tímidamente y se sentaron frente al escritorio. Las fotos de sus hijos Marimar y Pablo se encontraban en unos marcos de plata detrás de él, y una foto de su boda con Xóchitl. A Sabina siempre se la hizo una ironía que Ben, siendo ginecólogo, hubiese adoptado a sus dos hijos, pero supuso que eran decisiones que habían tomado en conjuntos. 

⏤ Bueno, al parecer, estoy embarazada ⏤ pronunció Sabina. 

Ben sonrío, ⏤ ¿En serio?, ¡qué gusto!, entonces vemos cómo va todo. 

Después de unas preguntas de rutina y de las dudas que tanto Cho como Sabina tenían. Ben, pasó a Sabina a la camilla y descubrió su aún vientre plano. Luego tomó la mano de Cho y ambos sonrieron. 

⏤ Veamos cómo está tu bebé ⏤ habló Ben, pasando sobre el gel la paleta del ultrasonido y observando la pantalla. ⏤ Bueno, aquí vemos el saco embrionario ⏤ fue lo primero que pronuncio. 

Sabina y Cho observaban con atención la pantalla y sobre todo con ilusión cuando el silencio de Ben los asustó. 

⏤ ¿Todo bien? ⏤ preguntó Cho, de inmediato. 

Ben seguía moviendo la paleta por el vientre de su Sirena, como si estuviera buscando algo. 

⏤ ¿Ben? ⏤ pronunció, Sabina. 

Al fin, él volteó su rostro, lo dijo todo, algo estaba mal. 

⏤ ¿Qué es? ⏤ insistió Sabina. 

⏤ Sabi, temo decirte que tienes un embarazo anembrionado. 

⏤ ¿Cómo? ⏤ preguntó, Cho. 

⏤ Aún no se conoce la causa exacta, pero, esto pasa cuando el embrión nunca se desarrolla o dejar de hacerlo. Así que el cuerpo lo reabsorbe, pero deja el saco gestacional vacío. Eso quiere decir que había anomalías cromosómicas en el óvulo fertilizado y pues… el cuerpo es sabio. 

Tanto Cho como Sabina se quedaron en silencio ante la explicación de Ben. Fueron tantos datos, eran tantas emociones, y tantas imágenes que aún no les caía lo que estaba pasando. 

Sabina fue la primera que habló.⏤ Entonces, ¿no hay bebé? 

Ben negó con la cabeza, ⏤ ya no. 

⏤ Pero, los síntomas, yo… ⏤  trató de justificar Sabina, mientras veía en la pantalla el saco completamente vacío. 

⏤ Para tu cuerpo, sigues embarazada, pero, en realidad, no hay producto. Lo siento mucho. Te pasaré a piso para que te hagan un legrado. 

⏤ ¿Qué? ⏤  preguntó Cho. 

⏤ El saco, hay que quitarlo ⏤  fue lo último que dijo ⏤  los dejaré solos. 

Ben salió de la habitación y Sabina y Adrián se quedaron en silencio. Ella se levantó de la camilla, y después de limpiarse el gel, se bajó la playera y vio a Cho. 

⏤ Sirena… 

⏤  Bueno, al menos conservaré mi marcado abdomen ⏤  comentó, para después bajarse de ahí. 

Cho la tomó del brazo e hizo que volteara ⏤ Sabi… 

⏤  Solo… ⏤  contestó Sabina, evidentemente afectada ⏤, creo que les diré a mis padres que tuvimos un contratiempo y que no iremos a cenar, ¿te parece? ⏤  le propuso. 

Cho ya no insistió y simplemente asintió con la cabeza. Dejó que Sabina saliera de la habitación, para después, quedarse solo frente a la imagen del computador. Lo vio con detenimiento, tratando de buscar una esperanza, pero, esta se había ido. En ese instante sintió lo mismo que cuando sus padres le habían corrido y había dejado su medalla de oro que con tanto esfuerzo había ganado. Esa sensación de tenerlo todo y en un abrir y cerrar de ojos, perderlo. 

⏤  Supongo que no era nuestro momento ⏤  se consoló, y como lo hizo años atrás tomó un respiro profundo para que el nudo en la garganta no se convirtiera en lágrimas y pudiese salir a apoyar a Sabina que, al igual que él, la estaba pasando mal. 

Allá iba otra medalla perdida.

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