La llegada de Moríns a la familia, fue un parte aguas para la relación de Cho y Sabina, debido a todos los acontecimientos que esta trajo consigo. Después de años de conocerse, al fin, Moríns y Sila iban a unir sus vidas en Ibiza y él trabajaría como presidente de la Fundación Sila Canarias, porque Manuel Ruiz de Con le había cedido el puesto al retirarse. 

Toda la familia estaba feliz. El romance entre Sila y Moríns había nacido en Puerto Vallarta, mientras estudiaban con un tutor privado en la casa de los abuelos de ella. Habían pasado separados un tiempo, porque ella se había mudado a Madrid para comenzar con sus estudios de medicina, y Moríns se habría quedado para irse a trabajar a Estados Unidos en una fábrica. 

Sin embargo, el destino los volvió a unir y, con ayuda de David Canarias, el padre de Sila, Moríns había obtenido este nuevo puesto dándole así las herramientas necesarias para poder ser un hombre digno de su hija mayor. Todo iba perfecto: la pedida de mano, los preparativos para la boda, el vestido y sobre todo el hogar donde vivirían. Pero, algo salió mal. 

Sila dejó a Moríns plantado en el altar, rompiéndole por completo el corazón y haciendo que él tomara la decisión de regresarse a México para olvidarse por completo de ella. Este acontecimiento fue la primera de las llamadas que Cho y Sabina tuvieron con respecto a su “señal”, no solo porque sintieron que su relación podría acabarse de un día para el otro, sino de la importancia de estar de acuerdo en lo básico: vida, hijos y futuro juntos. 

Pero, las cosas darían un giro inesperado y Sabina y Cho serían testigos de ello: Sila, había quedado embarazada. La noticia llegó del golpe, y de sorpresa, porque nunca pensaron que a la perfecta Sila le pasaría algo así, pero, había pasado. Todos se alegraron, ella lo hizo también y este acontecimiento hizo que Moríns y ella volvieran a verse y después a reconciliarse. 

Por unos meses, esta fue la noticia más feliz del universo para todos, hasta que hubo algo que casi la convierte en tragedia. Sila, al tener preeclampsia, hizo que su embarazo se adelantara, y la bebé Fátima naciera mucho antes de lo esperado, con un riesgo alto de no sobrevivir. A la par, Sila también estaba en la misma situación, por lo que Moríns estaba a punto de perder a su hija y a la madre de su hija. 

Cho y Sabina, en este caso, fueron el mayor apoyo de la pareja. Ambos estuvieron presentes en los acontecimientos, como apoyo y, cuando estuvieron en el hospital, como protectores de la pequeñita, de la que fueron padrinos de bautizo, ya que le habían dado ese sacramento en caso de que no sobreviviera. Por fortuna, Sila sobrevivió al igual que su hija, y juntas lograron superar ese obstáculo. 

Entonces, la señal para Cho y Sabina llegó en ese momento de tragedia. Ambos se preguntaron qué pasaría si uno de los dos se fuera o estuviera en una situación grave tal como Moríns y Sila. Pero, la señal principal fue, cuando les pusieron a la pequeña Fátima entre los brazos a la hora del bautizo. 

Desde el momento en que la sostuvieron en sus brazos, sintieron una mezcla de alegría, asombro y amor que nunca habían conocido. El peso ligero del bebé les hizo conscientes de lo frágil que es la vida, y de lo increíble que es poder dar vida y tenerla entre brazos. 

Para Cho y Sabina, esta fue una experiencia que transformó su vida y que les hizo saber que era el momento de pensar en tener uno, por lo que la señal llegó aquella noche después del bautizo, cuando ambos entraron a la habitación, después de un día tanto emocionante como agotador. 

⎯ Quiero tener un bebé ⎯ dijo ella, en un tono contundente y a la vez tierno. 

Cho se quedó en silencio. Él desde hace mucho había estado pensando lo mismo, pero, con todo lo que sucedió, no sabía si era el momento indicado para decirlo. 

⎯¿Estás segura? ⎯ inquirió, en voz suave. 

Sabina asintió con la cabeza. ⎯ Muy segura. ⎯Y le sonrió de una forma tan bonita que Cho supo que su novia le estaba diciendo la verdad. 

Sabina, durante mucho tiempo, había estado tomando un tratamiento hormonal para mejorar sus niveles de hormonas en el cuerpo, pero, por desgracia, no le había servido de nada. Así que, había decidido suspenderlo desde hace tiempo atrás y mejor hacerse a la idea de que posiblemente no podría ser madre. 

Sin embargo, muy dentro de ella, la ilusión de poder tener un bebé con Cho, crecía día con día, y ese algo hacía que no se rindiera ante la posibilidad de compartir esta experiencia con su novio; y la señal se lo había comprobado. 

Moría por ver a Cho de padre; verse de padres. El tener un humanito mitad ella y mitad él, con lo mejor de ambos compaginando en un solo lugar. Lo había soñado, pensado y ahora, quería hacerlo realidad. 

Ella sabía que la única solución, sería volviendo a hacerse estudios y someterse a otro tratamiento hormonal que le diera la oportunidad de poder concebir. También sabía que podría ser un proceso largo y que posiblemente tardarían un buen tiempo en lograrlo y, si se lograba, había una posibilidad de que algo pasara. 

Cho, en ese momento, sonrió ampliamente. Llevado por todos los sentimientos, que había experimentado en el hospital al cargar a la delicada y pequeña Fátima, se acercó a Sabina y la envolvió entre sus brazos. Ambos sabían que la señal había llegado y que era momento, al fin, de hacerle caso. 

⎯Verás que todo saldrá bien ⎯ le murmuró al oído, porque sabía que Sabina estaba un poco asustada por lo que estaba por venir ⎯. Todo saldrá bien, mi Sirena, y seremos padres en cuanto menos lo esperes. 

Y sí, lo serían… pero el camino sería largo, decepcionante y lleno de mucho apoyo y amor. 

***

Ya habían pasado varios meses desde que Sabina y Cho habían empezado el nuevo tratamiento para poder concebir uno tan caro que, si no fuera porque los dos deseaban tener un bebé, no lo hubiesen pagado. 

Sin embargo, aunque habían seguido las instrucciones del médico a la perfección, al parecer, no había funcionado, por lo que la decepción entró rápidamente a la relación. 

⎯Otra vez negativo ⎯ dijo Sabina, mientras tiraba la prueba de embarazo al bote de basura al salir del baño. 

Cho, como lo había hecho las pasadas pruebas de embarazo, la esperaba paciente fuera del baño, nervioso y expectante. Pero, una vez más, el rostro de su novia le decía que no había sido positivo. 

⎯Ven amor. ⎯Y Cho, abrió sus brazos para abrazarla con fuerza y darle besos sobre el cabello ⎯. Solo es una prueba más. 

⎯¿De cuántas? ⎯ inquirió su novia ⎯. Hemos pagado un tratamiento tan caro y no ha funcionado para nada. 

⎯Lo sé, y sé que es decepcionante. ⎯Suspiró ⎯. Tal vez estás estresada por la remodelación del piso, el trabajo y todo lo que pasó con tu prima. Digo, cuidarla en el hospital y cuidar a Fátima en terapia intensiva no fue un trabajo fácil. ⎯La animó, tratado de que Sabina encontrase una solución para lo que les estaba sucediendo. 

⎯Y, ¿qué tal si no podemos tener hijos? ⎯ preguntó, como lo hacía cada vez que salía del baño envuelta en un manto de desilusión ⎯¿Qué tal si nuestro futuro es tú y yo y nadie más? 

Cho, la tomó del rostro con delicadeza e hizo que ella le viera a los ojos ⎯. No digas eso, mi amor. Que te juro que me rompe el corazón. Estoy seguro de que esto nada más es una mala racha y… 

⎯… no es una mala racha, Cho. Una mala racha es de una vez, no siete veces seguidas, ¿comprendes? ⎯ le interrumpió Sabina. 

Cho tenía que admitir que lo que le decía Sabina podría ser posible, pero, no estaba dispuesto a rendirse. Su madre había tenido hijos, él estaba sano, y el tratamiento de alguna u otra forma debió haber hecho algo para mejorar su cuerpo. Aunque, por ahora, solo se reflejaba en el acné que le había saldo en el rostro como resultado de las pastillas. 

⎯Estoy seguro de que pronto encontraremos una solución, no te rindas. 

⎯No me rindo ⎯ respondió Sabina en un suspiro ⎯. Solo te pido que vayas haciéndote a la idea de que posiblemente no seremos padres. No quiero que la decepción sea grande cuando el doctor nos lo confirme. 

Cho sonrió ⎯. Nadie nos confirmará nada, de eso estoy seguro. 

⎯Tú siempre tan positivo… ⎯ murmuró Sabina. 

⎯No soy positivo, solo estoy seguro de que no hay nada malo en nuestros cuerpos y que podremos ser padres. Venga amor, somos atletas. 

⎯Y, ¿eso qué tiene que ver? ⎯ inquirió Sabina, casi entre risas. 

⎯Que oficialmente somos las personas más sanas del planeta. Ya ves Moríns, que no hace nada de ejercicio y su alimentación está basada en tacos, logró tener a Fátima. ⎯Señaló el joven, haciendo reír a Sabina. 

⎯¡Qué malo eres! ⎯ contestó entre risas. 

⎯Es verdad. Cuando vi comer a Moríns, supe que las papas bravas que me como todos los sábados, no son nada. 

Ambos rieron, y Cho supo que de nuevo había alegrado a su novia. Le dio un fuerte abrazo y un beso sobre la frente. ⎯Si no logramos tener un bebé, ¿adoptaríamos? ⎯ le dijo ella. 

Cho suspiró. Aunque no le quería decir a Sabina, él también había pensado lo mismo, por lo que había buscado agencias de adopción tanto en Madrid como en Corea del Sur solo para tener la posibilidad abierta. Sin embargo, no era momento para decirlo, así que se limitó a decir que sí, pero no cuándo. 

Sabina se separó de él. ⎯Me tengo que ir. Le prometí a Jo que iría a ayudarle con su nuevo traje. Al parecer, tengo un toque especial para coser lentejuelas. 

⎯¿No se supone que pagan miles de euros a una especialista en estos trajes? ⎯ preguntó Cho en tono sarcástico. 

⎯Mis padres lo hacen, pero, al parecer, Josephine Carter es bastante exigente en lo que quiere. Si mi papá pensó que pagar mis trajes de baño eran caros, no me puedo imaginar lo que gasta ahora que su hija pequeña compite en forma profesional en el patinaje sobre hielo. Solo los patines que debe portar son más caros que uno de mis trajes. 

Cho sonrío. Estaba feliz de que Sabina ya había pasado por su momento triste y ahora se iba a ver a su familia en un mejor humor. 

⎯Yo saldré. Tengo unas cosas que ver en los bares y luego regreso a la casa para hacer de cenar, ¿vale, mi sirena? 

Sabina asintió con la cabeza. Se paró en las puntas de sus pies y beso a su alto y guapo novio. ⎯Te amo y mucho. 

⎯Yo más ⎯ dijo Sabina, para luego salir del piso dejando a Cho solo.

***

Era evidente, que la reciente decepción de Sabina no sería pasada por alto por su madre, quién estaba enterado de todo lo sucedido y que era su principal pañuelo de lágrimas. 

Sin embargo, al ser Sabina una Ruiz de Con, y estar ligada con los Canarias de cierta manera, su situación también había llegado a los oídos de su tía Ainhoa y su Tía Luz, que estaban dispuestas a ayudarle si es que ella se dejaba. 

Sabina, al haber crecido un poco alejada de sus tíos Manuel y Luz, no estaba muy acostumbrada a ese tipo de comunicación tan exacta que ellos poseían, pero, gracias a su madre, sabía que existía, por lo que no se le hizo raro saber que sus tías ya le tenían pensadas miles de soluciones para tratar de resolver su problema. 

⎯A veces siento que hice algo malo en mi adolescencia, que me hizo pagar la cuenta en mi adultez ⎯ le comunicó Sabina a todas, mientras estaban sentadas en la cocina, en medio de lentejuelas, hilos y trazos de tela. 

Su prima Lila, era la que llevaba la dirección de este nuevo proyecto para perfeccionar el vestuario, ya perfecto, de Jo, que como siempre quería modificarlo para sentirse mejor a la hora de patinar. 

⎯¿Algo malo?, ¿cómo? ⎯ preguntó su tía Luz, con curiosidad. 

⎯No sé, solo son suposiciones. A veces pienso que tal vez el cloro de la piscina y los químicos cambiaron algo en mi cuerpo. ¿Tal vez la tela de los trajes de baño? 

⎯No creo que sea eso, mija ⎯ contestó María Julia, midiendo la pequeña cintura de su hija menor ⎯. Jamás he sabido de alguien que el cloro cambie su composición hormonal. Eso depende del cuerpo. 

⎯Ojalá a ti te hubiesen cambiado la composición hormonal ⎯interrumpió Luz ⎯. Saliste más fértil que un conejo. 

Tanto Jo como Lila se rieron ante el comentario de Luz, quien tenía mucha razón, María Julia era extremadamente fértil, y por eso había logrado concebir trillizos. Si Robert no hubiese tenido ese padecimiento que le impedía tener bebés, ambos ya contarían con un ejército de Carters. 

⎯Estoy tratando de ser seria, Luz María ⎯ respondió María Julia, en el típico tono que las hermanas usan cuando están discutiendo. 

⎯Mentira no es.⎯Y al decir esto, Luz volteó a ver a Sabina ⎯. Yo también tuve problemas para tener a mis hijas. Tú no lo recuerdas, pero, perdí un embarazo por igual, y luego… 

⎯…tuviste gemelas ⎯ interrumpe Sabina. 

⎯Pero, eso fue porque de nuestro lado hay embarazos múltiples. Incluso, todos los Ruiz de Con Caballero podemos tener embarazos múltiples. 

⎯¡Santo Dios!⎯ expresó Jo ⎯. Me muero si yo tengo gemelos. 

⎯¿Lo dices por experiencia? ⎯ preguntó Lila, quién había estado en silencio todo este tiempo⎯. Nadie más que tú sabes que Jon, Alegra y nosotras estamos destinadas a tener más de uno de a una. 

⎯Tendrás más de uno de a una…yo no estoy dispuesta a eso. 

⎯Yo quería tener gemelos⎯ interrumpió Ainhoa ⎯. Pero, no se dio. Lo que deseaba era un solo embarazo, una sola cesaría y adiós. Sin embargo, ahora que lo pienso, me alegra que no haya sido así. Los hijos que hace Manuel son enormes, incluso, todo en él es enorme. 

⎯¡Ainhoa!⎯reclamaron las hermanas Ruiz de Con al mismo tiempo. 

⎯¿Qué?, hablo de su corazón y talento.⎯Señaló con gracia y coquetería ⎯. Que ustedes sean unas mal pensadas. 

⎯Solo… basta ⎯ le pidió Luz. 

Lila, Sabina y Jo se rieron. Les causaba mucha gracia cuando su tía Ainhoa torturaba a sus madres con ese tipo de información que, estaban seguras, no querían saber. 

El silencio regresó a la habitación, después del comentario tan “acertado”, de Ainhoa. Las cinco siguieron cosiendo, concentradas, hasta que la Tía Canarias, volvió a hablar. 

⎯Oye, Luz. ¿Qué no tu madre te dijo un té para concebir? ⎯ le recordó. 

Luz subió la mirada que yacía fija en la tela y miró hacia la nada tratando de recordar.⎯Sí, me dio un té “mágico” ⎯comentó. 

⎯¿Té mágico? ⎯ preguntó Sabina, algo interesada. 

⎯Sí, ya sabes que tu abuela Ximena curaba todo con tés. Ella decía que tenía un té mágico para concebir bebés. Según ella, así fue concebido tu tío Manuel ⎯ habló María Julia. 

⎯Por eso todo lo que hace Manuel es mágico ⎯ respondió Ainhoa.

Las Ruiz de Con, eran amantes de las tradiciones familiares, gracias a su mamá. Y entre estas tradiciones, estaba la creencia de que había un té mágico para poder concebir un bebé. 

⎯El té mágico, decía tu abuela, era una receta que una bruja del Mercado de Sonora, le había hecho especialmente a las mujeres de nuestra familia ⎯ explicó Luz, con un tono de seguridad que hacía todo creíble. Sonrío levemente al acordarse de su madre⎯. Su abuela lo había tomado para concebir a ella y su hermana gemela, mi tía Lucha. Luego ella lo tomó para concebir a Manuel y yo lo tomé para concebir a Lila y Alegra. 

⎯¡Guau!, ahora entiendo por qué Alegra salió así de tonta ⎯ expresa Jo. Un sape de Lila la sorprendió.⎯¡Qué! ⎯expresó Jo. 

⎯No hables mal de mi hermana. Que escuche lo que tengas que decir, no quiere decir que le interese.⎯ Defendió Lila a su gemela.

Sabina se rio bajito. Amaba como Lila podía controlar el sarcasmo de Jo, uno heredado del lado Carter. 

⎯¿Entonces?, ¿cómo funciona el té? ⎯ preguntó, interesada. 

⎯Es una infusión de hierbas, que tienen poderes mágicos y ancestrales para la fertilidad ⎯ explico María Julia. 

Tanto Sabina como su madre y su tía se vieron a los ojos, en un silencio cómplice que dio a entender que era momento de dejar de coser e ir a buscar los ingredientes de dicho té mágico. Cuando Luz y María Julia se pusieron de pie, Ainhoa saltó emocionada. Amaba todo lo que sus cuñadas hacían, porque era muy diferente a lo que ella había vivido en su casa. 

⎯Primero te tenemos que hacer una limpia ⎯ le advirtió Luz, quién ya había entrado a la alacena de su hermana para buscar todo. 

Tanto Lila como Jo, interesadas, habían dejado de coser y se levantaron para ir con todas a ver la preparación del té.

⎯Bien, según el té, lleva: frambuesa, raíz de maca y hojas de ortiga. Y un poco de miel para darle sabor.⎯Remarcó mientras Luz, iba en busca del último ingrediente⎯. Lila, vete por el Palo Santo que tengo en la casa y tráetelo. También la mezcla de romero, albaca y ruda que tengo en la alacena. Si no tiene mucha ruda, vas a la oficina de tu padre y sacas el costalito de tela que siempre le pongo en el cajón de su escritorio. 

⎯¿Para qué le pones un costalito de ruda a David en su cajón? ⎯inquirió Ainhoa, interesada. 

⎯Para protegerlo de enfermedades que pueda coger en el hospital y de las malas vibras y energías negativas que puede recibir por ser tan talentoso y guapo ⎯ presumió. 

⎯Yo también tengo un poco de ruda en la oficina del conglomerado, al igual que en la oficina de Robert⎯ aclaró Julie. 

⎯¡Dios!⎯ expresó Jo, al escuchar lo que decían sus tías. 

⎯Nada de Dios… la lavanda que te pongo, te sirve, al igual que la limpia con huevo que te hacía tu abuela cuando eras pequeña. Por eso nadie te hizo mal de ojo⎯ señala María Julia con cariño. Que, aunque no creyera del todo en eso, hacerlo y repetirlo le hacía recordar a su madre. 

Lila regresó con el costalito de hierbas y el palo santo con el que Luz limpiaba su casa para alejar la negatividad y los malos pensamientos. Mientras tanto, Julie terminaba la infusión del té mágico para concebir un bebé. 

Sabina, observaba expectante todo lo que sus tías hacían, y con una sonrisa, espero a que le tocara su turno de participar. Cuando todo estuvo listo, Ainhoa sirvió el té en una taza, y Luz y María Julia, se dedicaron a hacerle la limpia. 

Pasaron el palo santo por todo el cuerpo de Sabina, mientras le pidieron que sostuviera entre sus manos el costalito con la mezcla de romero, albaca y ruda. 

⎯¿Seguro que así son las limpias? ⎯ preguntó Lila, mientras observaba. 

⎯Pues no sé, pero de que sirve para algo, sirve ⎯ contestó su madre segura. 

Sabina, al aspirar el humo del palo santo, comenzó a toser.⎯¿No sería mejor si llamo a Sila o al tío David? ⎯ preguntó Jo, al ver cómo su hermana tosía. 

⎯No, no los molestes, no pasa nada. El palo santo es inofensivo. También deberíamos hacerte una limpia. 

⎯¡Yo quiero!⎯Se animó Ainhoa. Y se acercó al lugar para luego tomar el costalito. 

De pronto, todas las que estaban ahí, pasaron por a limpia improvisada de Luz y María Julia. Para cuando terminaron, la cocina apestaba a hierbas y estaba llena de humo. 

⎯Ahora sí, dale un sorbo grande y pásatelo.⎯Le indicó María Julia a Sabina, quién con nerviosismo, aceptó la taza humeante del famoso té mágico para concebir. 

⎯Mientras lo tomas, piensa en que quieres tener un bebé.⎯Pidió su tía Luz. 

Sabina observó cómo sus tías y primas la miraban expectantes, esperando su primer sorbo. Sin querer decepcionarlas, Sabina cerró los ojos y dio un pequeño sorbo al té.

«Quiero tener un bebé con Cho», pensó, mientras pasaba el líquido caliente. 

 Al principio, el sabor no fue tan malo, pero poco a poco comenzó a sentir un cosquilleo extraño en la garganta, que la alertó. 

⎯¿A qué sabe? ⎯ preguntó Jo, interesada. 

Sabina se quedó en silencio, tratando de averiguar lo que pasaba. De pronto, sintió un ligero pánico cuando comenzó a toser sin poder parar. Sin embargo, el rostro de su madre cambió y ella supo que algo estaba mal. 

⎯¿Qué?, ¿qué pasa? ⎯ pregunto, mientras sentía cómo la garganta se le cerraba. 

⎯¡Santo Dios! ⎯ expresó Jo, al ver el rostro de su hermana. 

⎯¡Qué!, ¡qué pasa!⎯ gritó Sabina, y comenzó a toser desesperada. 

⎯¡Ve!, ¡ve por tu padre! ⎯ ordenó Luz asustada a Lila. 

⎯¿Así debería de ser el efecto?⎯ preguntó Ainhoa. 

⎯¡QUÉ PASA!⎯ gritó Sabina, al sentir cómo el rostro se le inflamaba. 

Todas estaban tan impactadas que no tenían palabras para describir lo que sucedía. Jo, la primera que reaccionó, salió de la cocina y fue hacia el baño para tomar un espejo. 

⎯¡QUÉ PASA, MAMÁ! ⎯ gritó Sabina, entrando en pánico.

Cuando Jo trajo el espejo, María Julia se lo quitó de las manos.⎯Solo te pido que no entre en pánico, ¿sí? 

⎯¡MUY TARDE!⎯ gritó Sabina, y arrebatándole el espejo a su madre, vio su reflejo para luego pegar un grito con el aire que aún tenía ⎯¡Mi rostro! 

Sabina se vio el rostro inflamado, rojo y lleno de ronchas. Al parecer el té mágico de las Caballero, no le hacía bien. 

⎯¡Santo Dios! ⎯ Se escuchó la voz de su tío David, en la puerta. Él venía con la ropa empapada. Al parecer, Lila lo había sacado de la ducha ⎯ ¿¡Ahora qué hicieron mujeres!?⎯ preguntó a su esposa, hermana y cuñada. David Canarias, ya estaba acostumbrado a que ellas tres siempre hicieran algo que él tuviese que resolver ⎯. Llama a una ambulancia Lila, ¡ándale!

Sabina comenzó a sentirse muy mal, y de pronto, el aire la faltaba. Definitivamente, el mundo le gritaba que no podría ser mamá, porque ni el brebaje ancestral le servía, al contrario, trataba de matarla. 

⎯Te va a doler, chiquitina. Lo siento. ⎯Le advirtió su Tío David, al recostarla sobre los brazos de su madre. Momentos después, sintió un piquete doloroso en la pierna y finalmente, se desmayó. 

***

⎯¿Cuántas veces te he dicho que no mezcles hierbas Luz Ruiz de Con Caballero? ⎯ comenzó a escuchar Sabina. 

⎯ Solo queríamos ayudarla… ¿qué iba a saber yo que Sabina era alérgica a frambuesa? ⎯ Rogó su tía Luz. 

⎯ Casi la matan las dos. Si no hubiese llegado a tiempo, Cho ahora estaría haciendo otros trámites. 

⎯¿Cho? ⎯ preguntó Sabina. 

⎯¡Sabina! ⎯ se escuchó la voz de Robert Carter, tan fuerte y clara, que Sabina supo había salido de su desmayo ⎯, are you ok? 

⎯¿Qué pasó? ⎯ preguntó ella, abriendo poco a poco los ojos. Su piel, aún estaba roja y llena de ronchas, pero la inflamación ya había pasado. 

Sabina vio a sus padres y a sus tíos frente a ella, todos con un rostro de preocupación⎯¿Alguien me va a decir? 

David suspiró⎯. Tuviste una reacción alérgica, chiquitina. Al parecer, eres alérgica a la frambuesa. 

⎯¿Qué? ⎯ preguntó ella. 

⎯Así es… ⎯ agregó Robert ⎯ de todas las weird hierbas que te dieron, eres alergia a la frambuesa, irony!. Si no fuera por tu tío, tal vez ahora no estarías aquí.

⎯Lo siento, mija, yo no lo sabía ⎯ se disculpó su madre, en verdad apenada. 

Sabina se quedó en silencio, mientras pensaba en todo lo que había sucedido. En ese momento, podría haberles reclamado a todas por el resultado de su té mágico, pero, al ver los ojos de su tía y madre, supo que ellas solo le querían ayudar a hacer su sueño realidad y le dio ternura. 

⎯ No se preocupen, por fortuna vivimos al lado de un doctor ⎯ bromeó Sabina, al ver a su tío David. 

Julie se acercó a su hija, y acarició su cabello ⎯. Gracias por ayudarme, pero, no más remedios caseros ni consejos raros.⎯Le pidió Sabina. 

⎯Lo prometo.⎯Aseguró su madre. 

Aunque esto… no fue verdad. 

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